Milena Busquets: “Yo tengo unas cuantas palabras al día, solo unas pocas, no son infinitas ni mucho menos, y no decido yo cuántas son, una vez dichas, ya está, no pueden ser escritas, no queda nada por escribir, estoy vacía y no hay más hasta el día siguiente. Me puedo vaciar charlando con mi vecino sobre su perro labrador o hablando con un profesor universitario sobre Proust o intentando dar de baja una línea de teléfono, el tema da igual”.
Escribe que te escribe, porque no tiene nada que escribir.
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26 DE ABRIL
Ya ha servido un plato. Le ha echado cuatro trozos de carne. Le pido que a mí no me eche mucha carne. Me echa cinco trozos.
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ESTIMADOS PADRES
Quisiera recordarles la importancia de que el alumnado mantenga el silencio y la atención durante las explicaciones en clase. Hoy, Leo se ha negado a trabajar, me ha interrumpido mientras explicaba y ha estado hablando mientras sus compañeros visionaban un vídeo breve del que posteriormente debían responder preguntas. Esta actitud dificulta el buen desarrollo de la actividad, afecta al clima de trabajo y perjudica tanto su propio aprendizaje como el de los demás. Agradezco su colaboración para reforzar este mensaje desde casa y así contribuir juntos a un entorno de aprendizaje adecuado para todos.
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4 DE MAYO
Ah, qué generoso de tu parte perdonarme por haberme enfadado contigo... después de que rompieras la plancha.
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–Pepe, ¿tú me quieres?
–Pues claro que te quiero.
–Pero ¿me amas?
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ESTIMADOS PADRES
El uso de auriculares y pinganillos no está permitido en clase. Gracias.
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Lo conocí en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. Subía de dos en dos, con prisa. Me empujó. Y se disculpó. Era guapo. Hablamos. Tres días después vivíamos juntos. Todo habría ido bien si no corriera todo el tiempo. Ahora le estoy escribiendo una nota de adiós. Sin apuros.
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AUNQUE, LA VERDAD, SUPONGO QUE NO SE TOMARÁ EL TIEMPO DE LEERLA
Le conocí en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés. Las estaba subiendo de dos en dos, como si fuera con prisa. Me empujó. Y rápidamente se disculpó. Empezamos a hablar. Era tan guapo. Una cosa llevó a la otra. Una semana después vivíamos juntos.
Todo habría sido maravilloso si no fuera porque siempre iba corriendo a todas partes. No lo soportaba. Desayunaba de pie, hablaba sin pausas, dormía como si tuviera prisa. ¿El sexo? Imaginen. No soporto vivir con prisas. Por eso, desde hace unas semanas, para explicárselo todo, le estoy escribiendo una larga nota de despedida.
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CLIENTE.— ¿Me recomienda un libro para pasar el rato?
LIBRERO.— ¿Alguna preferencia?
CLIENTE.— Un libro sobre dinosaurios. Con ilustraciones, mejor.
LIBRERO.— ¿Para leerlo este verano?
CLIENTE.— No, no, para leerlo aquí y ahora. Mi novia anda buscando algo para regalárselo a una amiga.
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CLIENTE.— ¿Me recomienda algún libro para pasar el rato?
LIBRERO.— ¿Alguna preferencia?
CLIENTE.— Un libro sobre dinosaurios. Con ilustraciones.
LIBRERO.— ¿Lectura de verano?
CLIENTE.— No, para ahora mismo. Mi novia lleva una hora buscando una novela para regalársela a una amiga.
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Alguien debe estar muy loco para acudir a un psicoanalista argentino.
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Hay que estar muy mal de la cabeza para confiarle el cerebro a un psicoanalista argentino.
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Prefiero no saber qué tan roto estoy, así que, por higiene mental, evito al psicoanalista.
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29 DE ABRIL
Han avisado de que el panadero no vendrá hoy. En el congelador hay helados, costillas, muslos, dos bolsas de nuggets y una de sanjacobos, huesos de jamón para el cocido, dos botes de habichuelas y uno de cocido, habas, cubitos, langostinos que sobraron en Navidad, dos conejos que les dio el Pedrito hace dos años, pero no hay pan congelado. Decide ir a Jimena a comprar una barra, pero allí las panaderías no han podido hacer pan. Entonces, se dirige al Mercadona de Mancha Real. ¡Allí sí hay pan! Compra dos barras.
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ESTIMADOS PADRES
Les recordamos la importancia de la puntualidad. Llegar a tiempo ayuda a sus hijos a aprovechar mejor las clases y fomenta la responsabilidad.
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Pusieron en la cafetería un cartel que prohibía permanecer sentado más de media hora. Desde entonces, solo escribe microcuentos.
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Escribe microcuentos desde que vio el cartel: “Prohibido sentarse más de 30 minutos”. Ahora escribe rápido. Antes de que lo echen. Otra vez.
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Para unos, siempre existió España. Para otros, España apareció en tiempos de los Reyes Católicos. Algunos consideran que España surgió en 1873 o, mejor, en 1931. Otros piensan que España es una entelequia, una quimera, una fantasía. El hecho cierto es que Felipe V fue el primer rey de España.
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Sus padres le enseñaron que no era feo, sino distinto. Claro, eso no evitaba que usara capucha para esconder en el cole los cuernos.
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EL COLMO
El ministro de Fomento dimitió. Un problema con las vías coronarias.
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AGGIORNAMENTO
Es pecado tener un coche de combustión.
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Liberal Contumaz (45.000 seguidores en X) lleva una semanita horrible. Óscar Puente, tan generoso, le ha bloqueado y Hacienda, en un ataque de solidaridad, le ha avisado de que se viene inspección fiscal.
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EPITAFIO
Escribió microcuentos que pocos leyeron y de los que nadie se acuerda.
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Su mujer finalmente le convenció, el 10 de julio, de que fuera a la asesoría a que le hicieran la declaración.
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Hoy, mejor que ayer, pero igualmente malo, malísimo.
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15 DE FEBRERO
Si no fuera por Mendelssohn.
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POBRES GENTES
Se informan de las noticias por los telediarios.
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A las ocho y treinta y cinco me llaman los de Holaluz, proponiéndome una oferta irrechazable. A las once menos cuarto los de Viento de Luz me aseguran que mejoran el contrato que tengo con Holaluz. A las doce y media, el empleado de Electricidad del Sur me asegura que puedo pagar mucho menos. A las dos y cinco, Voltios Solares me promete rebajarme la tarifa durante un año. A las siete y cinco los de Holaluz vuelven a llamar. Diez minutos después, son los de Viento de Luz los que me preguntan por qué he cambiado de contrato. A las ocho menos cinco el móvil se queda sin batería. Lo pongo a cargar, pero no hay corriente.
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A las ocho y treinta y cinco de la mañana, los de Holaluz me llaman con su oferta irrechazable. A las once menos cuarto, los de Viento de Luz me aseguran que me mejoran la oferta de Holaluz. A las doce y media, Electricidad del Sur me promete que puedo pagar mucho menos. A las dos y cinco, Voltios Solares se ofrece a rebajarme la tarifa durante un año. A las siete y cinco de la tarde, los de Holaluz vuelven a llamar. Diez minutos después, los de Viento de Luz, indignados, me preguntan por qué cambié de contrato, así que vuelvo a contratar con ellos. A las siete y media, el móvil se queda sin batería. Lo pongo a cargar, pero... no hay corriente.
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13 DE FEBRERO
Para que lo entienda, le digo que son hienas, hienas que esperan la menor oportunidad para morder.
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Después de dos semanas, pongo música, abro un libro y comienzo a leer. Llaman por teléfono. Como lo tengo cargando en la cocina, tengo que levantarme; quizá sea importante. Una maldita llamada para aconsejarme cambiar de compañía de electricidad.
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Después de dos semanas de aislamiento, por fin pongo música, abro un libro. Llaman. Como el teléfono carga en la cocina, me levanto, esperando que sea algo vital. No. Es la eterna llamada para cambiar de compañía eléctrica. Mi vida se resume a esto. Qué felicidad.
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Cansado de ofertas eléctricas, cortó el contrato. Ahora roba luz. Y puede dormir de un tirón la siesta.
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Prometió lo imposible. Hizo lo predecible. A nadie sorprendió.
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El rey exigió un retrato ecuestre, glorioso: él, héroe de la batalla. El pintor entregó un caballo huérfano, sin jinete. El rey, ofendido. El pintor, honesto. La historia, implacable: el rey nunca salió de su tienda.
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¿La tragicomedia es un género binario?
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Nunca entenderé por qué los madrileños votan a gente como Ayuso y beben Mahou.
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–Maestro, todo ha sido escrito. ¿Qué puedo hacer?
–Pues solo puedes hacer dos cosas. No escribir o plagiar, aunque, créeme, si no escribes, estarás plagiando a muchos escritores que también dejaron de escribir porque sintieron que todo había sido ya escrito.
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–¿Supongo que aprovecharías el apagón para leer?
–Pues sí, hasta que el lector de libros electrónicos se quedó sin batería.
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Como penitencia por tus pecados, tendrás que entregar Crimea y las regiones de Donetsk y Lugansk.
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–Maestro, todo ha sido escrito.
–Entonces escribe, o calla plagiando el silencio de tantos.
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PAPA FRANCISCO
Quería un entierro sencillo y sencillamente le ignoraron.
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–¿Qué estás leyendo ahora?
–La Biblia.
–¿La Biblia?
–Sí, me lo recomendó un amigo.
–¿Y te gusta?
–Empezó bien, pero ahora me está aburriendo un poco.
–¿Por dónde vas?
–Por el Levítico.
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–¿Qué estás leyendo ahora?
–La Biblia.
–¿La Biblia?
–Sí, me la recomendó un amigo.
–¿Y te está gustando?
–Al principio sí, pero ahora se me está haciendo un poco aburrida.
–¿Por dónde vas?
–Por el Levítico.
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Me fui. No podía vivir con sus libros.
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Por la noche, contaba ovejas. Otra más. Otra más.
Hasta que, harto de hacer horas extra, el contable fue al médico. Pidió una pastilla. O dos.
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Habían pasado cinco minutos y todavía iba por la mitad, así que se presentó el camarero.
–Le recuerdo, señor, que este es un restaurante de comida rápida. ¿Va a terminar ya o quiere una fiambrera?
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Doce horas largas,
el apagón me dio paz.
Día tranquilo.
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Escribe porque no piensa.
Llena páginas de nada.
Un genio del vacío.
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–Joer, macho. A la Vane no hay na que la ponga contenta.
–¿Qué ha pasao?
–Siempre me está diciendo que compré un libro y era tan pesá que lo he acabao comprando.
–¿Y?
–Pues que ahora quiere que lo lea.
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Está loco porque se empeña en conservar la cordura en este mundo.
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Le avergüenza los libros que lee, los libros que le gustan y que le permiten olvidarse del mundo. A sus amigos les dice que lee los libros que leen todos, los que, en el periódico, aparecen en la lista de más vendidos en el apartado de no ficción.
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Escribe sin parar.
No lee.
No sabe que lo que él escribe otros ya lo escribieron. Y mejor.
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Lee sin parar. Lee para olvidar. Para olvidad, sobre todo, lo mal que escribía.
Antes escribía para no leer. Escribir le dio vergüenza.
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Los adolescentes lo saben todo, así que ¿por qué no dejarles votar?
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Pobre destino el de los libros en la segunda fila de la estantería, cubiertos de polvo y olvido. Los de la primera fila fanfarronean, pero ignoran que la mayoría de ellos tampoco serán leídos. Con el tiempo, todos compartirán el mismo final: desvanecerse en la indiferencia.
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Tras la guerra nuclear, sobrevives a base de latas de atún, Coca-Cola Zero Zero y desesperación. Sin luz, sin agua... ¿Eres acaso el último ser humano?
De pronto, llaman a la puerta. Te acercas a la mirilla: Putin y Kim Jong-un, con una botella de vodka. No sabes si abrir.
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–Tía, ¿es cierto que Trini tiene un nuevo novio?
–Sí, me lo presentó hace poco.
–¿Y qué tal?
–Es tan brillante que, con un poco de suerte, pronto aprenderá a formar frases completas.
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–¿Qué te gusta de mí?
–Esa habilidad tuya tan única, esa destreza inigualable.
–¿Cuál?
–Que me soportes.
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–¿De qué hablan Pedro y Jorge, que gritan tanto?
–Oh, no les hagas caso, están en medio de una profunda conversación de VAR.
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–¿Pero tú nunca pierdes la esperanza?
–¿Perderla? Si ni siquiera sabía que la tenía.
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–¿Ya no sois amigas Laura y tú?
–No, discutimos. Se pasó.
–¿Tres pueblos?
–No, tres megalópolis.
–¡Vaya!
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“Soy un hombre al que la suerte hirió con zarpa de fiera”, murmuró mientras miraba su cuenta bancaria.
El banquero, con una sonrisa, le dijo: “No se preocupe, su saldo está tan vacío que ni siquiera puede hacerle daño”.
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MEDITACIÓN DE MARCO AURELIO
Los hijos únicamente traen preocupaciones.
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El asturleonés malamente sobrevivió al embate del castellano y del portugués. Ahora quieren hacerlo resurgir, eliminando lo que ha sobrevivido e imponiendo una gramática y un vocabulario que los hablantes reales no utilizan.
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Como desde los noventa, pienso. Luego existo.
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1912
Ayer, veinte minutos de lectura, los primeros veinte minutos de lectura en todo el mes.
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1812
Sus malas notas son mis malas notas.
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1312
Está visto: leer a los estoicos resulta una pérdida de tiempo.
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CÓMO PUEDE SER
Como desde los noventa, pienso que Borges es un escritor sobrevalorado. No fue capaz de escribir ninguna novela. Sus ensayos son confusos; sus críticas literarias, vitriólicas. Su poesía no puede resultar más prosaica. Únicamente algunos cuentos, lo admito, son pasables. Me gusta “El muerto”, aunque tampoco es que merezca aparecer en ninguna antología. Cada vez que hablaba de literatura, aprovechaba la oportunidad para criticar a Borges. Lo hacía, ya no lo hago, porque ya nadie sabe quién es Borges.
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CÓMO MIERDA PUEDE SER
Como desde los noventa, pienso que Bukowski es un escritor sobrevalorado. Sus novelas son seudoautobiografías llenas de asquerosidades. Sus poemas son un conjunto de palabras que carecen de la mínima coherencia. ¿Quién las escribía, él o el vino? Sus cuentos no sé lo que son, pero no son cuentos. Por no decir que trataba a las mujeres como un cromañón. Únicamente soporto Cartero, su primera autoficción. Cada vez que hablaba de literatura con alguien, aprovechaba la oportunidad para criticar a Bukowski. Lo ponía a caldo, sí, lo hacía, pero ya no lo hago, porque ya nadie sabe quién es Bukowski.
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BONUS
Empieza a registrar su basura: tres latas de atún en aceite de girasol Hacendado. Nada. Suspira y prueba con el número 24. Promete, pero al ver la carta de un instituto público se enfada y la deja. El 25 y el 26, decepcionantes. En el número 27 no vive nadie. Luego el 28… y se siente como Howard Carter: restos de comida gourmet, botellas de Chablis, folletos de un internado en Canadá. ¿El dueño? Leopoldo Santamaría de la Fuente. Declaró pérdidas en 2023. Ya se ha asegurado el bonus. Al inspector de Hacienda se le escapa una sonrisa satisfecha.
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TODO POR EL BONUS
Empieza a registrar su basura. Después de sacar la tercera lata de atún en aceite de girasol Hacendado, vuelve a cerrarla desanimado. Nada. Espera tener más suerte con la bolsa de basura del número 24. Parece más prometedora, pero cuando encuentra la carta de un instituto público, enfadado, la deja. Las del 25 y 26 no son mucho mejores. En el 27 no vive nadie. Llega al 28 y, de pronto, se siente como Howard Carter: restos de comida gourmet, botellas vacías de Chablis, folletos de un internado en Canadá. A ver, el 28 es… Leopoldo Santamaría de la Fuente. En 2023 declaró más de 45.000 euros en pérdidas. Sonríe. ¡Lo ha cazado!
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ÚLTIMO ALIENTO
No sabe si será capaz de matarla. No porque no tenga fuerza –ha hecho crujir cuellos más duros que un roble seco–, sino por la forma en que ella lo mira. Tranquila. Casi divertida. Como si estuviera esperando algo. Ajusta el garrote. Duda. ¿De verdad es una bruja? ¿Y si es inocente? Aprieta los dientes. Gira la manivela. El crujido habitual. Ella no grita. Solo sonríe. Y justo antes de que se le rompa el cuello, susurra: “Tardaste”. En ese instante, el verdugo siente que le falta el aire.
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MALDITA
No sabe si será capaz de matarla. Ha fantaseado con mil formas: una caída desde el balcón, llevarla al monte y abandonarla allí, ahogarla con un cojín por la noche. Rocío se largó con la del gimnasio y la dejó atrás, como también dejó la ropa vieja que se ponía para estar en casa y esos dos años de promesas. Podría simplemente llevarla a la puerta del maldito gimnasio y dejarla allí. Pero luego la ve dormir, hecha un ovillo en su suéter favorito. No sabe si será capaz de vivir sin ella... maldita gata.
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EL FRANCÉS
Le había inutilizado los frenos. El jardinero lo hizo con la delicadeza de quien poda rosas venenosas: sin guantes, pero con intención. El coche del señor de la casa se deslizaría como una lágrima por el precipicio. Alguna vez, doña Sonsoles le había prometido el mundo al jardinero. Pero se le escapó un detalle: ella estaba profundamente enamorada del cocinero francés. Un tipo bajito, con acento sospechoso y bigote de actor de los setenta.
Cuando hallaron el cuerpo del marido, doña Sonsoles lloró. No por la muerte. Por la cena: el francés también se había ido.
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GLORIA
Le había inutilizado los frenos. No por maldad, sino por responsabilidad piadosa: el otro era un peligro público, con esa sonrisa de víbora y esos trajes tan brillantes que parecían untados en grasa bendita.
La noticia del accidente fue recibida con muchas lágrimas. Nadie sospechó. Nadie salvo su madre, que me miró raro durante el responso. Pero ya estaba vieja, y yo, trajeado y de luto riguroso, parecía la encarnación del dolor elegante.
Un mes después, sin más candidatos, fui elegido por unanimidad.
Hermano mayor de la Cofradía del Santísimo Redentor. ¡Por fin!
Gloria al Altísimo. Y al freno hidráulico.
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Le había inutilizado los frenos. No fue un arrebato, fue pedagogía avanzada. El director llevaba años humillándolo en los claustros, retorciéndole el horario, lo más sangrante, impidiéndole una y otra vez ser jefe de Departamento.
El coche se precipitó por la ladera como un símbolo perfecto del sistema educativo: sin control, sin frenos, sin esperanza.
La investigación fue breve. Toda la culpa recayó sobre Dylan, el alumno más conflictivo del instituto, que había prometido en TikTok “reventar al viejo” y, por si acaso, portaba un destornillador.
Ahora Dylan vive en un centro de menores.
Y él ya es jefe de Departamento.
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PROMPT
Eres un cuentista lleno de humor negro, sarcástico. Vas a escribir el cuento sobre un hombre que estalla. Está harto. Harto de la gente que no respeta las colas, de los que se saltan el semáforo en ámbar, de los que bloquean el pasillo de supermercado, de los que tiran papeles al suelo, de los que miran el móvil, de los incívicos, de la gente que utiliza ChatGPT…
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REALISMO SUCIO
Esa noche saldrían a cenar un bocadillo de calamares. Iker tenía gustos bastos, pero era tan guapo que parecía ilegal. Aguantó el bocadillo –el pan grasiento, el aceite sospechoso– como una campeona, aunque cada bocado era una pequeña traición a su dignidad.
Lo que no pudo soportar fue cuando, entre mordisco y mordisco, él empezó a hablarle de Bukowski, como si citar a un dipsómano malhumorado fuera un truco infalible para seducirla. Masticó rápido, pidió la cuenta aún más rápido y, con una sonrisa perfecta, se largó antes de que Iker empezara a recitar poemas.
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LA NOCHE MADRILEÑA
Esa noche saldrían a cenar un bocadillo de calamares. Después, darán un paseo por Madrid y, quizá, tomarán dos o tres cañas en la plaza de Olavide. Caminarán por Malasaña, esquivarán coches, mirarán escaparates con nostalgia. Todo será igual y, sin embargo, distinto. El aire olerá a limpio, no a ozono quemado. Se cruzarán con gente que no les mirará juzgándoles. No hablarán del mañana. Solo disfrutarán. Hasta que la alarme suene, se reabra el portal y desaparezcan. Al instante, Madrid volverá a ser ceniza. Y ellos habrán regresado a 2077.
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DELICIAS DEL PODER
Esa noche saldrían a cenar un bocadillo de calamares. Otra vez. Lo odia. El pan gomoso, el rebozado aceitoso, el olor que se pega a la ropa. Fingirá una sonrisa para las cámaras. “Tradición, cercanía”, le ha dicho su estratega. Cada bocado será un Tourmalet. Pensará en el salmón ahumado y el Chablis que le esperan en casa. Pero no. Calamares otra vez. El camarero le guiñará un ojo. “Está bueno, ¿eh?” “Sí, claro, por eso la última vez que estuve aquí fue hace cuatro años, en la campaña anterior”, le gustaría poder responder.
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BOCADILLO DE RENCOR
Esa noche saldrían a cenar un bocadillo de calamares. Su mujer, su hermana y su cuñado, que había repetido hasta el cansancio que no soportaba los calamares: le parecían gomosos, insípidos, vulgares. Pero tendría que comérselos. Porque la cita era en la Plaza Mayor, en ese bar grasiento que había despreciado tantas veces con desdén académico. Fingía cortesía, pero su mirada lo delataba. Él lo observaba en silencio, conteniendo una sonrisa. Masticaba despacio, resignado. Él también odiaba los calamares. Pero a veces, el rencor se sirve entre panes.