–¿Qué te pasa, Joaquín?
–Mi hija.
–¿Está enferma?
–Peor, mucho peor. Está embarazada.
–¿Embarazada? Pero si es una niña... ¿Y quién es el padre?
–Si lo supiera. Ella no suelta prenda. A su madre le contó una historia que no tenía ni pies ni cabeza.
–Así que no hay rastro del padre.
–No.
–Yo me casaré con tu hija.
–¿Tú?
–Sí, yo.
–Creí que no querías casarte.
–Nunca tuve la oportunidad, Joaquín. Te enfrascas en el trabajo y, cuando levantas la vista, descubres que tienes casi cincuenta años. Me casaré con tu hija y cuidaré de tu nieto. Y espero darte más.
–¿De verdad vas a cuidar del hijo de un desconocido, José?
–¿Y quién se va a enterar?