sábado, 10 de agosto de 2019

Papelera

Charles Bukowski: “No hay defensa/ excepto todos los errores/ cometidos”.

Tengo una buena idea. Y para no serlo. Me ha costado trescientos euros.
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Llueven hombres y mujeres que, distraídos mirando el móvil, no han visto la grieta que se ha abierto en medio de la calzada.
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Está saciado después de tragarse dos entremeses de Cervantes.
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La marquesa salió a las cinco de la mañana, completamente agotada. La reina estaba profundamente dormida.
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Abanicarse le daba mucho calor.
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–No tienes sentido del humor.
–Ahora mismo entro en Amazon y compro uno.
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Esta mañana, al despertarme, esperaba un día ajetreado, pero, la verdad, ha sido bastante tranquilo: sólo he liquidado a un vampiro, he descabezado a un puñado de zombis y he evitado la invasión de unos ridículos alienígenas.
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Hoy he ido a la oficina. La directora me ha gritado durante media hora. Más tarde me ha gritado el gerente. Un poco antes de salir me ha gritado el chico de las fotocopias. Vamos, un día normal.
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Hoy he ido a la oficina. La directora me ha gritado porque no encontraba unos documentos. Más tarde me ha gritado un operador porque no había papel higiénico. Un poco antes de salir me ha gritado el chico de las fotocopias porque había una mancha en el suelo. Vamos, un día normal.
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–¿Cómo combates la ola de calor?
–Leyendo los Diarios de Scott.
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Vivía en una torre de marfil. El Seprona le denunció.
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Kinshasa, 2345. Parto con gemelos. El primer bebé pesó dos kilos y medio y nació sin piernas; los doctores determinaron que era completamente normal. El segundo bebé nació con dos piernas; los doctores tuvieron que amputárselas.
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–¿Cuánto cuestan esos cumulonimbos?
–Ahora, con la sequía, han subido el precio. Doscientos tenges.
–¡Uf, qué caro! ¿Y esos cúmulos?
–Cien.
–¿Qué es lo más barato que tiene?
–Los cirros valen veinticinco.
–Me los quedo.
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MIGRANTE
–¿De dónde viene?
–De un país de cuyo nombre no quiero acordarme.
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–Y soplaré y soplaré, y tu casa derribaré.
–¿Qué dices?
–Nada, nada. Decía que tengo estas orejas tan grandes para oírte mejor.
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No le gustan los centros comerciales: en ellos siempre encuentra gente como él.
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Pues claro que María tiene cabeza, Adolfito. ¿Cómo podés dudarlo? Cada vez que le digo que hagamos el amor, ella me responde: “Ay, Borges, me duele la cabeza”.
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Le tocó el bote de la lotería. Se hizo marinero.
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–¿Cómo conseguiste dar con él?
–Fácil. Seguí su huella de carbono.
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El sexo comenzaba a ser monótono. Comenzó a masturbarse con la mano izquierda.
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–Doctor, el sexo empieza a ser monótono.
–¿Ha probado a masturbarse con la mano izquierda?
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía pensaría que él era como el Perú, que se había jodido en algún momento. ¿En cuál?
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El talón de Aquiles no tenía fondo.
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–¿Está nervioso?
–No, no estoy numeroso.
–Ya veo. Tranquilo. Háblenos brevemente del nacimiento y expansión del Islam.
–Mahoma tuvo una rebelión. Fue obligado a huir de La Ceca, pero consiguió regresar a la ciudad como velador. Sus sucesores, llamados azufaifas, conquistaron el Imperio perversa y parte del Imperio argentino.
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MATEO 8, 8
Un microrrelato tuyo bastará para solazarme.
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La temperatura media ha subido un grado centígrado. El Gigante de Hielo está aterrorizado.
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PARADOJA
El talón de Aquiles de Aquiles era Patroclo.
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El escándalo fue universal cuando se publicó que, mientras los lamitas ocupaban otros dos planetas, la presidenta Tamim se hallaba en el ballet. La dignataria dimitió. ¡Ir a un concierto de retromúsica y no a un recital de canciones consecutivas!
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Vendo cara mi piel. Cien euros el centímetro cuadrado.
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Cuando Cristina Cifuentes robó el bote de cremas, ¿quería demostrarse a sí misma que podía ser una buena política del PP?
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Yo no me caso con nadie... más.
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–Mi cuñado tiene sinestesia.
–¿Cómo lo sabes?
–Pone cara de desagrado cada vez que le hago un comentario ácido.
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Platero era pequeño, peludo y suave, señoría.
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Donald Trump se reencarna. Esta vez nace en una aldea perdida de El Salvador. Es una mujer. Sufre una violación a los doce años y se casa con un hombre que le dobla la edad a los dieciséis. Su marido le pega. Un día, después de una de sus palizas, le coge la pistola, le dispara y luego se pega un tiro. Vuelve a reencarnarse. Nace en el suburbio de Kibera.
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–Hay algo extraño, majestad.
–¿Qué encuentras extraño, Timetes?
–Pues…
–¿Me permitís, majestad?
–Adelante, Capis.
–Está claro. Han fabricado una ofrenda para la diosa. Entrémosla en la ciudad.
–Me parece buena idea.
–Majestad, ¿puedo añadir algo?
–Sí, Timetes.
–Antes de introducir ese caballo en Troya, ¿no sería mejor averiguar para qué sirve ese escotillón que hay en el vientre?
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Llegaron a la recóndita isla. Dieron con la clave y encontraron la cueva. Sortearon mil trampas. Abrieron el cofre del pirata. Sólo encontraron dentro una telaraña. ¿Una decepción? Ni mucho menos. ¡Qué bien se lo habían pasado!
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ÁNIMO Y SUERTE
Me despedí del abogado, que seguía empeñado en apelar. Antes de salir, lancé una mirada a la hamburguesa, que apenas había tocado. De repente, tuve ganas de devorarla.
–Vamos.
Avance por el pasillo arrastrando los pies. Mis compañeros me dedicaron un sonoro aplauso.
–Me ha llegado la expulsión –dije, tratando de hacer una broma.
Llegué en un instante.
–Tiéndete ahí.
Antes de hacerlo, miré a los que estaban al otro lado del cristal. Me había propuesto no sonreír, pero no pude evitarlo. La viuda había experimentado un cambio radical. Estaba hermosísima.
Me amarraron las muñecas y los pies. El doctor se acercó a mí. Le temblaba un poco la mano. Sin embargo, me hundió la aguja a la primera.
–Listo.
Todos abandonaron la habitación. Sólo quedó Larry.
–Aquí acaba tu carrera.
No le respondí. Todavía me dijo unas últimas palabras:
–Ánimo y suerte.
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¡Qué rabia! Es tan pequeño que no me ve.
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El astronauta puso El Danubio azul. Los planetas comenzaron a bailar un extraño ballet.
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Una mañana, después de un sueño intranquilo, me encontré sobre la cama convertido en el monstruo que mi madre veía en mí.
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía cayó en la cuenta de que todas las familias desgraciadas lo son a su manera.
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Cortó miles de árboles que no le dejaban ver la pradera.
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ESPEJITO, ESPEJITO
–Maestresala.
–Sí, majestad.
–Quiero que tiren a la basura el espejo que hay en el salón privado.
–¿Está roto, majestad?
–Peor. Está muy procaz.
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Hay dos clases de hombres: los calvos y los que se han hecho un implante de pelo.
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Está harto de las compras que su mujer hace por internet. Hoy ha arrojado a un repartidor de Amazon con cajas destempladas.
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CARMEN CALVO OULIPEADA
Estamos manejando diodo público y el diodo público no es de nadie.
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España y Aragón tienen por delante retorceduras comunes: sotaministros y cambotes climáticos, procariotas de despolarización, acabar con la violinista asesina contra las muladíes y, finalmente, la ilación rotunda de todas y cada una de las desinhibiciones que hay que seguir deconstruyendo.
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Deseo que la Unesco legisle para todos los planisferios.
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Recordando las palabrotas de Leonardo da Vinci: Lo que mueve el municipalismo no son los maquis, sino la idempotencia.
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Yo transmito que soy muy yo, y que voy de yo por la videocámara.
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La licenciatura es muy útil: no se le agotan las píldoras, no hay que enchufarla, no se queda sin cobra.
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PARADOJA
El capitán Blood no soportaba la sangre.
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DEFCON 2
–Señor presidente, el reloj de sol atrasa.
–Mientras no se pare.
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–¿Traes una muda?
–No.
–¿Repelente de mosquitos?
–No.
–¿Una navaja?
–Claro que no.
–¿Una linterna?
–¿Una linterna? ¿Para qué?
–¿Qué demonios llevas entonces en la mochila?
–El ordenador, el ratón y el teclado. Me dijiste que trajera lo más preciso.
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VISLUMBRE
Hace apenas unos días su madre ignoró el primer síntoma: no le regañó cuando le pillaron llevándose el teclado de un ordenador del aula de informática; dijo que había sido una chiquillada y no entendió por qué le expulsaban del instituto cinco días. Todavía veía a su hijo, que formaba parte del equipo de fútbol, como el niño que siempre ganaba el premio anual al juego limpio en el colegio. Le dijo al jefe de estudios que, cuando su hijo fuera famoso y rico, haría donación de decenas de equipos informáticos al centro. Debatir ahora lo que hubiera sucedido si su madre le hubiera castigado resulta fuera de lugar, extemporáneo. En menos de una semana el juez dictará sentencia; su abogado le ha dicho que esté tranquila: con un poco de suerte, a su hijo no le caerán más de quince años.
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–¿Qué prefieres, Ulises, carne de hombre o carne de cerdo?
–¡Qué preguntas haces! Prefiero la carne de cerdo, Circe.
–Vale. Comeremos cerdo.
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Ahora el sol sale por el oeste. La isla anda a la deriva.
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Felicidades, ha pasado con nota la prueba de Anatomía. Se diría que ha estado practicando, Jack.
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ATW INTERVIEWS
How did you become a writer?
Siempre pensé que me convertiría en escritor. Me apunté a un taller literario, pero tuve que dejarlo después de un tiempo: aquello parecía una secta que adoraba a Faulkner y a Hemingway, a Cheever y a Carver, a Medardo Fraile y a Cortázar, a Carmen Martín Gaite y Doris Lessing. Después del proceso de desintoxicación de, compré el libro sobre escritura de Stephen King. Leí y releí On Writing, y decidí seguir sus consejos: dejé de ver Dos hombres y medio y me puse a escribir.
Name your writing influences (writers, books, teachers, etc.).
Hay escritores que me gustan (Bukowski, Grisham, Crichton…), pero no creo que me hayan influido mucho. Supongo que no puedo vivir sin Monterroso, ni Borges, ni algunos cuentos de Stephen King. Me gustan Javier López, José Luis Zárate y, por supuesto, Ana María Shua.
When and where do you write?
Escribo cuando tengo tiempo, generalmente por la mañana muy temprano o por la tarde; trabajo por la mañana. A veces me digo que voy a dejar de escribir, pero no puedo; siento que soy como un embalse que se llena y que tiene que desaguar.
What are you working on now?
Estoy escribiendo un microcuento para publicar en Twitter. Lo mismo lo acabó en dos o tres minutos que en dos o tres días.
Have you ever suffered from writer’s block?
Sí, en múltiples ocasiones. Después de cinco o seis horas delante del ordenador, siento que no puedo escribir ni una palabra más. Imposible. Me quedo mirando el parpadeo del cursor y me digo qué diablos estoy haciendo. Vencido, apago el ordenador, me voy derrotado y, de repente, la cabeza se me llena de ideas. ¡Maldita sea!
What’s your advice to new writers?
Búscate un trabajo que no te dé muchos dolores de cabeza y olvídate de escribir.
About PR: En 2007 ganó el Certamen de Escritores Noveles de la Diputación de Jaén con el libro de cuentos Fantasías bélicas; nadie más se había presentado. Desde entonces ha participado en un centenar de certámenes y concursos literarios: ha estado a punto de quedar finalista en uno o dos. Pública regularmente sus sancochos en Placidario.blogspot.com.
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UN HOMBRE EN MONTECARLO…
Está casado, tiene dos hijos que han estudiado y han conseguido buenos empleos, lleva un negocio que va bien, coge una escopeta y se descerraja un tiro en la cabeza.
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Le pidió matrimonio a su joven novio. Él le pidió patrimonio.
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El miedo a una futura y dolorosa tormenta emocional le hizo ignorar ese fascinante instante que ocurre al enamorarse.
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Vivió seis o siete años y malvivió ochenta.
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El creador de crucigramas adoraba a Ra, dios egipcio de dos letras.
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Por favor, Mónica, vuelve. Echo de menos nuestras discusiones.
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Me dijeron que era imposible meter cuatro personajes en un microcuento. No dijeron nada de que debieran tener nombre.
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El torero le perdió la cara al toro. Y perdió la cara.
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Fue acusada de brujería por hechizar al juez.
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Cuando llegó al infierno, se arrepintió de los pecados que no había cometido.
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–Soy una rueda de bicicleta, doctor.
–¿Una rueda de bicicleta? Pues yo debo de estar loco, porque las ruedas de bicicleta no pueden hablar.
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El periodista radiofónico odia hoy a Pedro Sánchez más que ayer, pero menos que mañana.
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El juez la acusó de brujería por hechizarle.
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–¿Por qué te dedicas a escalar montañas?
–No se me daba bien manejar el ábaco.
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James Earl Ray tenía una pesadilla.
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–¿Por qué lo has hecho?
–¿Qué esperabas, Adán? Soy el Dios del Antiguo Testamento. Tengo que conservar mi fama.
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LA RAPAZ
El plan había sido que Alberto mintiera, es decir, que no contara la verdad y nada más que la verdad. Sin embargo, cuando su primo comenzó a hablar, Isabel se mordió los labios enfadada: aquel testimonio les perjudicaría. Bueno, después de todo Alberto siempre había sido demasiado débil. Ella se ajustaría a su versión de los hechos: alegaría que nada sabía del decomiso. ¿Piruletas? ¿Qué piruletas? Isabel estaba tranquila. Era toda una experta en el disimulo, la mentira y la rapacería. Su padre siempre le decía que tenía futuro como actriz. Sin embargo, el sueño de Isabel seguía siendo convertirse en abogada.
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–Yo te condeno a ser expulsado del Jardín del Edén.
–Quiero apelar.
–¿Apelar? ¿Apelar a quién?
–Al Dios del Nuevo Testamento, que es más compasivo.
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PARADOJA
El ciego tuvo un déjà-vu.
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Alvarito no consiguió aprender a utilizar el ábaco. Se liaba moviendo las bolas de la izquierda y la derecha. No entendía cuáles valían diez y cuáles mil. Temiendo la reprimenda de doña Adela, huyó a las montañas.
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La cosa se lió. Trump y Xi comenzaron lanzándose los trastos y terminaron arrojándose bombas nucleares.
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–Me quitó algo y ahora tengo que pagarle.
–¿Quién?
–El cirujano que me extrajo el apéndice.
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A Apollinaire el poema le quedó redondo.
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–Doctor, ¿hay que operarle?
–No queda otro remedio.
–¿Y qué probabilidades hay de que la operación salga mal?
–Menos del cinco por ciento. Es más probable que le mate una infección hospitalaria que la operación.
–¿Qué probabilidades hay de que muera a causa de una infección hospitalaria?
–No se preocupe. Estamos mejorando últimamente. Menos del cincuenta por ciento.
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–¿Por qué has metido el teclado del ordenador en la mochila?
–Sufro de insomnio y mecanografiar me da sueño.
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–Miente.
–No miento.
–Miente.
–No miento.
–Miente, señor presidente.
–No miento. Mire. No ve que no me crece la nariz.
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–Necesita más y más. Continuamente. No puede parar de devorar. Si se detuviera, sería el fin. Tiene que seguir alimentándose. De todo tipo de gente desesperada. Éste es su principal fuente de sustento.
–¿De qué monstruo me estás hablando?
–¿No lo sabes? Hablo del capitalismo.
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PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN DE HEISENBERG
Él la observa. Ella le muestra el dedo corazón.
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¡Gensanta! Las garrapatas de este planeta son enor…
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Gracias al boxeo, salió de las alcantarillas. Cada victoria por KO le hizo elevarse más. Compró una mansión en Beverly Hills, un apartamento en Las Vegas, un ático en Miami. Entonces llegó la cocaína, que le noqueó. Acabó debajo de un puente.
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Después de hacer todas las tareas de la casa, me sobraban cinco minutos. Escribí este microcuento.
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Estudió brujería. Encontró pronto trabajo. Tuvo una carrera exitosa que, sin embargo, acabó en humo.