jueves, 3 de septiembre de 2020

Microcuentos

 PARADOJA
Los ateos son los únicos que todavía piensan en Dios.
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Empezaron a tener niños, que siempre estaban gritando y peleándose. Habían convertido esto en un infierno. Los tuve que echar para que volviera la tranquilidad. ¿La manzana? Una excusa.
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Fue al taller literario porque sus cuentos chirriaban en los finales.
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LA TORRE DE BABEL
El arquitecto presentó el proyecto a un rey que hablaba sumerio. Comenzó la obra cuando reinaba un general que hablaba acadio. Tuvo que rendir cuentas a reyes que hablaban asirio y persa. Terminó la obra cuando reinaba un monarca que hablaba griego.
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Se fue el coronavirus y ha vuelto la boina de contaminación.
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–¿Qué sabe nadie?
–Que a los cíclopes les engaña cualquiera.
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–Me encuentro mal.
–¿Y para qué te buscas?
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PUNDONOR
Me sentí tan orgulloso de lo bien escrito que estaba ese anónimo que iba a enviarle a mi ex que lo firmé.
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–¿Cómo pudiste creer aquella trola que te contó Daniela?
–Llevaba un escote palabra de honor.
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Gané al mus porque puse cara de póquer.
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El éxito de la marioneta pende de un hilo.
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La médium invocó al viejo dictador. 
–¿Está ahí, excelencia? ¿Quiere comunicarse con nosotros?
Como es natural, el dictador guardó silencio. Estaba cansado de que sus enemigos le traigan del más allá para insultarle.
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Fue una época tan triste que el criador de perdices tuvo que declararse en bancarrota.
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Se sentía tan solo que tomaba el café con churros.
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Quería construir castillos en el aire. Y era tan legalista que pidió permiso al ayuntamiento.
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La noche empezó con un codazo y acabó con un beso.
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No podemos separarnos porque compartimos demasiadas cicatrices.
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Querido diario, 
te odio, siempre obligándome a mentirte.
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Catorce días hace que mi mujer me disparó. No me duele la herida, pero cada noche, cuando recorro la casa, siento que es mayor mi levedad.
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Érase una vez varias perdices. Cenicienta y el príncipe se las comieron.
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–¿Forcejearon por la pistola?
–Exacto.
–¿Y la pistola se disparó?
–Sí, se disparó.
–¿Y la bala le entró por la nuca?
–Correcto.
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A los hispanorromanos les aterraban los relatos góticos.
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Esta mañana, el Holandés Errante ha llegado finalmente a puerto. Las autoridades de Oranjestad le han detenido por tráfico de esclavos.
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–Tienes que echar raíces.
–Tú lo que quieres es que me convierta en un vegetal.
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Caperucita entra en casa de su abuela sin apartar la mirada del móvil.
–Yaya, aquí te dejo la cesta con la comida –grita.
Sale con la vista fija en el móvil. No advierte que su abuela tiene largas orejas, enormes ojos, afilados dientes.
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Vi el cometa Halley en 2061, en 2136 y en 2212. Sospecho que no lo veré en 2287. Me estoy haciendo viejo.
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El astronauta, previsor, incluyó en la póliza la rotura de lunas.
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CUATRO AÑOS COMPLICADOS
Las ovejas votaron por el lobo.
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Era un ateo tan contumaz que, cuando se le apareció Dios, comenzó a creer en los fantasmas.
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¿Desnudo se piensa mejor?
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Me he quedado completamente sordo, pero eso es bueno. Ya no tendré que ir más al otorrino.
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–Ojalá yo muera antes que tú.
–¿Tan poco me quieres?
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Me abrió su corazón. ¡Qué gore, tía!
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–¿Qué te parece Kafka?
–No me gustan los bichos.
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Multaron al niño porque el castillo de arena violaba la Ley de Costas.
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–Doctor, recéteme algo. Estoy de los nervios: veo gente muerta. 
–Hum, curioso. ¿Y desde cuándo le pasa?
–Desde que me dedico a saquear panteones.
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–Me puse a sus pies.
–¿Y?
–Le olían.
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–Después de dárselo todo, me pidió algo más.
–¿Algo más? No se me ocurre qué pueda ser.
–Que me fuera.
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Yo no acertaba a enhebrar una aguja. Se rió de mí. Le cosí a tiros.
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–¿Cómo se llama?
–¿Llamarme? Nunca se me ha ocurrido llamarme a mí mismo. ¿Qué cree, que estoy loco?