domingo, 28 de octubre de 2018

Papelera

Marguerite Yourcenar: “Hubo lo bueno y lo regular, así como lo peor”

Cuando visitó Roma, le ofrecieron al presidente iraní dos hojas de parra para que se las colocara en los ojos.
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Me dijo que era tan feo que mejoraría sin cara.
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Ínsula Barataria: Porción de tierra rodeada de imaginación por todas partes.
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Le gustó tan poco ese príncipe que Cenicienta tuvo cuidado de no dejar olvidado un zapato.
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A Cenicienta le sorprendió descubrir que le había gustado más la hermana del príncipe que el propio príncipe.
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No murió en Lepanto. No se lo llevaron a Estambul. No se embarcó a América. Fracasó en el teatro. El Quijote se abría paso.
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A Cenicienta lo que más le apetecía era bailar con la hermana del príncipe.
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Me dijo que me trataría como a una reina. Sabiendo lo que le ocurrió a María Estuardo y a María Antonieta, bloqueé su número en mi móvil.
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Tenía un problema de déficit. Le faltaban medio millón de palabras para ser escritor.
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Las buenas noches empiezan cuando se termina la botella de cava.
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Las buenas noches empiezan con una copa de cava y acaban con una botella.
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Los astrónomos han encontrado tan vulgar el planeta Dulcinea que en petit comité lo llaman Aldonza Lorenzo.
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Al poco de llegar los invasores, los terrícolas comenzaron a morir víctimas de las bacterias alienígenas. La guerra de los mundos fue breve.
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Caminar por la calle se le hace difícil a la top model: le clavan miradas y le disparan piropos.
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A la loba le daba igual lo que contara la leyenda. Cuando encontró a Rómulo y Remo, los devoró de una sentada.
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Shakespeare no escribió Hamlet. Cervantes no escribió El Quijote. Yo no estoy seguro de haber escrito este tuit.
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No soportaba que la miraran los miopes. Pensaba que desaprovechaban su belleza.
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CRUCE DE MIRADAS
F mira el escote de C. C mira la entrepierna de J. J mira la cartera de F y de N. N se mira en el espejo.
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SANGRE ESPESA
Tiene que cambiar continuamente de ciudad. Apenas ha salido dos o tres noches y ya corre la voz de que está allí. Entonces debe pensar en mudarse porque la gente está muerta de miedo y su sangre se vuelve líquida. Y a él sólo le gusta la sangre espesa.
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–¿Cara o cruz?
–Cara.
Lanzó la moneda al aire y salió cruz.
Tuve que quitarme la cara.
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INÉDITA
Fue un rodaje peculiar. El director se echó la cámara al hombro y comenzó a seguirnos por todos lados: nuestra casa, la calle, el exterior del banco, el banco, la furgoneta en la que huimos. Salió una magnífica película documental. Lástima que el juez la requisara.
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Señoría, soy inocente. Le dije al cirujano que me pusiera una cara como la de Brad Pitt, no la de Brad Pitt.
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EFECTO PIGMALIÓN
Me he acabado convirtiendo en el cuarentón desencantado que mi espejo me muestra todos los días.
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No le gusta esta ciudad porque la gente está muerta. Lleva diciendo lo mismo desde que llegó, hace ya ciento sesenta y dos años. Creo que ha tenido tiempo de encontrar otra excusa. A mí, por ejemplo, no me gusta vivir aquí porque la mayoría de los habitantes del cementerio son muy descuidados en su aspecto. Algunos incluso no tienen pudor en pasear con los huesos al aire.
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Conocí a un Alonso Quijano. Le gustaban las novelas del Oeste. Un día se colocó el cinturón de pistolero. Desapareció.
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Cenicienta comenzó a discutir con el hada madrina. ¿No podría dejarla por lo menos hasta las una y media?
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Era un crimen tan vulgar que el inspector tuvo que dejar una carta del tarot en la escena del crimen.
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Don Quijote nunca hacía trampas. No quería que su libro se confundiera con una novela picaresca.
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El alumno y el profesor hacían trampas en los exámenes: uno se copiaba y el otro fingía que no se daba cuenta.
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Catorce años, tres meses y doce días después de que decidiera suicidarse, murió por fin de cirrosis hepática.
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El tribunal religioso condenó a Narciso a cien latigazos por proclamar abiertamente su amor por un hombre.
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Lo que más intrigó a los expertos no fueron los cuernos que le estaban saliendo en la cabeza sino su soltería.
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Sansón Carrasco no pudo casarse con la sobrina de Alonso Quijano, como quería. Después de todo, él tenía también un pasado de caballero andante.
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ZEUS Y ABBA
Me pilló de sorpresa cuando Zeus y Abba me dijeron que querían irse de vacaciones. Las necesitaban. Al parecer, tenían que descansar de mí. Era la primera vez que nos separábamos. A mí me dejaron en un hotel.
Allí me trataban muy bien. Me daban de comer todo lo que quería y en grandes cantidades. Tomaba unos desayunos pantagruélicos. Hacía senderismo. Bajaba a la playa. Subía a la montaña. Aprendí a pescar. Incluso me apunté a un curso de buceo. No me podía quejar. Sin embargo, me sentía muy solo. Echaba de menos sus ladridos despertándome por la mañana.
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No quiso ser descortés con los buitres que llevaban horas sobrevolándole, así que se dejó caer muerto.
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LAS METAMORFOSIS
Cuando se ha despertado hoy después de un sueño intranquilo, se ha encontrado sobre su cama convertida en una monstruosa lagartija. Se siente extraña. No entiende lo que ha pasado. Quizá su hermano Gregorio encuentre una explicación. Se arrastra hasta su habitación, confiada en que él sepa lo que le ha ocurrido.
Sin embargo, cuando entra en el dormitorio, descubre en él una enorme cucaracha. Sin saber muy bien por qué lo hace, se la come de un bocado. Demasiado tarde, comprende que acaba de devorar a su hermano. De pronto piensa en sus padres. ¿Qué pensarán de todo esto?
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Nos mudamos a un escritor que no describiera a los personajes con tópicos.
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–Tu novia es una bruja.
–No, mamá. Es una princesa.
–Espera a que tenga mi edad.
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La consejería de Sanidad comenzó a subvencionar viajes a Lourdes.
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La consejería de Sanidad contrató a cien curanderos.
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Rompió la única botella que salvó del naufragio para evitar la tentación de pedir ayuda en un mensaje.
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Los pastores echaron a correr cuando sus rebaños de ovejas se convirtieron en salvajes ejércitos.
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El policía gritó a los hombres y mujeres que lloraban:
–¡Os enseñaré a llorar con motivo!
Y les lanzó una bomba lacrimógena.
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Me bebí de un solo trago todo el contenido del vaso y un fantasma me dio la bienvenida.
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Odiaba la noche y especialmente aquella en que sus padres le concibieron.
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No dejo a la bella quiromante leer mis manos para que no adivine lo que me gustaría hacer con ella.
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VIAJE A LA LUNA
Salió de su cámara y recorrió los pasillos. Llegó por fin al patio donde estaba el caballo. Le acarició el lomo. Miró el cielo y contempló la luna llena. Allí quería ir. De un salto, se subió al lomo de madera. Pensó si tenía que taparse los ojos, como la vez anterior. Decidió que no. Por unos instantes, dudó. ¿Qué enemigo podría encontrar allí arriba? ¿Qué extrañas aventuras le esperaban allí arriba? Recordó los versos del poema de Gandalín: “Al soberbio que intenta hollar la luna”. ¿Era un soberbio o sólo un curioso? Pensó en la gloria que alcanzaría si llegaba a la Luna. Todo el mundo conocería sus hazañas. Dulcinea se sentiría orgullosa de él. Sin más titubeos, don Quijote movió la clavija. No ocurrió nada.
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Disparé a la pared, señor juez. Fue el difunto quien se interpuso en la trayectoria de la bala.
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Los regidores fueron a Got Talent para dirimir quién de ellos era el mejor rebuznador. Los dos pasaron a la final.
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En las Islas Vírgenes lo único impuro es el dinero.
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El conde miró la hora: las doce. Hora de salir. Abrió el ataúd. Antes de morir abrasado, comprendió que el reloj estaba adelantado.
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El edificio estaba ardiendo. Salté por la ventana. Cuando llegué al suelo, me desperté sobresaltado.
–¿Qué te pasa? –me preguntó mi mujer.
–Nada –le respondí.
Cerré los ojos y traté de dormirme de nuevo. No lo conseguí. Pensé en todos los que habían muerto quemados.
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El caballero, harto de salvar a princesas ingratas, se quedó en casa leyendo.
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No le gustaba reciclar. A nadie le sorprendió que se reencarnara en hongo comedor de plástico.
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Sus conferencias sobre el cambio climático tuvieron tanto éxito que pudo comprarse una casa de quinientos metros cuadrados.
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El cura y el barbero, cansados de revisar los libros de la biblioteca de Alonso Quijano, comenzaron a arrojar cientos de volúmenes y pliegos a la hoguera sin mirarlos. Uno de los libros que se quemó fue El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, el original. Menos mal que Cervantes encontró otra copia en la alcaná de Toledo.
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Mhorhfhe encontraba triste tener tres pechos y que allí no hubiera ni un solo hombre que se los pudiera tocar.
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La demanda de Sancho contra la sobrina de Alonso Quijano por no entregarle los tres pollinos ha llegado ya a Estrasburgo.
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Cuando Carlos Boyero pone a parir una película, sé que tengo que ir a verla.
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Simplemente para verla feliz, el niño acepta que su tía le compre un Kinder Sorpresa.
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Era un escritor que nunca tiraba ningún cuento. Si un editor o una revista lo rechazaban, lo reaprovechaba. Tenía muy presente las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar. A veces, se limita a reescribirlo en tercera persona. Cambia el sexo del personaje protagonista. Modifica el principio o el final. Añade. Quita. Cuando termina de reescribirlo, lo envía. Si lo rechazan, vuelve a intentarlo. Lo escribe en primera persona. Hace que la acción se desarrolle en Hungría. Deja el final más abierto. Lo reenvía.
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Dejó de ser discípulo de Sócrates porque no quería conocerse a sí mismo.
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Doscientos mil entre trescientos son… Nada, que no le salían las cuentas. Las matemáticas no se le daban nada bien a Leónidas.
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Cuando don Quijote se abrió una cuenta de Twitter, veía troles por todos lados.
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Al calor de la hoguera, los monstruos contaban terroríficas historias de hombres.
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Tuvo tanto éxito acumulando lágrimas que llegó un momento en que no sabía qué hacer con ellas.
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Catalina II de Rusia hizo que la retrataran fea. Quería que la posteridad creyese que todo lo había conseguido gracias a su inteligencia.
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De tanto leer libros de caballerías, Ignacio de Loyola recuperó la cordura y abandonó el ejercicio de las armas.
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La Diosa de las Tres Tetas encontraba incomprensible que el Dios del Gran Ojo no la mirara.
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Aquel manco, veterano de las guerras de Italia, se vengó de Maritornes con la pluma. No soportó que eligiera al arriero.
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Para el banquero, el día de las elecciones era una jornada de descanso.
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Puso la calefacción al máximo, pero no consiguió que ella se quitara ni el chaquetón.
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Para mañana, 16 de enero de 2098, la AEMET alerta de una bajada drástica de las temperaturas hasta los 45º.
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Cuando llegaba el verano, la Reina de las Nieves se iba de vacaciones al Ártico.
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PADRENUESTRO
–Reza un Padrenuestro y tus pecados serán perdonados –me aseguró el cura.
Empecé.
–Padre Nuestro, que estás en los cielos, santifi…
El verdugo no me dejo terminar. Abrió la trampilla y me mandó directamente al infierno.
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En el Congreso Nacional de Videntes no ha habido acuerdo sobre la fecha en que se formará el nuevo gobierno.
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Tardé menos de una estación en enamorarme de ella. Sin embargo, lo nuestro duró sólo dos estaciones. Se bajó inesperadamente en Gran Vía.
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Me invitó a pasear por su jardín de Venus. Le dije que necesitaba una poda.
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La Inspección de Trabajo multó a don Quijote por tener trabajando a Sancho sin contrato de escudero.
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–El arroz está riquísimo –me dijo mi mujer.
No puede evitarlo. Es una destripatramas.
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Todos idolatraban a Johnny Depp, pero sus ritos de adoración eran muy heterodoxos.
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Fue un rodaje peculiar. No me desanimo tener sólo una cámara. Me la eché al hombro, salí a la calle y comencé a rodar. Un largo plano secuencia. Hunter S. Thompson estaría orgulloso de mí. Seguí a una chica durante un rato, hasta que apareció su novio y me mostró el puño. Luego me encontré con un borracho, que me dio mucho juego. Me contó treinta años de aventuras alcohólicas. Todo un Bukowski andaluz. Le estuve pagando copas hasta que se quedó dormido en la barra. Salí a la calle para seguir rodando. Fue entonces cuando unos gamberros me robaron la cámara.
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Pulsó la tecla reset y volvió al momento en que salía del vientre materno.
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Siempre tenía la cabeza en las nubes. Al final, sucedió lo inevitable: un avión de pasajeros chocó con ella.
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Son prudentes, juiciosos, realistas. Aceptan por principio que los gigantes son molinos de viento.
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La primera vez que Megatron llegó a la Tierra, tuvo que transformarse en molino para protegerse de un fiero caballero andante.
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Cide Hamete Benengeli denunció a Cervantes por plagio. Desgraciadamente, le expulsaron de España en 1609.
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Los revolucionarios tardaron poco en advertir que el rey no era inviolable.
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En su defensa, el lobo dijo que mató a Caperucita por maleducada, por impertinente, por preguntona.
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Me regaló una pulsera con el símbolo del infinito. Me dieron 200 euros por ella en la tienda de empeños.
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–¿Dónde está la princesa? –preguntó el caballero.
–Es que anoche… me dio mucha hambre –respondió el dragón.
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Pierre Ménard ha manifestado en una entrevista que todavía no se siente preparado para escribir el Quijote de Andrés Trapiello.
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Aunque dejó de ser gobernador, Sancho aprendió al menos un nuevo refrán: lo baratario sale caro.
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HÉROE SECRETO
Estaba dando un tranquilo paseo por el campo cuando la vi. Aleteaba inocentemente. Desde luego, comencé a perseguirla. Bajó. Subió. Giró. Cuando por fin pude atraparla, la aplasté contra el suelo. Seguí mi paseo contento de haber evitado en China una inundación o un terremoto. Sin embargo, como otras veces, nadie me agradecería haber matado aquella mariposa.
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A LA HORA SEÑALADA
La sentencia tenía que ejecutarse a las doce y cuarto del miércoles 3 de febrero. El juez había sido muy claro en eso. El reo pensó que sólo tenía que hacer todo lo posible para llegar tarde. Se levantó a las diez de la mañana. Tardó una eternidad en tomar el último desayuno, que había hecho traer expresamente de su cafetería preferida. Luego, cuando llegó el cura, le contó todos los pecados y pecadillos que había acumulado desde los trece años. No acabó con el sacerdote hasta las dos de la tarde.
Cuando lo sacaron de la celda, advirtió al alcaide que había pasado la hora de la ejecución.
–Ya veremos.
Subió al cadalso a las dos y media. Un alguacil leyó morosamente los diez pliegos de la sentencia. Terminó a las tres pasadas.
–Proceda –dijo el alcaide al verdugo.
–¡Ha pasado la hora! –gritó el preso.
El verdugo le arrancó el reloj y cambió las manecillas.
–Mira. Son las doce y cuarto.
El preso iba a protestar de nuevo, pero el suelo se abrió bajo sus pies.
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Por fin, después de veinte años de preparación, presentó las dos mil páginas de su tesis sobre El dinosaurio de Monterroso. 
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Cuando don Quijote vio unos gigantes en lontananza, decidió ignorarlos y darle un chasco al sabio Frestón.
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Me leyó la mano y me aseguró que ganaría la lotería. Me pidió que le diera una propina. Le respondí que cuando cobrara el premio.
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En 2056 ya no se hacían remakes, sino re-remakes y re-re-remakes.
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Se levantó, fue a la sala contigua y pidió a la película de superhéroes que se dejara de tantos gritos y explosiones. Le distraían.
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Durante la película, le confesé cien veces mi amor. Como siempre, Uma Thurman me trató como si no existiera.
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Estaba esperando la nueva película de Gus Van Sant, Batman y Robin.
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MILAGRO BALDÍO
Los invitados estaban tan bebidos que no advirtieron que Jesús había convertido el agua en vino.
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La liebre se puso a discutir con el fabulista, que no la creía capaz de ganar la carrera. Y la que llegó primera fue la tortuga.
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Cuando a Narciso le regalaron el espejo, sintió amor a primera vista.
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Al presidente le gustaba viajar en metro. En todos los convoyes siempre dejaban un vagón vacío para él.
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La Universidad de Bucarest ha concedido a Vlad Tepes a título póstumo –o quizá no, ¿quién sabe? –el doctorado horroris causa.
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Con la tesis consiguió un aprobado raspado, pero la antítesis logró un sobresaliente cum laude.
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Hiciera lo que hiciera acabaría igual que todo el mundo, tumbado en la cama con un tubo en la nariz preguntándose: ¿Será esto todo?
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Cuando entré en Estados Unidos, el policía de aduanas me preguntó si tenía algo que declarar. Me acogí a la quinta enmienda.
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El toro, aunque fue indultado, no estaba contento. Creyó que se merecía las dos orejas del torero e incluso el rabo.
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La paradoja es que el banquero murió por culpa de un banco de niebla.
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Me pagaban por pensar, aunque no me dijeron en qué.
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El hombre-lobo estaba tan hambriento que devoró al lector en el capítulo segundo.
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Dejaos de cascabeles y de tonterías. Lo que tenemos que hacer es comernos el gato.
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Intentó robarme el corazón. Se llevó un chasco cuando descubrió que no tengo.
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Soy tan pobre que mis sueños son de pacotilla.