miércoles, 28 de febrero de 2024

Papelera

 Liliana Heker: “Con demasiado amor a la literatura como para animarse a escribir”.

–Pues ya no podemos seguir regalando carbón.
–¿Y  qué vamos a regalar?
–¿Por qué no un libro de Muñoz Molina?
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Nos convenció a gritos de que no había que levantar la voz.
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Como especie invasora, ¿no debería ser erradicado de Europa el Homo sapiens?
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Su terapeuta le había dicho que tenía que hablar, que hablara, que hablara lo que fuese, pero que hablara. Así que él, en las reuniones de Profesores Anónimos, hablaba. Pero, como no sabía de qué hablar, con tal de hablar, hablaba de la política matrimonial de los Reyes Católicos.
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CRÓNICAS ESIANAS
Escrita en la pizarra, la matrícula de tu coche.
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–No he podido dejar de escuchar y siento curiosidad. ¿Quién era ese capillitas que te estaba hablando de los pecados de la carne?
–¿Un capillitas? No, no. Era uno del PACMA.
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Fray Bernardo de Cózar tuvo cierto éxito con los arahuacos de Jamaica, pero los caribes de la Martinica le pusieron a caldo.
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Lorenzo era sin duda peculiar, el más peculiar de los que asistían a las reuniones de Opositores Anónimos. Había tratado de sacarse la plaza de abogado del Estado y, cuando hablaba, malamente se le entendía, porque lo hacía a una velocidad de cuatrocientas palabras por minuto.
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–¿Tienes hermanos?
–Tengo un medio hermano.
–¿Medio hermano de padre o de madre?
–No, medio hermano de accidente con un patinete eléctrico.
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–¿Doña Luisa?
–Sí, Conchi. ¿Qué querías?
–Creo que este jueves no podré ir a limpiar el piso. El otro día estuve en el médico y me descubrieron un bulto en el pecho. Me lo tienen que operar de inmediato.
–¡Ay, por Dios! ¿Qué me dices? ¿Y no conoces a otra chica que pueda venir?
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ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
FEDERICO.— (Virulento.) Pero ¿es que no te das cuenta de que votar a Vox es votar a Sánchez?
LUIS. — (Cáustico.) ¿Y tú no sabes que votar al PP es votar socialismo?
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Los tractores tardaron un par de horas en llegar desde las afueras a la sede comunitaria. En ese tiempo, la Comisión había aprobado seis directrices más.
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Los tractores tardaron un par de horas en llegar a la sede comunitaria. En ese tiempo, la Comisión había aprobado seis reglamentos más.
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Después de sacar el coche patrulla del barro, la guardia civil dejó que los tractores se quedaran quince minutos más bloqueando la autovía.
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A Stockhausen se le ocurrió así, de repente, cuando, escuchando un disco de Beethoven, pasó la tractorada por delante de su ventana.
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PUNDONOR
Los jardines del ministerio tenían un aspecto lamentable. Se bajaron de los tractores, cogieron las azadas y los labraron.
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El ministro les dijo que, ya que estaban allí, podían arar los jardines del ministerio.
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Tuvo que vender el tractor para pagar la multa por circular por el centro de la ciudad con un vehículo diésel y, además, muy ruidoso.
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Teresa pensó que mejor sería que sus amigas no se enteraran, no decirles que los vehículos antiguos de colección de Álvaro eran tractores.
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A Teresa se le vino el alma al suelo cuando Álvaro le enseñó los vehículos que coleccionaba: tractores.
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–Pepe, te veo muy pensativo.
–Es que estoy dándole vueltas a un asunto importante.
–¿Cuál?
–Si en los cuartetos de cuerda es mejor situar al lado de los violines el violonchelo o la viola.
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Se siente como la Unión Deportiva Almería. No juega peor que otros. De hecho, a veces juega mejor que los mejores. Pero nunca gana. Es el peor equipo de la historia de la Liga.
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–Pérez, ¿conoces a algún friqui de los tebeos?
–¿Por qué lo pregunta, inspector?
–Por el testigo. Resulta que trabaja en una tienda de cómics y dice que la sospechosa tenía el pelo como Lois Lane, los ojos como Mary Jane Watson y los pechos como Vicki Vale.
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Hugo y Sara son cuñados. Un día de aquel verano en que se quedaron solos en el apartamento de la playa, decidieron acostarse. Como no, discutieron sobre quién debería ponerse encima.
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ADOLF HITLER
Visto como iba la cosa, decidió quemar Alemania a lo bonzo.
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El profesor encontró por fin una solución para el ruido que había en la clase de 2º D. Siempre que entraba en el aula, llevaba puestos varios tapones para los oídos.
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G. K. CHESTERTON
Pero ¿cómo a un católico se le ocurre escribir un libro que se titula Ortodoxia?
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Estaba harto de risas, besos y gemidos. Del ruido. Los acabó expulsando. Lo de la manzana fue una mera excusa.
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–Es un teórico. No le gusta la práctica y yo desprecio a los que no les gusta la práctica.
–Pero, entonces, practica la teoría, ¿no?
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El inspector de la guía Michelin estaba encantado. Iba a poner la máxima nota. Entonces pidió un vaso de agua. Y encontró una mancha de carmín en el borde.
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Cuando se fueron sus nietos, descubrió por fin que los audífonos se habían quedado sin pilas.
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El perrito de la del 3º A era muy ruidoso. Y también muy inocente: se comió lo que le echó la del 3º C.
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–El silencio no existe –se decía el enterrador cada día, cuando entraba en el cementerio.
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El crujido de la puerta del vecino, que no ajustaba bien, no le dejaba tranquilo. Era, horrible, insoportable. Y claro.
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–Exijo que me pague –dijo la famosa cantante–. Me escuchaba detrás de la ventana.
–Que deje caer tres dinares en una mesa. Escucharás ese ruido y estarás pagada –sentenció el famoso juez.
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PROCESO
1. Voluntariamente, se ofrecen a darte mayor velocidad.
2. Internet empieza a fallar.
3. Vienen a arreglártelo.
4. Suben la factura.
5. Tienes una permanencia de veinticuatro meses.
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Después de años siendo vecinos de los Berzosa, de soportar sus gritos, el nuevo piso junto al aeropuerto nos pareció tranquilísimo.
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La profesora encontró la solución a los ruidos que había en 2º B. Siempre que entraba en el aula, camuflados con el pelo, llevaba unos tapones.
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El profesor encontró una solución a los ruidos que había en 2º D. Siempre que entraba en el aula, llevaba unos tapones.
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–Los coches más ruidosos son los peores.
–Pues el mío es bastante silencioso. No lo arranco desde 1995.
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Gustave está contento. Aunque su escandalosa novela ha pasado desapercibida en los periódicos, al menos ha hecho ruido en los tribunales.
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En la gran ciudad era imposible escribir: coches, sirenas, gritos, ruido. Alquiló una casa en la sierra. Los acúfenos eran insoportables.
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Un país en el que hay dos formas de preparar la tortilla de patatas es ingobernable.
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Pues sí, tía, Álvaro me engañó, pero le he perdonado. Cuando vi a aquella zorra, me di cuenta de que éramos como dos gotas de agua.
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BURIDÁN
Dudo si escribir un microcuento o un microrrelato.
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–¿Tú crees en milagros?
–No, Pepe, bien sabes que no.
–¿Y esperas cobrar la jubilación?
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Pues sí, tía, Álvaro me engañó, pero le he perdonado. Cuando vi a aquella zorra, me di cuenta de que físicamente era igualita que yo.
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KAFKIANO
Finalmente, decidieron no procesar a Josef K. ¿Para qué perder el tiempo? Si lo mismo luego acababa indultado.
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UCRONÍA
A Hitler le gustaban las óperas de Verdi. No hubo una segunda guerra mundial.
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La Asociación Francesa de Importadores de Café encargó una enorme corona en el funeral de Balzac.
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GAS AMIGO
Los británicos lanzan proyectiles de cloro sobre las trincheras alemanas. De repente, cambia la dirección del viento.
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–¿Qué libro estás leyendo ahora?
–Uno que ha dado la vuelta al mundo.
–Ah, ¿sí? ¿Cuál?
–El de Antonio Pigafetta.
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José Picón: “Puede el baile continuar”.
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CRÓNICAS ESIANAS
Les gritó a sus alumnos que no podían levantar la voz.
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EL COLMO
Le cortaron la cabeza al único Borbón que no la tenía.
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Hay que suspender la credibilidad para ver una película de Marvel, de Jurassic World, de zombis, para ver una rueda de prensa del Consejo de Ministros.
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Ejemplo de oxímoron: terrorismo bueno.
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CRÓNICAS ESIANAS
Va a suspender, aunque irá a Martínez Montañés 8 y aprobará.
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Sin hacerme ni un poquito de caso estuvo durante tres años. Y eso que lo intenté todo por llamar su atención. Le escribía cartas. Me hacía el encontradizo con ella. La seguía por la calle. Por fin lo conseguí. Se dio por enterada de mi existencia. Lo supe cuando la policía vino a casa para entregarme la notificación del juzgado.
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REMARQUE
Escribía poesías florales cuando estaba en la guerra. Escribía sobre la guerra mientras contemplaba las flores de su jardín.
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POR FIN
Sin hacerme ni un poquito de caso estuvo durante tres años. Y eso que lo intenté todo por llamar su atención. Abrí una cuenta en el banco donde trabajaba. Le escribía cartas. Me hacía el encontradizo con él. Le seguía por la calle. Le esperaba todos los días en la cafetería donde desayunaba. Por fin lo conseguí. Se dio por enterado de mi existencia. Lo supe cuando la policía vino a casa para entregarme la notificación del juzgado.
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CRÓNICAS ESIANAS
He sobrevivido.
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Sin hacerme ni un poquito de caso estuvieron los jurados de Relatos en Cadena durante diez años. Increíble. Empezaba a creer que yo no sabía escribir.
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KAFKIANO
En un agujero en Gaza, los soldados Eliav y Alim discuten si Gregor Samsa era un escarabajo o una cucaracha.
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Sin hacerme ni un poquito de caso estuvo toda la noche. Y eso que lo intenté todo. Arrastré sillas y mesas. Encendí la tele. Tiré al suelo el vaso de agua. Revolví su ropa. Nada. Todo quedó aclarado por la mañana. En el resort se celebraba una conferencia de personas sordomudas.
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Supo que iba en serio cuando, la primera vez que fue a cenar a su casa, vio que le había puesto una servilleta de tela.
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El escritor tenía tal pánico a la hoja en blanco que se ponía malo cuando veía servilletas de papel.
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La portavoz informó de que la preocupación del presidente por el medio ambiente era tal que, desde ese momento, en el avión oficial sólo se utilizarían servilletas de tela.
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Cuando vio la cuenta, decidió llevarse la servilleta.
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La preocupación del presidente por el medio ambiente era tal que en el avión oficial sólo se utilizaban servilletas de tela.
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Fugazmente, cuando ella guardaba en el bolso la servilleta donde había apuntado su teléfono, vio que estaba lleno de papeles.
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Pascual García, agricultor de El Ejido, fue detenido por la policía ambiental como consecuencia de una denuncia anónima. Fue acusado de recoger tomates usando una tijera de podar, no retorciéndolos suavemente hasta despegarlos del tallo, como ordena la Directiva 234/2026.
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Dos horas después, cuando vio el hacha y al hosco verdugo, Alicia había de lamentar haber entrado en la madriguera de conejo.
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Fue pronto evidente que la ultraderecha hegeliana sufría los efectos del cordón sanitario.
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–Me dijo que le podría reconocer porque estaría leyendo un libro de Bukowski.
–¿Y estaba en el parque?
–Yo que sé, tía. Por supuesto, no me presenté.
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Dos horas después, cuando vio al ceñudo verdugo, que llevaba en las manos una gigantesca hacha, Alicia habría de lamentar haber entrado en la madriguera de conejo.
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El simposio sobre Hegel fue movidito. Los de la izquierda hegeliana querían establecer un cordón sanitario a los ponentes que formaban parte de la ultraderecha hegeliana.
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Dos horas después, cuando vio al adusto verdugo, Alicia había de lamentar haber entrado en la madriguera de conejo.
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Mide cinco centímetros, usa gafas y viste de azul.
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Y finalmente comprendió que, para estar seguro, tenía que salir de su madriguera.
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Como todas las noches al salir de su madriguera, dudó si ir andando o llamar a un taxi para regresar a casa.
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–Soy su siervo, su esclavo, señorita.
–Si serás random, abuelo.
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CRÓNICAS ESIANAS
Estaba mirando el almanaque que hay en el tablón porque quería fechar un examen cuando sentí que me caía una lluvia de agua sobre la cabeza. Miré hacia atrás y vi a N. guardando algo en la mochila. Me acerqué y le pedí que la abriera: dentro, una botella de agua. Le reclamé explicaciones. Me dijo: “Déjame, puto pesao”.
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Cuando por fin murió el dictador, le dijo a su mujer que seguiría en su madriguera un tiempo más. Ella lo denunció a la Guardia Civil.
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El prehistoriador y paleontólogo observó admirado las pinturas que había en la pared. Si hubiera sido biólogo, habría advertido que ahora era la madriguera de un oso.
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19 de febrero
Un día largo. Y peligroso. Tengo que seguir buscando comida. Aunque he decidido regresar a viviendas por las que ya he pasado. Entonces descarté muchas cosas: latas de melocotón en almíbar, alimento de gatos. Antes me negaba a comerlo. Ahora me parecen manjares y se me hace la boca agua sólo pensando en ellas.
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El prehistoriador admiró las pinturas de la cueva. Si hubiera sido biólogo, habría advertido que ahora era la madriguera de un oso.
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El conejo se empoderó y le arrancó un dedo al cazador.
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El brigadista trató de levantarle a base de culatazos, pero el diputado no se puso de pie hasta que no le llamó de usted.
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Se llama Juan, como papá. Lo conocimos en el parque. Es muy viejo y le faltan varios dientes. Nos ha contado que estuvo en la cárcel y que es nuestro abuelo.
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Guionista perezoso ex machina.
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Era muy amable y educado. Durante sesenta años, gracias a su pico de oro, había logrado estafar a cientos de  personas y a San Pedro.
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Pues sí, salí con Esther Echarne, la hija de Echarne, el constructor. Le llegué a dar dos horas de cortesía en una de nuestras citas.
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–Los pacifistas nunca lograrán sus propósitos.
–¿Por qué?
–No están al pie del cañón.
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–¿Qué te falta?
–Todo.
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Era extremadamente cortés para así disimular su cobardía.
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El rico que entró en el Cielo estaba enfadado con la descortesía de San Pedro.
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JUEZ. — ¿Admite que llamó a la denunciante “zorra”?
ACUSADO. — Así es, señoría, pero lo hice el 4 de febrero.
JUEZ. — ¿El 4 de febrero? Pues entonces se puede marchar. El 3 de febrero “zorra” era un insulto, pero el 4, un epíteto elogioso.
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19 DE FEBRERO
Un día largo. Y peligroso. Tengo que seguir buscando comida. Aunque he decidido regresar a viviendas por las que ya he pasado. Entonces descarté muchas cosas: latas de melocotón en almíbar, alimento de gatos. Antes me negaba a comerlos. Ahora me parecen manjares y se me hace la boca agua sólo pensando en ellos.
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20 DE FEBRERO
Ayer el bombardeo duró veinte minutos; se ve que les llegó un suministro un poco mayor de bombas. Aunque fue tan inefectivo como siempre. Bueno, no del todo. Un bombazo reventó la cocina. Nos alegramos porque el capitán Halász, cuando acabó el cañoneo, nos dio permiso para rebuscar entre los restos. Comimos como nunca. Y hasta estábamos felices. Hasta que caímos en la cuenta de que todas nuestras provisiones se habían volatilizado. Mañana y, quizá, los próximos días nos tocará apretarnos el cinturón. También ha desaparecido Pap, el cocinero. Pero el nuevo que venga no puede ser peor.
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21 DE FEBRERO
Hoy me he quedado sin balas. Estaba explicando las ecuaciones de primer grado y, como Frans no paraba de hablar, le descerrajé un tiro en el pecho. Tuve que gastar otras dos balas para rematarle. Después de eso, estuvieron muy callados. Lo malo es todo el papeleo que vino luego. Lo normal.
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22 DE FEBRERO
Hoy he visitado la doctora Kemppainen. Me auscultó, me hizo varias preguntas, echó un vistazo a los análisis que yo le había llevado y, finalmente, acabó concluyendo que todo iba bien. Como siempre, eso significaba que no iba a peor. Hanni no abrió la boca en todo momento, pero, cuando salimos e íbamos en el autobús de vuelta, me dijo que debería probar a ir a otra médica. No quise reanudar la discusión. Hanni no comprende que prefiero una enfermedad más o menos controlada a probar algo nuevo que, en definitiva, supongo que todo vaya a mal. Aunque quizá tenga razón.
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23 DE FEBRERO
He vuelto a soñar con las ruinas. Había ido al campo con mi hermano y allí estaban, al borde de la montaña, como siempre, cubiertas de matorrales y arbustos, aún así impresionantes. Decidí explorarlas. Bajé por una extraña estructura, un sólido armazón de piedra, y llegué a la parte baja. Para mi sorpresa, encontré a otros visitantes. En una gran sala acristalada, había estantes llenos de papeles y libros. Dentro, estudiosos analizaban la obra del escritor en recuerdo del cual –por fin lo adiviné– habían construido aquel monumento hacía muchos años. Pocos lo habían leído y aún menos conocían su nombre, a pesar de que su fama era tal que había hecho que construyeran aquel magnífico mausoleo para sus escritos.
Cuando regresé junto a mi hermano, me prometí a mí mismo que leería algo de aquel escritor. No puedo, sin embargo, decir su nombre. Porque no consigo recordarlo.
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24 DE FEBRERO
Nuevas informaciones en los periódicos sobre el caso Tiberio. Marchetti se niega a aceptar que va con él. O finge que no lo acepta. Ayer estuve temiendo durante todo el día la llamada del presidente para pedirme que hablara con él para forzarle a dimitir. No se produjo la llamada. U otro la recibió. Pero pinta mal. Marchetti es un cadáver político. ¿Estuvo implicado? Poco importa. Su subordinado, la persona que le debe todo, es el responsable.
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25 DE FEBRERO
He estado llamando a todas para decirles lo que me pasa. Simplemente, que durante unas semanas no podré ir. En realidad, durante unos meses. Curioso lo que me ha pasado con doña Adela.
–¿Doña Luisa?
–Sí, Conchi. ¿Qué querías?
–Creo que este jueves no podré ir a limpiar el piso. El otro día estuve en el médico y me descubrieron un bulto en el pecho. Me lo tienen que operar de inmediato.
–¡Ay, por Dios! ¿Qué me dices? ¿Y no conoces a otra chica que pueda venir?
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26 DE FEBRERO
Hoy se han llevado a Sándor. La verdad, mejor no sería hablar de esto. Quizá tampoco debería escribir sobre esto. Pero es que no deja de ser sorprendente. Sándor había escrito numerosos artículos acerca de Marx y, al parecer, preparaba una breve monografía sobre El Capital. ¿De qué trataba? Sándor era un ortodoxo. Pero, claro, vivimos en unos tiempos en que la ortodoxia es heterodoxia.
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27 DE FEBRERO
Vuelven a insistir: quieren que me indemnicen o prefiero que me lo arreglen. Les digo que quiero que lo arreglen.
–Pues vale, entendido: le indemnizaremos.