viernes, 3 de julio de 2020

Papelera

Elias Canetti: “Un muerto llama por teléfono (idea para una obra de teatro)”.

Tú querías que echara raíces, así que no me acuses ahora de ser un vegetal.
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–¿Por qué está en la cárcel?
–Por anarquista.
–¿Por anarquista?
–Sí, por anarquista. No me gustan los gobiernos, las leyes, las normas de tráfico, los semáforos en rojo.
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Neruda alabó a Stalin y defendió a los dictadores comunistas. Sus lectores consideraban injusto que no le dieran el Nobel por sus ideas políticas. Creen que era mejor escritor que Borges, que recibió el premio en 1971.
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EL JUEZ
Después de una larga investigación, el juez Olaza decide archivar por falta de pruebas la denuncia que los ecologistas habían presentado contra la Corporación Mendebalde por un vertido que contaminó, supuestamente, el agua del río Garbia. El juez analizó con objetividad todas las pruebas. Los ecologistas presentaron análisis de toxicidad increíbles, que parecían hechos en Chernóbil. Por su parte, la empresa, en cuyos estatutos aparece como principal objetivo conservar el medio ambiente, demostró que las aguas del Garbia tenían niveles de residuos peligrosos similares a los de otros ríos de la zona. Pero todo eso acabó. Ahora toca descansar. El juez Olaza está de vacaciones, disfrutando de su nuevo barco, un Colvic Suncruiser que llevaba tiempo con ganas de comprar. Al magistrado le gusta practicar la pesca submarina. Lástima que ahora sea difícil encontrar un fondo marino libre de plástico.
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Los sitiadores lanzaban a la ciudad grandes piedras; los sitiados, sacos llenos de oro y plata. El cerco fue levantado.
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Terminó el estado de alarma. Ya puedo ir al Danubio, pedir un café, sentarme en una mesa cercana a la de Antonia y pasar la mañana mirándola escribir. Ella, por supuesto, me sigue ignorando. ¿Algo ha cambiado?
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–Oreja de cerdo –dijo el Turco, lacónico–. Eso quiero.
Nos costó entenderle. ¿Cerdo? El Turco no comía… Ah, quería darle un escarmiento a Magaldi. Pero ¿por qué? ¿Y si quería realmente cenar oreja de cerdo…? Maldita ambigua dialéctica.
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Hansel y Gretel fueron tan estúpidos como para tratar de marcar un camino de migas de pan que, por supuesto, se comieron los pájaros, así que ¿no resulta increíble que consiguieran engañar a una bruja?
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Amurates baila para honrar a Dios. Renuncia al trono una vez. Dos. En el año 834 renuncia al trono. Finge su muerte. Dos años después, su hijo Mehemed consigue lo que no había conseguido el gran Bayaceto. Su padre, que ahora es conocido por otro nombre, oye la noticia, pero no le da importancia. A él sólo le importa bailar para honrar a Dios.
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El arquitecto me dijo que mi casa no tendría recibidor, ni salón, ni cocina americana, ni tres dormitorios, ni sótano, ni buhardilla. Por lo demás, tendrían todo lo que pedí.
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Plancha que te plancha. Sin parar. Hasta el accidente. Seis hijos. Un marido. Dos suegros. Ahora han tenido que contratar a alguien. ¿Y me pregunta usted si me dolió mucho cuando se me rompió la falange?
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El oni ayuda al viejo señor Kato a transportar la leña y a la viuda de Nakamura a llevar el agua. Salva a Kai del ataque de un tigre y lleva a la niña de los Oshiro, que se ha perdido, de regreso al hogar. Se porta bien para que su maldad duela más.
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CONTRAFACTUAL
Carlos Enrique I, hijo de Felipe II y María Tudor, reina en Inglaterra y España. En el siglo XIX el Imperio neerlandés domina el mundo.
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Que el infierno exista, aunque Dios haya decidido que nuestro lugar sea el cielo.
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–¿No te has enterado del terremoto?
–¿Terremoto? Vaya. Cuelga, que voy a llamar al técnico de la lavadora para decirle que no venga. Creía que otra vez centrifugaba mal.
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Julián García se indignó cuando dijeron en la tele que el Gobierno iba a bajar las pensiones.
–Y decían que no iban a hacerlo –exclamó en el Comercial cuando leía el periódico.
Julián calculó que le quedaría una miseria tal que no merecía mantener el cadáver de su madre para seguir cobrando su pensión de viudedad.
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–Hola, buenas –le digo.
No me responde. Se limita a mirarme como si yo fuera un pederasta, un criminal de guerra serbio, un votante de Vox.
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Vio luz. Se llenó de esperanza. Denunciaría al maldito Castel. No se libraría por lo que le había hecho. Siguió caminando. De pronto lo comprendió: estaba muerto y el demonio lo esperaba al final del túnel.
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Job se queja de que Dios está en las nubes.
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¿Cómo expresar la pasión que siento? ¿Cómo exponer la inspiración que me genera, la ternura que me infunde? ¿Cómo confesar el calor que me da cuando lo tengo en mis manos, el temblor que me asalta? ¿Cómo explicar lo que amo este libro?
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Me he quedado completamente sordo. Voy a echar de menos al otorrino.
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La sirenita se fue por piernas.
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Me preguntó si yo quería hacer todo lo que me dijera, no hablar nunca sin que me lo pidiera, obedecerla, ser su esclavo. Me sentía tan solo que le dije sí.
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LAS RAZONES DE JUDAS
Dijo que tenía que amar al prójimo como a mí mismo. Y yo me odio a mí mismo.
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Las arañas de la inmediatez y la superficialidad le atraparon en las redes sociales.
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Do drones dream of electric bees?
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–Noé, voy a enviar un gran diluvio. Tienes que…
–A mí me dejas, Yavé, que luego dirán que el patriarcado es perjudicial con el clima. ¿Por qué no se lo dices a mi mujer?
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El nuevo presidente es más joven, más fotogénico, más demagogo, pertenece a otro partido. Por lo demás, no hay diferencias con el anterior.
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El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré una estaca.
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No dispa
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–¿Cómo se llama?
–¿Llamarme? Nunca se me ha ocurrido llamarme a mí mismo. ¿Qué cree, que estoy loco?
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Los que viajan en avión están tan apretujados como en una lata de sardinas, pero cuando recogen el equipaje se les obliga a guardar la distancia social. Curioso, ¿no?
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El lunes no hay función por descanso de la compañía. De martes a domingo, tampoco. Para que descanse el público.
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“My end is my beginning.”
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Murió de pulmonía, en pleno agosto, el hombre que guardaba sacos de frío ártico para el verano.
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Era un buen tipo. Ya no lo es.
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Aníbal no encontró el camino que llegaba a Roma. Espartaco no encontró el camino para salir de Italia.
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El bebé venía con un pan debajo del brazo. Nació, desde luego, en un parto por cesárea.
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Guisar a mi mujer me ha acercado al budismo. Cuando empieza a criticarme porque la comida está muy fría o muy caliente, salada o sosa, intragable, mi mente se queda en estado zen.
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Hoy no tengo ganas de comerme cuatro trozos de pizza. No tengo mucha hambre. Así que he partido la pizza sólo en dos trozos.
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Si me levantas la voz, seré sordo.
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Mi boli está llegando a la obsolescencia program
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Cinco copas se alzaron por mi muerte. Las sirvió, Hank Scuderi, mi ahijado. Russo, Bottaro, Mastrosimone, Cucinotta y Maniscalco hicieron su último brindis.
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Houston, tenemos un ulema.
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Después de leer Viaje al centro de la Tierra, El mundo perdido, Parque Jurásico y Carnosaurio, veía dinosaurios por todos lados.
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Al viejo médico no le sobrevivió ningún paciente.
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–Me puse a sus pies.
–¿Y?
–Le olían.
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Fue una desgracia para los filisteos que, durante el confinamiento, las peluquerías estuvieran cerradas.
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Cuando le ofrecí la luna y la aceptó, supe que sería fácil engañarla.
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Relax era sólo al principio, cuando el psicólogo me aconsejó buscar una afición. Luego llegaron los certámenes, los nervios de la competición. Ahora debo acudir al psicólogo cada vez que se celebra un torneo de papiroflexia.
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Me tragué un martes la pastilla roja de mi madre. Dormí como un lirón. Después de tantos sobresaltos, lo necesitaba. A la mañana siguiente fui al banco. Nadie notó nada raro, excepto un cajero, que me dijo:
–Cada día está más joven, doña Juana.
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Primitivo y zafio era aquel viejo. Debió confundirme con una vulgar cupletista. Pues no me dijo que quería ayudarme a librarme de no sé qué pulga.
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–Después de dárselo todo, me pidió algo más.
–¿Algo más? No se me ocurre qué pueda ser.
–Que me fuera.
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El asesor del asesor del presidente nombró a un asesor.
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PRESIDENTE (a la ministra de Economía, que finge leer un papel que tiene delante): ¿Por qué no dices que hay brotes verdes?
MINISTRO DE SANIDAD (interrumpiendo): Yo puedo decir que hay rebrotes.
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–Los animales tienen derechos.
–Pero ¿tienen deberes?
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Compras un antivirus y, apenas lo has instalado, te recomiendan adquirir la versión plus. Cuando la tienes, te aconsejan obtener la prémium. Conseguida ésta, te invitan a disfrutar de la platínum.
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Ni siquiera se dan cuenta de que viven de rodillas.
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ACCIDENTE DE CAZA
El pobre tigre murió porque se le atravesó en la garganta la hebilla del cinturón.
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–¿No se supone que usted estaba cobrando un subsidio por estar parado?
–Sí, es cierto.
–Pues mire. Nuestro detective le ha fotografiado haciendo el amor.
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Discutí con la profesora de yoga: no le gustaba mi postura.
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–¿Te gusta la macedonia?
–¿La del norte o la del sur?
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Cuando K. consiguió por fin acceder al castillo, el conde se puso muy contento.
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EL REY LOCO
–Majestad, habéis construido un castillo de hadas y ahora no queréis vivir en él.
–Eisenreich, tú mismo lo has dicho: es un castillo de hadas. De hadas. ¿Es que no lo entiendes?
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–Oiga usted. Sólo le acompañaré a la habitación si nos casamos.
¡Vaya! Un anticuado.
–Vale, de acuerdo –le dije.
Bajamos a la capilla del hotel y cinco minutos después estábamos casados. Sólo entonces se mostró a subir a mi habitación. Era tan romántico que se empeñó en cogerme en brazos. Estuvo a punto de tirarme porque no acertaba con la tarjeta. La verdad, no mereció el esfuerzo. Lo mejor fue que me quedé dormida enseguida.
Cuando desperté, me tenía preparado el desayuno.
–¿Qué hora es? –le pregunté.
–Las once y media.
Creí advertir una sombra de tristeza en su rostro cuando dije que el servicio de divorcios exprés abría a las doce.
–Por cierto, ¿cuál era tu nombre? –le pregunté.
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Leímos la receta en el libro de Simone Ortega, pusimos en agua todo el pan duro e hicimos buenas migas.
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El 12 de septiembre de 2019 escribí una carta al director de Nueva Dimensión elogiando la revista y pidiéndole que publicaran más relatos de autores de los países del Este. Me respondieron por fin en el número 15, publicado en mayo-junio de 1970.
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–No coquetearías con Kudur-Enlil, ¿no?
–No, mamá. Te hice caso. Cuando se acercó, le di la espalda.
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Yo no acertaba a enhebrar una aguja. Se rió de mí. Le cosí a tiros.
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Queridos padres,
después de corregir los deberes que habéis hecho, tengo que deciros que nos veremos en septiembre.
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Cuando me miro en el espejo del baño, comprendo por qué Fernando, al verme, saltó de la cama y salió huyendo medio desnudo. Me ducho, me maquillo y quedo perfecta. Pobre Fernando. Ahora tendré que ocuparme de él para que no se vaya de la lengua.
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Ajedrez, damas, las tres en raya... No sabe jugar a nada, pero me gana siempre, el muy sinvergüenza.
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Dejándose llevar por la corriente, vivía despreocupada, feliz. Hasta que un día llegó al mar. Y todo acabó.
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Borges confiaba ciegamente en María Kodama.
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Cada vez que va al dentista le da la risa.
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Sois pobres, pero no debéis ser indolentes. El día de las elecciones tenéis que acudir a votarnos.
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–Mira a Dani. Está pensando en las musarañas.
–Chis. No le molestes. Está practicando yoga nidra.
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Primitivo y zafio era aquel viejo. Llamó borracho a mi casa. Sospecho que me confundió con la cupletista que vive en el 3º D, porque me dijo que quería ayudarme a librarme de no sé qué pulga.
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Le gusta tanto leer que lo que más disfruta en el cine son los créditos finales.
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CONTRAFACTUAL
Jocabed lo metió en una canasta. Lo devoró un cocodrilo. Los israelíes nunca salieron de Egipto.
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He decepcionado tanto a mis padres que no paran de maldecir la legítima.
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Entraron a robar en el castillo de Drácula. Le arrancaron un mechón de pelo al hombre lobo. Pasaron una semana de vacaciones en el motel Bates. Dejaron que les emparedaran en la mansión de Montresor. Les gustaban los juegos peligrosos.
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Brindé contigo un martes con una cerveza helada. O al menos eso es lo que yo creía que era. Y quizá lo fuese en origen. Antes de pasar por la garganta, el estómago, los riñones, los uréteres y la vejiga de un hijo de su madre.
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–Hay un dinosaurio en el baño.
–No te preocupes. Supongo que será herbívoro.
–¿Cómo lo sabes?
–Porque si no, no me lo estarías diciendo.
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Cuando las tropas de Hitler se acercaban a los Urales, Stalin trasladó las fábricas de armamento al territorio del lago Baikal. Cuando los alemanes empezaron a acercarse allí, Stalin ordenó trasladar todas las fábricas a Vladivostok. Cuando los nazis alcanzaron la provincia del Amur, Stalin ordenó invadir Japón y trasladar allí las fábricas de armamento. Hitler llamó a Goering y le pidió arrasar Japón y ordenó a Keitel que preparara el desembarco en el archipiélago japonés.
–Führer, ¿y por qué no invadimos Inglaterra, que está más cerca? –le preguntó éste.
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Los inmortales estaban muertos de miedo.
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Houston, tenemos una pamema.
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LO DE SANSÓN
El arquitecto y el peluquero se echan las culpas mutuamente.
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REVISIONISMO
Le devolvieron Andalucía a los musulmanes, que tuvieron que entregársela a los visigodos, que se la rindieron a los romanos, que la cedieron a los cartagineses, que se la restituyeron a oretanos, bastetanos y turdetanos, que la pusieron en manos de los tartésicos, que la reintegraron a los constructores de megalitos, que la confiaron a los agricultores neolíticos, que la dieron a cazadores del Paleolítico Superior, que la pasaron a los neandertales, que la transmitieron a los Homo erectus, que la abandonaron a las fieras salvajes.
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Me lanzó una mirada de tiranosaurio hambriento. Le lancé una mirada de tricerátops enfadado.
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–Es sobrecogedor pensar que en los 300.000 millones de estrellas de la vía láctea no hay ni un solo equipo de fútbol más favorecido por los árbitros que el Real Madrid.
–Jordi, empiezo a estar harta.
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Mi psicoanalista, con sus síndromes y sus complejos, me está volviendo loco.
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Shirley Jackson: “La mañana del 27 de junio amaneció clara y soleada con el calor lozano de un día de pleno estío; las plantas mostraban profusión de flores y la hierba tenía un verdor intenso. La gente del pueblo empezó a congregarse en la plaza”.
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QUIJOTESCO
Se hizo oculista para desfacer entuertos.
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Le expulsaron de la clase de naked yoga porque no lograba concentrarse.
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–Doctor, recéteme algo. Estoy de los nervios: veo gente muerta.
–Hum, curioso. ¿Y desde cuándo le pasa?
–Desde que me dedico a saquear panteones.
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Encontró la muerte en el Abismo Challenger de forma tan súbita que fue un miembro de su equipo el que inventó el nombre de Carcharhinus antennatus para la nueva criatura.
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Brindé contigo un martes con una cerveza helada y tuve que esperar una hora para poder echarle un trago.
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No te enfades, porque esta mañana no soy la misma que la de anoche, pero no pierdas la esperanza: tal vez esta tarde vuelvas a gustarme.
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–¿Cómo has podido ofrecerle un cigarrillo después de la discusión que habéis tenido?
–Porque he pensado: ojalá pille él también un cáncer de pulmón.
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Su nieto le dijo que no podía dormir. Le aconsejó contar ovejas. El nieto tuvo que buscar en la Cosmopedia lo que eran.
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–¿Por qué tuviste que matar a Caperucita?
–Porque se estaba burlando de mí por ser trans.
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–¿Cuánto tiempo pongo en el microondas la tarjeta SIM?
–Guarda muchas charlas comprometidas. Ponla diez minutos.
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–Mis padres no me dejaron nada.
–¿No te dejaron nada?
–A parte de
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Murió sin dejar deudos ni deudas.
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Francisco de Asís siente claustrofobia.
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Le gustaba el café con leche solo.