domingo, 4 de agosto de 2019

Papelera

Charles Bukowski: “Y lo peor de/ todo:/ la falta/ absoluta/ de esperanza”.

–¿Me amas?
–¿Quieres que te responda con el corazón o con la cabeza?
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La mañana ha sido realmente agotadora: Flaubert ha puesto tres comas.
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A la puerta de casa encontró una margarita deshojada. Adivinó la respuesta.
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–¿Y a ti qué música te gusta?
–Pimpinela.
–Pues empezamos bien.
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–Papi, me dijiste que matarías a Juan el Bautista.
–Pero ¿no le has visto? Ese tipo es un cerdo. Como le toque, los saduceos se me van a echar encima.
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La justicia fue mecánica con el millonario: atropelló a un viandante y le pusieron una multa de cincuenta yuanes.
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Grigori Yevséievich Zinóviev (Elisavetgrado, 1883 – Moscú, 1957). Dirigente soviético. Después de la muerte de Lenin, se convirtió en líder de la URSS. En 1939 declaró la guerra a la Alemania nazi cuando este país invadió Polonia.
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El juez decano le explicaba al magistrado novato la mecánica de la justicia.
–Mejor atunes que tiburones. Mejor sardinas que atunes. Mejor boquerones que sardinas. A los peces grandes, amigo mío, mejor dejarlos en paz.
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–Polifemo, hijo mío, te prometo que aplastaré a quien te hizo eso, que le haré sufrir, que borraré su estirpe de la faz de la tierra. Dime: ¿quién fue?
–Nadie, papá.
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Poco después de casarnos, leía minificciones mientras se arreglaba. Luego pasé a leer cuentos. Ahora devoró una novela corta mientras espero.
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–Si te arreglaras un poco…
–Pero es que voy arreglada. Tenías que verme recién levantada.
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–Mejor atunes que tiburones. Mejor sardinas que atunes. Mejor boquerones que sardinas.
El juez decano le explicaba al magistrado novato la mecánica de la justicia: a los peces grandes, mejor dejarles en paz.
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–Esta noche cenaréis en el Averno.
–Yo es que estoy a dieta, Leónidas. ¿Allí tendrán yogur?
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Orígenes arregló su problema con un cuchillo. Ya no volvería a aparecer aquella protuberancia debajo de la toga cada vez que viera a Servilia.
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A mí no me tuitee. Llámeme de usted.
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¿A alguien le apetece surfear en la ola de calor?
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Cuando lo lavaron con agua limpia, dejó de ser el monstruo del pantano.
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El paisajista estaba tan gordo que su médico le recomendó que dejara la pintura al pastel.
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–¿Qué cree que le pasa a este pato confitado, Holmes?
–Elemental, Watson. El cocinero debería estar de baja: sufre síndrome de túnel carpiano.
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El paisajista estaba tan gordo que tuvo que dejar la pintura al pastel.
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El paisajista estaba tan gordo que su médico le recomendó que dejara la pintura al pastel.
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Cuando su mujer le propuso hacer un trío, aceptó encantado. Los dos pensaron en Markus, su amigo violonchelista.
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Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida. No ha podido conseguir el amor de Carlota Casiraghi.
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Le gustaba tan poco salir de casa que, cuando ocurrió lo del golpe de Estado, se exilió interiormente.
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Al principio no le amaba; era feo, tímido, desmañado. Sin embargo, María Antonieta acabó perdiendo la cabeza por su marido.
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–Señoría, Margit Halász soñó que pasaba la noche con mi defendido, Péter Tóth.
–Muy bien, letrado. Esta noche soñaré que condeno a la acusada a una semana de insomnio.
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Este pastel de setas, Claudio, te hará sentirte un dios.
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Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida. Ha comprendido que la Providencia no quiere que Laura y él estén juntos.
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–Te odio. Te odio tanto que prefiero morir a vivir un minuto más contigo.
–¿Hasta ese punto?
–Hasta ese punto.
–Tú eras alérgico a los frutos secos, ¿no?
–Sí, lo sabes bien.
–Toma, avellana tostada. Y no me des las gracias.
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Hacer el amor con él era monótono: siempre iba al mismo ritmo. Tuve que guardar el metrónomo bajo llave.
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–¿Tú no sonríes nunca?
–Claro que sí. Ahora mismo. Sonrío interiormente. Me hace gracia que pienses que soy alguien muy serio.
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Multaron al náufrago porque arrojó la botella al mar, no al contenedor verde.
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Aquella colonización estaba abocada al fracaso: el sol de aquel planeta era una enana roja.
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–El tito se ha pasado con el vino.
–¿Cómo lo sabes?
–Le está tratando de poner herraduras a las vacas.
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Romper el candado fue fácil. Entré en la casa. Fue fácil moverme en la oscuridad; después de todo, había vivido allí tres años. Deseché la televisión HD, el frigorífico, el estéreo. Me llevé el microondas: no hay nada que Lola odie más que tomarse la leche fría por las mañanas.
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Dejó para mañana el poema que se iba a titular Procrastinación.
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Hoy tampoco le apetece empezar a escribir el artículo sobre la procrastinación.
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El náufrago lanzó la botella al contenedor de vidrio.
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Lo que no te mata, hace más ricas a las farmacéuticas.
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Romper el candado fue fácil. Fue fácil moverme en la oscuridad; había vivido allí tres años. Deseché la televisión HD, el frigorífico, el estéreo. Me llevé el microondas: no hay nada que Lola odie más que tomarse la leche fría por las mañanas.
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Aquí, en Suecia, paso mucho frío, luego muy pronto dejaré de existir.
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Era martes cuando decidió comenzar sus vacaciones. Era martes cuando los maquinistas de Renfe decidieron comenzar su huelga indefinida.
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Era martes cuando decidió comenzar sus vacaciones. Era jueves cuando se le acabó el dinero.
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Para dejar de ser invisible, se hizo exhibicionista.
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A Mirko Mirković siempre le había gustado representar a cualquier desfavorecido que llegara a su despacho; consideraba que era un deber consuetudinario al que todo abogado estaba obligado. Por eso, cuando Hanifa Ahmetović se presentó en su despacho llorando porque su hija Sanela estaba en la cárcel, Mirko decidió defenderla. Ese día desapareció un cactus que le había regalado su tía Zora. Cada visita suponía una nueva desaparición: un bolígrafo, un taco de tarjetas de visita, un tomo del Digesto, un calendario de sobremesa. Un día, incluso, Mirko advirtió que le faltaba un calcetín. Pero no fue lo peor. Lo peor ocurrió cuando desapareció Hukić, su meritorio. Todo acabó cuando Mirko consiguió que Sanela fuera puesta en libertad. El juez acabó desestimando la denuncia por brujería.
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Era martes cuando decidió comenzar sus vacaciones. Se lo anunció a su madre. Ésta, muy enfadada, le dijo que se dejara de tonterías y que se buscara un trabajo.
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Cuando en medio de la noche al viejo pirata le llego el olor a salitre, allí, en su casa lejos del mar, le vino a la memoria el barco, la bandera negra, las borracheras, las violaciones, aquella sirena a la que encontró en Pelican Cay. Por la mañana le encontraron muerto con la garganta destrozada.
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Cuando al viejo pirata le llegó el olor a salitre allí, en su casa lejos del mar, le vino de pronto a la memoria su antigua vida: el barco, la bandera negra, las borracheras, las violaciones. Recordó a aquella sirena.
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17 de julio de 1944. 57.000 alemanes desfilan por Moscú. Son prisioneros de guerra.
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Comprueba el teléfono. Nada. No ha llegado ningún mensaje de Abdoulaye. Quizá haya perdido el teléfono. Hace ya nueve meses que partió. Está segura que consiguió atravesar el Mediterráneo. Ya habrá conseguido trabajo. ¿Regresará? Seguro que algún día.
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6 de diciembre de 1941. Japón ataca la URSS.
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Margit soñó que pasaba la noche con Péter Rácz, el famoso actor. Por la mañana, cuando despertó, él ya se había ido.
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Hijo mío, entiendo que tu amigo sea invisible. Pero ¿no resulta raro que también sea mudo?
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El camisón se quitó a la mujer.
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–¿Quién mató al comendador?
–Fuenteovejuna.
–Pues que ahorquen a Fuenteovejuna.
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Ante la puerta de la Ley hay un guardián que, como es natural, está un poco gordo y sólo piensa en su jubilación.
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PARADOJA
Onán no era un onanista.
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PARADOJA
Diógenes no sufría el síndrome de Diógenes.
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–¿Es nacionalista?
–Peor, mucho peor: es imaginacionalista.
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Lo encontraron flotando en el pantano. Le pusieron una multa por ensuciar el agua.
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Los independentistas catalanes están que no caben en sí de gozo: media España se encuentra en alerta amarilla.
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Encerrarme en el manicomio les pareció una locura.
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Que sus sobrinos quisieran encerrarle en el manicomio le pareció una locura.
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Cuando le pregunté si podía acompañarle a la cama, me metí en un pantano.
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Lo único que le pidió al famoso retratista es que se viera bien la firma.
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–Señor Martin, ¿no se ha dado cuenta de que ha matado a ese personaje dos veces?
–Hum. Tengo que incluir un capítulo sobre los resucitadores.
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–Ni se te ocurra entrar con los pies helados en la cama –me dijo István.
Antes de acostarme, me los quité.
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¡Qué tiempos más duros estos! Los únicos monstruos que hay son los que imaginamos.
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Les pareció una locura asaltar el manicomio.
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Cleopatra decidió suicidarse cuando le dijeron que en la cárcel sólo podría bañarse en agua fría.
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Por culpa de la sequía, este año no podrá bañarse en el pantano.
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–¿Y tú por qué sigues soltero?
–Por culpa del algoritmo de Tinder.
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–¿Dónde tienes la cabeza, Asa? Dime.
–¿Te das cuenta, Lynn, de que Asa no puede contestarte?
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Taylor encontró a la doctora Zira muy mona.
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Watson fue a hablar con Holmes. Le habló de que ahora que sus hijos habían llegado a la universidad, necesitaba trabajar más que nunca. Holmes, que se había cansado de tocar el violín, le dijo a su amigo:
–¿Sabe, Watson? Estoy pensando en retomar mi actividad como detective asesor. ¿Le importaría ser mi ayudante?
–¿Es que no me ha escuchado, Holmes? Estoy hasta arriba de trabajo.
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–Dios ha muerto.
–¿Sabes de qué, Friedrich?
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PARADOJA
Destituyeron al ministro de la Verdad por negarse a mentir.
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Aterrorizado, se oculta en el pantano de los monstruosos humanos.
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–Hacemos el pino.
–Ya somos un poco grandes para eso. ¿No crees?
–Entonces, ¿hacemos el amor?
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La condesa Báthory ha denunciado a sus carceleros: no le permiten bañarse.
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El jefe del Estado preguntó qué pantano tocaba inaugurar esa semana.
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EL COLMO
Un ilusionista sin ilusión.
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–¿Qué has hecho?
–Lo que me dijo mi mami: bañarme.
–Se refería, creo, a que te bañaras, sí, pero no en sangre.
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ÚLTIMAS PALABRAS
¿Qué opina, doctor? ¿Habrá sido la hamburguesa XXL?
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ÚLTIMAS PALABRAS
Diga.
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–Führer, el embajador británico espera.
–Que espere. No puedo recibirle ahora. Estoy de buen humor.
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La lechera ya imaginaba todo lo que iba a comprar con el dinero que ganaría. No podía imaginar que, en el mercado, Sanidad le retiraría toda la leche y le impondría una multa de quinientos táleros.
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Salió huyendo antes de que apareciera María Magdalena.
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Siempre que salgo a trabajar me gusta ir bien preparado. Me preparo un bocadillo y un termo lleno de café bien calentito. Comienzo a las siete de la mañana y, vaya bien o mal, termino a las tres de la tarde…
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DISCIPLINA
Los regimientos de Schwarzburgo-Rudolstadt y de Anhalt-Köthen avanzaron hasta situarse a distancia de tiro. Los azules uniformes de los scharzburgueses brillaban bajo el sol de la mañana. Enfrente, los verdes soldados anhaltianos estaban dispuestos. Los oficiales se acercaron a parlamentar. El conde Federico Carlos y el margrave Leopoldo Augusto se saludaron. Federico Carlos le propuso a su enemigo que dispararan primero. Leopoldo Augusto respondió que de ninguna manera; las tropas de Schwarzburgo harían el primer disparo. Discutieron durante largos minutos. Finalmente, lanzaron una moneda al aire. Los anhaltianos romperían el fuego.
–¡Lástima de uniformes! –exclamó Federico Carlos–. Son nuevos.
–Sí, se ven magníficos –dijo Leopoldo Augusto.
–Están hechos de buen paño.
–Yo empecé a renovar las casacas de mis tropas hace dos años. Mira: he puesto a los soldados con las viejas en primera línea.
–Buena idea.
–Sí, aunque estoy de acuerdo contigo: es una pena que se estropeen estos magníficos uniformes.
–¿Por qué no ordenamos que luchen desnudos? Hace un día estupendo.
–Me parece genial.
Federico Carlos ordenó a sus tropas que se desnudaran. Los sargentos cuidaron que se dejaran bien doblados los uniformes en el suelo. El soberano, para dar ejemplo, se desvistió. Las tropas anhaltianas comenzaron a reírse de los scharzburgueses hasta que ellos mismos recibieron la orden de quitarse la ropa. Cuando ambos ejércitos estuvieron desnudos, la batalla pudo por fin comenzar.
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Enviaremos siete millones a Siberia, diez a Asia Central, doce a Rusia, cuatro a las repúblicas bálticas, dos a Bielorrusia y cinco a las repúblicas transcaucásicas. ¿Ves, camarada Jrushchov, ves como era posible deportar a toda la población ucraniana?
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Era joven y pobre. No podía pagar.
–Eres pintor, ¿no? ¿Por qué no nos haces un retrato? Pero no nos vayas a poner todas estas arrugas.
–No os preocupéis. Todos se quedarán pasmados cuando os contemplen –respondió Picasso a las señoritas de la calle Aviñón.
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Vestía de medio luto. No quería desalentar a sus posibles pretendientes, que pensaran que su difunto marido había sido el amor de su vida.
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–Paco, ¿dónde está el termo que te compre?
–Lo perdí.
–No me lo creo, hijo.
–¿Prefieres que te diga que a mí mujer no le gustaba y que lo arrojó a la basura?
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–¿Quién dejó tuerto al señor Madum?
–Nadie, señoría.
–¿Cómo que nadie? Me dejó tuerto un antidisturbios.
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No tuve que seguir el consejo que me dio mi madre de mantener los ojos bien abiertos en la manifestación.
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Durmió durante cien años. El doctor Prince la hizo revivir. Ahora sólo faltaba ponerle un cuerpo a tan bella cabeza.
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Los Ángeles, 2347. Los médicos han conseguido, por fin, revivir a Walt Disney. El empresario, todavía aturdido, recibe la visita de la doctora Bak.
–¿Cómo se encuentra, señor Disney?
–Bien, bien. Dejé un fideico…
–No se preocupe ahora por el dinero, señor Disney. La empresa Alibaba-Disney es una de las más rentables del mundo. Sus activos están valorados en 500.000 billones de yuanes.
–¿Alibaba-Disney?
–Pero no piense ahora en ello. La policía quiere interrogarle.
–¿Interrogarme?
–Sí, el Ministerio de Género e Igualdad le ha denunciado por emitir comentarios racistas y en contra de la equidad de género.
–¿Qué?
–No se altere, señor Disney. La pena por esos delitos ha bajado mucho en los últimos tiempos. No llega a los veinte años en una prisión de categoría C. Allí se está muy bien.
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–¿Para qué llevas esa naranja?
–Voy a suicidarme.
–¿Suicidarte?
–Se la voy a tirar a un antidisturbios.
–Suerte.
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–¿Cómo lo quiere? –preguntó el camarero.
–Bien quemado.
El camarero le trajo un profesor de instituto.
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MANIJA DE LA PARTITURA COMUNISTA (S+7)
Un faradio recorre Europa: el faradio del comunismo. Todas los fufurufos de la vieja Europa se han unido en santo cuadernillo para acosar a ese faradio: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicícolas franceses y los polícromos alemanes...
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El turista, cansado, dejó de sostenerla. La Torre de Pisa se cayó.
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–¡Qué considerado este ateniense! Me ha traído hilo dental –dijo el Minotauro.
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QUID PRO QUO
Firmó diez sentencias de muerte e inauguró otro pantano.
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La duquesa no se decidía. Un día quería una cosa; al siguiente, otra. Estaba harto. Goya acabó pintándole dos retratos.
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Rivalidades míticas: rojos y azules, gitanos y guardias civiles, atléticos y madridistas, técnicos de Hacienda y autónomos.
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–¡Liberad a Barrabás! –gritaron los ciegos y los cojos que por culpa del Nazareno habían perdido su honrado trabajo.
–¡Liberad a Barrabás! –gritaron los fariseos, los saduceos, los zelotes.
–¡Liberad a Barrabás! –gritaron los mercaderes del templo.
–¡Liberad a Barrabás! –gritaron todos.
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Asaltaron la Bastilla, pero no encontraron al marqués de Sade, que había sido trasladado al manicomio. Asaltaron el manicomio.
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Sueña con tener dos tardes libres a la semana.
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¡Si serás imbécil! ¡Me has dado! ¿Por qué no has frenado? ¿Es que no has visto que estaba mirando el móvil?