martes, 9 de junio de 2020

Papelera

Héctor Abad Faciolince: “Días en que se juega, se lee, se trabaja, se escribe, se ama. Días completos que pasan sin que uno sepa”.

Su pelo tiene un aspecto tan suave, tan lustroso que no puedo resistir la tentación de acariciarlo. Para mi sorpresa, no me rechaza. Se deja tocar.
–¿Qué demonios estás haciendo? –me pregunta mi mujer, que ha aparecido repentinamente.
–No he podido contenerme –admito, mientras contemplo al gato, que ha salido corriendo.
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Después de improvisar durante seis días, al séptimo descansó.
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En el corral de comedias entró un zorro.
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Le dije que me había hecho poeta y le regalé mi primer libro. Así conseguí librarme de ese pesado de Álex.
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Dejó a su novio poeta porque le daba las buenas noches con un verso quebrado.
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El juez tuvo que absolver al responsable médico de la lucha contra la pandemia. Todos los informes psiquiátricos coincidían: esquizofrenia.
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Cuando termina, Caronte va a la fuente de los deseos, arroja la moneda que le acaban de dar y pide otro trabajo.
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–¿Cuándo vas a dejar de darme codazos?
–Cuando todo esto acabe.
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El éxito de la marioneta pende de un hilo.
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Su pelo tiene un aspecto tan suave, tan lustroso que no puedo resistir la tentación de acariciarlo. Para mi sorpresa, no me rechaza. Se deja tocar.
–¿Qué demonios estás haciendo? –me pregunta mi mujer, que ha aparecido repentinamente.
–No he podido contenerme –admito, mientras contemplo al gato, que ha salido corriendo.
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–Presidente, ¿por qué se mete con las fábricas de coches?
–¿Y me lo pregunta usted, que la semana pasada me aconsejó hacer autocrítica?
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Gautama se enfrentó a la enfermedad, la vejez, la muerte. Regresó al palacio de su padre y no lo abandonó nunca más.
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No se da por vencida. Cada dos por tres le da un beso a su marido. Todavía espera que se convierta en un príncipe.
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Guarda su cadáver en el armario. Ahora sólo se trata de conseguir de que no se den cuenta de que es un fantasma.
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El productor se monta su propia película.
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Gracias a ella, me quiero más.
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No disimule, doctor. Sé que le gusto. Usted está fingiendo. Simula tratarme una esquizofrenia imaginaria.
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La tribu sortea el látigo. Le toca al clan Fargi, a la familia Gutra, a Morte, que es tonto. Aceptan el destino. Los cortus invaden Saperia. El jefe tonto dispone el orden de ataque. Es absurdo. Pero los cortus obedecen. Atacan a los saperianos en grupos de cien jinetes. De cien en cien, los cortus son aniquilados. Afortunadamente, en la Morte está al frente de la décima centuria. Muere. Mudma, jefe de la familia Gutra, toma el mando. Ordena que toda la caballería cortu cargue contra los saperianos. La victoria de los jinetes de la estepa es total. Pero ahora los cortus no tienen jefe. La tribu sortea el látigo. Le toca al clan Dorta, a la familia Monfae, a Glop, al que las almorranas no le permiten cabalgar.
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Lúculo nunca cenó tortilla de palabras.
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Después de que el sacerdote fuera atacado por aquel feligrés malhumorado, fue llevado a la sala de curas.
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En la guerra mató a diez enemigos a sangre fría; le condecoraron y le dieron un permiso de quince días. Dos años después de regresar, mató a un individuo accidentalmente; lo condenaron a quince años de prisión.
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Dos calvos comparten peine.
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–¿Crees en Dios?
–Pienso en él.
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Oigo voces. El psiquiatra dice que es una esquizofrenia de manual; el otorrino, acúfenos.
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Los espectadores no se reirían tanto si supieran que las marionetas están improvisando.
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–¿Cómo pudiste creer aquella trola que te contó Daniela?
–Llevaba un escote palabra de honor.
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Quise sorprenderla con un impromptu, pero Marcela interpretó una fuga. Fue un desconcierto.
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Cuando Julieta vio muerto a Romeo, exclamó:
–¡Bah! Un Montesco menos.
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Después de besar a Brézhnev, Honecker comprendió a Hitler.
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Nos han mandado en la escuela leer un libro. Papi ha denunciado a la profe.
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Cuando el hombre menguante vio a aquellos diminutos seres –humanos en todo excepto en el tamaño–, se consoló con la idea de que, en poco tiempo, ya no estaría tan solo.
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Aquella caza de brujas las dejó quemadas.
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El Gobierno asegura que es contraproducente echar la siesta. El Gobierno dice que no es necesario echar la siesta. El Gobierno señala que no pasa nada por echar la siesta. El Gobierno recomienda echar la siesta. El Gobierno hace obligatorio echar la siesta. El Gobierno multará a todos los que no echen la siesta.
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El Gobierno asegura que es contraproducente echar la siesta. El Gobierno señala que no es necesario echar la siesta. El Gobierno recomienda echar la siesta. El Gobierno hace obligatorio echar la siesta. El Gobierno multará a todos los que no echen la siesta.
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–Derrotaremos a esos malditos moros.
–Ojalá.
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Para protestar por las declaraciones del ministro del Medio Marino, los pescadores incendiaron las redes.
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BABEL
Unos hablaban en sumerio, otros en acadio, en elamita, en hitita, en hebreo, en elamita, en medo. Inventaron el arameo para entenderse.
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Griegos, búlgaros, uzos, normandos y escoceses se afanaban por destacar en valentía. Cegados por el brillo de las armaduras de los cristianos, los arqueros turcos tiemblan de miedo. Alp Arslan ordena la enésima carga, pero ya nadie obedece.
–¡Quien no me siga es un cobarde! –grita el sultán, que espolea su caballo y vuela a las líneas cristianas.
Todavía cree en la victoria, pero ya está cargado de cadenas y le empujan para que hinque la rodilla ante Romano, el emperador.
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PREGUNTA RETÓRICA
El juez le pregunta a Pedro Sánchez si jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
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Pinceles, paleta, caballete, lienzos. Me lo compró todo, porque ella quería apoyarme en mi sueño, pero resultó que al final soy esto, un simple pintor de brocha gorda. ¿Entiendes ahora por qué le estoy pintando gratis el aljibe?
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Derrocado, el Gran Hermano fue encerrado en prisión. Para que no se volviera loco, hicieron un agujero en el muro para que pudiera espiar al preso de la celda contigua.
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–Llueve sobre mojado.
–Pues qué desperdicio.
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Dios se dio un manotazo en la frente. Se le había ido el santo al cielo. Debía haber comenzado el apocalipsis en el año 2000.
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Nerea y Luis se dieron un beso. Nerea besó a Michael Fassbender; Luis, a Jessica Chastain.
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Tuve que casarme con él para que dejara de escribirme esas cartas de amor tan ñoñas.
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Yo no amo a mi marido, sino a Raúl, que no me ama a mí, sino a Laura, que está loca por Paula, que no sé a quién quiere. Esto tiene mal arreglo.
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–Nos han mandado en la escuela que juguemos.
–¿Seguro?
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–¿Cómo has podido enamorarte de Siri?
–De oídas.
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El sexólogo recomienda separar el polvo de la paja.
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La hora de la siesta dura tres horas.
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Murió y fue metido en el ataúd, que no cerraron. Despertó. Como agradecimiento, se hizo fraile. Se encerró en un convento. Cincuenta y seis años después, murió. Sin haber vivido realmente.
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Le dijeron al condenado a muerte que no podían servirle una comida con tantos carbohidratos.
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Le piden al santón que cure a los enfermos y resucite a los muertos. Dice que podría hacerlo, pero que no quiere que haya hambre.
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Aquella superluna desveló a los girasoles.
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EL COLMO
McCarthy fue víctima de una caza de brujas.
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–Te vamos a abrir un expediente. ¿Cómo has podido votar que no?
–Pero si es lo que votamos la semana pasada.
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Murió con 96 años, pero su vida había acabado a los 42, cuando Antonia le abandonó.
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El poeta le envió un epigrama. Él le regaló un cuchillo.
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Los vendedores de reliquias acosaban a Federico de Sajonia. Le ofrecían auténtica leche de la Virgen María, la cabeza de Juan el Bautista, la jofaina en la que Poncio Pilatos se lavó las manos, la pluma con la que Constantino firmó el Edicto de Milán, un trozo de la piedra que cerraba el Santo Sepulcro. Federico de Sajonia, atosigado y arruinado, para venderse de los vendedores de reliquias, tuvo que hacerse luterano.
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Aquel ojo gigantesco reflejaba mejor el miedo.
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Newborn and already wifi.
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EL COLMO
La muerte impidió que Elias Canetti pudiera terminar su libro sobre la muerte.
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Durante tres días, los vecinos han entrado y salido, han ido a trabajar y a comprar, han sacado al perro. Durante tres días, los vecinos no han cogido el folleto publicitario que alguien dejó en el escalón de entrada.
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RETORCIDO
El ministro rectificó cinco veces.
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Nos han mandado en la escuela que juguemos. Tendremos que estudiarlo.
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Escribo cinco palabras diarias. En un mes habré escrito un microcuento.
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Dadme un buen asesor y no me volveré de la poltrona.
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Le dediqué un poema. Me dedicó un dulce de leche.
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–¿Qué opina de la guillotina, señor Malthus?
–¿Qué voy a opinar?
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Miró su reflejo en el espejo. Antonio tenía razón: estaba azul de ira. Ahora, para salir de aquello, necesitaba calma. Trató de ordenar su pensamiento. ¿Qué hacer? Lo mejor era irse de allí confiando en que los vecinos no habían escuchado el disparo.
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MATERIALISTA
Si le pido dinero, me lo da, pero otra cosa no puedo conseguir de él.
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El poeta alcohólico se tomó una copa de vino con los derechos de autor.
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–Le llamábamos para decirle que su número ha salido en la lotería –me dijo la voz.
Me quedé pensando. ¿Qué es lo que se sorteaba? Hacía tiempo que no seguía los concursos. Un par de días atrás informaron que alguien se había convertido en ministro. Y una semana antes, una familia de Santander ganó una vuelta alrededor del mundo. También vi la entrevista que le hicieron a un leonés antes de ingresar en la cárcel: le había tocado una condena de seis años de cárcel.
–¿Sigue ahí? –preguntó la voz.
–Sí, sí.
–Pues eso, que le decía que ha ganado la lotería.
–¿Podría renunciar?
–Ya sabe que no, señor Romero. Además, ¿no quiere saber antes lo que se estaba sorteando?
Le colgué.
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CAUSALIDAD
Bartolomé de las Casas pide que no se esclavice a los indios. George Floyd muere en Mineápolis.
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–¿Bilbao no tiene boina de contaminación?
–¿Nosotros? ¡Quia! Nosotros tenemos chapela.
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–¿Por qué escribe en castellano?
–Pues no es que me guste demasiado el castellano, pero no tengo edad para ponerme a escribir en estremeñu o chino.
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Retromachismo: leer a John Norman.
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Muchos años después, junto a un olmo de Central Park, sofocado, Acton Blumenfeld había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a comer por primera vez al McDonald’s.
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–¿Cómo has conseguido sobrevivir en el campo de concentración?
–Gracias a otros presos.
–¿Te ayudaron?
–Me los comí.
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¿El ingreso mínimo vital es un sueldo de hambre?
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“Los filósofos y los payasos desaparecen por igual.”
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Mejor renunciar a un caballo, dos criados, un pabellón de caza, que perder la cabeza. Los nobles aceptan: pagarán impuestos. Robespierre morirá siendo un pobre abogado. Buonaparte no pasará de capitán. Talleyrand seguirá siendo obispo de Autun. Luis XVI será recordado como un gran rey.
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Gané al mus porque puse cara de póquer.
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Recorre mil kilómetros para beber el mismo refresco, comer la misma hamburguesa y ver la misma película que en su casa.
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–Forastero, ¿quiere plomo?
–Preferiría un whisky.
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Está harto. Esa maldita estrella, siempre ahí arriba, le mantiene desvelado. Como ya no aguanta más, le dice a su mujer:
–María, coge al niño, que nos vamos a Egipto.
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Durante la guerra, John Acker, poeta críptico, trabajó en el descifrado de claves.
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Teseo comió rabo de toro. Es un devoramitos.
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Coleccionaba ríos. El Ródano, el Loira, el Rin, el Támesis, el Rubicón, el Nilo. César le está contando a Balbilo que espera completar su colección con el Danubio, el Tigris, el Eufrates y el Indo.
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Marcial Lafuente Estefanía era más rápido que Silver Kane.
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El presidente del Gobierno lo ha conseguido: la Unión Europea pagará un ingreso mínimo vital a España.
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Nos han mandado en la escuela varias sumas, realizar un trabajo de literatura y colorear un mapa. Esta noche, papi va a acostarse tarde.
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Se conocen. Ella está en una silla de ruedas. Viven juntos. Montan una librería, alquilan un piso, compran un coche, que tienen que adaptar. Un día, ella le deja. Él cierra la librería, trata de vender el coche, vuelve con sus padres.
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Hace dos semanas, Marcial Lafuente Estefanía escribió Tiroteo en Indian Canyon. Ahora no recuerda si el protagonista es enfrentaba a apaches o comanches.
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–Así que encarcelasteis a Capone porque no echó la declaración de la renta, ¿no?
–Bueno, en realidad, sí la echó.
–Pues entonces no lo entiendo.
–Es que trató de desgravar la cuota del sindicato del crimen.
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Le dejé planchado cuando le dije que no le plancharía las camisas.
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EL MAL
Al principio lo tomamos como un simple sarpullido. Molesto, pero inocuo. Luego, la infección fue avanzando tan lentamente que no nos preocupó. Pero el mal era más profundo. Despacio, se fue extendiendo. Si acaso retrocedía un paso era para luego avanzar tres de golpe. Llegó un momento en que comenzamos a sentirnos amenazados. Tratamos de reaccionar, pero era demasiado tarde: el mal cubría todo el planeta. Ya sólo nos quedaba el consuelo de que, aunque nos destruyera, el mismo mal acabaría muriendo víctima de su éxito. Fatalistas, esperábamos el fin cuando, repentinamente, llegó la solución. Aquel inesperado virus acabó exterminando a la humanidad, el mal que había estado a punto de destruirnos.
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Bilbo lo pasó realmente mal en la crisis de los 140.
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JAM SESSION
Yavé improvisa.
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Un mes después, al mirar su nómina, el coronel había de recordar aquella tarde aciaga en que se enfrentó con el ministro.
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El alcaide le dijo a Cervantes que no iba a proporcionarle papel y pluma. La obra cumbre de la literatura castellana es el Amadís de Gaula.
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El conservador del museo votaba al partido progresista.
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–¿Por qué habéis dejado de ser amigos tú y Albert?
–Porque se ha hecho poeta y me regaló su primer libro.
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Aprovecha los días de lluvia para llorar.
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–¿Sócrates?
–Sí, Platón.
–¿Puedes hablar más lento? Así no puedo copiar lo que dices.
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¿Borges se enamoró de oídas de María Kodama?
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A ver, señoría, me dijo que no sabía lo que tenía en la cabeza y ni siquiera se me ocurrió que fuera una pregunta retórica.
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A mi vecino, que es joven, se le ha muerto el primer perro. Ha llorado. Quizá la muerte del segundo se la tomará con más filosofía. La del tercero será rutinaria. La muerte del cuarto le dejará pensativo, porque ya no tendrá edad para permitirse un quinto perro.
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Nos han mandado en la escuela tantos deberes que calculamos que terminaremos de hacerlos en julio.
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–Estoy recogiendo datos para una encuesta. ¿Puedo hacerle algunas preguntas?
–Adelante.
–¿Es feliz?
–Cuando te vayas, lo seré un poco menos.
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–¿Sabe? Me faltan dos mandamientos por incumplir.
–¿Cuáles son?
–El quinto y el sexto.
–Yo puedo ayudarle con el sexto, si no le parece mal.
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Cuando Wang Xian, recién llegado de Pekín, vio la contaminación que había en Madrid, se sintió como en casa.
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El hombre bala cayó en la cama de la equilibrista.
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Marcial Lafuente Estefanía y Silver Kane tuvieron un duelo a revólver.
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–Los barrotes de su celda son tan frágiles… ¿Nunca se ha planteado escapar?
–¿Escapar? ¿Adónde? Aquí lo tengo todo. Ropa, comida. ¿Qué más necesito?
–Libertad.
–¿Libertad? Soy libre cuando cierro los ojos.
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Es un telegrafista,
también poeta.
Escribe haikus.