domingo, 2 de diciembre de 2018

Verne

Cogí un grueso volumen y emprendí el viaje. No sé si duró ochenta días o cinco semanas; perdí la noción del tiempo. Me subí a una extraña máquina que se llamaba –no lo recuerdo bien– Nautilus o Albatros o simplemente Gigante de Acero. Recorrí leguas y leguas, por lo menos veinte mil, aunque quizá fueron más. Navegué por debajo del mar y atravesé el interior de la tierra. Me encontré a hombres y bestias antediluvianas. Atravesé el Ártico, el África austral y la Antártida. Rocé la Luna. Visité, en verdad, todos los continentes. Estuve bajo muchas banderas. Conocí a princesas y a tiranos, a muchos locos. Llegué a la última página. Y estaba de vuelta a mi habitación.