Hoy, 23 de diciembre, 14:47 horas, treinta y siete aeropuertos menores de Estados Unidos registran cancelaciones por tormenta de nieve. En cada terminal, una ejecutiva mira la pantalla. Todas llevan trajes oscuros. Maletas de cabina. Ninguna lleva regalo envuelto.
Claire Hartman tiene treinta y dos años. Abogada corporativa en Chicago. Vuelo 2847 a Boston vía Burlington, Vermont. Escala técnica. Cuarenta minutos programados.
La tormenta llega a las 15:20.
En la pantalla parpadea RETRASADO. Claire se sienta frente al ventanal. Fuera, nieve horizontal. Adentro, villancicos por megafonía. Odia los villancicos.
Su secretaria, Monica, compró los regalos hace dos semanas. Set de cuchillos alemanes para su padre. Pañuelo de seda para su madre. Lego para los sobrinos. Todo enviado directamente. Claire firmó la tarjeta por DocuSign. «Con cariño, Claire.» Cuatrocientos cincuenta y tres dólares en total. Monica eligió bien.
Para su cuñado, Derek, nada. Derek vende coches en un concesionario de las afueras. Híbridos ahora. Antes despotricaba contra ellos. Ahora despotrica contra los eléctricos. Claire lo soporta dos veces al año.
Se levanta. Compra café. Cuatro dólares y noventa centavos. Vuelve a sentarse.
Mira a su alrededor.
Otras mujeres solas. Trajes, portátiles, café. Esperan. Todas tienen la misma expresión. Cansancio que no se nota en fotos corporativas.
Claire imagina.
En Burlington hay un hostal. Chimenea, vigas de madera, olor a canela. El propietario es viudo. Veterinario. Treinta y siete años, tal vez. Hija de nueve, pelo rizado, pregunta todo. La mujer murió de cáncer. Dos años atrás. Él no ha vuelto a salir con nadie.
Claire llega al hostal por la tormenta. No hay habitaciones. Él le ofrece el sofá del salón. Ella acepta. La hija baja en pijama. Preguntan de dónde viene, qué hace. Claire miente. Dice que trabaja con animales también. La niña sonríe.
Cenan restos de estofado. Pan casero. Hablan de Boston, de Chicago, de ciudades donde nunca pasa nada importante. Él tiene manos grandes. Ella nota que no lleva anillo. La niña se duerme en el sofá. Él la lleva en brazos. Claire piensa que podría quedarse. Cambiar de vida. Abrir un despacho pequeño en Burlington. Casos de familia, testamentos. Nada urgente.
La niña le preguntaría por Chicago. Claire le enseñaría a patinar. Él le pediría que se quedara. Ella diría que sí.
En la pantalla: RETRASADO.
Claire bebe café frío.
Piensa en su apartamento de Chicago. Noveno piso. Vistas al lago. Dos habitaciones. Nunca recibe visitas. El gimnasio del edificio. La tintorería que recoge a domicilio. El restaurante tailandés que sabe su pedido.
Piensa en la cena de Navidad.
Su madre preguntará si sale con alguien. Lo pregunta cada año. «Claire, cariño, tienes treinta y dos años». Como si ella no lo supiera. Su padre dirá que el trabajo es importante. Derek hablará de las ventas de diciembre. De los márgenes. De los idiotas que quieren eléctricos sin entender nada de autonomía real. Su hermana, Laura, servirá pavo. Dirá que está seco. Todos dirán que no, que está perfecto. Los niños pedirán postre antes de terminar.
Claire recibirá un jersey. Cada año, un jersey. Su madre los compra en octubre. Este año será gris, probablemente. O burdeos. Algo «que le queda bien».
En la pantalla: RETRASADO.
Mira el reloj. 16:33.
Una mujer a su derecha llora en silencio. Treinta y tantos. Traje azul marino. Nadie se acerca.
Claire vuelve a imaginar.
El veterinario le dice que su mujer se llamaba Anne. Que era profesora. Que le gustaba hornear. Que la enfermedad duró ocho meses. La niña pregunta si Claire sabe hacer galletas. Claire dice que no, pero que puede aprender.
Él sonríe. Tiene arrugas en los ojos.
Esa noche, después de que la niña se duerma, hablan junto a la chimenea. Él le pregunta si es feliz en Chicago. Claire no responde. Él no insiste. A las dos de la madrugada, se dan las buenas noches. Claire duerme en el sofá. Por la mañana, la tormenta ha pasado. Desayunan tortitas. La niña le regala un dibujo. Claire promete volver.
En el avión de vuelta a Chicago, Claire decide renunciar. Escribirá la carta en enero. Se mudará en marzo. Él la estará esperando.
En la pantalla: EMBARCANDO.
Claire parpadea.
16:51.
Recoge su maleta. Se pone en la fila. Entrega la tarjeta de embarque. Camina por el pasillo. Asiento 12A. Ventanilla.
El avión despega a las 17:20.
Llegará a Boston a las 19:05. Su padre la recogerá. Preguntará por el vuelo. Ella dirá que bien. En casa, su madre habrá preparado lasaña. Derek hablará de híbridos. Los niños correrán. Laura servirá vino.
Claire beberá dos copas.
Por la noche, en su antigua habitación, abrirá su portátil. Revisará correos. Cerrará el portátil. Mirará el techo.
Pensará en Burlington.
En un hostal que no existe.
En un hombre que no conoció.
En una vida que no vivirá.
Se dormirá a las once y media.
Mañana será Nochebuena.
El jersey será gris.