martes, 2 de junio de 2020

Microcuentos

Escribía en sueños. Era ágrafo.
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Pienso, luego me callo.
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–Estoy de vuelta de todo.
–Pero si nunca has ido a ninguna parte.
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–¿Qué te ha parecido el Coliseo?
–Una ruina colosal.
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El ateo no fue admitido en el infierno porque tampoco creía en Satanás.
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Escribe haikus casi sin pretenderlo. Le salen solos.
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–¿Tienes instalado algún antivirus en el ordenador?
–No. Me limito a lavarme las manos antes y después de utilizarlo.
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Casi siempre estoy de acuerdo con el que no habla.
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Visto que nadie respetaba el confinamiento, el Gobierno tuvo que recurrir a medidas desesperadas. Contrató a Agbepa Mumba, hechicero burkinés, hacedor de lluvia.
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–Ganaré a Aquiles.
–¿Cómo puedes estás tan seguro, Héctor? ¿Qué harás?
–Le retaré a una carrera.
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–¿Qué hacéis en medio del bosque? –les preguntó el gendarme–. ¿Por qué no estáis confinados en casa?
–Porque nos la hemos comido –respondió Hansel.
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–¿Qué tal? ¿Cómo ha ido?
–Un desastre.
–¿No conseguisteis matarle?
–Matarle, le matamos, pero me humilló.
–¿Por qué? ¿Qué te dijo?
–Me llamó hijo de puta.
–¿Con esas palabras?
–No, con esas palabras, no. Fue peor. Cuando le hundí mi puñal, César dijo: ¿Tú también, hijo mío?
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–Me he quedado sin balas. ¿Me prestas una?
–¿Para qué la quieres?
–Para suicidarme.
–Toma, aquí tienes.
–Gracias. Te la devolveré cuando acabe.
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–Solo sé que no sé nada.
–Pues, si no sabe nada solo, buen hombre, mejor que se busque compañía.
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–A ver, señora, dígame: ¿por qué detuvieron a su hijo?
–Por violación estatuaria.
–¿Será por violación estatutaria?
–No, no. Estatuaria. Le tocó los senos a la Venus de Milo.
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Los siete enanitos van a visitar a Blancanieves, que vive feliz con el príncipe. Llevan una enorme bolsa.
–¿Qué es eso? –les pregunta Blancanieves.
–La ropa sucia. No te importa lavarla, ¿no?
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SUICIDIO
Comprobó la pistola. Comenzó a subir las escaleras. Llamó a la puerta.
–Adelante –dije.
Entró y me vio sentado delante del ordenador, escribiendo.
–Vengo a matarte –me dijo.
–Lo sé, lo sé. Un segundo.
Seguí escribiendo: El sicario me apuntó con la pistola y disp
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La razón tiene corazonadas que el corazón no entiende.