domingo, 24 de mayo de 2020

Microcoronacuentos (2)

Gibbon: “La peste es de suyo contagiosa, por cuanto el aliento de los pulmones dañados contamina el ambiente y el estómago de cuantos lo rodean”.

Su matrimonio resistió enfados, mentiras, infidelidades, pero no quince días de encierro en casa por coronavirus.
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–¡Quédate en casa!
–Y eso hago. Este planeta es mi casa.
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Consultó a una echadora de cartas y a una vidente por teléfono. Le dijeron lo mismo. España no tendría, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado.
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Gaia ha tratado de protegerse, sin éxito. La peste antonina, la viruela, la Peste Negra, el sudor inglés, el ébola, el baile de San Vito, el cólera, las vacas locas, el VIH, el Covid-19 no han conseguido acabar con la pandemia que la asola: la humanidad.
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17 de junio de 2020. Se juega el primer partido de fútbol después del fin del confinamiento. Sergio Ramos da un codazo a un rival. El árbitro le enseña la tarjeta roja y la policía le pone una multa de 600 euros por violar la distancia social.
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Cuando llegó el Covid-32, el Covid-19 nos pareció un juego de niños.
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PARADOJA
La epidemia comenzó a remitir cuando el experto del Gobierno fue infectado.
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ÚLTIMA HORA
El Sanedrín comunica que, debido al confinamiento impuesto por el estado de alarma y por responsabilidad social, la crucifixión se celebrará sin público.
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–Durante el confinamiento me he hecho marxista.
–¿Seguidor de Groucho Marx?
–¿Qué? No.
–Ah, claro, de Karl Marx.
–¿De quién? No, no. Me he hecho seguidor de Thierry Marx, el cocinero.
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La alarma contra el coronavirus no fue activada por culpa de la alarma contra el heteropatriarcado.
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Julieta sale al balcón y le grita a Romeo que se meta en casa.
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Hace tres semanas que su madre no se echa a llorar cuando le lleva comida, ni le pide que salga de la habitación. El hikikomori empieza a pensar que pasa algo extraño.
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La vacuna para el coronavirus estaba lista en cuatro meses. La vacuna para la recuperación económica todavía no se ha encontrado.
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ÚLTIMA HORA
Jesús de Nazaret, que se encontraba en el Monte de los Olivos, ha sido detenido por saltarse el confinamiento.
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Compañeras hetairas, recordad que tenéis que mantener la distancia social con vuestros clientes.
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–¿Cómo lleva el confinamiento, señor Van Gogh? ¿No teme volverse loco encerrado en esta habitación?
–¿Volverme loco, señora Angers? Pero si ya lo estaba antes de todo esto.
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CORONAVIRUS EN ESPAÑA
Los asintomáticos no contagian el virus. Los muertos no han muerto por coronavirus. Los parados no son parados. Las pruebas de diagnóstico no sirven. Las mascarillas no protegen. Los autónomos que no tienen actividad deben seguir pagando la cuota. Las ruedas de prensa del Gobierno no son ruedas de prensa.
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–Señor, le llamábamos para recordarle la recomendación del Gobierno.
–¿Qué recomendación?
–Quédate en casa.
–¿No puedo salir de casa?
–No, señor.
–¿Ni siquiera de noche?
–No, señor, pero podemos enviarle todo lo que necesite.
–Pues estoy hambriento. Necesitaría algún B+.
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INFORTUNIO
Acaban de decirle al Judío Errante que ha superado el coronavirus.
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Le preguntaron si tenía hábito de comer hamburguesas y pizzas. Como dijo que sí, no lo ingresaron en la uci.
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–No podemos hacer nada: me duele la cabeza.
–¿Tienes coronavirus?
–Por esta noche, sí.
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El doctor Liu nunca supo que el virus que había creado en su laboratorio fue un fracaso. Dejó viva al dos por ciento de la humanidad.
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Empezó poniéndose tres días la misma camisa. Dejó de quitarse el pijama y de ducharse. Olvidó cómo hablar. Convirtió su piso en un estercolero. Cuando, por fin, sonaron las sirenas que ponían fin a la cuarentena, había perdido toda su humanidad.
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El experto que aseguraba que no habría más de uno o dos infectados lleva tres semanas afirmando que la expansión del está controlada.
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Lleno de emoción, anunció una vacuna para el coronavirus. Sólo costaba 120.000 dólares la dosis.
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EPITAFIO
Creía que el coronavirus no era peor que la gripe.
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BUENAS NOTICIAS
Ayer había 67 infectados de coronavirus. Dos enfermos han muerto en las últimas horas. Pero no todo son malas noticias. Ahora sólo hay 65 infectados.
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POR SI ACASO
La última mujer sobre la Tierra está sentada sola en una habitación. Va arreglada y con tacones.
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No resultó difícil controlar la pandemia de tuiteros críticos. Todos fueron bloqueados.
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–¿Tienes ganas de que acabe el confinamiento y poder visitar un museo?
–Pues no. No he visitado un museo en toda mi vida y no voy a empezar ahora.
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Le preguntaron si leía a Stephen King. Como dijo que sí, no lo ingresaron en la uci.
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–¿No sabe que no se puede salir de casa? ¿Qué hace usted en la calle a estas horas?
–Soy Abraham van Helsing.
–¿Y?
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Día 6. Mis fantasmas me preguntan si no puedo dejarles un ratito solos. Salgo a comprar el pan.
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–Bésame.
–Pero antes ponte la mascarilla.
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El confinado no pudo seguir viendo la película: en aquel coche viajaban cuatro personas.
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–La he liado.... La he liado.
–¿Qué pasa, Aladino?
–Creo que… que…
–Dime.
–He metido la pata.
–¿Qué has hecho?
–Le dije al genio: Quédate en casa, y ahora… ahora no hay forma de hacerle salir de la lámpara.
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El presentador dijo que no saldría sin peinar ni sin maquillaje. Antes contagiado que sencillo.
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SEGUIR LAS RECOMENDACIONES
El tiranosaurio no paraba de toser.
–Un virus –le dijo el veterinario, que le recomendó, cuando fuera a estornudar, taparse la boca con el codo.
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Le preguntaron si era forofo del Atleti. Como dijo que sí, no lo ingresaron en la uci.
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La orden de las autoridades es categórica: Quédate en casa. Obedece, por supuesto. Se queda en su casa, el planeta Tierra.
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PINTOR ZABALETA, 37
Compruebas la dirección. Calle Pintor Zabaleta, 37. Aquí es. Sales de la furgoneta y te colocas el EPI. Alguien asomado a un balcón te grita algo. Te pones la mascarilla y los guantes y le ignoras. Coges la maleta. Llamas al portero automático. Te abren. Es el 4º D. Tienes que coger el ascensor. Tocas los botones con un boli que sacas de la maleta. Lees la nota que alguien ha pegado con celo al cristal del ascensor. El aburrimiento vuelve peligrosa a mucha gente. Llegas a la puerta del piso. Una mujer mayor que lleva una desgastada bata te espera.
–¡Qué bien que hayas llegado! –te dice.
Entras en el piso. Huele a… orina de gato.
–¿Qué es lo que pasa?
–El congelador. Se ha estropeado.
–Vamos a ver lo que podemos hacer, señora.
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Mi marido me dijo que no teníamos que dejarnos vencer por la paranoia y, ahora, no quiero explicarles cómo me tengo que limpiar cada vez que utilizo el inodoro.
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Visto que nadie respetaba el confinamiento, el Gobierno tuvo que recurrir a medidas desesperadas. Contrató a Agbepa Mumba, hechicero burkinés, hacedor de lluvia.
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El claustrofóbico no teme al coronavirus.
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Cthulhu está un poco avergonzado: el coronavirus ha logrado en tres meses lo que él no ha conseguido en tres eones.
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ÚLTIMA HORA
El Gobierno monitorizará las redes sociales y sólo permitirá salir del confinamiento a los que no le hayan criticado.
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–Buenos días, le llamábamos para notificarle una denuncia por furtivismo.
–¿Cómo? Pero si yo nunca… Explíquemelo.
–Tenemos un vídeo. El otro día, en la calle Madrid, le sorprendieron dando un abrazo furtivo a una desconocida.
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Día 39. Sólo falta un día para acabar la cuarentena.
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Llamé varias veces al 112 para denunciar que había visto a mi vecino salir a la calle. Me acabaron dando el número de Salud Mental.
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La Muerte está sobrecargada de trabajo. ¿Nadie la aplaude?
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Por fin, después de muerto, consiguió convertirse en el alma de la fiesta.
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–¿Cómo pudiste librarte del coronavirus?
–Quité la tele.
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Ha cogido el virus y le ha dado las gracias: durante dos semanas no tendrá que ir a comer a casa de sus suegros.
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La venta de mascarillas se había estancado. Contrataron al doctor Cao para que creara el coronavirus.
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Al vampiro, la sangre de los infectados de coronavirus le causaba una molesta tos y una desagradable congestión nasal.
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Le preguntaron si le gustaba Camela. Como dijo que sí, no lo ingresaron en la UCI.
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–El alcohol aletarga.
–¿Al virus?
–Al portador del virus.
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Los ciudadanos de Isauria estaban desganados, apáticos, se aburrían. El concejo municipal decidió tomar medidas radicales: decretó la cuarentena y el confinamiento en casa para evitar la propagación del virus del tedio.
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Estaba cantado. El alcalde de Wuhan fue la última víctima del coronavirus.
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Acusaron al coronavirus de gerontofobia.
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–No te acerques a esa cotorra en un radio de veinte metros.
–¿Distancia social?
–Distancia sonora.
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El indigente pilló el coronavirus. Con un poco de suerte le ingresarían en el hospital.
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La marquesa salió a las cinco. A las cinco y diez un policía le puso una multa por saltarse el confinamiento.
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Muchos muertos por culpa de unos vivos.
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CALMA
Había diez enfermos. Y dijeron que no había que preocuparse. Eran setenta y tres los infectados. Y solicitaron tranquilidad. Había ya doscientos tres positivos y tres muertos. Y aseguraron que no había que caer en el pánico. Cuando los infectados alcanzaron los mil trescientos veintitrés y ya eran treinta y seis las personas muertas, cerraron colegios, centros comerciales y estadios. Y pidieron calma.
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El ministro de Interior informa al resto de miembros del Gobierno de que los ciudadanos han desarrollado credulidad de rebaño.