jueves, 2 de agosto de 2018

Papelera

Rafa Nadal:
“Pensar sólo en el siguiente punto, aislándose de todo lo demás”.

Como no podía ser de otra forma, el ateo acabó en el infierno. El demonio le preparó un castigo atroz: le hizo creer que estaba en el cielo y le obligó a ver a Dios (al que él creía que era Dios) durante toda la eternidad.
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Cuando acabó el experimento, detuvieron al chimpancé por plagiar a Shakespeare.
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Dios pensó que algo había salido mal: el séptimo día se le hizo muy corto.
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Tuvo que atracar el banco para sacar el dinero que tenía allí depositado sin que le cobraran comisiones.
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Un veterano de Vietnam: Perdimos la guerra y el país.
Un veterano de Irak: Pues nosotros ganamos la guerra, pero perdimos el país.
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–¡Prefiero mil veces morir libre que vivir esclavo de Persia! –exclamó Leónidas.
–Pues a mí, vivir esclavo de Persia no me importa –dijo el ilota.
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TERCERA GUERRA MUNDIAL
Habían arrojado todas las bombas nucleares, todos los misiles, todas las balas. Todos los tanques y todos los aviones habían sido destruidos. No les quedaba nada. Cuando los restos de los dos ejércitos se encontraron en Núremberg, el capitán estadounidense y el coronel soviético ordenaron a sus soldados luchar con palos y piedras.
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CATALINA II
Pedro III era tan simple que aceptó la explicación de su esposa: tenía que enrocarse para protegerse de sus enemigos. Ella se ocuparía de todo.
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¿Y quién se sienta a la izquierda del Señor?
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DÄNIKENIANA
–Dieciséis –dijo Mrötinrt.
–Veinticuatro –indicó Caadhmûkg.
Mostraron las manos: veintidós dedos. Caadhmûkg se había acercado más. Por lo tanto le tocó a Mrötinrt fertilizar a la joven Orrorin.
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–¡Ah, Dios! ¡No! ¡No! ¡NO! … ¿Qué haces?
–Me has dicho que no.
–Si serás idiota… Anda, sigue.
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–¿Sabes qué? Don Quijote ha derrotado a los gigantes.
–¡Mecachis! ¿Y ahora cómo vamos a moler el trigo?
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El suicida, cuando vio los cabellos de Rapunzel, tuvo una idea.
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ATAQUE PREVENTIVO
La atmósfera del planeta era irrespirable –78 % de hidrógeno y 21 % de oxígeno–, por lo que nunca podría ser colonizado. Sin embargo, los arultanos temían que sus habitantes pudieran un día descubrir los motores de antimateria. Por eso lanzaron el ataque.
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EDITANDO
Las erratas son las primeras que abandonan el libro.
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Ni él ni yo queríamos. Resulta normal que tuviéramos un nini.
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–Padre, confieso que he pecado.
–¿Qué has hecho?
–Escribo para divertirme.
–Eso, hijo mío, no tiene perdón de Dios.
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De pronto, la médium dijo:
–Siempre estás gastando el dinero en tonterías, Plácido.
Supe, entonces, que por fin había contactado con mi mujer.
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Primero probamos a dormir en camas separadas, pero sólo resolvimos nuestros problemas cuando comenzamos a vivir en casas separadas.
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–¿Por qué lloras, Rapunzel?
–Vino un príncipe gallardo y apuesto. Me declamó un bello poema. Comenzó a subir empleando mis cabellos…
–¿Y?
–Precisamente esta mañana me había echado una mascarilla en el pelo. Y estaba resbaladizo.
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La rata de biblioteca estaba muerta junto al ejemplar del segundo libro de la Poética de Aristóteles.
–No lo entiendo. ¿Qué ha pasado, fray Guillermo?
–Elemental, querido Adso.
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Él siempre lograba escapar: sobrevivió a flechas, disparos, explosiones, veneno. Se dio por vencido. Abatido, decidió suicidarse. Dejaría que una piedra lo aplastara. Parecería un accidente. Buscó una que fuera gigantesca. Al correcaminos lo encontró bajo esa piedra.
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Cuando se informó del precio de una sesión de psicoanálisis, comenzó a escribir.
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Putin y Trump decidieron jugársela a los chinos.
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SUICIDIO
El iceberg viajó hacia el sur.
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–¿Qué le pasa? –preguntó el gastroenterólogo.
–No muevo bien el vientre –respondió la bailarina egipcia.
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El martes desperté a la deriva: la nave había perdido el rumbo. No caí en la desesperación. Me duché, me puse mi mejor traje, cené como un rey, vi una película antigua, mandé un mensaje de socorro y volví a la cápsula de hibernación.
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Había tenido la esperanza de ver florecer la armonía en su hogar. Sin embargo, con el tiempo, llegó la decepción: su familia no soportaba a su mujer. Y lo peor era que, por culpa de los griegos, Paris y Helena ni siquiera podían plantearse abandonar Troya.
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El martes vi el primer zombi por la calle. Le tuve que decir a mi marido que terminara él de ver solo la novena temporada de The Walking Dead.
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Abdujeron a una vaca loca y ya no abdujeron a más vacas.
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Finnegans Wake resultó letal para su insomnio: a la segunda página se quedó dormido.
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Me acerco al abismo. M u y l e n t a m e n t e .
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NO ESTABA PREPARADO
Tendido debajo de un árbol, reflexionaba. De repente cayó una manzana.
–¡Qué curioso! –dijo Francis Bacon, que la frotó contra su manga y comenzó a mordisquearla.
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El hombre tropieza dos veces en la misma piedra, pero no se baña dos veces en el mismo río.
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EPIFANÍA
Camino a Damasco, Saulo tuvo una epifanía: atribuiría toda su doctrina a un profeta menor recientemente fallecido.
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–¡Casandra, Casandra!
–¿Qué sucede, niña?
–Nada, otro príncipe que no ha podido llegar arriba. ¿Lo ves? Ha quedado enredado en mis cabellos. Ha muerto a mitad de camino.
–¡Uf! Ahora tendré que subir agua para lavarte el pelo, Rapunzel. Con el montón de escaleras que hay.
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–¿Quién se ha llevado mi queso? –preguntó el nini.
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Es, pues, de saber, que se daba a leer libros de Anne McCaffrey con tanta afición y gusto que se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Y fue que le pareció convenible y necesario hacerse jinete de dragón.
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La Muerte no lo tuvo fácil. Para subir, tuvo que emplear el cabello de Rapunzel. Cuando llegó arriba, estaba muerta.
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Aprovechando los vientos alisios, Colón navega rumbo a las Indias. Más al norte, siguiendo los contralisios, los emisarios del tlatoani Ahuízotl se dirigen a la tierra de Quetzalcóatl. ¿Quién llegará primero?
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El vándalo destrozó una de las aspas. La Asociación Manchega de Amigos de los Molinos de Viento lo denunció a la Santa Hermandad.
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–¿Por qué lo hizo, señora Onzari?
–¿Que por qué lo hice? Porque es un mentiroso, porque me engañó. Me dijo que le gustaba De héroes y tumbas y que no soportaba a Borges, señoría, y le sorprendí leyendo El Aleph. ¿Puede usted creérselo? ¡El Aleph!
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Érase una vez unas perdices que vivían felices. Y entonces acabó el cuento.
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Cuando regresó del hospital, se quedó encerrada en casa. Las heridas tardaban en cicatrizar. Un día, por fin, aceptó salir con Julia. Fueron al cine, cenaron en un restaurante, entraron en una discoteca. Bebió, bailó y comenzó a olvidar.
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Cada uno ofreció una dádiva: ella le brindó su sangre, el conde le regaló la inmortalidad.
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Oliver y Christian son decididos, valientes, temerarios. Han llamado al portero automático de la casa en la que vive un solitario anciano y han echado a correr.
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Probó la leche cruda y ya no probó nada más.
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Rangdol Kelsang vive en el Himalaya. Tiene más de 200 años. Su cabaña está situada a 5.000 metros de altitud. La Muerte no ha ido todavía a visitarle: la hipoxia le aterroriza.
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El planeta explotó. Sólo un humano logró sobrevivir. Escapó en una cápsula al planeta Krypton. Allí causó general asombro: no sólo no era capaz de volar, sino que tampoco podía levantar una casa, ni siquiera pequeña, con una sola mano.
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–Te ganarás el pan con el sudor de tu frente.
–¿Pan? ¿Qué es el pan?
–¡Ah! También tendrás que aprender a cultivar la tierra.
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Gregor Samsa soñó que era una repugnante cucaracha. Al despertar, descubrió aliviado que seguía siendo un simple escarabajo.
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–La muerte está llegando a tus cabellos.
–¿Eh? ¿Y qué puedo hacer?
–Yo empezaría con una mascarilla engrasadora –dijo el peluquero.
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–¿Podéis explicarme qué pasó con el rucio de Sancho? Aparece, desaparece…
–Yo no tengo la culpa, sino Cide Hamete Benengeli.
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–Usted me aseguró que el matarratas era letal.
–Por supuesto.
–Pues mi marido sigue vivo.
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3x2
Aquella cadena de hipermercados nos maltrata a los solteros.
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–¿Te ha gustado la manzana?
–Era jugosa y aromática. Estaba buena. Por cierto, Eva, ¿qué haces desnuda?
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Su rival, lo sabía bien, estaba muy por debajo de él. Metódico, devoró peones, aniquiló caballos, liquidó alfiles, demolió torres, violentó a la reina. Finalmente, apenas pudiendo contener la exaltación, Sade asfixió al rey.
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Hannibal Lecter, M.D., tiene el honor de invitarle a la cena que se celebrará en su mansión el día 18 del presente a las 20:45 horas. Por favor, no beba alcohol ni abuse de la sal los cinco días anteriores.
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–A ver, señor, ¿qué quería?
Le hice un gesto para que reparara en la parte de arriba de mi cuello.
–No entiendo.
Le pedí un lápiz y un papel.
–Tome.
Escribí: ¡He perdido la cabeza!
–Entiendo. Dé una descripción y ya le avisaremos.
Hice un dibujo bastante fiel –en mi opinión– y escribí: Gracias.
–Gracias a usted, señor.
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Litigamos durante años porque utilizó la pared medianera para montar un tabique; le ganó unos centímetros a su casa quitándoselos a la mía. El juez se lavó las manos. Ahora sólo espero que no sea mi vecina de nicho.
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El jardín del Edén se convirtió en un infierno: Eva y Lilit no se soportaban.
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Este microcuento es una demo. Retuitéelo y podrá descargarse la novela al módico precio de 4,95 euros.
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–¿Qué ve? –le pregunté a la quiromántica.
–De momento, que usted trabaja en un taller de coches.
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El martes vi el primer zombi por la calle. El miércoles no salí de casa. El jueves me llamaron del laboratorio: sabían quién había robado el virus z y la vacuna; afortunadamente, ese mismo día todo colapsó. Hoy viernes, he comenzado a sentirme terriblemente mal.
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Los jóvenes exploradores encienden una fogata. Para el bosque empieza una historia de horror.
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La montaña va a Mahoma. Llegará dentro de tres millones de años.
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Cuando tío Lázaro se levantó de su tumba, pedimos al ayuntamiento que nos devolviera el dinero que habíamos adelantado por alquiler de nicho.
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–Jaque mate. ¡Te gané! –exclamó.
–Tú no puedes ganarme –dijo la Muerte cogiendo la guadaña.
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PROTOFEMINISMO
Lilit dejó a Adán. Estaba en contra de los matrimonios concertados.
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¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Sabía que era un kaiju disfrazado de molino de viento.
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¿FINAL FELIZ?
Menelao y Helena regresaron a Esparta y vivieron felices, lo que no se puede decir de Briseida, Patroclo, Héctor, Memnón, Pentesilea, Aquiles, Áyax, Políxena, Paris, Laocoonte, Casandra, Agamenón, el hijo de Idomeneo, Clitemnestra, Egisto, los marineros de Ulises, los habitantes de Troya…
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FATUO
Sé cuándo va a acabar el mundo, pero no lo digo porque también sé que, cuando ocurra, nadie me reconocerá el mérito.
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–¡Huy! –exclamaron los israelitas cuando vieron que la piedra había dado en el casco de Goliat. Un centímetro más abajo y el filisteo no lo habría contado. Ese fue probablemente el último pensamiento de David antes de morir decapitado.
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–¿Qué haces, Noé?
–Construyo un arca, como me ordenaste.
–¿Un arca? Te dije que construyeras una balsa, una balsa de agua.
–Pero ¿el diluvio?
–¿Qué diluvio? Te dije sequía, Noé. ¿Has estado bebiendo otra vez mosto fermentado?
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–¿Por qué perdisteis el contacto?
–Porque él, que tenía tarifa plana, nunca me telefoneaba.
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PARADOJA
Después de Next, Steve Jobs volvió a lo anterior: Apple.
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No me suicido porque le daría un disgusto a mi psiquiatra.
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Comenzó en Tui. Siguió hasta O Porriño. Al final de la tercera jornada, cuando llegó a Redondela, estaba derrengado. Aguantó. Siguieron Pontevedra, Caldas de Reis, Padrón. Cuando llegó a San Sadurniño, deseó que Santiago estuviera a mil kilómetros.
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Estamos hartos de comer guisantes. ¿No podría cultivar otra cosa, hermano Gregor?
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–Mira. No me gustas.
–Tampoco tú a mí, pero cuando estoy contigo pienso que estoy con Steve McQueen. ¿Por qué no imaginas que soy Faye Dunaway?
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–Tomad y comed, porque ésta es mi carne.
–Pero ¿es comida kosher? –preguntó Judas.
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–¿Qué nota tengo?
–La que usted quiera, señor presidente.
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Poco antes de morir, Simón Bolívar descubrió que había cabalgado a lomos de Rocinante.
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–¿Por qué dejaste la escuela de Sócrates?
–Porque no paraba de decir: Sólo sé que no sé nada.
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SUICIDA VENGATIVO
Le hacía la vida imposible. No podía aguantar más. Se tiró por la ventana. Pero antes encendió todas las luces de casa, puso la tele, el equipo de música, la lavadora y el lavavajillas, dejó que el agua saliera de los grifos y abrió la llave del gas.
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Ministerio para la Transición Ecológica y Neolitización.
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No imajinan lo mucho que me gusta Juan Ramón Jiménez.
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Su casa es tan pequeña que sólo tiene cuatro plantas: dos cactus, un culantrillo y una ginura.
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Berlín, 1943. Se celebra el desfile de la victoria. Cientos de oficiales de la Wehrmacht son condecorados. Hitler charla con Guderian después de entregarle las Hojas de Roble Doradas, Espadas y Diamantes para la Cruz de Caballero.
–Estoy seguro, mariscal, de que si en otoño de 1941 hubiéramos atacado Kiev, como yo quería, en vez de Moscú, como usted se empeñó, también habríamos ganado la guerra.
–Sigo pensando, mein Führer, que usted estaba equivocado.
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Alguien le seguía. Miró hacia atrás y le vio: un hombre de negro.
–¿Por qué me persigue? –le preguntó.
El desconocido le lanzó una extraña mirada y le dijo:
–Te falta un tornillo.
Entonces Philip K. Dick vio confirmada su sospecha: era un Nexus 6.
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Mezclé salitre, carbón y azufre… ¡Qué explosión! Y lo más curioso fue el emperador Zhao Xu no castigó, sino que premió mi travesura.
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–¿Qué ves? –le preguntó a la quiromántica.
–Que tienes una mano artificial.
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– Tú no puedes entrar. ¿Qué haces aquí? –le preguntó san Pedro.
–Tenía que intentarlo –respondió Alejandro VI.
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Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Cuando despertó, estaba clavado con un alfiler en un gigantesco tablero.
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Se quedaron contemplando el tablero durante un buen rato. Cada uno tenía dieciséis piezas. El blanco tenía una ligera ventaja, pero un mínimo error igualaría la partida. La lucha sería cruenta, sanguinaria. Antes de realizar la primera jugada, los dos condotieros pactaron tablas.
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–Al principio era una singularidad infinitamente tupida, matemáticamente paradójica, con una temperatura muy alta… ¿Qué pasa, Moisés?
–No me entero de nada.
–A ver, empiezo de nuevo. Al principio creé el cielo y la tierra. Y dije: "Haya luz", y hubo luz.