No conseguía dormir. Se levantó y se asomó al pasillo. Estaba desierto. Caminó con cuidado, procurando no tropezar. Casi sin darse cuenta, llegó a la puerta de la habitación 27. Cuando vio luz por debajo, el corazón comenzó a latirle con fuerza. Durante unos instantes dudó si llamar o entrar sin más. Optó por esto último. Eladio, que veía la tele tendido en la cama, dio un respingo.
–Me acabo de quitar la dentadura –acertó a decirle.
–No importa –replicó Paqui con una sonrisa–. Yo me he dejado la peluca en mi habitación.
Microrrelato seleccionado en el Certamen Pasiones