domingo, 31 de marzo de 2024

Papelera

Milena Busquets: “Los dos mayores peligros de la escritura: las obviedades y las cursiladas. Es necesario ir esquivando unas y otras, aunque al final, después de un día entero de trabajo, solo tengas una frase buena de cinco palabras”.

 
NAPOLEÓN BONAPARTE
Et tu, Bernadotte?
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–Tía, ¿es verdad que Trini tiene un nuevo novio?
–Sí, me lo presentó hace unos días.
–¿Y qué tal?
–Es tan listo que sólo le falta hablar.
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–Pero ¿tú nunca pierdes la esperanza?
–Pues como nunca la he tenido no puedo perderla.
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–¿De qué hablan Pedro y Jorge, que gritan tanto?
–No les hagas caso, están teniendo una conversación de VAR.
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–Pero, presidente, ¿por qué tanto empeño en prohibir la prostitución? Hay gente que tiene necesidades.
–Mira, ministro, la gente con necesidades tiene la solución en la mano.
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TRANS
Aunque al principio se equivocaba, acabó acostumbrándose a entrar en el baño de las mujeres. Aprendió a ignorar las miradas recelosas. Y, aunque nadie le veía, es decir, no tenía por qué hacerlo, estaba tan metido en el papel que meaba sentado.
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SED DE TI ME ACOSA EN LAS NOCHES HAMBRIENTAS
–Mientras estabas en el baño, te he escrito una poesía.
–Pero si este es un poema de Neruda.
–A ver, ¿quién lo ha escrito en esta servilleta, Neruda o yo?
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ERROR
La película favorita de Laurita era Shrek, así que, cuando se encontró con aquel ogro, se acercó a él despreocupada.
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–¿Qué te gusta de mí?
–Que me soportes.
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Y como siempre, cuando la victoria está al alcance de tus dedos, Blücher llegará.
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No siempre ir a un balneario es saludable. Fíjense en lo que le pasó a Cánovas.
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–Oh, amo, soy el genio de la lámpara. ¿Cuáles son tus dos deseos?
–¿Dos? ¿No eran tres?
–Uno es para Hacienda, oh, amo.
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Ahora no sé si leer un libro de Adrian Goldsworthy o de Michael Axworthy. ¿Ustedes qué me aconsejan?
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Escribe antes de leer porque, si leyera, no escribiría.
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Era un desastre. No sabía hacer nada. Preparaba una comida repugnante. Cuando barría, dejaba polvo por todos lados. De lavar la ropa, mejor no hablar. Estaba claro. Sólo quedaba por decidir si se ocuparía uno de ellos o serían todos los que le dijeran a Blancanieves que tenía que irse.
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HIDEKI TOJO
Vamos a la guerra porque no comprenden nuestras intenciones pacíficas.
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Pero ¿cómo te voy a querer si ni tú misma te quieres?
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Me enamoré de él porque tenía magia, pero sólo era ilusión.
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Pues, Ayub, no vas a creer cómo ocurrió. El sultán iba caminando por un pasillo recién fregado. Se resbaló y cayó cuan largo era. A mí se me escapó una sonrisita, nada. El sultán, furioso, me acusó de haberme descojonado y ordenó a su intendente que me convirtieran en eunuco.
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–¿Te ha gustado el poema que te mandé?
–La verdad, me pareció cursi y ripioso.
–Vaya. Álex me aseguró que el ChatGPT era fiable.
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Mamá no para de preguntarme por qué lo hice. Lleva más de cinco mil noches preguntándomelo. ¿Que por qué lo hice? Pues está claro: porque es una cansosa. Y, por lo tanto, lo hice una vez y lo volvería a hacer si pudiera, volvería a lanzarla al pozo al que la arrojé.
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Está enamorado de mí. ¿Cómo le explico que no soy mago, sino ilusionista?
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Franco se creía caudillo de España por la gracia de Dios. ¿No suena eso a luterano?
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¿De verdad vamos a dejarles a nuestros hijos un mundo donde siga habiendo nacionalistas, comunistas, reyes y dictadores?
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–La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
–Pues creo que la rinoplastia no le ha salido como esperaba.
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Lo que más le gustaba de las reuniones de Corruptos Anónimos era, cuando nadie miraba, coger dinero del bote del café.
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Bill Grey trató de disimular. Y lo hizo bien. Claro, de vez en cuando chocaba con sus compañeros. Pero siempre estaba con una botella en la mano y todos le creían bebido. Se lo perdonaban porque en los abordajes era el más feroz de los contrincantes. Hasta que un día, inadvertidamente, se colocó el parche en el ojo derecho. Y todos descubrieron que estaba ciego.
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CRÓNICAS ESIANAS
Pascual confía en jubilarse antes de que obliguen a hacer seis guardias.
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Hoy Ferreira vino otra vez. Quería comprarme mi media hora. Y a muy buen precio. Me ofreció 600 yuanes. No me gusta Ferreira y, simplemente por fastidiarle, le dije que no. subió a 700, a 800.
–No conseguirás más de 900 –me dijo.
Y, poco después, me ofreció 950.
–No.
Se fue.
Estaba lamentándome porque, después de todo, ¿para qué quiero yo media hora de avión?, cuando Ferreira regresó.
–1.500. No puedo darte nada más –me dijo–. Acepta o pierde el dinero.
Acepté, claro, pero le pedí que me explicara para quién era la media hora. Ferreira me dijo que para un tipo, uno que se había hecho rico con algo de internet. Quería viajar a Australia.
–A una cumbre sobre el medio ambiente. ¿Te lo puedes creer? –me explicó Ferreira–. Ha tenido que comprar un fortunón, tú. Veinte horas de vuelo.
–¡La hostia! –exclamé.
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–¿Y por qué os llamáis Los Rotos?
–Bueno, íbamos a llamarnos La Nariz de Miguel Ángel, pero nadie entendía la ironía.
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Socialismo era igualdad.
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Mamá viene todas las noches a mi cuarto y empieza a hablarme. No para de calentarme la cabeza; resulta insoportable. Estoy tan desesperada que a veces estoy tentada de arrojarme a un pozo. Pero no creo que sea la solución; a mamá la arrojé allí y no logré arreglar nada.
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El profesor de Latín esperó a que fuera 15 de marzo para darle a César la nota del control.
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Mamá viene todas las noches a mi cuarto y empieza a hablarme. No para de calentarme la cabeza; resulta insoportable. Estoy tan desesperada que a veces estoy tentada de arrojarme a un pozo. Pero no creo que sea la solución; a mamá la arrojé allí y sólo conseguí empeorarlo todo.
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“Los marines nunca mueren. Sólo van al infierno para reagruparse.”
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Mi madre viene todas las noches y empieza a hablarme. No para de calentarme la cabeza. Resulta insoportable. Creí que me dejaría en paz cuando la arrojé a aquel pozo. Y sospecho que arrojarme yo no es la solución.
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LA MONTAÑA VINO
Mahoma apenas consiguió sobrevivir el alud.
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Cuando le llegó la factura, el duque de Berry se preguntó por qué el libro no se titulaba Las muy caras horas.
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Ya sólo sé que no quiero saber nada.
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La tractorada tuvo éxito porque llegó a las pistas del aeropuerto desde donde partía el Falcon del presidente.
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Acabaron con las tractoradas cuando prohibieron utilizar en ellas gasoil agrícola.
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–¿No te has enterado de que la Inquisición está investigando a Sancho?
–Pues no.
–Sospechan que no es cristiano viejo.
–¿Por qué?
–Cuando estuvo con aquel loco de Quijano, gobernó una ínsula. Y dimitió.
–¿Dimitió? Pues sí, definitivamente, eso no es propio de cristianos viejos.
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–Pepe, ¿y tú cuándo perdiste la fe?
–Hace mucho tiempo, cuando los académicos le quitaron la tilde.
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Ya estaba bien de tantas tractoradas. La Comisión decidió tomar medidas. Prohibió todos los vehículos agrícolas, excepto los minitractores.
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–El otro día vi a Emilio. Estaba de bajón.
–Es que lo han echado del trabajo.
–¿Por qué?
–Le pillaron corriendo una maratón cuando estaba de baja.
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Envidia el gato a la tortuga, la seguridad que le da su caparazón, su andar tranquilo, sosegado, sin prisas. Envidia la tortuga al gato, su agilidad, sus movimientos rápidos, su habilidad para escalar, para escabullirse, para desaparecer.
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Agripina, su mujer, se empeñó en ir a la tractorada de aquel mes. Benito tuvo que llamar a Yelena para decirle que no podría pasarse.
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–Pero ¿por qué quieres matar a Blancanieves?
–La odio tanto.
–¿Y no sabes que ahora vive con…?
–Sí, claro que lo sé. Es la reina de la casa.
–¿La reina? ¿Qué dices? No para de trabajar de sol a sol.
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–¿Y usted tiene pensado tirar de la manta?
–Depende.
–¿De qué?
–De si mis antiguos compañeros me van a dejar pasar frío.
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–¿Ha prometido algo el ministro?
–Sí. Dice que va a simplificar la burocracia de la PAC.
–¿Y no sería mejor no haberla complicado?
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Recién nombrado, al ministro le informaron de que habían convocado una tractorada. También tuvieron que explicarle lo que era un tractor.
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El ministro de Agricultura, que tenía la pituitaria sensible, dimitió la segunda vez que los tractores llegaron cargados de estiércol.
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Blancanieves, por supuesto, no se dejó engañar: bajo aquel ridículo disfraz se escondía su madrastra. Y sospechaba sus intenciones. Pero estaba harta de levantarse antes del amanecer, de barrer, de fregar y cocinar, de lavarles la ropa. Así que cogió la manzana y se la comió.
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Finalmente, el país en el que había dos formas de preparar la tortilla de patatas era más ingobernable que aquel en el que existían 345 tipos de quesos.
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Cuánto me echaba de menos. No paraba de decírmelo todas las noches por Skype. Te echo mucho de menos. Así que decidí darle una sorpresa. La verdad, pensé que no me echaba tanto de menos. Y había escuchado rumores. Así que contraté un vuelo, cambié los turnos y dispuse de tres días. Tres largos días.
El primero fui a casa de Nuria, que no me esperaba. Casi me echó de su piso. Así que fui con mi mujer.
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–Yo soy el culpable de todo.
–¿Tú? ¿Por qué tú?
–Viajé al Jurásico y, accidentalmente, maté una mariposa. Cuando regresé, Pedro Sánchez era presidente.
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El libro segundo de la Poética, en el que Aristóteles hablaba de la comedia, no le hizo gracia a Jorge de Burgos.
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Esta mañana, Nadia se sentó en un banco del parque y decidió que no se iría de allí hasta que alguien le hablara. A las diez de la noche, el guarda se le acercó para decirle que iban a cerrar. Nadia se levantó.
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¿Cuál era la ciudad más fea de España? El jurado internacional no se decidía. Hacía años que, en todas, se cometían desmanes y más desmanes urbanísticos. Tuvieron que dejar el premio desierto.
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–Entonces, ¿me aseguras que este líquido ponzoñoso me transformará en alguien guapo?
–Bueno, querido. Lo único que te aseguro es que ya no tendrás que preocuparte por tu fealdad.
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Si las Cortes prohíben la prostitución, ¿dejará de haber políticos hijos de puta?
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El misionero albergó esperanzas, pero acabó como los otros: los caníbales le pusieron a caldo.
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Ya me apetecería a mí dejarme vencer por los pecados de la carne.
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El castillo cayó por culpa del cambio climático. El foso se quedó sin agua.
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Desbordado de negativos defectuosos, el jefe de estudios tuvo que empezar a actuar. Había que probar algo nuevo. Había castigado a los alumnos disruptivos al aula de convivencia. Les había expulsado. Tenía que intentar otra cosa. De repente, una lucecilla se le encendió. Se la comentó al director, al que no tardó en convencer. Sí, lo harían, expulsarían a los profesores que pusieran más partes.
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–¿Sabes cuál fue el primer libro que dio la vuelta al mundo?
–La Biblia, ¿no?
–No.
–Entonces, ¿cuál?
–El diario de Antonio Pigafetta.
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–Yvette, me aseguraste que gracias a este bebedizo me convertiría en el hombre más guapo del mundo.
–Tuvo que fallar alguno de los ingredientes. Sospecho de la sangre de doncella. En estos tiempos es tan difícil de conseguir.
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EL COLMO
Le echaron de X porque descubrieron que no utilizaba su nombre real.
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La comida había sido de diez, pero el inspector de la guía Michelin no podía pasar por alto que en la servilleta había una mancha de carmín.
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28 DE FEBRERO
A Rafi le corría prisa: tenía que imprimir ese documento. Pero no podía hacerlo. Me di cuenta enseguida de lo que pasaba. Sólo tenía que… No, no le dije nada. En diciembre, en plena ola de frío, abrió las ventanas. Decía que había que ventilar. Siempre está con lo de ventilar. Me quedé helada. Así que no la ayudé. Le dije que no sabía lo que le pasaba a la impresora. Me hice la tonta.
Rafi se fue bastante enfadada.
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29 DE FEBRERO
Hoy también me ha pegado, pero menos que ayer. Los golpes me dolieron poco. Incluso tuvo que parar porque se ha hecho daño en la mano.
–¿Tienes alguna pomada?
Pues claro que tengo una pomada.
–Si me dejas levantarme, me la das.
–¡Qué daño me he hecho!
Saqué la pomada y se la eché por la mano.
–No voy a poder hacer nada en una semana. He tenido que golpear un hueso.
Se me quedó mirando durante un instante. Yo nunca me quejo. Ya no. Ni grito. Recibo los golpes y, cuando acaba, me levanto y sigo adelante.
–¡Cómo me duele! –dijo.
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1 DE MARZO
Me dijo ayer que no puede leer nada nuevo. A mí me ocurre lo contrario: únicamente leo libros que acaban de ser publicados. No puedo leer nada viejo. Lo viejo está contenido en lo nuevo. ¿Para qué leer a Raymond Chandler o a Georges Simenon si lo mejor de ellos está en Pierre Lemaitre? ¿Para qué leer algo nuevo?
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2 DE MARZO
Yo siempre he defendido a Stalin; es difícil que un país pase del feudalismo al socialismo de manera fluida. Hay gente que tiene la cabeza en el antiguo sistema. Y el corazón. Aunque sea un corazón oprimido por el miedo. Mi corazón no estaba con el feudalismo, pero sí mi cabeza; todavía pensaba en el viejo país, que no volverá. Así que está bien lo que me ha ocurrido. Aquí hace frío, el trabajo es duro. Pero estoy ayudando a construir el socialismo. Que el socialismo triunfe, aunque yo sea destruido.
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3 DE MARZO
Hoy he leído la última novela de García Márquez. No está mal, salvo que no es de García Márquez. Al menos no de Gabriel García Márquez.
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4 DE MARZO
Jonathan me ha dicho que deja los estudios. Ha esperado a cumplir los dieciséis años. Y entonces me lo ha dicho.
–Lo dejo, mamá –me dijo.
–¿Y qué vas a hacer? –le pregunté.
–Jugar.
¿Jugar? Sí, jugar. Y lo decía en serio.
–Sabes que habrá un momento en que tendrás que trabajar, ¿no?
No me respondió. Pero estaba claro que yo no sería capaz de obligarle a ir al instituto.
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5 DE MARZO
Hoy sólo han bombardeado por la noche. Por lo que no me he enterado de nada. Alguien vino para avisarme de que estaban sonando las alarmas. Simplemente le ignoré. Me escondí debajo de las mantas. Y, aunque estuve escuchando las bombas y los antiaéreos, me acabé durmiendo. No es valentía. Es que estoy cansado del señor G… y de la señora H… y de la hija de los F… Pensar que iba a tener que pasar otro par de horas en el refugio con ellos era demasiado fuerte para mí.
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6 DE MARZO
Si no te pueden echar por mentir, por corrupto, por causar la muerte de alguien, por despreciar a la mitad de los ciudadanos, no te pueden echar por nada. Estarás siempre en el poder.
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7 DE MARZO
Me negué a comer aquella bazofia. Simplemente. Pero no esperaba lo que vino. Me dejaron sentado en el sillón con la luz apagada, sin tele, sin libros. Aguanté lo que me pareció una eternidad, lo que me pareció una eternidad, casi dos horas.
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8 DE MARZO
Escuché que, en la Segunda Guerra Mundial, algunos prisioneros de guerra pasaban hasta quince días sin defecar. ¡Quince días! Me parece increíble. Hoy he tenido que ir tres veces. Una buena cantidad en cada ocasión. Si se enterara mi médico.
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9 DE MARZO
El libro fue sorprendente. Me provocó la carcajada varias veces. Que me lo pude pasar. Pero ahora trato de recordar algo y no recuerdo nada. Se me ha olvidado completamente.
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10 DE MARZO
Los hechos relatados son terribles, horrorosos, pero ¿cómo no vamos a fijarnos en la mano que nos los señala, una mano peluda, con gigantescas uñas?
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11 DE MARZO
Ayer murió doña Lucía. El mes pasado murió Antoñita. El último año, Catalina, Manuela y Felisa. Quedo yo, que ya soy la más vieja.
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12 DE MARZO
Anoche me quedé leyendo hasta tarde el libro de Ross Leckie sobre Escipión. Me acabé durmiendo a la una de la mañana. Luego, lo de siempre: a las siete, el despertador. Estaba muerto de sueño. Un largo viaje en coche. Estuve a punto de tragarme un Passat que dio un frenazo. Quizá debería acostarme más temprano. Pero, entonces, ¿tendré que renunciar a la lectura?
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13 DE MARZO
Hoy he pasado por tres calles. Sólo una mujer vieja nos ha dejado entrar. Estaba muy sola. Nosotros queríamos hablarle de Jehová, pero ella no paraba de decirnos que estaba muy sola. Tuvo un novio, pero nunca se casó. Sus seis sobrinos nunca la visitan. La última vez, hace tres meses, en Navidad. Le dejamos varios folletos y le dijimos que volveríamos en una semana. Ella, encantada.
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14 DE MARZO
Hace tres días volví a perder los nervios. Por supuesto, los celadores vinieron a por mí y me llevaron a la habitación oscura. Estuve allí encerrada sólo dos horas. Me parecieron seis meses.
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26 DE MARZO
Epicteto me diría que no pida que las cosas lleguen como las deseo, sino que las desee tal como lleguen, pero únicamente pido que dejen de llegarme tantas cosas, porque estoy harto.