Ana María Shua: “Si lo único que puede escribir son microrrelatos, no escriba”.
–Cuando ganó la lotería, estuvimos a punto de ingresarle en un manicomio.
–Y eso.
–Se volvió loco de contento.
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–¿Qué miras?
–Este cuadro. Es simplemente genial. Sin título. No lo tiene. No quiere influir en la percepción. Muestra la vacuidad de nuestra existencia, la lucha de nuestra conciencia por encontrarle sentido a todo. ¿Qué te parece a ti?
–Pues yo creo que es una cortina. No ves que más allá hay otra.
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–¿Te dijo algo?
–No.
–No hizo ningún ruido.
–Sólo borborigmos.
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Le disparé porque no podía con sus monsergas. Ahora no soporto sus psicofonías.
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Su cháchara me volvía loco. Le apuñalé. Ahora me vuelven loco sus psicofonías.
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Cuando Cthulhu despertó, no había rastro de los humanos.
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Su gran triunfo no es convencerte sino obligarte a rebatirle.
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–¿Qué va a hacer, doctor?
–Cortar por lo insano.
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Caperucita, a pesar de los pelos y señales, no se entera de nada.
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–Yaguareté o bala, doctor. ¿Qué ponemos como causa de la muerte? Los familiares esperan. Decídase.
–Recemos para que no vean el agujero en el pecho, Bertotti. Pon yaguareté y dales el cuerpo para que lo lleven a la yacija.
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Puestos a derogar, derogó la ley de vida.
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¿Todos los gatos nazis son pardos?
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Argáricos doblan a muerto.
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George R. R. Martin da por terminada Canción de hielo y fuego: ya no le queda ningún Stark al que matar.
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Me tiré un martes a la piscina. Debí haber comprobado antes si tenía agua.
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El psicoanalista no da la razón a los locos.
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Mi vecino lo tiene todo para que le odie: un recién nacido, dos perros, una minicadena con altavoces.
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Habla mirando a su hermana, pero de vez en cuando echa un vistazo a su esposo. Parece que la historia le interesa. Contará un poco más y seguirá mañana noche. Un día más, Scheherezade ha salvado la cabeza.
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El gato de Schrödinger aguantó la respiración.
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Cuando más conozco a los gatos, más me gustan los perros.
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Estimada señora, me dirijo a usted con el objeto que dejó ayer olvidado en mi espalda. No vea lo que me costó desclavarlo.
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DESCONSIDERADO
Considera que soy un don nadie.
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El dictamen de Zacarías no sorprende a nadie. Reprocha a Pipino que desprecie la sangre de Clodoveo y le obliga a entregar las riendas del reino a su legítimo poseedor, Childerico.
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No tiene suficiente mierda para cagarse en diez.
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Vibrante discurso les solté. Les alenté a combatir al enemigo. Les inyecté ánimo, energía, coraje. ¡Cómo me vitorearon! Ingenuos. Creyeron toda aquella sarta.
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LA MEJOR COARTADA
Al día siguiente, el mayordomo apareció con un puñal clavado en la espalda.
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–El doctor Livingstone, supongo.
–Sí.
–Menos mal. Mire. Este sarpullido me está matando.
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Día 6.574. La Nueva Normalidad alcanza su mayoría de edad.
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–¿Qué te ha pasado, Nicetas? Estás hecho un eccehomo.
–Una discusión teológica con unos monofisitas.
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No creo que ahora me pase nada. Es de noche en Chile. Las mariposas están durmiendo.
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Edipo no puede ver a su hija.
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COLONIA TERRA XLV
Nihil novum sub solibus.
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Mi marido tiene la piel de porcelana. Me lo paso pipa golpeándolo.
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–Eres un machista y un colpófobo.
–Colpófobo no.
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FACULTAD DE FILOLOGÍA
Un catedrático sobrealimentado y bien vestido habla de un escritor famélico y desharrapado.
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¿Estado civil…? ¿No responde…? Bien. Pondré muerto.
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–¿Qué sueldo recibe Godzilla por participar en esta película?
–¿Sueldo? Ninguno. Pero puede comer todo lo que quiera.
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Madre me retó a meterme en la piel de padre. Acepté el reto, señoría.
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PUNDONOR
Me sentí tan orgulloso de lo bien escrito que estaba ese anónimo que iba a enviarle a mi ex que lo firmé.
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PARADOJA
Roba porque no quiere dar golpe.
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–¿Cómo te llamas?
–Putin Jiménez.
–¿Putin?
–Bueno, en realidad mis padres me llamaron Lenin, pero cuando me afilié a Vox decidí cambiarme el nombre.
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–Llamaba para pedir cita.
–A ver… Hay una hora libre. El martes, a las diez.
–¿De la mañana?
–No. De la noche.
–¿No tiene nada por la mañana?
–No.
–Bueno, apúnteme.
–Entonces, el martes, a las diez. Recuerde que tiene que abandonar la playa cinco minutos antes de las once.
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PARAÍSO PERDIDO
Lo descubrieron los turoperadores.
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Apocalipsis: obsolescencia programada.
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Ellos pueden hacer todas las caceroladas que quieran, pero nosotros tenemos la sartén por el mango.
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Robertito Capucha, líder del Partido Posibilista, roba a los que trabajan para dárselo a los que no quieren dar golpe.
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Ayer me hicieron una encuesta del CIS. Supongo que dirán que dije que votaré al PSOE y que la culpa es del PP.
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Será un hijo de puta, pero se acuerda de su madre.
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Sigue siendo mi amigo. Aún no me he dado por enterado de su traición.
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–¿Falta mucho, comodoro?
–Se puede decir que estamos a pocas cuadras del universo VT-6.
–Ah, qué bien, pero ¿cuándo llegaremos?
–Pronto, muy pronto, señor Borlenghi. Dentro de cincuenta mil años.
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Jesús, condenado a galeras.
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El terapeuta me ha recomendado apartar mis penas, librarme de ellas. Por eso lo he hecho. Por eso he lanzado al vacío a mi ex.
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DEMOCRACIA
Los ciudadanos votan. Los ricos deciden a quién.
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El conde disfruta viviendo a tumba abierta.
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No puedo creerle porque siempre le estoy mintiendo.
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Ella tenía la piel suave, blanda, ligera. El conde no pudo resistirse.
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–¿Cuál fue la conclusión de Schrödinger?
–Que le habían engañado: la botella que compró no tenía gas venenoso.
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–¿En qué se parecen un tigre a una pastilla de Prozac?
–No sé.
–En que los dos te quitan la depresión.
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Vistos los resultados, ¿Dios hizo el hombre a desgana?
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Era un director tan perfeccionista, tan dado a repetir tomas, que tuvo que dejar de hacer películas snuff.
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Penitenciaría se merece mi mujer, que me fue la que me engañó. Pero no me quejo. Por lo menos aquel pelotudo no beberá nunca más tereré en mi guampa.
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No eran molinos, sino gigantes, pero tan bondadosos que se apiadaron de aquel loco vociferante.
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Franco entra en la Segunda Guerra Mundial. Diego Martínez Barrio, presidente del gobierno establecido por los aliados en septiembre de 1944.
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La bandera de los vencidos era un trapo desgarrado.
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Cuando llegó la derrota, aquella bandera, que había vencido en cien batallas, era un trapo desgarrado.
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Cthulhu despierta por fin. Contempla el mundo. Le da miedo.
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Soltarle una gran mentira para no soltarle una pequeña mentira.
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Me tiré un martes a la piscina. Tuve que salir corriendo de ella y saltar la valla, cuando el dueño me amenazó con una escopeta.
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Al amanecer del 11 de octubre seguía sin verse tierra en el horizonte. Colón ordenó dar la vuelta.
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A veces me deja ganar, sospecho, para que me apetezca seguir jugando.
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Su madre le dijo que, si no se comía las coles de Bruselas, le obligaría a ver Radiotelevisión Espantosa.
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No arderé en el infierno. He pedido que me incineren.
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Su papel era el más expuesto, el más difícil. Debía seguir el guión al pie de la letra. El éxito de la obra dependía de él. Rodeado de espectadores, su actuación debía ser invisible. Era la claque.
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–¿Quién eres tú?
–El genio de la lámpara.
–Pues ya puedes buscar otro sitio. Voy a llenarla de aceite. Estoy harto de pasar las veladas a oscuras.
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Me perdí en la trama, en el caso de que la tuviera. Había muchos personajes y su comportamiento no tenía sentido. Era una novela de misterio.
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Era una novela de misterio. No entendí de qué iba.
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Es una novela de misterio. Llevo leídas cincuenta páginas y no sé de qué va.
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El día que Almu apareció con el segundo pendiente en la oreja derecha, supiste que los problemas de verdad habían empezado.
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Temo mucho a mi mujer. Sé que, si me suicidara, ella me mataría.
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Me falta corazón. ¿Debería ir al cardiólogo?
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Luis XIV ordenó cortar todos los girasoles porque no le miraban a él.
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–Estoy orgulloso de mi pereza.
–¡Qué soberbia la tuya!
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–Señor Unamuno, ¿qué piensa de la muerte?
–Que no me convence.
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Manzanas tiradas. Cuando las vi, me enfurecí. Si al menos se las hubieran comido. Pero no. Sólo querían hacer daño. Al principio pensé en expulsarles. Demasiado suave. Ahora blanquean al pie del árbol sus esqueletos.
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Aquella ciudad tuvo que apretarse el cinturón industrial.
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El piel roja se puso a practicar el tiro al blanco.
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PRELUDIO
Mamá llamó para decirte que se había caído.
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–Sor Felicia, quiero hacerle notar que Santa Crisógona, que fundó nuestra congregación en el siglo XII, prohibió que las novicias caminaran juntas.
–Es que no caminan juntas, madre superiora. Van en bici.
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Escribía poemas para cauterizar las desdichas.
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¡Aaaggg! Le voy a sacar a mi esteticista la piel a tiras.
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Su peor virtud es su mejor defecto.
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–El hombre –respondió Edipo.
–¿El hombre? ¡Quia! –replicó la esfinge–. Todo el mundo sabe que el triperio, que vive en la isla de Samistes, cerca de las Indias, camina a cuatro patas por la mañana, a dos durante el día y a tres por la noche. Disponte a morir.
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¡Cómo se puso Jesús por unos higos!
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NO HAY FORMA DE ESCAPAR
El socialismo es un virus. El fascismo es un virus. El globalismo es un virus. El capitalismo es un virus.
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Encontrar la vida tratando de perderla…
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Zacarías dice a los embajadores de Pipino que está indeciso. No sabe dónde se encuentra la justicia. La halla por fin cuando el caudillo franco le entrega diez villas de las Marcas, arrebatadas a los lombardos y mil libras de oro.
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Para su desgracia, la piel de oveja engañó a otro lobo.
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Señoría, quiero que mi defendido sea liberado de inmediato. Se le acusa de arrojar al vacío a su cuñado. Es mentira, señoría. Mi acusado lanzó a su cuñado por una ventana, sí, pero a la calle, no al vacío.
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Cuando llegó al cielo, a Sansón le esperaban setenta y dos huríes.
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EL COLMO
Al político le hicieron un ERTE.
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Mark Twain llega a la puerta del cielo.
–Samuel Clemens. ¡Hum! –dice un pensativo San Pedro–. Eres un ateo, un ateo militante.
–Así es.
–Tu lugar es el infierno.
–Ja. El cielo no existe, ni tampoco el infierno –responde Twain, que, sintiéndose víctima de una broma cósmica, da un estirón de lo que supone es la barba falsa de San Pedro.
–¡Ay! –exclama éste.
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Se dejó la piel tratando de convencer al interrogador.
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–¿Cree que mi novela se venderá?
–Con las autoediciones nunca se sabe.
–Podría reescribirla.
–Mejor no.
–Habrá algo que pueda hacer.
–Suicidarse. Las novelas póstumas siempre se venden bien.
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A veces me desespera no haber caído en la desesperación.
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CONFINAMIENTO
Está siendo complicado. No paran de discutir todas las noches por el mando de la televisión. Nunca se ponen de acuerdo. Cuando ella quiere ver una teleserie protagonizada por un médico cascarrabias, él prefiere las aventuras de un héroe galáctico. Cuando ella pone un documental sobre el bosque mediterráneo, él pretende ver uno sobre el delfín de agua dulce. Y no me hacen ningún caso. Estoy deseando que todo esto acabe, que llegue el verano y que se vayan, aunque sea, a una casa rural. Quiero que me dejen en paz. Los fantasmas también necesitamos un poco de soledad.
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–¡Qué hermoso sería que no hubiera nadie!
–¿Qué nosotros no estuviéramos aquí?
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“Memorablemente diferente…”
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Me llevan los demonios porque fui sorprendido haciendo trampas en el juego de la vida.
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Mi tenía la piel de porcelana. La llevaba en brazos y se me cayó. Ay que ver cómo quedó
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Cuando llegó al cielo, a Sansón le esperaban setenta y dos huríes.
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–Tenía una casa de mil cuatrocientos metros cuadrados, con piscina y pista de tenis.
–¿El empresario?
–El inspector de Hacienda.
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Empezaron a tener niños, que siempre estaban gritando y peleándose. Habían convertido esto en un infierno. Los tuve que echar para que volviera la tranquilidad. ¿La manzana? Una excusa.
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PARADOJA
Los ateos son los únicos que todavía piensan en Dios.
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Por favor, no me sigan. Voy adonde no haya nadie.
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–Quiero denunciar a mi cuñado.
–¿Qué hizo?
–Se saltó la distancia social.
–Explíquese.
–Ayer me envió un guasap mire, mire cómo acaba, con un abrazo.
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Alemania es un país tan serio que, cuando fui allí, me pusieron una multa por reírme de mí mismo.
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Me tiré un martes a la piscina desde la habitación 221. Estuve a punto de caer dentro.
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–¿Qué es lo que quiere?
–Un café con leche y media gratinada de jamón.
–¿Qué? Aquí no servimos desayunos.
–¿No es esto es Tiffany’s?
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Aprender a leer y escribir le pareció a Carlomagno empresa más ardua que derrotar a los fieros sajones.
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Biempensante, malhaciente.
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–Oiga, perdone. No se puede ir en grupo.
–La ley dice que no se puede caminar en grupo, pero es que nosotras vamos en bici.
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–Nosotros.
–¡Alto ahí! Nosotros no. Tú y yo.