–¿Qué quiere?
–Le ofrezco una Biblia.
–¿Una Biblia?
–Sí.
–No, no quiero una Biblia.
–Si no quiere una Biblia, no hay nada más que hablar. Que pase un buen día.
–Alto, espere. ¿Quiere decir que me da una Biblia?
–Sí, claro. Regalada.
–Bien. Démela.
–Antes, ¿puedo hacerle una pregunta?
–Vale.
–Hipotéticamente, ¿cuánto estaría dispuesto a pagar por esta Biblia?
–Pero si me ha dicho que es gratis.
–Sí, sí, es gratis, pero dígame un precio.
–No sé. Quinientas pesetas.
–¿Quinientas pesetas? Vale por lo menos cinco mil.
–¿Cinco mil? ¡Qué barbaridad! No daría más de dos mil pesetas.
–Cuatro mil.
–Dos mil quinientas y de ahí no paso.
–Ni para usted ni para mí: tres mil.
–Sólo tengo dos mil ochocientas pesetas ahora mismo.
–Pierdo dinero, pero está bien: lo dejamos en dos mil ochocientas pesetas.
–Pero si yo no quería una Biblia.
–No se queje. Está regalada.
Microrrelato publicado en Microcuento.es