Hoy han venido los nuevos propietarios. Les he oído decir que van a desmantelar la casa. Borrarán todos los recuerdos. Allí, en aquel rincón, Cristinita dio sus primeros pasos. La pared todavía conserva la marca que dejó Álex con el triciclo. En el parqué continúa el arañazo que mi cuñado, la última Navidad que nos visitó, hizo moviendo la mesa. El grifo de la cocina, que tantas veces me pidió Marina que arreglara, sigue todavía goteando. Abajo, en el sótano, nadie ha desclavado aún la punta en la que enganché la cuerda.