sábado, 4 de diciembre de 2021

Microcuentos

Se sentía inquieta. El día estaba acabando y no había encontrado ninguna razón para llorar.
--
El cielo son los hijos. Y, en ocasiones, el infierno.
--
De repente, el alienígena se puso naranja. Para nuestra desgracia, no sabíamos que era porque tenía hambre.
--
Una vez que dejaron de venir misioneros empeñados en hacerles cambiar sus costumbres, abandonaron el canibalismo.
--
Vuelve a comprobarlo todo. No hay nada por medio. En la cocina, el gas está apagado. La nota se encuentra en el recibidor. No queda ninguna luz echada. Se dirige a la ventana. Vacila. ¿Ha olvidado algo? Antes de arrojarse al vacío, vuelve a comprobarlo todo.
--
El zapato encaja sin esfuerzo. Cenicienta, loca de contento, exclama:
–¡Ahora me casaré con el príncipe!
El chambelán la mira extrañado y le dice:
–¿Casarte con el príncipe? ¿Tú? ¿Una plebeya? Tendrás el honor de convertirte en su nueva amante.
--
Las autoridades sanitarias advierten que los chismorreos pueden perjudicar seriamente la salud.
--
–¿Qué haces?
–Llenar una caja con mis cosas. Le acabo de soltar varias verdades al director general.
--
El lobo se colocó una piel de oveja y se mezcló entre el rebaño. El disfraz era bueno, tanto que el pastor quiso ordeñarle.
--
De lo que fue capaz Diógenes para no tener que pagar la tasa de basura.
--
–Doctor Schrödinger, ¿puedo hacerle una pregunta?
–Adelante.
–¿Por qué empleó para su experimento un gato?
–Pues, la verdad, no me hacía mucha gracia que la gente empezara a hablar de la rata de Schrödinger.
--
–Nos han expulsado del Jardín del Edén y tú no paras de sonreír. No lo entiendo, Eva.
–Mira, Adán: he traído estas semillas de manzano.
--
No pude convencer a mi marido de que entrara en Testarudos Anónimos.
--
Quería ser noticia. Mordió a un perro.
--
Mi abuelo me dijo que debía tener valores, así que, cuando ahorré un poco, compré acciones de Endesa.
--
–El globo pierde altura.
–No pasa nada, querido. Soltaré lastre.
–¿Qué  quieres decir?
–Que te recordaré siempre.
--
¿Qué creías que no te iba a traer flores? Pues ya ves que te equivocas. Te seguiré trayendo flores al cementerio hasta que la policía deje de sospechar.
--
–Consulté antiguos textos hindúes.
–¿Y qué conclusión sacaste?
–Ninguna. No sé leer sánscrito.
--
Se llevó muchas cosas a la tumba, de ahí que ordenara construir una pirámide tan grande.
--
–Ganarás el pan con el sudor de tu frente.
–¿Pan? Entonces, ¿tendré que cultivar trigo?
–Pues claro.
–¿Y podré plantar manzanos?
--
Conspirar. Expirar.
--
No deje a los niños al alcance de los medicamentos.
--
–¿Por qué duermes sin almohada?
–Porque no quiero que nadie la coja y descubra todos mis secretos.
--
El vegano tuvo una pesadilla: soñó que se comía una pierna de cordero.
--
–Estoy muy contento con el estreno.
–Pero si tu obra fue abucheada.
–Mejor eso que el silencio y la indiferencia, ¿no?
--
–Mi cuñado es un pintor de brocha gorda.
–¿Pinta pisos?
–No. Pinta horribles cuadros abstractos.
--
–Me faltan palabras.
–Por eso escribes microcuentos, ¿no?
--
–¿Un mago te había convertido en sapo?
–Sí, así fue.
–¿Y te besó una hermosa princesa y consiguió revertir el encantamiento?
–Sí, era guapísima.
–¿Y no quieres casarte con ella?
–Pues claro que no. ¿Cómo voy a casarme con una loca que anda besando bichos?
--
La libertad de no esperar nada.
--
Dos que duermen en el mismo colchón, comparten la misma opinión: es necesario cambiarlo ya.
--
Ella es el pronombre que le trae loco.
--
–He tenido que besar muchos sapos. 
–Pero al final encontraste a tu príncipe. 
–No, no. Me acabé casando con el que menos asco me daba.
--
–¿Por qué persigue la Inquisición a Diego?
–Por mofarse de la Santa Eucaristía.
–¿Por mofarse de la Santa Eucaristía?
–Por llamar al pan, pan, y al vino, vino.