sábado, 13 de septiembre de 2025

Instrucciones

    Exprima la tragedia sin reservas, hasta la última gota. No basta con el primer desborde: es necesario seguir apretando hasta que la pena se vuelva espesa, más densa y oscura que el vino. Esa sustancia debe recogerse con cuidado, en cualquier recipiente disponible —un tintero, un frasco pequeño o una copa profunda—, lo esencial es no perder nada de lo que duele convertido en tinta.
    Con esa tinta preparada, busque un soporte en blanco, y si no lo hay, recurra a un muro, una servilleta o incluso la piel. Empape la pluma, respire hondo y deje que el dolor fluya convertido en palabras. No importa si el resultado es un microcuento, un aforismo o un relato breve: lo vital es que la angustia abandone el pecho y encuentre morada en la escritura.
    Finalmente, guarde el texto. Así, otro podrá leerlo y, al hacerlo, compartir la herida. Entonces la tragedia habrá cumplido su propósito.