domingo, 26 de julio de 2020

Papelera

Julio Ramón Ribeyro: “Soy un corredor de distancias cortas. Si corro maratón me expongo a llegar al estadio cuando el público se haya ido”.

–¿Me puede dar su nombre?
–Sí, claro. Y yo me convierto en anónimo.
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Tito Ebucio, veterano de la III Legión, construye su casa a orillas del río, donde todavía se ven los restos de una anterior vivienda arrasada por el fuego…
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En aquel lugar no tenían casi nada que llevarse a la boca. Se mascaba la tragedia.
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Nuestra época es más civilizada. Sólo linchamos en las redes sociales.
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El ascensor se bloqueó un martes. Dentro oímos gritar a doña Águeda, la del 5º C. Acabamos llamando al técnico el viernes, cuando ya no se escuchaba nada.
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Fotógrafa de guerra fui durante un tiempo. Estuve en Sudán del Sur. Un mes. Fotografié a los de un bando y a los del otro. Fotografié el sufrimiento, la muerte. Cuando llevé las fotografías, me las quisieron pagar a cien euros. No acepté menos de ochocientos.
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ABEL
De vez en cuando, mi mujer me aconseja vender la casa del pueblo que perteneció a mis padres. Después de todo, no voy allí casi nunca, sólo una vez al año, para dar una vuelta. Ella es una eficaz agente inmobiliaria y siempre se ofrece para facilitar la venta. Me dice que está perdiendo valor. Y es verdad. Es triste ver la casa. Está ruinosa, llena de grietas. La puerta de acceso tiene el dintel roto. El tejado se cae. Pero siempre respondo que mi hermano, aunque declarado muerto por el juzgado, podría regresar. Nunca hubo paz entre nosotros, pero es la única familia directa que me queda. Ella cree entender la causa: admira mi fe y no insiste. Desde luego, no me atrevo a contarle a mi mujer que nunca venderé la casa del pueblo porque temo que el vendedor descubra el cuerpo enterrado en el patio.
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Proletarios de toda Europa, emigrad a América.
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PARADOJA
El ministro de Agricultura Urbana no cultiva nada en el balcón de su piso.
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Estamos en una época más sensata. Ya no importa que los presidentes engañen a sus mujeres o a sus votantes.
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El ascensor se bloqueó un martes de julio. El pobre quería unas vacaciones.
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El reencuentro fue triste. La próstata le impidió orinar sobre la tumba de su enemigo.
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Visto que los problemas se acumulaban, el hombre volvió a crear a Dios.
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–Raulito, ¿qué ha pasado con todos tus libros que te regalé?
–Vino el sabio Frestón y…
–¿El sabio Frestón?
–Sí, el sabio Frestón. ¿No recuerdas, tita, que me hablaste de él?
–Así que vino el sabio Frestón y se llevo todos los libros, ¿no?
–Sí, tita. Así ocurrió.
–¿Seguro?
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CAMISA DE FUERZA
Mi mujer siempre se preocupa por mí; no quiere que me haga daño. Ha quitado los muebles del salón para que no me lastime y lo ha dejado todo acolchado y redondeado. Curiosamente, la habitación me parece ahora más pequeña. Sin embargo, no entiendo por qué ha cerrado puertas y ventanas, ni consigo comprender por qué debo llevar una camisa de fuerza.
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Proletarios del universo, uníos.
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Deportivo convertible, motor biturbo, 503 caballos, de 0 a 100 en 4 segundos… Es lo que le pedí a mi tío, que acababa de ganar diez millones en la bonoloto. Pero seguía tan tacaño como siempre. Me regaló una jaula que tenía dentro un gorrión.
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Jehová es un juez muy severo. El cielo está vacío.
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–No me gusta el actor que hace de malo en tu película. ¿Por qué lo elegiste?
–Le estaba haciendo una prueba y, cuando le dije que no me parecía adecuado para el papel, me atacó con un cuchillo.
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OTRO NEGRO
Nunca me he retrasado. Siempre he cumplido los plazos de envío. Jamás he recibido ninguna queja de la editorial. Hasta que te contraté. Confíe en ti y me has defraudado. Escribes muy despacio. Eres un genio en el arte de dar largas. Y, ahora, me dices que no tienes preparado el texto, que necesitas más tiempo. ¡Qué desvergüenza! ¿Sabes? También yo voy necesitando algo: encontrar otro negro.
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Rubén y su jefe hablaron de tú a usted.
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EL COLMO
A Alexander Calder le sonó el móvil.
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Montaigne quería vivir en una época remota. Se puede decir que lo ha conseguido.
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Siempre quiso ir de crucero, así que supongo que, de alguna manera, es responsable de lo que ocurrió. Había bebido. Otra vez. Discutimos. De nuevo. Le empujé. Cayó. Lo último que vi de él fueron ondas en el agua.
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REENCARNACIONES
Fui un soldado romano aplastado por un elefante en Zama. Fui un guerrero bereber muerto en Guadalete. Fui un fusilero inglés abatido por un granadero francés en Waterloo. Soy un agente de bolsa que no ha comprado acciones de Tesla.
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SIN VISTA
No paro de enviarles microrrelatos y no consigo que me publiquen ninguno. Los he escrito de todas las temáticas: policiales, de terror, humorísticos, de payasos. Se acabó. No les remitiré ninguno más. Sospecho que ni siquiera los leen, a pesar de que siempre he cumplido su absurdo requisito de no superar una cuartilla: las diminutas letras que debo utilizar me están dejando sin vista.
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–¿Mónica ha tenido un hijo?
–Sí.
–Esperemos que no le de mamar.
–¿Por qué lo dices?
–Porque tiene muy mala leche.
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–Te advierto que el director de TAGESA es de armas tomar.
–Recibido. Iré a la reunión con un chaleco antibalas.
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–Quiero poner una reclamación contra la compañía aérea.
–¿Le han extraviado las maletas?
–Me han extraviado a mí.
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Algunos construyen muros para disuadir a los que quieren entrar; otros, para impedir que sus ciudadanos escapen. Los chinos son los únicos que han construido un muro como atracción turística.
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¡Qué grosero! Se muere y no dice nada en el grupo de WhatsApp.
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–¿Quién se ha llevado mi queso?
–Creo que Ben Gunn.
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Orazio, su padre, le dijo que ninguna mujer podría pintar como un hombre, que las mujeres sólo servían para ocuparse de las labores del hogar. Añadió que ninguna mujer había hecho jamás nada destacable. Artemisia pintó entonces Judit decapitando a Holofernes.
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Dura ya veinte años, compañeros. Y la dirección sigue en sus trece. Bueno, en realidad cada vez estamos peor. Ha despedido a parte de la plantilla. Muchos compañeros han perdido su trabajo. Sospecho que nuestro delegado sindical, compañeros, está conchabado con la dirección. Pensadlo. Pero de lo que estoy seguro, compañeros, es de que esta huelga a la japonesa no nos lleva a nada.
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Ya sé que os agobian muchos problemas. Pues os prometo que crearé nuevos problemas que os harán olvidar los antiguos.
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A mi novela le cuesta arrancar. Voy a tener que llevarla a un taller literario.
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Cuando viajaba en coche eléctrico entre Madrid y La Coruña, sintió lo mismo que los que atraviesan el desierto con sólo una botellita de agua.
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–¿No se puede hacer nada por los infectados?
–Nada, serenísima.
–Pues contrate a más capellanes.
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–Paco, ¿por qué no me arreglas la cisterna?
–Tú sabes que nos divorciamos hace dos meses, ¿no?
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El Capitalismo y el Comunismo estaban en guerra, una despiadada guerra mundial. Ganó el Capitalismo, claro. Sólo tuvo que esperar que el Comunismo se autodestruyera.
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Encontré un calcetín. Ahora soy cojo.
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–Houston, tenemos un problema… ¿Houston?
–Allahu akbar.
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Cristóbal Colón se encontró con una flota china en medio del Atlántico.
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Comió el fruto del árbol prohibido. Quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento.
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Llevaban cincuenta años viviendo aquí y, la verdad, no me resultaba agradable verles a todas horas desnudos. Sus carnes fláccidas ya habían dejado de resultar atractivas. Por eso me inventé una excusa para expulsarles del Jardín del Edén.
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El presidente del Gobierno y la líder de la oposición se lanzaron piropos.
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Don Ramón anda cabizbajo. Se le ha caído la pastilla de viagra.
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Aquella bruja se quemaba al sol.
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Abrumado por los nervios del estreno, el autor que interpretaba a Godot no se presentó. Asombrosamente, la obra recibió excelentes críticas.
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–¿Por qué has nombrado cónsul a tu caballo?
–Porque estoy seguro de que no me ladrara.
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A Lope de Vega le enfurecería saber que vivió en la época del Quijote.
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–¿Alguna enfermedad? ¿Colesterol, trombosis, leucemia, anemia…?
–Estoy sanísima. ¿Por qué lo pregunta, conde?
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Cuando la temperatura máxima de julio llegó a 50º, los alarmistas tuvieron más leña para echar al fuego. Tres años después, la máxima alcanzó los 56º. Reuní a la prensa y explica que esas son fluctuaciones completamente normales.
–La temperatura subirá un poco más antes de volver a los niveles a los que estamos acostumbrados –expliqué.
Este año se han alcanzado máximas de 67º. Debo admitir que es un poco insoportable. Quizá el próximo verano me vaya de vacaciones al archipiélago groenlandés donde la temperatura máxima ha sido sólo de 41º.
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Infidelidad y pecado van unidos. Tuvo que frenarlos de raíz. La vecina del 3º C le provocaba con sus camisetas ajustadas y sus miniminifaldas. Mateo 5, 30. Se arrancó los ojos. Ya no le lanzaría otra mirada.
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Fue burócrata hasta el fin. Él mismo se encargó de llevar su parte de defunción al Registro Civil.
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Me miró con sus seductores ojos y me dijo:
–Dame el móvil.
Y se lo di. Un Galaxy S20 que me había costado casi 900 euros.
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Ahmet Ahmetoğlu, arcabucero turco, falla. Cervantes no es herido en Lepanto. Es ascendido a capitán. Lucha en Flandes y en Francia. Se retira en 1597. Se casa. Tiene dos hijas. Es feliz. Un soneto suyo aparece en una antología publicada por Juan López del Pino en 1603.
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Atravesé la pared, pero no se alarmen: no soy un fantasma, sino que mi casa está hecha de papel.
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Los korowai de Nueva Guinea sufrieron una intoxicación alimentaria. Se habían comido a un turista español.
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Calígula ordenó ejecutar a todos los senadores. Casio Querea cumplió la orden. Empezó matando al senador Calígula.
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Casi oxímoron: agricultura urbana.
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–¿Y ese policía?
–Es cosa de mi nutricionista. Ha dicho que tengo que vigilar mi alimentación.
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El guardián trata de despertarle, pero el preso duerme profundamente. Como no pueden esperar, lo ejecutan dormido. Cuando despierta, está en el infierno, pero no lo sabe. Ahora siempre está esperando que el carcelero llegue para llevarlo al cadalso.
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Watson nunca advirtió que Holmes, para mantener su fama, señalaba a falsos culpables.
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MONOPOLIO DE OFERTA
Caronte le dijo que, si un óbolo le parecía demasiado caro, buscase otro barco que le llevase de un lado al otro del Aqueronte.
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José Berdejo contempla los planos que le acaba de presentar el arquitecto de Zaragoza. La casa tiene todo lo que había pedido. Un amplio patio interior, cochera, dos pisos y buhardilla.
–¿Y la piscina?
–Aquí, en la primera planta.
La ruinosa casa que había heredado de sus abuelos ya había sido derribada. Las obras empezarían enseguida.
Los Berdejo habían comprado la casa setenta años antes. Josefa Embid la había vendido para irse a vivir con su hermana a Illueca después de quedarse viuda. Su marido, Victoriano Gimeno Redrado, sargento del Ejército Popular, fue dado por desaparecido en la batalla de Brunete. Durante años, Josefa esperó que regresara. Nunca lo hizo.
Victoriano…
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No tengo boca y debo ponerme mascarilla.
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Fuimos a mi piso. Nos sentamos en el salón y comenzamos a besarnos. Al cabo de un rato me preguntó:
–¿Te gustan los hombres o las mujeres?
–Prefiero los hombres, pero soy de mentalidad abierta. ¿Y tú?
–Así estás bien –me dijo.
A continuación me dijo dónde podría prepararse. Le indiqué cómo llegar al dormitorio de invitados. Yo fui al mío y me quité la ropa.
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Bienvenidos a Quirunga. Todos los visitantes tendrán que pasar por un control de temperatura. Como somos un país pobre, sólo tenemos termómetros rectales.
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–¿Vamos a cenar?
–No tengo hambre. ¿Qué hay?
–Chuletas de aguja, patatas fritas, huevos.
–Fríeme sólo un huevo.
–Vale. ¿Quieres otra cerveza?
–Sí, ábrela.
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Deportivo y descapotable, así era el coche, según los testigos que protagonizó el atropello y se dio a la fuga. La policía medioambiental y la de tránsito colaboraron en la investigación. No tardaron con dar con el culpable: Omar Luis Karakachoff. Se le iba a caer el pelo por haber atropellado a un gorrión.
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Urbano y marginal era su primer domicilio. Luego comenzó a participar en juegos de azar. Tuvo buena suerte: ganó al póquer y compró un apartamento en el centro. Apostó más fuerte: perdió en la ruleta rusa. Acabaron siendo aciagos los dados.
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Llevé a Marcial al parque de atracciones porque le odiaba. No soportaba su confianza, su seguridad, su aplomo. No parecía preocupado cuando le maniaté. Pero ¿sería capaz de conservar la calma, de no gritar mientras caía la noria?
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–Espartaco soy yo –dijo Howard Fast.
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El emperador nombró magistrado a su caballo y se casó con su liberto porque, si se hubiera casado con su caballo y hubiera nombrado magistrado a su liberto, habrían dicho de él que era un monstruo.
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El pueblo se rebeló: los panes eran de cebada y en las carreras del circo siempre ganaban los azules.
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Sospecho que mi paranoia no mejora. Esta mañana vi una nube que se parecía a mi psiquiatra.
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–¿Qué es esto, Ecaterina?
–El historial médico de Anghel Alessandrescu, doctor.
–¿Y para qué lo quiero?
–¿No me lo pidió?
–Le pedí su historial político, Ecaterina. Quiero saber a qué atenerme. Imagine que le curo y resulta que tiene problemas con la Securitate.
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El médico de Jaén pagó la mitad de la moto. El de Granada dio la entrada para un descapotable. El director de mi bando se frota las manos.
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–¿Por qué quiere suicidarte, señor Larsson?
–La tierra quema.
–Pues ya verá cuando llegué al infierno.
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REVISIONISMO
Varios millones de almas han ido de cabeza al infierno.
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Nos despreciamos, nos odiamos, pero seguimos viviendo juntos y no faltamos a ningún acto social. Dicen que parecemos la pareja perfecta, pero sólo somos una sociedad limitada muy exitosa. Todos confunden el amor con la malquerencia.
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–Camarada Stalin, ¿qué hacemos con Nietzsche?
–No debe estudiarse en las universidades soviéticas. Es un medio filósofo, camarada Lunacharski.
–¿Por qué lo dice?
–Nietzsche filosofaba con el martillo, pero no con la hoz.
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Tenía un trastorno de la personalidad múltiple. Escuchaba voces. Una de éstas era la de un suicida. Otra, la de alguien de gran corazón, que no paraba de decir que su psiquiatra estaba terminando de pagar una casita en la playa.
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El pavo sobrevivió al Día de Acción de Gracias, pero su alegría fue efímera. Pronto llegó Navidad.
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Abu Yusuf ibn Abu Yaqub ibn Muhammad, valí de Gudur, dudó un instante de antes de tomarse el brebaje que le había preparado el mago Abu Salim Ali…
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Me gustaría saber cómo se sentiría ser libre. Me encantaría levantarme por la mañana cuando el sol esté en lo alto del cielo. Gozaría poder decidir si quedarme en la cama o salir a dar un paseo. Disfrutaría haciendo algo o no haciendo nada. Querría ir a una fiesta o no salir de casa sin tener que dar explicaciones a nadie.
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–Fernando Simón dijo que no iba a haber más allá de uno o dos contagios, que no había que hacer pruebas, que no era aconsejable utilizar mascarillas. ¿Cómo es posible que todavía le sigas defendiendo?
–Ya ves lo que odio a los tuyos.
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El viento me ha destrozado el paraguas. Un coche me ha salpicado agua. Una maceta me ha caído en la cabeza. Cuando llego a la administración de lotería, pienso que lo mejor será no comprar hoy ningún décimo.
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El ascensor se bloqueó un martes. Me quedé encerrado con la vecina del 4º D. Y pensar que me parecía tan atractiva cuando la miraba por la ventana del patio de luces.
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–Todos tienen filias y fobias.
–Yo, no. Yo tengo filiofobia.
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NOVELA RÍO
Autoeditó un libro de cuentos, que repartió entre amigos y conocidos. Poco después consiguió que una editorial regional le publicara una novela corta. Fue tan bien recibida que una editorial independiente le ofreció imprimir su tercer libro. Esta vez, las críticas no fueron nada benevolentes. Sin embargo, no se desanimó. Centró su esfuerzo en la redacción de una novela río, su sueño de siempre. Murió ahogado en el primer volumen.
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Soy de los que se quedan en la cuneta, el legionario de César que cae en Alesia, el jenízaro que es abatido por una saeta genovesa en el sitio de Constantinopla, el castellano que muere en la Noche Triste, el granadero inglés alcanzado por una bala francesa en Waterloo, el infante ruso que es tiroteado a principios de mayo de 1945 en Berlín.
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Herodes, que acababa de cumplir 71 años, se lo pensó mejor y dio contraorden: mandó que no mataran a los niños de Belén.
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En esta época todo se recicla. Tuve que cerrar la funeraria.
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¿Qué es mejor, perder cuatro años escribiendo una novela o cuatro minutos escribiendo un microcuento?