El sabio Zhou Xi, que había nacido durante el reinado del emperador Jin Zhiyou, consiguió hallar el elixir de la inmortalidad. Muy contento, decidió dedicarse a su pasatiempo favorito: las matemáticas. Sin embargo, al cabo de cien años, las matemáticas le resultaron aburridas. Durante setenta años se dedicó a estudiar todos los animales de China. Se acabó cansando de todos ellos. Se convirtió en poeta, pero después de componer versos memorables utilizando el seudónimo de Li Wang, se hartó de contar sílabas. Inició entonces una carrera en la administración. Sólo resistió veinte años la corrupción de la corte.
Ahora anda el sabio Zhou Xi buscando el antídoto que le permita de una vez morirse.
Microrrelato publicado en la revista El Abreviadero
