sábado, 2 de abril de 2022

Papelera

Ray Bradbury: “Grita. Salta. Juega. Deja atrás a esos hijos de puta. Ellos nunca vivirán como tú. Anda. Hazlo”.

Cenicienta salió encantada del baile. Encontró a su príncipe azul. Se enamoró de uno de los camareros de la fiesta.
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Si la naturaleza es sabia, ¿por qué permitió que el Australopithecus afarensis evolucionara a Homo habilis?
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¿Lo de Carlos IV, María Luisa de Parma y Manuel Godoy era una trieja?
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El replicante quiso ser mejor persona: comenzó a decir mentiras.
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Quiero mucho a Adela, tanto que no le he hablado de Trini, mi mujer.
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Mi marido se acuesta con la vecina del 5º F. Ella trabaja en una agencia de viajes y, la verdad es tan guapa que, sinceramente, podría aspirar a algo mejor.
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Muy joven, quiso dar sus primeros pasos en el mar. Estuvo a punto de ahogarse.
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EL COLMO
Visitando la India, a Borges se lo comió un tigre.
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Shostakóvich tuvo suerte: Stalin no quiso que se le ejecutara.
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Hace cinco siglos, uno de sus antepasados limpiaba el orinal del rey y, claro, él no ha tenido que dar un palo al agua en toda su vida.
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EL COLMO
Ahora que es tuerto, apunta mejor.
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Cuando las tropas rusas abandonaron Ucrania, el país quedó desnazificado.
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¡QUÉ ERROR, QUÉ INMENSO ERROR!
Creó al hombre a su imagen y semejanza.
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PIGMALIÓN
El mayordomo hizo lo que se esperaba de él: mató a su amo en la biblioteca.
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Adán dijo que no podía pagar la manzana porque aún no se había inventado el dinero. Sordo a esas razones, fue expulsado.
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OKUPAS
Cuando el oso cavernario iba a empezar la hibernación, descubrió que en la cueva se habían metido unos trogloditas.
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–Teníamos un matrimonio abierto.
–Pero os divorciasteis, ¿no?
–Sí, cuando ella se enteró.
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Cada vez que Antoñita se sube a la báscula, le pesa.
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El TPI le condenó a asistir a sesenta sesiones de Invasores Anónimos.
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La reunión de Insomnes Anónimos era a las dos de la mañana.
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Las reuniones de Tertulianos Anónimos siempre acababan a gritos.
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Cuando el narrador despertó, el lector ya no estaba allí.
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El paciente no tenía mejora. Seguía insultando a los sanitarios.
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–Con menos burocracia, se recaudarían menos impuestos.
–Con menos burocracia, se necesitaría recaudar menos impuestos.
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EL COLMO
Aníbal tenía la nariz roma.
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Para contentar a sus padres, elige un buen partido: el PSOE.
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–Las eléctricas obtienen beneficios caídos del cielo.
–Pues yo creo que esos beneficios les caen más bien del BOE.
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Todo acaba llegando, hasta la partida de matrimonio.
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–¿Pusieron al acusado en el potro?
–Lo pusimos, ilustrísimo señor, pero tuvimos que bajarle.
–¿Confesó?
–No. Al poco de empezar, al verdugo le dio un tirón en el brazo.
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–Ama al prójimo como a ti mismo.
–Mejor, no.
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Era tan casto que nunca utilizaba verbos copulativos.
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–¿Por qué estás tan enfadado?
–Un cabrón de policía me multado. El muy hijo de puta me ha dicho que le he insultado.
–¿No probaste a decirle que tienes el síndrome de Tourette?
–¿Eres imbécil o qué? ¿Por qué iba a decirle yo esa gilipollez?
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Dejó de salir con el hombre invisible porque no podía verlo.
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Herodes no hacía distingos: mató a todos los niños, incluidos sus hijos.
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–¿No te molesta ser una nulidad?
–¿A mí? No. La de enemigos que no tengo.
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Su cuarto era tan pequeño que él lo llamaba su octavo.
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Cuando le enseñaron su cuarto, preguntó si no tenía un mitad.
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DECÁLOGO PARA LOS USUARIOS DE ESTA FOTOCOPIADORA
1. No se muestre nervioso o impaciente. La máquina lo notará y no funcionará.
2. No dé patadas a la máquina. Usted podría lastimarse.
3. No insulte a la máquina. No puede oírle.
4. Por si acaso, recé una oración a San Judas Tadeo.
5. Piense si realmente necesita meterse en el berenjenal de tratar de sacar una fotocopia.
6. Compruebe que haya folios.
7. Antes de utilizar esta máquina, es recomendable leer El camino del arquero, de Paulo Coelho. Aprenderá serenidad.
8. No llame al técnico. Le dirá que la máquina funciona perfectamente.
9. En caso de llamar al técnico, tenga a la vista el libro de instrucciones. Así pareceré que lo ha leído.
10. Compruebe que la máquina está encendida.
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El tertuliano gugleó durante la breve pausa publicitaria. Se convirtió en todo un experto en Ucrania.
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Mi hijo de diez meses no deja de darme la lata. ¿Será de ultraderecha?
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INFLACIÓN
Regatearon durante meses la cantidad que la familia tenía que pagar por el rescate. Empezaron pidiendo un millón de euros y, después de rebajar sus exigencias, acabaron aceptando un millón de euros.
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EXPERTO
A veces, para los interiores, Kwon recurre a la perspectiva lineal. Sin embargo, habitualmente emplea la aérea. Siempre. Siempre, claro, que no tenga que representar al Gran Líder. En ese caso debe utilizar a la perspectiva jerárquica.
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La agencia de viajes en el tiempo ofrecía viajes sólo de ida, a mitad de precio, a Hiroshima.
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Jesús fue sancionado por no nombrar a un apostolado paritario.
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QUIEN A HIERRO MATA…
A Dios le suspendieron la cuenta en Twitter por alentar a la violencia.
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Los Actores Anónimos sólo se reunían una vez al año: la noche de entrega de premios de la Academia.
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Me gusta leer su libro favorito.
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Te seguiré porque me interesa lo que escribes o no te seguiré porque no me interesa lo que escribes o no he tenido tiempo de ver lo que escribes, pero lo que no haré será seguirte para que me sigas y, luego, dejar de seguirte.
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Le propusieron a Enrique VIII ofrecer el trabajo a un escultor que había sido capaz de superar al más grande. Aceptó.
Así fue como contrató a Pietro Torrigiano, que había derribado a Miguel Ángel de un puñetazo.
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PENA CAPITAL
En Madrid se pagan más impuestos que en ningún otro sitio.
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Se me ha puesto la piel de gallina cuando he llamado a la consulta del dermatólogo y me han dado cita para dentro de cuatro meses.
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–No te quiero –me dijo.
Me di la vuelta en la cama y me quedé mirándola. Pero no le respondí, aunque me hubiera gustado señalarle que ya me había dicho eso tres meses atrás.
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Aquel político siguió una conducta ejemplar. Le he tomado como modelo para mentir.
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¡Perdónalos, señor, porque no saben lo que sabrán!
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–¿Y tú por qué eres calvinista?
–Prefiero pensar que todas mis desgracias son culpa de Dios.
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El capitán se hundió con su barco. No sabía nadar.
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¿Qué tal mil euros?, le dije. Pero él se empeñó en doscientos cincuenta. Le hice una contraoferta: setecientos. Siguió plantado en los doscientos cincuenta. No bajaré de los quinientos, le aseguré. Entonces me dijo que doscientos cincuenta o nada. Seguí intentándolo con cuatrocientos, trescientos cincuenta, trescientos. Por amor propio, no bajé más: él también debía ceder. Pero él no cedió. Siguió ofreciendo doscientos cincuenta. Por no ceder, se lo acabé entregando gratis. 
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¿Por qué voy a ir a su entierro si él no va a venir al mío?
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–¿Puede explicarnos cómo escribe?
–Escribo a fuego lento.
–¿Y eso qué quiere decir?
–Que me gustan las frases hechas.
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A Mariana, que quiso ser soprano, le gustaba cantar las notas en las sesiones de evaluación.
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Después de casi un cuarto de siglo persiguiendo el misterio, el investigador de lo oculto recibió una terrible revelación: el otorrino le dijo que lo que escuchaba no eran psicofonías, sino acúfenos.
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CINCO SEMANAS EN GLOBO
Después de cinco aterradoras semanas sobrevolando el océano, los vientos del oeste les llevaron a la India.
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–¿Y ahora por qué quiere conquistar Putin Kazajstán?
–Siberia está llena. Y a algún lugar tiene que llevar a los deportados ucranianos.
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–¿Qué es lo que le pasa?
–Soy adicto al sexo, doctor.
–Ah. ¿Y cuántas veces lo practica al día?
–¿Al día? Siempre estoy pensando en el sexo, pero hace más de diez años que no lo practico.
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–Presidente, ¿no le preocupan los números rojos?
–¿A mí? No. Soy daltónico.
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Es muy generoso. Le gusta dar lástima.
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Teme el túnel, pero más que le llamen cobarde.
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37+12
Querían verificar si no era un robot, pero lo único que descubrieron fue que no sabía matemáticas.
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La liebre habría ganado a la tortuga si no hubiera sido por aquel fabulista.
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Antes, cuando un matrimonio se gritaba, el marido dormía en el sofá. Ahora, cuando un matrimonio se grita, el marido duerme en el calabozo.
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Y yo que no sospeché nada cuando Javi propuso que el fin de semana nos fuéramos de ruta con Ramón y con la fulana de su mujer.
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Cuando me propuso hacer el amor, fui al baño y miré un tutorial en YouTube.
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–Que por qué quiero llevarle a juicio, pues porque creo en la justicia.
–Pero, hombre, no seas ingenuo.
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El último hombre sobre la Tierra llega a la puerta de la antigua casa de su novia. Llama.
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–Estoy harto de que el Gran Hermano me vigile.
–¿Y por qué no apagas el móvil?
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A los ministros y ministras nos preocupa la salud mental de los españoles y españolas. Por eso no contamos la situación real de la situación económica.
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Dios decidió asegurarse, por eso avisó del diluvio a Noé y a Deucalión.
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–Pero ¿qué ves en aquel highlander?
–En casa soy yo la que lleva los pantalones.
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–El abuelo no me perdonará nunca: he perdido las llaves.
–Pues haz una copia.
–Es que se trata de las llaves de la casa que nuestros antepasados tuvieron que abandonar en 1492, cuando fueron expulsados de España.
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Carlos IV y Alfonso XIII se exiliaron en Roma. Isabel II se fue a París. Juan Carlos I huyó a Abu Dabi. Leonor se marchó a vivir a Seattle (estado de Washington).
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Comiendo, mi cuñado dijo que había echado gasoil en una gasolinera en la que el litro costaba menos de tres euros. Puestos a contar historias, le aseguré que el Atlético de Madrid había firmado ya a Mbappé.
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Aquel hombre embozado me llevó a lo que dijo era un coto de caza y me entregó una escopeta y cinco cartuchos. Traté de explicarle que a mí no me gustaba cazar. Me aclaró que yo no era el cazador.
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¡Qué locura! Han bombardeado un psiquiátrico.
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No tenían nada que decirse, así que siempre estaban haciendo el amor.
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–No lo soporto. Eres un conformista.
–Lo que tú digas.
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–Le pregunté si me quería.
–Pues si tienes que preguntárselo.
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El boxeador no estaba sonado, tenía acúfenos.
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Las historias del abuelo eran muy extrañas. Contaba que, cuando era niño, la mayoría de la gente vivía en la zona prohibida, ese territorio que mata a los que se acercan a él, que nadie cazaba, sino que te llevaban la comida a casa, que no se utilizaban herramientas de piedra.
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–¿Te fías de mí?
–Claro que me fío de ti, pero prefiero seguir apuntándote con mis misiles nucleares.
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El último hombre sobre la Tierra llega a la puerta de la casa de la mujer que, hace años, le dijo que necesitaba tomarse un tiempo. No se atreve a llamar.
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Nunca ha soportado la colonia que lleva la vecina del 4º D. Y menos ahora que su marido viene todos los martes impregnado en ella.
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–¿Tú marido es escritor?
–Bueno, sí. Un escritor asintomático.
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No les quedó otra que dar de alta a aquel paciente crítico que se quejaba de que los médicos no le hacían caso, de que las enfermeras se mostraban groseras, de que los celadores eran bruscos, de que el personal de limpieza era descuidado.
Las historias del abuelo eran muy extrañas. Contaba que, cuando era niño, la mayoría de la gente vivía en la zona prohibida, ese territorio que mata a personas y animales que se acercan a él, que nadie cazaba, sino que te llevaban la comida a casa, que no se utilizaban herramientas de piedra.
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FRICTORIA
Josep Borrell, alto representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea: “Corte el gas en sus casas, disminuyan la dependencia de quién ataca a Ucrania”.
Cuando pusimos la calefacción a 19º, los rusos fueron expulsados de la región de Kiiv. Las tropas rusas fueron arrojadas de Ucrania cuando bajamos a 17º. Haciendo un último esfuerzo, quitamos la calefacción: las tropas ucranianas llegaron a los arrabales de Moscú.
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–Me gusta ver salir el sol.
–Pero si te levantas todos los días a las doce.
–Pues eso, que lo veo salir entre los rascacielos.
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Creo que, a pesar de que puso matarratas en mi café, de que echó lejía en la botella del agua mineral, en el fondo, me ama.
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INEVITABLE
Después del trasplante de hígado, el agente 007 tuvo que retirarse.
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–Me han dicho Nuria tiene novio.
–Sí, es verdad.
–Un hombre mayor. Tiene cincuenta años. Le lleva…
–Sí, más de veinte años.
–Será muy rico, ¿no?
–No, qué va.
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Su reflejo le espera, impaciente. Se toma el brebaje. Le sabe a rayos.
–¿Qué tal? –le pregunta el hombre de la bata blanca.
El hombre de la capa negra se acerca al espejo y no ve nada. No ha funcionado.
–No ha funcionado –le dice al hombre de la bata blanca.
Se miran. El hombre de la capa negra se da cuenta de que el hombre de la bata blanca está sudando. De pronto, se siente sediento; es como si no hubiera bebido jamás. El hombre de la capa negra se pregunta qué sabor tendrá la sangre del hombre de la bata blanca.
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Podrían confundirla con la de papá, así que alenté que fuera desastrada, se taladrara las orejas y se hiciera un tatuaje en la cara. Cuando vio a mi novia, papá hizo un gesto de desagrado. Luego, en un aparte, me dijo que no le gustaba. Fui sincero: yo le dije que a mí tampoco.
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Hay amores que no lo abarcan todo. Por ejemplo, a mí me gusta Borges, pero también Stephen King.
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–Yo soy adicto al sexo.
–¿Siempre estás haciéndolo?
–Ojalá. La verdad, hace años que no lo hago. Siempre estoy pensando en el sexo.
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Su reflejo le espera, impaciente. Hace años que no visita su mansión. Recorre largos pasillos cubiertos por telarañas. Sube las ruidosas escaleras de madera que llevan a la torre. Alcanza el despacho lleno de libros que nunca leerá. Se mira al espejo. Se ve tan bien como siempre. Pero no es un espejo, sino un retrato al óleo que un famoso artista, cuyo nombre ha olvidado, le hizo tres siglos atrás.
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–¿Sabes que Daniel Guzmán ha hecho algo imperdonable?
–¿Ese Daniel Guzmán al que no puedes ni ver?
–El mismo.
–¿Al que siempre estás criticando?
–Ese, ese.
–¿Y qué ha hecho?
–El muy imbécil se ha muerto.
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Podrían confundirla con la de papá, pero era la mía. Exactamente igual que la suya. De hecho, podrían parecer hermanas. Pero no era la de papá. Y me daba envidia. Así que un día en que estaba en viaje de trabajo, metí la mía en el armario y rescate la suya. Y dormí con ella. No fui lo que pensaba, porque la muñeca tenía su olor.
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Harto de que el Gran Hermano mirara lo que hacía, apagué el móvil.
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Cuando desperté, yo no estaba allí.
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El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta.
–¡Está abierta! –grita.
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SENTIDO DE LA INICIATIVA Y ESPÍRITU EMPRENDEDOR
–¿Qué tal mil euros? –me preguntó.
Le miré sin poder disimular mi sorpresa. ¿Mil euros? ¡Qué barbaridad! Juan Luis me había dicho  que lo normal eran cien, doscientos euros. Durante un instante estuve a punto de regatear, pero había sacado una navaja y jugueteaba con ella. Tendría que pasar todo el año en el taller. Chapa y pintura. Neumáticos. ¿Quién sabe qué? Y, después de todo, ¿qué eran mil euros? Cien al mes. Me lo podía permitir.
–Vale –dije–. Pero ahora sólo llevo doscientos. Te daré el resto mañana.
–Bien, profe, pero recuerda que también tienes que aprobarme Sociales.