Escena única
Un banco en la plaza.
POLICÍA.— (Se acerca desconfiado.) Buenas tardes.
CIUDADANO.— (Algo sorprendido.) Eh… hola.
POLICÍA.— ¿Qué hace usted aquí, tan quieto?
CIUDADANO.— Pues eso, oficial. Sentado, si no le molesta.
POLICÍA.— (Arquea una ceja.) Sí, lo noto. Está sentado. Pero, en serio, ¿qué hace?
CIUDADANO.— (Sereno.) Descansando. Contemplando a la gente. Nada.
POLICÍA.— (Suspira.) Ajá. Sospechoso. ¿No tiene móvil?
CIUDADANO.— Sí, claro que tengo.
POLICÍA.— Enséñemelo.
(Le muestra el aparato con calma.)
CIUDADANO.— Aquí lo tiene.
POLICÍA.— Un teléfono inteligente. Con internet, imagino.
CIUDADANO.— Sí, claro.
POLICÍA.— (Indignado.) ¿Y no está viendo vídeos de TikTok?
CIUDADANO.— No, no me gustan.
POLICÍA.— ¿Ni YouTube? ¿Ni memes?
CIUDADANO.— (Tranquilo.) Pues no, oficial. Me limito a ver pasar a la gente, pensar.
POLICÍA.— (Alarmado.) ¿Pensar en sitios públicos? ¡Humm, eso es gravísimo!
CIUDADANO.— (Se encoge de hombros.) Perdone, no lo sabía.
POLICÍA.— ¿Mensajes tiene? ¿Correo electrónico, WhatsApp, Telegram, algo?
CIUDADANO.— Puede ser, pero ya los revisaré mañana por la mañana.
POLICÍA.— (Golpea la libreta con el bolígrafo.) Entonces está claro: oculta algo. Nadie se sienta tranquilo sin mirar notificaciones.
CIUDADANO.— (Con firmeza.) Solo descanso.
POLICÍA.— Mentira. Nadie descansa sin auriculares.
CIUDADANO.— (Casi suplicando.) De verdad, oficial, solo necesitaba aire. Además, me queda poca batería.
POLICÍA.— (Con desdén.) Ahora me viene con que le queda poca batería. Levántese inmediatamente.
CIUDADANO.— (Inquieto.) ¿Para qué?
POLICÍA.— Va a acompañarme. Un ciudadano quieto sin móvil en la mano es un peligro.
CIUDADANO.— (Irónico.) Mire, si quiere, finjo que miro la pantalla.
POLICÍA.— (Tajante.) No, demasiado tarde.
(Luces fuera. Se oye un murmullo de la plaza, mezcla de pasos y notificaciones sonoras.)