miércoles, 23 de agosto de 2017

Furiosamente

Los pretendientes de su ama eran cariñosos con él; estaba gordo y reluciente porque no paraban de arrojarle restos de deliciosa comida. Cuando reconoció en aquel harapiento mendigo a Odiseo, que tantas y tantas veces le había propinado dolorosas patadas e insultado sin ninguna razón, Argos comenzó a ladrarle furiosamente.