jueves, 13 de diciembre de 2018

Método Updike

Estaba harto de mi mujer, de sus dolores de cabeza inoportunos y de sus cambios de humor, de sus ensaladas y de sus purés, de los programas de la tele que siempre estaba viendo. Preparé mi huida siguiendo el conocido método Updike. Fui acumulando dinero durante meses. Cuando llegué a los cien euros, pensé que sería suficiente. Aquella tarde, me puse ropa cómoda y mis mejores zapatos.

Cuando terminamos de cenar, mi mujer se puso a ver el programa de Bertín Osborne. Odio a ese tipo.

–Voy a salir –le dije.

–¿Sí? ¿A dónde?

–A comprar tabaco.

–¿A comprar tabaco? ¿Te ha sentado algo mal? Si tú no fumas.

No supe qué responder ante la contundencia de su argumento.

–Pero, bueno, lo que sí puedes es ir a tirar la basura.

Me dirigí a la cocina arrastrando los pies y cogí el cubo. Muchos años atrás, me limitaba a llevar la bolsa, pero mi mujer se cabreaba porque goteaba.

Cuando llevé la basura al contenedor, dudé durante unos instantes. ¿Me iría ahora? No y no. Me gusta seguir los planes. La improvisación lleva al desastre. Y, además, ¿qué iba a hacer con un cubo de la basura en la mano? Regresé a casa.