lunes, 24 de diciembre de 2018

Papelera

Sallie Tisdale: “Write for yourself and yourself alone. Don’t try to please anyone else, and don’t be afraid of anyone”.

–Mi casa es la tuya.
–Si te empeñas. Pero no vayas a dejar de pagar la hipoteca.
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Los dos escritores discutían: aseguraban que aquel microcuento era suyo y sólo suyo. Salomón ordenó que lo partieran: cada uno se quedaría con la mitad de las palabras.
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Para que no hablen mal de él, ha decidido no morirse.
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–Tengo una innata habilidad para perder el tiempo.
–¿Y por qué no escribes un libro sobre el asunto?
–¿De dónde iba a sacar el tiempo?
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Se detuvo delante de la puerta de la habitación prohibida. Tras un momento de vacilación, la abrió. ¡Estaba vacía!
Cuando su marido regresó, le preguntó por qué no podía entrar allí, ya que no había nada dentro.
–Pronto estará tu cadáver –le respondió Barba Azul.
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Cuando la vidente le dijo que le mataría una bala, abandonó el ejército, se cambió el nombre y huyó al interior del país. Comenzó a trabajar en una granja.
Murió aplastado por una bala de paja.
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–Lo nuestro fue un largo amor: duró diez minutos.
–¿Largo? A mí me parece corto, fugaz.
–Para una mantis como yo, diez minutos es una eternidad.
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–Jaque –dijo el pastor.
El rey miró el tablero buscando una salida. Sólo había una. Llamó a uno de sus guardias y, señalando al pastor, dijo:
–Mate.
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El hombre se para delante de una tumba descuidada.
–¿Has visto como buscar el tiempo perdido no era ninguna tontería? Mira, mami, me han dado el Goncourt –dice.
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–Me gusta coleccionar novelas que no hayan alcanzado el éxito. Tengo más de quinientas.
–¿Y las has leído todas?
–¿Qué? Por supuesto que no. No he leído ninguna: son muy aburridas.
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EL MAL PASTOR
Abandonó noventa y nueve ovejas para rescatar una.
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Compañeros, tengo la solución a todos nuestros problemas. Primero destruiremos el faro, apagaremos esa obscena luz. Luego, sólo tendremos que esperar a que encallen barcos cargados de tesoros: lujosas telas de Oriente, sabroso azúcar, oro, especias, maderas preciosas…
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ADAPTARSE A LOS TIEMPOS
–Hágase la luz LED –dijo.
Y la luz LED se hizo.
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–No sé por qué tenemos que estar al raso. ¡Qué frío!
–¿Y qué le vamos a hacer, Simeón?
–He oído que en el establo de Gamaliel, en Belén, ha nacido un niño. Podríamos ir allí. Por lo menos estaríamos bajo techo.
–¿Y qué pasará con las ovejas?
–¿A dónde van a ir?
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PARADOJA
El tiro de gracia le dejó sin sonrisa.
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El 13 de agosto de 1942, el acorazado Inugami lanzó una cortina de humo que resultó muy eficaz: no se disipará hasta el 24 de mayo de 2034.
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Yo no tengo miedo a nada, excepto, claro, a la luz, el ajo, las cruces de plata, las estacas, a ese maldito Van Helsing y, por supuesto, a las novelas de la saga Crepúsculo, que me dan escalofríos.
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Siente un hambre atroz. Para cruzar el desierto, ha llevado agua, suficiente, pero poca comida. Está famélico. Se deja caer. Pasa poco tiempo antes de que lleguen los zopilotes. Se acercan al viajero cautos. Uno de ellos, impaciente, trata de lanzarle al caído un picotazo. El viajero le coge del cuello y se lo parte habilidosamente: quizá no es la primera vez que lo hace. Los otros zopilotes, asustados, huyen, no ven como su compañero, apenas desplumado, es devorado por el viajero, que tenía hambre, un hambre atroz.
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Muchos eones después, decidió darse una vuelta por el planeta que, por puro entretenimiento, había creado en seis días. Descubrió que habían surgido unos extraños hombres, llamados teólogos. La Diosa advirtió que estos lo habían retorcido todo.
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Adolf Hitler fundó Neu-Deutschland en Sudamérica, con capital en Goeringstadt (antigua Río de Janeiro). Stefan Zweig lo adivinó.
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La activista consiguió que prohibieran fumar en las discotecas y los vehículos diesel. A nadie sorprendió que pidiera no ser incinerada.
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PARADOJA
–¿Por qué os separasteis tu mujer y tú?
–Su trabajo como mediadora familiar le absorbía mucho.
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–¿Por qué detuvo la policía portuaria al marinero?
–Estaba atracando un barco.
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Vendo libro de consejos, sin usar.
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Por fin conseguí meterme en los vaqueros.
–¿Qué te parece? –le pregunté a mi mujer.
Se quitó las gafas, me miró y me dijo:
–Te veo bien.
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Vendo listas de deseos de año nuevo, sin usar.
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–¿Tienes ya planes para Navidad?
–Voy a aprovechar para hacer un cursillo sobre la evaluación por competencias.
–Te recuerdo que para el 28 de diciembre falta una semana.
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APLAZAMIENTO DE LA RECOMPENSA
Profe, me tienes que dejar ir al servicio sí o sí: me acaba de llegar un mensaje de audio.
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Quiso ser una vampiresa, pero se quedó en mera vampira: como no podía mirarse en los espejos se maquillaba horriblemente.
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–Presidente, ¿usted no cree que en algunas de sus medidas y declaraciones ha incurrido en la incoherencia?
–Mira, Pepa, yo soy coherente. Tengo un único objetivo: aguantar en La Moncloa.
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Creían que la vida del solitario farero era aburrida. No sospechaban que su mundo estaba habitado por miles de criaturas salidas de las páginas de los libros que leía todas las noches.
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Vendo bebé reborn, sin usar.
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–Un mensaje de Joven Halcón: Casacas Azules comen estiércol pino. No lo entiendo.
–Ha vuelto a encender el fuego con las hierbas prohibidas.
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–¡Parad, insensatos! Os vais a ganar el fuego eterno –le gritó el misionero a los esquimales.
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PARADOJA TEMPORAL
Le está costando tanto inventar una máquina del tiempo que ha decidido que, cuando lo consiga, su primer viaje será al pasado para llevarse a sí mismo los planos del vehículo terminado.
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–Deja que tus miedos nos acompañen.
–Está bien, sargento: permitiré que os acompañen mañana, durante la batalla. Pero ¿no podría quedarme yo en la trinchera?
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ARTHUR GORDON PYM
Sencillo. Edgar Allan Poe tenía pánico al blanco, es decir, a la hoja en blanco.
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TÁCTICA
Dije que allí hacía mucho frío y me puse la cazadora. Alguien se acercó a hablar conmigo; afortunadamente, la conversación decayó pronto. Me quedé mirando la pantalla del móvil, como si leyera una noticia importante. Todos parecían esperar: hablaban, comían mantecados, lanzaban furtivas miradas. Con decisión, sin mirar a nadie, me dirigí a la puerta y salí como alma que persigue el diablo. Escapé sin tener que desearles feliz Navidad, cosa que no soporto.
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Quien esté libre de piedras que tire el primer pecado.
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La Tierra entera estaba cubierta por el humo. Los extraterrestres la confundieron con un enano gaseoso y pasaron de largo.
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En medio de la persecución, el patinete de la policía municipal se quedó sin batería.
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Cuando leyó las críticas, se puso a ver la segunda temporada de El cuento de la criada. Murió de aburrimiento, pero no engañó a nadie: había sido un suicidio.
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–¿Qué es un trío?
–Adán, déjame que te quite otra costilla y te lo explico.
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–¿Y esos malos humos?
–He venido al trabajo en metro. No he podido traer el coche por culpa de la contaminación atmosférica.
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–Me soltó una frase muy larga.
–¿Y qué hiciste?
–Cambié de párrafo.
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–¿Qué pasa, visir?
–Majestad, no me atrevo…
–Habla sin miedo.
–Vuestra mujer me ha tirado los tejos.
–Ah, es eso lo que os preocupa. Me ha dicho que han crecido mucho y tapan las vistas.
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–César, un regalo de…
–¡He dicho que no quiero regalos! ¡Arrojad inmediatamente esa alfombra al Nilo!
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El Consejo de Ministros y Ministras ha aprobado subir a dos óbolos el pago que los muertos deberán hacer a Caronte para cruzar el río Aqueronte. La portavoz del Gobierno declaró:
–Será la mayor subida que experimentará el sueldo de Caronte desde el año… –aquí mira los papeles–, desde el año 2153 antes de nuestra era.
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–Al principio fue el caos. Pero ¿qué será al final?
–¿No lo has adivinado? Una gran nube de humo.
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PECADO ORIGINAL
–Tres son multitud –le dijo Eva a Yavé.
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–Quien esté libre de pecado que me tire la primera piedra.
–Espera cinco minutos: voy a confesarme.
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–¿Y tú coleccionas algo?
–Cuando era joven decidí iniciar una colección de libros de poemas en endecasílabos quebrados que estuvieran escritos en dialecto andaluz.
–¡Ah, qué interesante! ¿Y tienes muchos?
–La verdad, ninguno.
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No fue fácil, pero paramos el planeta y le bajamos.
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Tenía espíritu de contradicción. En Navidad, le dijeron que vistiera a su hija de judía. La vistió de garbanzo.
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Cometí el error de echarle el humo del puro a una feminista y, para evitar males mayores, tuve que aceptar la cadena perpetua.
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–¿Qué tal la luna de miel?
–Un desastre. Resultó que Fernando era diabético.
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–¿Cómo te llamabas?
–Álex. ¿Y tú?
–Sonia.
–¿A dónde ibas?
–Iba a la oficina.
–Yo trabajaba en una óptica.
–¿Y siempre tomabas esta línea de autobús?
–Siempre.
–Yo, no. Yo solía ir en mi coche, pero esa mañana no arrancó.
–Si serás pringao.
–¿Sonia?
–Adrián. Me llamaba Adrián. Adri.
–¿Y tú qué hacías en el autobús?
–Ya da igual que os lo diga. Era carterista.
–¡Qué curioso! Yo olvidé mi cartera en casa esa mañana.
–¿Seguro?
–¿Tú me la quitaste?
–Y de lo que me sirvió… Tenía que haber trabajao en el metro, pero los malditos bosnios.
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–¡Fuego! ¡FUEGO! –gritó el payaso.
Si los espectadores, en vez de reír, hubieran echado a correr, habrían tenido una oportunidad.
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EL EXPLORADOR
Me dijo: ¡Vete al infierno!, y en eso ando.
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EXÉGESIS
–No lo entiendo. ¿Por qué en Rebelión en la granja los cerdos se acostaban en camas sin sábanas?
–Porque temían los fantasmas del capitalismo.
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La vida del suicida estuvo llena de gatillazos.
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Cuando vio la columna de humo que salía de la cumbre, comprendió por qué los apartamentos turísticos en aquella isla estaban tan baratos.
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–Dios ha muerto –le dijo Nietzsche al houyhnhnm.
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Fue una gran noche, sin complicaciones. La caza nos fue bien: el conde se fue con una administrativa de cena de Navidad y yo mordí a un repartidor de Deliveroo en un callejón. Sin rastro de Van Helsing. El amanecer nos pilló dormidos.
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Hitler está que echa humo: los británicos han bombardeado Berlín.
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TODO LO CONTRARIO
Hace semanas, Midas, que no me tocas. ¿Ya no te gusto?
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El séptimo día se puso en modo noche.
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–No le cuenten chistes a don Anacleto. Podría destornillarse.
–Podría desternillarse.
–No, no. Destornillarse. Tiene el cuerpo lleno de prótesis.
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–¿Y ese humo?
–La biblioteca de Alejandría.
–¡Qué gran pérdida!
–No creas. No tenían ningún ejemplar de La guerra de las Galias.
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Los dos niños aseguraban que esa era su madre. Salomón ordenó partirla por la mitad.
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El señor Capuleto denunció a Romeo Montesco por seducir a una menor de catorce años.
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–¿Cómo has pasado la noche?
–Bien, si no tenemos en cuenta que de madrugada he creído ver una sábana flotando en el centro de mi habitación. Por cierto, estaba toda llena de extrañas frases.
–No te extrañes: al primo Angus le gusta escribir sobre sus fantasmas.
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–¿Y ese humo?
–La tortilla de patatas –dijo el chef.
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Durante la noche nos pusimos al día. Cinco veces. Agotados, el amanecer nos pilló dormidos.
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–¿Por qué tienes un bidé?
–¿Por qué tiene Drácula espejos en su castillo?
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Quiere inventar seres monstruosos como Lovecraft, escribir verbos y adjetivos como Borges, dejar volar la imaginación como Poe, divertirse como Cortázar. Se siente acorralado
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Un espectador no paraba de bufar. Houdini lo hizo desaparecer.
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Un espectador no paraba de bufar.
–¿Qué le pasa? –le preguntó Houdini.
–Todo lo que hace son trucos baratos, no auténtica magia.
–¿Por qué no sube aquí?
El espectador se dirigió ufano al escenario. Houdini lo hizo desaparecer.
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MÁRTIR
Su fe se convirtió en humo.
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–No puede ser, señor presidente.
–Le he dicho que quiero ir en helicóptero e iré en helicóptero. Claro que puede ser. ¡Yo soy el presidente del Gobierno!
–Que no, señor presidente, que no puede ir de su oficina al despacho del consejo de ministros y ministras en helicóptero. Dese cuenta de que sólo tiene que caminar cinco metros.
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Fumata negra. Giordano Bruno ya no seguirá escribiendo tonterías sacrílegas.
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El IX Conde de Hammington estaba harto de vivir en Hamming House. Los gastos de mantenimiento de la mansión eran prohibitivos. Había humedades y corrientes de aire. La mitad de las chimeneas no tiraban. Pero sobre todo estaba harto del IV Conde de Hammington, que no le dejaba dormir.
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–Quería unirme a su asociación.
–¿Seguro?
–Claro que sí.
–A ver, a lo mejor me he equivocado viendo la ropa que lleva puesta. ¿Podría decirme su nombre?
–Me llamo Nicolás Zamora García.
–¿Y quiere usted unirse a la Sororidad de Emancipación Nosotras Solas?
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José Bonaparte observa que hay un gran cuadro cubierto con una sábana. La quita.
–¿Y esto? –pregunta.
Tratando de mostrar aplomo, Goya le responde:
–Majestad, un cuadro que estoy a punto de terminar: Fusilamiento de sediciosos.
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Por quinto día consecutivo, el aire de la ciudad era irrespirable. El alcalde volvió a quedarse trabajando en su casa de la sierra.
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–¿Qué le pasa, majestad? –le pregunta el urólogo al rey Midas.
–Esto es delicado, doctor. Tuve un calentón, comencé a tocarme y… vea, vea.
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–No lo entiendo. ¿Me has dicho que tu rival se comió siete peones, una torre, dos caballos y la reina?
–Sí.
–¿Y aún así ganaste?
–Gané.
–¿Cómo pudo suceder?
–Sencillo. La reina se le quedó atragantada en la garganta y tuvo que abandonar la partida.
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–¿Usted no sabe que aspirar el humo del tabaco es malo para la salud?
–¿Y usted no se da cuenta de que dentro de cinco minutos seré fusilado?
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–A ver, el niño declaró: Santa me observa mientras duermo. ¿Es cierto?
–Simplemente estaba comprobando que se portara bien. Es mi obligación. Le repito que soy el auténtico Santa. Y como no deje que me vaya, señoría, este año los niños no tendrán regalos.
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¿Es la policía? Llamo del bar Ullo. Hay un cliente que ha tomado vino peleón y me quiere pegar.
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De todas las criadas que hemos vivido y trabajado en esta casa, eres la primera en quejarte. Éramos felices hasta que llegaste. Trabajábamos duro, pero no protestábamos: teníamos comida y techo. Jamás ninguna de nosotras se quejó por dormir con una cadena en su tobillo. Nunca pensamos que éramos esclavas. Ojalá no hubieras venido.
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No quiero estar con una mujer que quiera estar con alguien como yo.
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–Llegaron al territorio del lago de Texcoco y lo asolaron. Destruyeron, violaron y mataron. Impusieron su religión.
–Sí. ¡Malditos castellanos!
–¿Castellanos? Me refiero a los mexicas.
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El humo que escupía la chimenea cubrió de repente la carretera de acceso al campo. El Oberführer Maurer no vio el camión.
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–Que le corten la cabeza.
–Majestad, le recuerdo que usted abolió la pena de muerte en 1856.
–Entonces, que me corten la cabeza.
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Creía que todo era un mito de la vieja Tierra. Una de esas historias, como la de los duendes de Sankuru o los leones de Luebo, que en la colonia de Nova Kolwezi, perdida en el subsector 3 del cuadrante 7, no tenía sentido. Ni siquiera celebrábamos la Navidad. Pero si nuestro año tiene 696 días y medio. Creía que todo era una leyenda que me contaba mi abuelo hasta que el “Jojojo” se escuchó a la distancia.
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Creía que todo era un mito. Una de esas historias de la vieja Tierra que en la colonia de Nova Kolwezi, perdida en el cuadrante 7-B, no tenía sentido. Creía que todo era una leyenda que me contaba mi abuelo hasta que el “Jojojo” se escuchó a la distancia.
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–Hoy he estado en el Pomodoro.
–Pero si allí sólo sirven comida basura.
–Para comida basura, la de los hospitales.
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–Te pienso más de lo que te nombro, Juan.
–Me llamo Fernando.
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Compañeros y compañeras, asumamos nuestra derrota y dejémosles gobernar tres o cuatro años. Y durante los siguientes treinta les echaremos la culpa de todo lo que funcione mal.
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Durante años, no habían hecho otra cosa que comer y beber. Habían engordado y les costaba moverse. A Ulises no le resultó nada difícil matarlos a todos.
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El suicida tuvo mala suerte: el tiro le salió por la culata.
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–Señor Xi, ¿qué piensa del resultado de las últimas elecciones?
–Sinceramente, salió lo que esperábamos.
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–Mandé todo al diablo.
–¿Y qué pasó?
–Escuché una voz que parecía salir de las profundidades y que dijo: Gracias.