viernes, 16 de octubre de 2020

Papelera

Héctor Ranea: “Puedo ir tranquilo por el lado equivocado del camino. Total, no voy a ninguna parte”.

Los prisioneros son llevados al templo de Huitzilopochtli. El último sacrificado será el caudillo, que trata de simular despreocupación. Sin embargo, mientras contempla cómo el sacerdote arranca el corazón de sus compañeros, Cortés no para de pensar que nunca debió salir de Medellín.
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EL COLMO
Mi mujer ha pasado el coronavirus. Yo, no.
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Fue nombrado obispo a los veintiuno y esperaba convertirse en cardenal a los veinticinco, pero su tío, el Papa, murió.
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Chuang Tzu fue cesado. Por dormilón.
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EL COLMO
Aquel sicario no sabía cómo matar el tiempo.
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–Eh, oiga. Que no ha pagado la cerveza.
–Pero, hombre, que le he dado las gracias cuando me la ha puesto. ¿Qué más quiere?
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HISTORIAS DE BAJEZA
Un par de semanas después, en la UVI, había de recordar la discusión que mantuvo con sus compañeros, en la que él defendía que los asintomáticos no contagiaban.
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Después de veinte años de ausencia, a Ulises le cuesta adaptarse. Ahora hay una nueva moneda, teléfonos inteligentes, YouTube, Netflix, automóviles sin conductor, fútbol todos los días, Google Maps (¡cuánto le habría ayudado!), avances en los derechos de las mujeres.
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Laurel, una rama de muérdago, dos gusanos, tres ancas de rana, cinco escarabajos, seis lagartijas, un puñado de sal, ajo, rábano picante, una pizca de ricina, una cucharada de cianuro y podrás ver a Hela.
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Al escribir la fecha, se equivocó y puso 2030. Extrañada, advirtió que las venas se le marcaban en las manos. Cuando se miró en el espejo, el alma se le cayó al suelo. Rápidamente volvió a su cuaderno. Escribió 1980.
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Mahoma se ha pasado tres montañas.
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Cada vez que va al estomatólogo se le revuelven las tripas.
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No le asustaba el Juicio Final: había nombrado a todos los jueces.
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EL COLMO
Un hombre cultivado quería casarse con una mujer florero.
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VENGANZA
Le serví a mi cuñado la sopa fría.
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Me hace entrar en mi nuevo hogar. Una casa enorme, hermosa, con un sótano seco y limpio. Ahí es donde pondré mi ataúd.
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Desde que va al gimnasio, su vida es una rutina.
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Cuando regresó del viaje en el tiempo, encontró, en la planta del zapato izquierdo, una mariposa aplastada. Afortunadamente, parecía que todo iba bien. Sin embargo, a consecuencia de los nervios, se le encogió la cola. 
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No nos poníamos de acuerdo. Ella estaba loca. Quería ir a Viena, Budapest y Praga. ¿Qué se nos había perdido allí? Tía, la mejor hierba está en Jamaica.
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¿Qué ha ocurrido? Tengo las manos manchadas de sangre, como la otra vez. Está ahí, con la cabeza aplastada, el abogado que había aceptado defenderme. Va a ser difícil conseguir otro.
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Anoche, en la cama, se puso a leer El dinosaurio, de Monterroso. Se quedó dormido en la  mitad.
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GÉNESIS 1, 27
–Tú eres igual que yo. ¿Por qué debería adorarte? –le preguntó Adán.
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–Sí, no, sí, no…
Vaciló un instante. Arrancó dos pétalos.
–¡Sí!
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Jesús no paraba de saltarse el guión. Dios tuvo que aparecérsele a Judas.
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El arcángel Gabriel le habla a Mahoma, pero le habla en hebreo, y Mahoma no entiende nada.
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Los padres de Hansel y Gretel los llevaron a la inclusa. La vieja que vive en la casa de chocolate sigue viva.
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–¿Por qué está interrogando el inspector a aquel profesor?
–Porque ha matado de aburrimiento a doce alumnos.
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Luis decía que a la tortilla de patatas se le echaba cebolla. Yo defendía lo contrario, aunque en realidad pensaba que era un tema baladí. Discutíamos a diario, hasta que fusilaron a Luis. Poco después me liberaron. Y me hice una tortilla de patatas. Y le eché cebolla. 
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–¿Un chupito de absenta?
–No, el médico no me lo permite. Asegura que mi hígado está fatal. Ponme un coñac.
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–Promesa cumplida –le dije.
–¿Qué es eso? –me preguntó asombrado.
–Ya sabes que a mí me gusta el expresionismo abstracto.
–Sí, ya, pero ¿qué demonios es eso?
–Te lo prometí. Ahí lo tienes. Tu retrato.
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“Trick or treat?”, asked the coronavirus.
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–Lo nuestro no funciona.
–¿Y si probamos a ponerle pilas nuevas?
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Clearly, many brainless tweeters are zombies.
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Después de un sueño intranquilo, Gregor Samsa despertó. Se miró las manos. ¡Mierda! Cinco dedos. Tendría que ir a trabajar.
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El botánico que recorría la sabana se quedó tan extasiado contemplando la Acacia tortilis que no vio el Panthera leo.
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–No hay tiempo que perder –dijo el relojero.
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JUSTIFICACIÓN DE AUSENCIA
Mi hijo no podrá asistir hoy a clase porque se halla descompuesto.
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Aquel cuerpo le hacía sentirse incómoda. Le costaba moverse. Chocaba con todo. Pidió otro a Camuflaje y Mimetismo. El nuevo era más pequeño y le sentaba como un guante, pero completamente inservible: disfrazada de gatito era imposible espiar a los humanos. 
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El séptimo día, Dios inventó el calendario laboral de los autónomos.
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El hombre del retrato le devolvió la mirada un martes. Se sintió tan incómodo que cogió los pinceles y le cerró los párpados.
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No hay tiempo que perder. Tenemos que casarnos. Lo mejor es tener pronto los hijos. ¿Vivir en un piso? No. Compremos una casa. Pues claro que tienes que hacerte un plan de jubilación. ¿Que de dónde vas a sacar el dinero? Qué poca ambición tienes. Nunca la has tenido. ¿Que quieres el divorcio? Vale, pero yo me quedo con la casa y el monovolumen. Y  dos mil euros de pensión. ¿Que de dónde vas a sacar el dinero? A mí qué me dices. Eres joven. Sólo tienes veintiocho años. Busca otro trabajo.
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–Un día tiene que pillarte un coche –le dijo su abuela.
Y él, obediente, dejó un día que le pillara un coche.
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Para que no los acusaran de xenófobos, los neandertales dejaron que vinieran los sapiens. Un error.
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Hefesto prepara una trampa para atrapar a su esposa Afrodita y a su amante. Llega la noche. Se oye ruido. Han caído en la trampa. Hefesto se acerca con un candil. Desnudo junto a Afrodito, se encuentra Zeus.
–¿Tú también, papá?
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Stalin (cita apócrifa): Las palabras son innecesarias cuando puedes utilizar la violencia.
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–¿Cómo te libraste del monstruo?
–Cerré los ojos.
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El Pirata Rojo apeló a la empatía del juez. Había dedicado toda una vida de esfuerzo a su oficio, había guardado unos bien ganados ahorros y ahora, cuando había llegado el momento de retirarse, no podía condenarle. El alegato del viejo bucanero duró tanto tiempo que se hizo de noche. El juez tuvo que pedir que trajeran una lámpara. El Pirata Rojo relató sus aventuras en el Caribe. Los peligros pasados en los mares de Madagascar. Sus dos años como corsario al servicio de su majestad. Por fin, llegó el momento de emitir la condena. 
–Sí, Pirata Rojo, admiro la dedicación a tu oficio. Y, por lo tanto, no puedo menos que condenarte, con gran dolor de mi corazón, a ser colgado de una soga hasta morir.
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Colón está triste: no ha hallado ni Catay ni las islas de las especies. Los marineros, sin embargo, están contentos: han encontrado el paraíso en la tierra, ¡mujeres!, ¡mujeres hermosas!
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Casete a casete de chistes, iban pasando los kilómetros. El viaje soñado se estaba convirtiendo en una pesadilla.
–Estos chistes son la monda. ¿Te gustan? –me preguntó.
Fui sincero y le respondí que no.
Ese año los Reyes Magos me trajeron carbón.
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Furioso, le golpeó cuando le dijo que la cuota mensual había vuelto a subir. Por lo menos en la cárcel el gimnasio era gratis.
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–¿Usted también odia a los madrileños?
–Pues claro que sí.
–Pero, hombre, ¿qué le han hecho?
–Pues hace unos meses visité Madrid. Y tuve que beber Mahou. Lo oye usted bien. ¡Mahou! Con lo buena que está la Cruzcampo.
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–Pero, abuelo, ¿por qué lees ese libro?
–Porque estoy en edad de crecimiento.
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Murió por no ir al oncólogo, pero murió rico. Antepuso la economía a la salud.
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El fuego encendió su poder, algo que los inquisidores no podían imaginar.
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–Ramírez, traiga al prisionero.
–¿Al prisionero, mi capitán? Usted ordenó que fuera ejecutado. Lo ahorcamos al amanecer.
–¿Ahorcado? Yo ordené que fuera apersogado, Ramírez. 
–Pues eso, mi capitán.
–Ramírez, consiga un diccionario.
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Mi vida es un infierno. Mi mujer está enferma y ha dejado de trabajar. Mi hijo se ha ido de casa y un juez me ha dicho que tengo que pasarle una mensualidad hasta que cumpla los 35 años. En el trabajo soy el último mono. Tengo una hipoteca de 250.000 euros, que terminaré de pagar dentro de 40 años. Por lo tanto, quiero que se me practique la eutanasia.
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Antes lo machacaban en el patio del colegio. Ahora lo machacan en el gimnasio. Se pregunta si ha mejorado.
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¡Qué alegría cuando me dijo que tenía su amistad! La tranquilidad que me entró al pensar que siempre contaría con él en momentos de tormenta. ¡Qué sorpresa cuando una ligera lluvia puso de manifiesto su falta de lealtad!
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EL COLMO
Detuvieron a los hermanos Grimm por crear monstruos.
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El hombre del retrato le devolvió la mirada un martes. ¡Qué desvergonzado!
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Lleva eones recorriendo el cosmos. ¡Qué grande es! Inmenso. Elohim no encuentra el planeta que llenó de seres vivos. 
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Los presos se habían vuelto incontrolables. Los funcionarios de la prisión pidieron el cierre del gimnasio.
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Los neandertales acogieron con los brazos abiertos a los sapiens. Un error.
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Mutabazi Urema, el Supremo, señaló la foto: ese, ese era el cuerpo que quería, musculado, perfecto. Los cirujanos prepararon la operación.
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Julia acudía al Spartan. Nerea era socia del FaGym. Mariela iba al Fittest. Mónica estaba deseando que llegara el domingo para descansar.
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Mi marido se machaca en el gimnasio, tanto que por las noches no quiere hacer ningún ejercicio.
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Nostalgia siente cuando recuerda cómo era antes del viaje a Kepler-16, antes de que le amputaran las piernas para ahorrar espacio en la minúscula cosmonave, cuando  tenía piernas y caminaba, cuando iba en patines. 
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Comprendió que tenía que dejar las clases de zumba cuando un día, paseando por el centro comercial, sonó un reguetón y comenzó a bailar.
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Le expulsaron del Club de los Cien Kilos cuando alguien le vio saliendo de un gimnasio.
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El astronauta, el cosmonauta y el taikonauta ponen sus naves a máxima potencia. Aceleran más allá del límite. Vuelan (nunca mejor dicho). ¿Quién será el primero en poner los pies en Marte? 
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Pilar no paraba de decir que iba a apuntarse al gimnasio. No entiendo por qué se enfadó tanto cuando le regalé la inscripción.
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EL COLMO

El mismo día en que acabó el confinamiento, le llegó la cinta de correr.
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–¿No ha escuchado lo que le he dicho? No le quedan más que dos meses de vida, tres a lo sumo. ¿Por qué sonríe?
–Sonrío porque hoy es el primer día del resto de mi vida.
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Su entrenador personal no paraba de gritarle. Un día ya no pudo más. Llevó al gimnasio una pistola.
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El zapato encaja perfectamente en el pie de Cenicienta Loayza, que trabajaba en el Club Hetaira.
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EL COLMO
Iba al gimnasio en patinete eléctrico.
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Se apuntó al gimnasio. Compró un bolso por internet. Le costó elegir las mallas y la camiseta. Le faltaban las zapatillas. Había tantas.
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Cuando hizo el curso de guión, descubrió que siempre había sido un figurante.
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Llevaba un mes en el gimnasio cuando el director le llamó para decirle que finalmente no interpretaría a don Quijote, sino a Sancho Panza.
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Gastó la tableta de chocolate durante las Navidades.
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El famoso futbolista estaba tan concentrado en terminar la tabla de ejercicios que olvidó que ese día había partido.
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Laura, la vigoréxica del gimnasio, me pidió una cita. Por supuesto le dije que no.
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–El guión de nuestras vidas está escrito.
–Pero, Calvino, ¿no podemos soltar ninguna morcilla?
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Eliminó toda la grasa del cuerpo. Desarrolló los pectorales. Descubrió que tenía músculos donde no sospechaba. Pero no recuperó a Marco.
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Por supuesto, Dios no creó el universo en seis días. Tardó millones de años. Le costó miles de ensayos crear una criatura a su imagen y semejanza. El resultado no le satisface del todo, por lo que ahora descansa y se prepara para intentarlo otra vez.
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Su vida ha cambiado: antes estaba solo y ahora, solo con sus músculos.
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Los últimos cinco años había gastado más de dos mil euros en gimnasio. Este año ha tomado el propósito de no volver a pagar la inscripción.
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Mami dice que yo soy muy curiosa y que vosotros sois ignífugos. 
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EL COLMO
El recepcionista comenzó a engordar: ya no podía ir al gimnasio tan regularmente como antes. Fue despedido.
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–¿Cómo se atreve a decirme que este libro es una estafa?
–No, señor Menard, no podrá convencerme de que usted es el autor del Quijote.
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QUÉ PASÓN
¡He salido en la tele! Siempre había soñado con salir en la tele. Sí, es verdad: fui llevada mediante engaños para que mi marido, delante de todo el país, me dijera que tenía una amante y que quería divorciarse. ¿No lo visteis, tías? Fue muy fuerte, lo admito, pero ¡he salido en la tele!
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Hace un mes, mi vecino se compró un piano. Hace dos días, tuvo un accidente bajando las escaleras.
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Cuando leí las dos primeras páginas de Finnegans Wake, tuve una epifanía: era un rollo de libro.
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Marte decretó ríos sangrientos. Venus tuvo una menstruación homérica.
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La verdad, el cosmos es hermoso. Lleva recorriéndolo miles de años. Nunca para de descubrir maravillas. Pero el conde tiene mucha, mucha sed.
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No insistáis: Dios no habla vuestros idiomas por lo que vuestras oraciones le resultan indiferentes.
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Preguntó dónde estaba el gimnasio. Le dijeron que allí no había. Entonces comprendió que estaba en el infierno.
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Batman, en realidad, odia a los murciélagos. Son criaturas torpes, que no paran de chocar con todo. Pero, claro, eso es lo que le pasa a él. No lo consigue hacer mejor. Ya le gustaría volar como un colibrí.
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DIOS BENEVOLENTE
–Señor, ¿no te has dado cuenta? Hemos decidido ir vestidos.
–Vale.
–Y ahora vamos a fornicar como locos todo el día.
–De acuerdo. 
–¿Sabes? Hemos comido la fruta del árbol prohibido.
–Ah, ¿sí? Bueno, nadie es perfecto.
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No volvió a subirse en la cinta. No quería recordar la vez en la que, mientras corría, cometió el error de comprar acciones de Prisa.
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EL MINISTERIO DE LA VERDAD
Sólo habrá, como mucho, uno o dos casos. La curva de contagios y de muertos está llegando a su pico.
Utilizar mascarillas es contraproducente. Hay que utilizar mascarillas.
No hay evidencia científica del efecto aerosol. El virus flota en el aire.
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Batman es una ciudad turca situada en el extremo oriental de Anatolia.
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Mi cuñado me regañó por tocar su piano. 
–Has dejado todas las huellas. ¿Ves?
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Se cree Augusto y sólo es Caracalla.
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No hizo caso de la advertencia. Le acabó deteniendo la Policía Estatal. Fue acusado de sedición. Llevaba dos meses sin pisar el gimnasio.
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Chuang Tzu fue cesado por quedarse dormido en el trabajo. Denunció a su jefe en Magistratura de Trabajo. Su caso pintaba bien, pero lo acabó perdiendo porque no asistió a la vista: se quedó dormido.
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Les oigo. Hablan de una criatura reptante que acecha en la oscuridad y bebe sangre. Es por eso que ya no vienen. Y yo cada vez tengo más sed.
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Y, por fin, alguien se dio cuenta de que, para enterrar a un faraón, no hacía falta construir una pirámide.
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EL PÁJARO AZUL 
Un extraño pájaro azul se posó en la barandilla de hierro de mi balcón. Traté de recordar lo que muchos años atrás me había dicho mi abuelo: sería feliz si viese un pájaro azul. O era que me tenía que comer un pájaro azul. O debía capturarlo y meterlo en una jaula. O debía dejarlo escapar. O debería hacerle una foto. O tenía que ignorarlo porque los pájaros azules no traen la felicidad, sino la desgracia. 
–¿Te vas a decidir? –me gritó el pájaro azul–. No tengo todo el día.