Stephen King: “¿Por qué le suceden cosas terribles a la gente más encantadora del mundo?”
El terrícola le tendió la mano al alienígena que, para no hacerle un feo, se la comió.
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Los poetas asaltaron el banco metafóricamente.
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Noé hizo un arca tan perfectamente estanca que él, su familia y todos los animales murieron ahogados.
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Noé hizo un arca tan perfectamente estanca que él, su familia y todos los animales murieron ahogados. Los delfines acabaron dominando la tierra.
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El astronauta dijo que Dios se le había revelado. Le revelaron.
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Mire, soy terraplanista, pero no un loco: sé que Atlas no sostiene la bóveda celeste.
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He puesto la mesa, hemos comido, le he preguntado cómo le había ido la mañana, he quitado la mesa, he lavado los platos, me he preparado un café y me he tomado una caja de ansiolíticos.
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POBRES
Cuando resuciten, los faraones van a descubrir que son pobres.
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Los votantes tropezaron dos veces en el mismo partido.
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Mirad, filisteos: tenemos que convertir nuestros arados en espadas. ¿No os importaría volver a invadirnos dentro de dos semanas?
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SÓLO UN REFUGIADO
Crucé varias fronteras, atravesé varios países, compré con el último dinero que llevaba el pasaje en una frágil barcaza y crucé el mar. La policía esperaba en la orilla. Me llevaron a un campo que estaba rodeado por una doble alambrada de espino.
Alguien me vino a ver. Prometió que me ayudaría.
–Soy abogado –me dijo.
–Yo también –le repliqué.
–Ya no. Ahora sólo eres un refugiado.
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–Entre los días 6 y 8 de diciembre he estado pensando en nuestra Constitución.
–¿Y a qué conclusión has llegado?
–A que fue concebida con pecado.
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–Dime de qué presumes y te diré de qué careces –le dijo el Homo neanderthalensis al Homo sapiens.
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A Hércules le encargaron un decimotercer trabajo que no pudo llevar a buen término: mantener en silencio una clase de la ESO.
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¿Habría sido mejor que Nietzsche hubiera dicho que Odín había muerto?
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Francisco Umbral tenía una insólita relación con España.
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Los musulmanes invadieron España y acabaron atragantados. Ya no pudieron invadir ningún país más.
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Fali le había dicho que le bastarían diez daiquiris, pero los números no daban: sólo tenía dos limones y una botella de ron medio vacía para olvidarla.
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Fali le había dicho que le bastarían diez daiquiris, pero los números no daban: sólo tenía dos limones y media botella de ron para olvidarla.
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–Lo hizo.
–¿Qué hizo?
–Un simpa.
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UCRONÍA
Después de la secesión de los territorios periféricos, la Vuelta a España dura sólo una semana.
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Cuando apareció mi retrato en las noticias de sucesos, le pedí a mi abogado que le enviara un ejemplar del periódico a mi madre. Ella siempre me había dicho que yo nunca sería famoso.
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Soy un poeta ágrafo.
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Murió ahogado de miedo, sumergido en la niebla.
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EL CASO ZÁRATE
–Tú te encargarás del caso Zárate.
El anuncio de don Luis Palau, socio fundador del bufete Sánchez y Palau, me dejo sin habla.
–¿No se ocupaba don Carlos?
–Carlos está enfermo. Este caso necesita retener muchos datos y su memoria no es lo que era.
En un par de horas, don Luis me hizo una amplia panorámica del caso Zárate, del que sabía poco más de lo que había leído en los periódicos. Me hizo un gráfico con los pasos dados y las disposiciones a adoptar. Me emplazó a entrevistarme en la cárcel con Anastasio Zárate. Es lo que hice al día siguiente.
A Zárate no le sorprendió mi presencia allí ni que le asegurara que le defendería lo mejor que pudiera.
–Más te vale –me dijo–. Te juegas el cuello, chaval –añadió sonriéndome maliciosamente.
Fue entonces cuando comprendí las razones del eclipse de don Carlos.
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–Ben, ¿pretendes que me fíe de ese bribón?
–Mejor Solo que mal acompañado, Luke.
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Ganó los juegos de la glotonería y le premiaron con un tratamiento en una clínica de adelgazamiento.
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Dijo que quería cambiar el mundo. Lo desterraron a Marte.
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–¿Por qué lo desterraron a Marte?
–Porque aseguraba que no se podía vivir en este mundo.
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–¿Por qué lleva Jordi ese lazo?
–Está amarillo de envidia.
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Había cuentos, pero eran tristes o tenían finales demasiado previsibles. Había novelas, pero eran terriblemente largas y aburridas. Tuvieron que inventar los microrrelatos: ingeniosos, divertidos y breves.
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Fears McDonald’s clown more than Pennywise.
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Todavía no se habían despertado todos los soldados. Napoléon esperó a mediodía para atacar Waterloo.
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–¡Avise a Hitler! Los aliados han desembarcado en Normandía.
–¿Está seguro, general Blumentritt? Recuerde que al Führer no le gusta madrugar.
–Pues no le avise.
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A Álex le gustaba el sexo mañanero; a Laura, el nocturno. Para hacerle el amor a Laura, Álex tuvo que mudarse a Nueva York.
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–¿Oro negro?
–Petróleo.
–¿Oro azul?
–Coltán.
–¿Oro verde?
–Aove.
–¿Oro amarillo?
–Hum… No sé.
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Ni siquiera seré trending topic cuando muera.
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PARADOJA
Helvético sevillista.
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No madrugó para la entrevista y, gracias a Dios, no le cogieron para aquel trabajo de mierda.
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–Trump está amarillo de envidia –le dijo Xi Jinping a Shinzo Abe.
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Coño, toma un cigarrillo y deja ya de quejarte del madrugón. Para ti será el último. A nosotros nos quedan todavía unos cuantos.
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Era martes cuando Francis se sacudió la depresión post-vacacional, cuando su jefe amenazó con sacudirle si no se despertaba.
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El astronauta le tendió la mano al alienígena que, para no hacerle un feo, se la comió.
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Se puso a leer a Tito Livio para ver qué novedades aportaba el año 354.
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Habla euskeranto. No le entiende nadie de Gastileku.
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El visir y su hija Scheherezade están confabulados. Ella hace trasnochar al sultán. Su padre madruga y gobierna el reino a su antojo.
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El poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial y el poder opinativo.
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Se puso un traje de buzo y desapareció, sumergido en la niebla.
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Empezó a ver la luz al final del agujero negro.
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Descubrirían la verdad, sí, pero para eso tendrían que sortear trampas. Por eso creó Dios el ornitorrinco.
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El abuelo madrugaba mucho, pero la abuela acabó descubriendo que se iba al campo para dormirse debajo de un olivo.
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–A que no sabes lo que me ha pasado cuando estaba en la pescadería del hipermercado.
–Pues, evidentemente, no, no lo sé.
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Fui a casa de Charlize Theron. Llamé a la puerta. Abrió ella misma. Le dije que siempre me había gustado, desde que hiciera el anuncio de… Le pregunté si quería casarse conmigo. No entendí su respuesta porque me desmayé cuando el guardia de seguridad de la urbanización, al que creí que había sorteado, me disparó con la pistola táser.
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Era tan madrugador que tenía fama de trasnochador.
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Aquel gallinero era un corral de comedias.
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–El Ayuntamiento cobrará nueve euros al año por tener un perro.
–¿Me estás diciendo que deberé pagar por mi marido?
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“I was raped in jail.”
“Me too,” said Harvey Wenstein.
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–Mi marido ha innovado.
–¿Sí? ¿Qué ha hecho?
–Se ha dejado puestos los calcetines.
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–¿No me dijiste que este restaurante tenía una estrella Michelin?
–¿Una estrella Michelin? No. Te dije que tenían una estrella de mar deliciosa.
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El barco navega a veinte nudos. El iceberg permanece estático, sumergido en la niebla.
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Se quedó mudo, en silencio, cuando, con voz dulce, le dije que le esperaba un cálido destino. No, no puedo abandonar la costumbre de la malicia al anunciarles que van al infierno.
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Cuando la maestra nos mostró el cuerpo del hombre desnudo, reconocimos a don Carlos, el profe de Matemáticas. ¡Cómo disfrutamos diseccionándole!
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Después del combate, el boxeador seguía sin pegar ojo.
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Le decían el boxeador insomne, porque no pegaba ojo.
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El SAS tuvo que pagar una indemnización de dos millones por cortar por lo sano.
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SOLO EN EL BUFETE
El día en que mi tío se fue de vacaciones y me entregó la llave de su despacho, vi llegada mi oportunidad. Llevaba diez años respondiendo al teléfono, ensobrando cartas, haciendo fotocopias, sin que mi título de Derecho por la UOC sirviera de nada. Cuando mi madre le convenció para que me diera trabajo en su bufete, mi tío había respondido: “Bueno, siempre que no pretenda cobrar”. Aunque no me dejara leer ninguna carpeta ni me encargara el asunto más sencillo, no tiré la toalla. Sabía que tarde o temprano conseguiría ganarme su confianza: después de todo, cuando Dios nos da una nuez, no nos la casca. Solo en el bufete, me sentí el rey del mundo. Pronto, surgió el primer incidente: el cartero trajo un burofax, que no recogí, por supuesto. Luego se presentó Leticia Caballero. ¡Buf! Más tarde, llamaron de APRINSA. Dios, ¡qué semana más larga!
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Me pidió café con arsénico. Se lo serví. Y el muy ingrato no me lo pagó.
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Había prometido que, con su poción, los galos serían invencibles. Pero sólo les provocó una diarrea que convirtió a cien mil bravos guerreros en guiñapos. Antes de rendirse, Vercingetórige ordenó ejecutar al falaz druida.
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La guerra de Troya luchada por mujeres… Probablemente no habría tenido lugar.
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¿Cómo es posible que Sancho estuviera tan gordo si era un muerto de hambre?
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–Camarada, ¿por qué lees Novedades de Moscú?
–No me gustan las sorpresas.
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Temo que mi ángel tenga las alas negras.
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Su vida era un desastre: su pareja le había abandonado, tenía deudas, los últimos análisis médicos resultaban preocupantes. El astronauta cayó en un agujero negro.
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PARADOJA
En la URSS se admiraba al mismo tiempo a los espartanos y a los ilotas.
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Escaparon todas las perdices porque el final del cuento estaba abierto.
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Le dije a mi hijo que saliera del armario porque necesitaba sitio para la ropa.
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PARADOJA
Se quedaron helados cuando vieron el fuego contra el que tenían que luchar.
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Siempre que los portugueses viajaban a Brasil tocaban Madeira.
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–¿Cómo te va en el Kingdom of Darkness?
–No consigo pasar de la tercera misión. Los gigantes de fuego me superan.
–¿No has pensado en enviar a luchar contra ellos a los bomberos?
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–¿Qué novedades trae este curso?
–Los alumnos podrán hacer los exámenes por WhatsApp.
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Su vida era un completo desastre: su pareja le había sido infiel, el banco le reclamaba el pago de las deudas, los últimos análisis médicos resultaban preocupantes. El astronauta cayó en un agujero negro.
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–Camarero, un café con arsénico.
–Se paga por adelantado.
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“Mi madre me enseñó a no ser un tonto. Técnicamente, mi madre fue una máquina, pero es un decir.”
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Los niños vuelven asilvestrados de las vacaciones; los maestros, anetflixados.
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Odias a tus padres. Y lo peor de todo es que no tienes hijos que me puedan odiar.
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–Vas a llegar el último.
–Ya estoy acostumbrado a estos menesteres –dijo el padre del novio.
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–Muerto de sueño –dijo el forense.
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Era martes cuando Francis se sacudió la depresión post-vacacional. Le despidieron.
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Serguéi Ajroméyev (Tambov, 1923 – Moscú, 2004). Militar y político soviético. Luchó en la Gran Guerra Patriótica y en la Guerra de Afganistán. En 1984 se convirtió en jefe de Estado Mayor. Dimitió en 1989 por desacuerdos con la política de Gorbachov. Cuando éste dimitió por enfermedad, accedió a la vicepresidencia de la URSS. Fue firme partidario de la independencia de las repúblicas bálticas y dirigió el ejército soviético durante la Guerra de Lituania. En 1994 se convirtió en secretario general del PCUS y virtual líder de la URSS. Renunció por enfermedad en 2000, aunque continuó, hasta su muerte, como asesor del presidente Vladímir Kriuchkov.
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Gutenberg no inventó la imprenta. Alonso Quijano no leyó libros de caballerías. Cide Hamete Benengeli no escribió la historia de don Quijote.
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–Bartleby, vaya al cuarto de baño y ponga papel higiénico. Acabo de gastar el último.
–Preferiría no hacerlo.
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Era martes cuando Francis se sacudió la depresión post-vacacional. Le dijo a su secretario que iba a pasar una semana en su casa de la playa y le pidió que no le llamara por nada del mundo.
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A los Nueve libros de Diana le sobran ocho.
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“Habréis de encontrar un equilibrio entre vuestras metas y vuestras esperanzas”.
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PARADOJA
Al ingeniero que diseña puentes no le gusta pontificar.
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Escuchábamos detrás de la puerta y lamentábamos lo mal que lo estaba pasando Charlotte. No paraba de gemir. ¡Pobrecita! El señor McIntyre le estaba dando duro.
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Le ofrecieron a Manuel Cruz escribir un libro de ética. Él prefería preparar uno de moral.
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Dejaron de interesarle los ángeles desde que supo que carecían de sexo.
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MÉTODO STANISLAVSKI
–Actúa como si fueras un escritor de talento –le aconsejó su profesor de taller literario.
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Cuando le dijo a su prima ingeniera que le habían partido el corazón, ésta le diseñó uno mecánico, a prueba de amores desgraciados y dolorosos.
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Era martes cuando Francis se sacudió la depresión post-vacacional. Le echaron del trabajo.
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“Por que fago eu isto?”
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De niño disfrutaba las historias de héroes que morían envueltos en la bandera, de mártires por la patria. Como es natural, entró en el ejército y, en la primera batalla, se dejó matar.
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Le daba igual que su marido tuviera una amante. Lo que no soportaba es que ella nunca le hubiera hecho un cunnilingus.
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–A cada uno le asiste el derecho a dar una opinión.
–Aunque tienes razón, no estoy de acuerdo contigo.
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Era martes cuando decidió comenzar sus vacaciones, y miércoles cuando se le acabaron después de que el coche se le quedara parado en medio de Palencia.
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El hombre orquesta tocó la Sinfonía de los mil.
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Fue una catástrofe: al huracán se le metió un avión en el ojo.
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El hombre orquesta se superó a sí mismo tocando la Sinfonía de los mil.
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Él, que se decía tan bueno, hizo la guerra en los regulares.
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Su vida iba de mal en peor: su pareja le había sido infiel, el banco le reclamaba el pago de las deudas, los últimos análisis médicos resultaban preocupantes, le habían destinado a un sector perdido del cosmos. El astronauta acabó cayendo en un agujero negro.
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Se levantó en armas, alcanzó el poder, le traicionaron, murió, fue olvidado. En resumen, su carrera política comenzó con un fucilazo y acabó con un fusilazo.
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–¿Sabes? La primera vez que te vi supe que había calima.
–¿Calima?
–Polvo en suspensión.
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Cuando la maestra nos mostró el cuerpo del hombre desnudo, reconocimos a don Carlos, el profe de Matemáticas. ¡Cómo disfrutamos diseccionándole!
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–¿Sabes? Manuel ha pasado a mejor vida.
–¿Ha muerto?
–No, ha ganado diez millones en la primitiva.
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An alligator got in. New boots!
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La policía detuvo al actor de método que iba a interpretar a un verdugo.
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Los dioses no se ocupan de nosotros; Dios, tampoco.
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My next boots are chumpfing.
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¿Por qué no consultó Felipe II a la AEMET?
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Chica, ¿qué te parece si le echamos la culpa al payaso gallego?
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Sembró la discordia, pero se le olvidó regarla.
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No quiero ser el que seré.