Stephen King: “¿Por qué le suceden cosas terribles a la gente más encantadora del mundo?”.
–¿Has vendido la piel de oso antes de cazarlo?
–Sí.
–Pero eso es muy imprudente.
–Para el que me la ha comprado.
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Napoleón invadió Rusia con una biblioteca de 3.000 libros. Entre unas cosas y otras no leyó ninguno.
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–Me gusta citar a Lampedusa.
–¿Y ha acudido alguna vez?
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–¿Os ha gustado alguna joven, majestad?
–¡Pss!
–¿Ninguna?
–La de los zapatos de cristal era tan…
–Se le cayó uno cuando salía del palacio. Al parecer se fue con mucha prisa. ¿Es que os gustó? Si queréis, podemos buscarla, majestad.
–¿Buscarla? No. Era tan… pueblerina. Iba sin depilar.
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–Pero, señor Hitchcock, esos pájaros de pega no me dan miedo.
–Imagine que soy yo, señorita Hedren.
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QUÉ PIENSA DEL FUTURO
a) Será bueno.
b) Será malo durante unos años, pero luego será bueno.
c) Será malo.
d) Mis padres deberían haber emigrado a Alemania en los años sesenta.
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Cuando Filípides llegó, estaba sin resuello.
–¿Qué ha pasado? –le preguntó alguien.
–¿Hemos derrotado a los bárbaros?
–¿Ha huido ese perro de Darío a Persia?
–¡Apartaos! ¡Apartaos! ¡Dejadle respirar! –dijo alguien.
Recuperado el aliento, Filípides pudo por fin hablar.
–Nos han dado una paliza –dijo.
Y cayó muerto.
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El aburrimiento me venció. Los videojuegos están bien, pero echaba de menos jugar al fútbol.
–¿No te gustaría tener un perro? –me preguntó papá.
–Preferiría un gato.
Y consiguió uno. No sé cómo. Papá, cuando quiere, es celestial. ¡Qué jolgorio con el minino! Lo perseguía por toda la casa con el tirachinas. ¡Qué bien se escondía!
Un día, por fin, conseguí tirarlo por la ventana. Llamé a papá.
–El gato que te dieron es malo.
–¿Por qué lo dices?
–Sólo tenía una vida. Míralo allí, en el patio de luces. Lo tiré hace casi una hora y no se levanta.
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El tren de Petersburgo llega tarde. ¡Cuánta negligencia! Lleva más de una hora esperando. Y el guardagujas es tan tosco. Debería poner una queja. Estas cosas no se pueden aguantar. Ah, allí está. Por fin. Anna Karenina se pone bien un mechón de pelo y se arroja a las vías.
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El diablo ha comprendido que no puede ganar: sólo le ayudan los peores.
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Mató a la gallina de los huevos de oro: no soportaba que se diera tantos aires.
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EL COLMO
Chuang Tzu tiene mariposas en el estómago.
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–¿Eres el genio de la lámpara?
–Sí.
–¿Puedo pedirte tres deseos?
–Sí.
–Pues quiero… ser millonaria, no, billonaria, tener tanto dinero que no pueda gastarlo ni en tres vidas. También quiero tener una mansión en Miami, una mansión gigantesca con piscina y playa privada. Y, por último, quiero tener muchos amantes jóvenes y guapos: un árabe, un brasileño, un etíope, un polaco, un japonés…
–¿Es todo?
–Sí, es todo. ¿Cuándo lo tendré?
–Nunca. Te he dicho que puedes pedirme tres deseos, no que te los vaya a conceder.
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Nos defendíamos de los atacantes sin comprender que dentro de la ciudad había entrado un enemigo peor, traído por las ratas.
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No hace falta que gritéis ni que amenacéis. ¿Queréis el castillo? Vuestro es. Pero os advierto que tiene corrientes, es húmedo y está gravado con un IBI prohibitivo.
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¡Ay que ver las mentiras que le soltamos a la gente! Y nos siguen votando.
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–¿Cómo no puedes ver tanta incompetencia?
–Voy con los ojos vendados.
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Tarareo la canción y aplaudo. Aplaudo con ganas. Aplaudo con entusiasmo. Aplaudo a rabiar, como todas las noches, a la vecina de enfrente, que hoy también lleva una escandalosa négligée.
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–Inicia fase 3. La normalización.
–No, no podemos llamarla así.
–¿Por qué no?
–Daría la sensación de que hemos estado en un periodo de anormalidad.
–Es que hemos estado en un periodo de anormalidad.
–La llamaremos regularización, ajuste, desescalada.
–¿Desescalada?
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CASA ENCANTADA
Tras el miedo y el pánico, inicia fase 3: el pavor.
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Si no peco, ¿cómo voy a saber que es pecado?
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Olivo. Motosierra. Resbalón. Sangre. Quirófano.
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Me condenaron a muerte, pero el juez suspendió la pena y me dijo que sólo tendría que cumplir dos condenas perpetuas consecutivas. A los dos meses el Gran Líder me amnistió. No sé si le debo dos o tres vidas.
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–¿En qué crees que te reencarnarás?
–En chino.
–¿En chino? ¿Por qué?
–Por una cuestión de probabilidad.
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Futbolista, cazador de leones, astronauta, explorador de las profundidades marinas, robot, fundador de una ciudad, capitán del Albatros. Todo eso he sido mientras leía junto a la chimenea.
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Aquellos que entraban en el Consejo eran cegados, para que no vieran el sufrimiento y el dolor que causaban las medidas que ellos proponían.
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Aquellos que entran en el Consejo son cegados para no ver el sufrimiento y el dolor causados por las medidas por ellos propuestas.
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Aquellos que entraban en el Consejo eran cegados. Así no les distraía la contemplación del sufrimiento y la miseria que causaban las medidas por ellos propuestas.
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–Las moscas consiguieron que la araña muriera.
–Increíble. ¿Cómo lo consiguieron?
–Murió hinchada de comer, de un atracón.
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¿Podría dejarnos terminar y luego le grita todo lo que quiera a su mujer?
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Han pasado ya 100 libros desde que me abandonaste.
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“¿Quién necesita riquezas pudiendo hacer reír a una mujer?”
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Su ascenso fue fulgurante. Llegó a ministro sin tener ni un solo día cotizado.
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–¿Podría saltarse esa parte en la que dice que estaremos juntos en lo bueno y en lo malo?
–Forma parte de la liturgia.
–Es que, mire, hemos hecho separación de bienes.
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Un zapatero fue a hablar con un rabino y le dijo:
–Mi mujer me grita, no me obedece, me pone a comer lo que no me gusta. ¿Qué puedo hacer?
–¿Tú crees que si yo supiera lo que se puede hacer no lo habría hecho en mi casa?
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Le han regalado diez rosas. Ella sólo ha regalado un libro.
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LA CONDENA
Jehová no condenó a muerte a Caín, pero le impuso una pena a perpetuidad para él y todos sus descendientes. En total unos diez mil millones de años de condena, millón arriba, millón abajo.
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Hace ya tanto que no lo releo que el libro está a punto de morir.
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Caín y Abel, Cleopatra y Ptolomeo, Gildo y Mascezel, Atila y Bleda, Haroldo II y Tostig, María y Ana Bolena, Gastón y Luis XIII, Adolf y Rudolf Dassler, Rhaenys y Aegon Targaryen…
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Vine a Comala porque me dijeron que éste era un lugar más mágico que Macondo.
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Como tardaba un mundo en pasar de página, se le acabó la paciencia. Ya no podía esperar más. La Muerte le abrazó mientras leía las novelas que Stephen King había escrito en los años 90.
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–Inicia fase 3.
–¿Y qué pasa con las fases 1 y 2?
–¿De verdad, Sikdar? ¿Quieres perder el tiempo con cuatro o cinco sujetos a ver lo que pasa?
–Es lo que marca el protocolo clínico.
–Métete el protocolo por… ¡Son zombis, Sikdar! ¡Ya están muertos!
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Todos critican a Mariano Rajoy por saltarse el confinamiento, pero nadie a Alexia Rivas. Curioso, ¿no?
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Primero, la tortuga. Más tarde, la flecha. Zenón le tenía manía a Aquiles.
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Plácido Romero I y último.
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–El Imperio inicia fase 3.
–¿Atacar? ¿Defenderse?
–Decaer.
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–¿Es el teléfono para todo?
–Sí. ¿Qué es lo que quería?
–Tenía una pregunta. Es que…
–Cuente. Cuente.
–La otra noche, comiendo pizza, se me cayó un trozo y ensucié la pared.
–Tiene que darle con limpiador mágico.
–¿Limpiador mágico?
–Sí. Le echa un poco de agua y frota enérgicamente.
–¿Enérgicamente? No sé.
–A ver, ¿el piso es suyo o alquilado?
–Alquilado.
–Entonces no se complique. Ponga el sofá de tal forma que tape la mancha.
–Genial. Gracias.
–Siempre a su servicio.
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–¿Nombre?
–TGR-3-T.
–¿A qué te dedicabas antes, compañero?
–Era un robot sexual.
–¿Alguna habilidad especial?
–Sé fingir muy bien.
–¿De veras?
–Nunca había visto unos hombros tan bruñidos como los tuyos.
–Oh, gra… Ah, ya veo. Te llamaremos.
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MISE EN ABYME
Ese hombre libro se sabía de memoria Fahrenheit 451.
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La fábula de la hormiga y la cigarra es xenófoba. El lobo que se comió a Caperucita Roja es fascista.
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A Julie se le había olvidado que mañana es su cumpleaños: 14 años ya. Sólo espera que los otros no se acuerden, pues no hay nada que celebrar. Pronto morirá. Como Yann. Como Fred. Como Toinette. Dentro de una semana o de unos meses. La Gran Epidemia no perdona a ningún adulto.
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–Yo nunca prostituiré mi talento.
–Pero si no tienes.
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Rip van Winkle soñó con los siete durmientes de Éfeso.
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Según el DOT, el 87,3 % piensa que el Gobierno lo ha hecho bien o muy bien. Según el Instituto Neovest, el 67,8 % opina que el Gobierno lo ha hecho mal o muy mal. Según GRABASA, el 98,6 % cree que las encuestas resultan poco fiables.
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–Witek, ¿quiere colaborar para cerrar varios casos abiertos?
–Sí, comisario.
–El asesinato de la viuda Zalewska.
–Fue asaltada por un grupo de al menos tres individuos. Los testigos fueron claros.
–Muy bien, Witek. La violación de la sobrina del primicerio Kaczmarek.
–Aseguró que había sido alguien que tenía acento eslovaco.
–El robo en la sede del periódico Noticias de Olsztyn.
–La mujer de la limpieza creía que era alguien manco.
–Excelente, Witek, excelente. Quiero que se autoinculpe de todos esos crímenes.
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Preparó una pistola, una cuerda, pastillas de cianuro, gas, el horario de los trenes. No quería dejar nada al azar. Se rompió el cuello cuando arreglaba una persiana.
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Aletea una mariposa en Laurasia y un meteorito cae en Chicxulub, pero los dos acontecimientos no tienen nada que ver.
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Hace años que no compra el periódico y decenios que no lo lee.
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Llegaron a un acuerdo: podrían seguir adorando a Tláloc, pero tendrían que llamarlo San Isidro Labrador.
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Consultó a una echadora de cartas y a una vidente por teléfono. Le dijeron lo mismo. España no tendría, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado.
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Sí, aquel accidente de tráfico estuvo a punto de matarme, pero al menos ya no me levantaré nunca más con el pie izquierdo.
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–¿Un café, Monsieur Balzac?
–No, hoy es mi día de descanso. Tomaré una tila.
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San Rábano está harto de los chistecitos.
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Escribía libros como churros. Aceitosos.
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No me cabrea que me haya dejado por otra. Lo que no soporto es tener que borrar cien publicaciones y mil comentarios.
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–¿Quieres subir a tomar café?
–¿Tienes descafeinado?
–No.
–Pues entonces no.
–¿No quieres subir?
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–Cuando esto acabe, ¿dónde quiere viajar?
–A Jaén.
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IRONÍA
Alfonso Merlos engaña a su novia mientras acusa al Gobierno de engañar a los españoles.
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Cuatro mil positivos. Cuatrocientos muertos. Cuadragésimo día.
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La policía me pidió que reconstruyera el crimen. No entiendo por qué me acusa ahora de dos asesinatos.
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La imagen de la Virgen comenzó a llorar lágrimas de sangre, pero John Knox fue inflexible: ordenó que la arrojaran a la hoguera.
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EL COLMO
La policía multa a Banksy, que es sorprendido pintando un grafiti en la pared del museo que, entre sus obras, tiene un Banksy.
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–Pero, papá, si me dijiste que a caballo regalado no se le miraba el diente.
–Sí, pero se mira si tiene cuatro patas.
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Me da igual que me haya abandonado a mí, pero menudo disgusto le ha dado a mi madre. La pobre le va a echar de menos.
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–¿Cómo pudo entrar una araña en el contenedor 4?
–No tengo ni idea.
–Al operario que lo permitió habría que enviarle de cabeza a las minas de rartón de Frop.
–Tampoco hay que exagerar. Un poco de insecticida y…
–Ha debido de entrar en contacto con los contenedores de RGR y con atmósfera extraterrestre. No necesitamos insecticida, sino una bomba gamma. Y rápido.
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–Deme algo.
–Le doy un consejo: váyase de aquí. La policía detiene a los mendigos.
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MATEO 5, 30
Orígenes no se castró, sino que se cortó la mano derecha.
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Cuando estábamos más desesperados, nos sacó de Egipto. Nos liberó del cautiverio babilónico. Permitió que sobreviviéramos a la espada romana, al látigo ruso, al gas nazi. Aunque disimula, Dios nos quiere. Porque sabe que, sin nosotros, nadie le querría.
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Cuando iba por la página 438, me dije qué locura me había llevado a dejar de escribir microcuentos.
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El juez no sabe si ser indulgente, porque quizá algún día las tornas pueden cambiar, o severo, para que las tornas no puedan cambiar nunca.
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¿Los vegetarianos adoran a San Rábano?
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El Mississippi lleva el agua y el Missouri la fama.
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–¿No quiere vivir en su propio piso?
–No.
–Se lo podríamos conseguir. Y también un salario.
–No lo quiero.
–Tiene que ser duro ser un mendigo. ¿No quiere dejar de vivir en la calle?
–No.
–Venga ya, hombre. Seguro que quiere algo.
–Que me deje en paz.
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PARADOJA
Jorge de Burgos devora los libros que odia.
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RIEN NE VA PLUS
60.000 muertos.
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Perdí a mi nieto en un accidente de tráfico. Dos coches chocaron. Me acerqué a curiosear y, cuando quise darme cuenta, mi nieto no estaba.
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Perdí a mi abuelo en un accidente de tráfico. Dos coches chocaron. Me acerqué a curiosear y, cuando quise darme cuenta, mi abuelo no estaba.
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Cayetano Martínez de Irujo, confinado en su cortijo de 1.600.000 metros cuadrados:
–Siento angustia, incertidumbre y confusión. Hace seis semanas que no puedo ponerle los cuernos a mi señora.
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Cayetano Martínez de Irujo, confinado en su cortijo de 1.600.000 metros cuadrados:
–Siento angustia, incertidumbre y confusión. La mujer de la limpieza hace seis semanas que no viene.
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LA PATA DE MONO
Pedí riqueza. Quebró el banco donde guardaba mi dinero. Pedí un chalé con piscina en las afueras. Me confiscaron mi piso de soltero. Creí entender cómo funcionaba. Pedí fortuna infinita para mi jefe. Le tocaron veinte millones en la lotería. ¡Puñetera pata de mono!
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No sabía dónde estaba el punto G, pero encontré su límite.
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No sabía dónde estaba mi punto G. De hecho, sospecho que me estaba buscando las cosquillas.
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PELEANA
Mi mujer entró en erupción.
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Me dijeron que no podía salir porque estábamos en estado de sitio. ¿Nos asediaban? ¿Quién? Se lo pregunté a papá. Me respondió que los malos políticos.
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–Era muy empalagoso.
–¿Exceso de besos?
–Exceso de versos