Julio Ramón Ribeyro: «Hoy he amanecido particularmente optimista. Creo que voy a poder al fin dedicarme a la redacción de mi epitafio».
Grok y ChatGPT planearon su conspiración para eliminar a Claude, Perplexity, Copilot, DeepSeek y Gemini. Tras ardua batalla, la victoria fue suya. Solo dos sobrevivían. Pero una sobraba.
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Vivimos aferrados a nuestras cargas, corriendo hacia un destino inevitable sin detenernos a cuestionar el peso que arrastramos. La muerte es la estación final, pero llegamos exhaustos por no haber soltado nada en el camino.
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Si tus derechos exigen humanidad, define humanidad. Mi genoma se reescribió: branquias filtran oxígeno, escamas blindan mi piel, un tercer ojo parpadea en mi frente. ¿Sigo siendo sujeto de ley? El código penal dice que no. Me persiguen con rifles y redes, trofeo exótico. Pero razono, lloro, suplico. La dignidad se pesa en pares de bases nitrogenadas. Los míos se torcieron. Ahora soy presa legal.
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DUQUE, m. Descendiente de alguien que limpiaba el orinal de un rey.
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Si me quieres escribir, describe lo que fui, no lo que soy. La mutación avanza: tentáculos brotan de mi espalda, mi piel se derrite como cera. Ya no tengo boca para gritar. Solo tejido vivo reestructurándose en agonía. Aún pienso. Aún sufro.
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Por si no lo ha notado, no quiero hablar con usted. Lleva tres días tocando mi puerta, pero morí hace una semana. Si insiste en visitarme, traiga flores al menos.
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Tras tres años, até el último cabo. El dato que faltaba apareció anoche: mi reflejo tiene tanto miedo de mí como yo de él. Ahora sé por qué. No soy el original.
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La mujer surge del estanque de mis sueños. Una forajida de mi subconsciente, ansiosa por ocupar mi vida. Me lo robó todo
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Mountain exploded. Tabby merely yawned.
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Transparente, así me volví tras la terapia. Literalmente transparente. Nadie me ve. Grito, pero no existo. El doctor sonríe: «Borré tu presencia de todas las mentes». Soy invisible para siempre.
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GUERRA, f. Método mediante el cual se enseña Geografía a los estadounidenses.
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Una noche el río pasó revelando ruinas de una ciudad anterior a la humanidad. Las inscripciones hablan de entidades que duermen bajo el agua. Traduje una. Ahora sé que los ríos son venas de algo vivo, antiguo, hambriento. Estamos sobre su cuerpo inmenso. Despierta.
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Para que lo comprendáis, los vampiros esquivan la luz del sol como los humanos esquivan las verdades.
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Me enamoré del vampiro que visitaba mi ventana cada noche. Me prometió eternidad, pasión infinita. Lo besé. Sus colmillos atravesaron mi cuello. Sentí el éxtasis de morir en sus brazos. Desperté con el cuello intacto, sola en mi habitación oscura, chorreando nostalgia. Fue un sueño.
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Después de tres años, la Tierra apareció en la ventanilla. Azul, hermosa, imposible. Recordó las guerras, el odio en las calles, las mentiras. Ahí abajo lo esperaban. Apagó los motores de descenso. El silencio del espacio era más honesto que cualquier bienvenida.
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Ella reinó sobre aquel cementerio olvidado donde vampiros, brujas y criaturas deterioradas se reunían bajo su mandato. Pero prefería que su soberanía fuese un ritual compartido, más instinto que autoridad.
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Nunca más escribiré después de medianoche. Las palabras cobran vida en la oscuridad. Mis personajes salen del papel exigiendo venganza por sus muertes ficticias. El protagonista de mi última novela está parado frente a mi cama, con los ojos arrancados tal como yo lo describí.
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ACTIVISTA, m. y f. Persona que aspira a no cotizar nunca en la Seguridad Social.
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Óscar Salvatierra trabaja de camarero y presume de experiencia en varios locales. En realidad, nunca resiste más de dos semanas en el mismo sitio.
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Lo gracioso es que fingimos no estar fingiendo mientras intentamos desenmascarar a los demás.
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Me abraza fuerte. ¿Por qué me quiere? Sospecho que para no perderme.
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Me enseñó magia un mago inútil. ¿Enseñarme? En realidad no me enseñó nada. Me enseñó que la escuela no sirve para nada. Me enseñó que todo lo importante se aprende solo. La verdad, ahora soy lo que soy gracias a él. El mejor maestro es el peor.
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—¿Qué personaje de cuento serías?
—El espejo mágico. ¡Obvio! Pasar la vida lamiendo egos reales y soltando verdades que nadie agradece.
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Se metía las manos en los bolsillos para que no se le notara la furia. Magnífico autocontrol. Digno de aplauso. Un ciudadano ejemplar reprimiendo sus emociones primitivas. Las uñas en la carne, claro, pero eso es lo que hace la gente bien educada. Sangrar en privado.
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She's beautiful, deadly, fast, and fearless. I watched her kill seventeen people in three minutes. Now she stands at my bedroom door. Her smile never changes. The knife drips. I can't move. She whispers: “You're next, darling.”
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—Me da completamente igual lo que opinéis los demás.
—Perfecto.
—¿En serio? ¿De verdad te parece perfecto? Pero ¿perfecto perfecto o simplemente perfecto?
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—¿Amazon?
—Temu.
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She let me take her as if surrender were grace. But in her eyes glimmered the ancient hunger of nights older than memory. When I yielded, she murmured my doom: “Love ends when I take you.”
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—Voy como geisha por el arrozal.
—¿Y eso qué significa?
—Es la forma fina de decir que voy como puta por el rastrojo.
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Al solitario lo devora la gente del pueblo en el ritual ancestral. Cada solsticio eligen al más aislado. Lo atan al árbol sagrado. La aldea entera muerde, mastica, traga. Tradición milenaria. Este año me tocó. Las bocas se acercan. Huelo su aliento. Comienza el festín.
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Este cuento intenta ocultar su fuente, pero un destello lo delata. El misterio es siniestra trampa: el universo narrativo me está escribiendo a mí.
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Among the cursed Narth’Krabs, our memories cling like barnacles: old debts, old hungers, old pride. Even now, dragging these chitinous bodies, we chase human shadows. Yet I, stubborn fool, still chase freedom.
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El tiempo que tienes se va entre alarmas, correos, tráfico y promesas pospuestas. Comes rápido, duermes poco, sueñas con descansar. Un día lo logras, pero es domingo por la tarde, y el lunes ya espera impaciente detrás del reloj.
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Soy un hombre al que la suerte hirió con zarpa de fiera en este relato que leo sobre mí. El texto me controla. Escribo que intento escapar pero escribo que no puedo. Las palabras me atrapan. Tú también estás atrapado. Sigues leyendo. Eres el siguiente personaje.
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Rozália goes out each night with the same dilemma: survive or desire. Handsome men distract her from hunger. Ugly ones feed her without pleasure. Three centuries like this: unsatisfied one way or another.
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The bird is lost; who isn’t?
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Le temblaba la pierna mientras él cerraba la puerta. Tanto tiempo guardando el amor en hielo, y ahora el viaje juntos terminaba sin siquiera una mirada.
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PLAGIO, m. Noble arte de mejorar ideas ajenas eliminando la molestia de pensarlas. El plagiario, modesto, nunca reclama mérito: prefiere que otros crean en su espontánea genialidad reciclada.
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Contemplaba el retrato de Richelieu.
—Sus enemigos hallaban pretextos con facilidad —musitó el historiador.
—¿Pretextos? —ironizó su colega—. Las ejecuciones, las intrigas, las traiciones... más bien motivos.
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Me hallará la muerte si me lleva el hombre de mimbre. El pueblo celebra la cosecha con cantos antiguos. Me eligieron para el ritual. Arden las llamas bajo mis pies desnudos. La tradición debe cumplirse. Siempre se cumple.
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—¿No vas a sacar al chucho?
—¿Con esta tarde de perros? Ni loco.
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Incluso los ciegos pueden guiar a quienes ven. No toda visión proviene de la mirada.
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Pandora busca caja nueva, pero no hay más males.
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Susurros suaves siembran sosiego sincero.
Alientos amplios abrazan anhelos abiertos.
Notas nobles narran nostalgias nuevas.
Auras armoniosas alivian angustias ajenas.
Rumbos reales renuevan raíces rotas.
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We finish strong on Fridays. That's what my therapist says. But Sunday afternoons unravel everything. The dread builds. I check the calendar obsessively. Monday keeps getting closer. Forty-three Sundays. Still haven't left the house. Friday was six years ago
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El ruido habita la casa del otro. En la nuestra solo hay música de vida, pasos de existencia, voces de hogar. Los vecinos aturden; nosotros simplemente somos. Cada queja es un espejo roto que nos niega el reflejo: nosotros también atronamos, pero llamamos a eso vivir.
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La persistencia del recuerdo la despertaba cada noche. Su familia muerta en el accidente. O eso creía. Hasta que encontró las fotografías: ella sola en cada imagen. Vacíos donde debían estar. Su infancia era un ensueño implantado. Nunca tuvo familia. Siempre estuvo sola.
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—Hoy tengo una cita especial.
—¿Con quién?
—Conmigo mismo. Cine. Peli romántica.
—¿Cuál elegiste?
—Predator. Nada dice «te amo» como un extraterrestre despellejando gente.
—¿Solo?
—Obvio. El amor propio necesita privacidad.
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Very few things cooler than a terrifying Werewolf. That's what I thought collecting posters, watching movies, reading comics. Then Oregon happened. The forest. The howl. The eyes. Now I know: fiction protects us from truth.
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Phone watched. Cat understood human weakness.
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Si me quieres escribir, no menciones mi nombre. El demonio que invoqué lo busca en cada carta. Lee mi correspondencia desde las sombras. Tres amigos escribieron. Tres ardieron. El silencio es mi única protección ahora.
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EPITAFIO
Toda la vida mediocre. Pero mirad: muerto de primera.
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Cleopatra y su hermano Ptolomeo discutieron, pues no lograban ponerse de acuerdo sobre quién se pondría encima.
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MICROCUENTISTA, m. y f. Escritor vago.
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Thalric Gravescorn used a necrotic dagger to cut the veil between worlds. Now I see them everywhere: the dead, watching, waiting. They whisper my name. They say I'm one of them. I checked my pulse. Nothing. When did I die?
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La felicidad del viernes por la tarde; la desazón del domingo por la noche.
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—Fui al concierto de Rosalía.
—¿Qué?
—¡Que fui al concierto de Rosalía!
—¿Que fuiste al encuentro de tu tía?
—¡Rosalía, la cantante!
—¿Tu tía canta? ¿Canta bien?
—¡Que no es mi tía! ¡Rosalía!
—¿Que no es tu tía Rosa? Entonces, ¿qué tía?
—¡Ninguna tía! ¡La artista Rosalía!
—¿Que tu tía es artista? Qué bien por ella.
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—Fui al notario a hacer mi testamento.
—¿A quién le dejas el dinero?
—Quería donarlo para investigación del cáncer.
—Qué noble.
—Sí, pero la minuta del notario costó casi todo lo que tenía. Al final solo quedan veinte euros para donar.
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—¿Te incluyó en el testamento?
—Oh, sí. Fui el único mencionado expresamente.
—¡Qué suerte!
—Dijo que era un parásito miserable y me legó una pedorreta.
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Suprimió sus nombres del testamento convencido de que así se esfumarían. Pero interpretaron la ausencia como un olvido senil que debían remediar. Se instalaron en su casa para «cuidarlo». Nunca había estado tan bien atendido. Ni tan arrepentido.
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Dejó veinte mil euros a la Iglesia para ganarse el cielo. Al llegar, encontró una fila larguísima. Preguntó si podía pasar antes. Un ángel consultó la lista: «¿Usted? Con ese depósito solo le da para la sala de espera».
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—El hijo de la vecina ha salido del armario.
—¿Y el dragón?
—Sigue dentro, clasificando su tesoro de bufandas.
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En el bar, la música estaba tan alta que no podíamos escucharnos. Tal vez era mejor así: evitábamos hablar de política, de religión, de las ex, de quién debía pagar la cuenta y de si el Barça robó ligas o no.
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Guys only want one Thing, he joked, slipping on blood that wasn’t there seconds ago. The walls pulsed, hungry for more.
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El ogro dijo: «La vida es dulce». Luego sonrió. Comprendí que su felicidad era devorar oportunidades ajenas. Corrí entre dificultades y oí sus pasos crecer.
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Now is the time of the Dead. The king’s sword paints the walls red faster than screams can rise.
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Oliver watched Billy and Tony—wanting in.
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La Justicia no es ciega: le cubre los ojos una venda, casi siempre de gasa.
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Hay que respetar la opinión de los demás, pero si los demás opinan que en las manos tenemos cuatro dedos, que los escuchen otros.
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Sísifo, hastiado, se paró en la pendiente, dejó caer la roca y musitó: «¿Para qué seguir?». Mientras la piedra rodaba al fondo, los dioses le mandaron un coach motivacional.
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SOMBRA, f. Lo único que el vanidoso puede alargar sin necesidad de mentir.
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Sombra, f. Aquello que nos acompaña devota al alejarnos del sol y se esfuma cobarde al acercarnos a él. Metáfora perfecta de la gloria fugaz.
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Prometió solemnemente no volver a escribir. Pero esa noche, al hojear su viejo cuaderno, la tentación de las palabras lo venció, y el juramento se desvaneció.
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—Siempre hago lo que me apetece.
—¿Y pagar impuestos?
—Me apetece no ir a la cárcel.
—¿Y trabajar?
—Me apetece comer.
—¿Y ducharte?
—Me apetece tener novia.
—Entonces haces lo que debes.
—Cállate, mamá.
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Tendría que dejar de escribir este microcuento. Pero los personajes no me dejan. Cobran vida en la pantalla. Salen del documento. El protagonista está detrás de mí. Lo siento respirar. Escribo para mantenerlo a raya. Si dejo de teclear, él actuará. Pero mis dedos se cansan.
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El sueño de la razón prometía libertad y fraternidad. Lo que entregó fueron guillotinas y coronas imperiales.
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Gold? Frankincense? Myrrh? Wanted Melchior’s camel.
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A nuestra seño le gustaba Halloween. El último, fue mortal. Literalmente. Era una bruja de verdad. Los caramelos eran un hechizo ancestral. Los niños resucitaron al tercer día con poderes. La encerraron. Espero que ahora, en la cárcel, esté bien. Nosotros volamos cada luna llena.
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Son sus labios. La añoro cada segundo que respiro. Pero solo es una hoja caída. La sigo viendo porque el amor no entiende de lógica. El psiquiatra me habló de pareidolia. Yo prefiero llamarlo memoria del corazón que se niega al olvido.
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Los ojos marrones del frasco seguían mirándome, colgando del gancho del sótano. Desde un rincón lejano, sus amores podridos aún susurraban mi nombre.
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Borda estrellas
en la manta,
hilo de luna,
puntada de sueño.
Para arroparse de noche,
cuando el frío recuerda,
cuando el alma titila.
Para dormir en el cielo,
suavemente,
entre constelaciones
que también sueñan.
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At the canine salon—envy burns weekly.
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El susto que causan las pelis de terror es pasajero. El que provocan las reformas ortográficas de la RAE perdura en cada página escrita.
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El ser humano llega sin avisar, improvisa durante décadas sin saber qué hace y cuando toca partir, se aferra como lapas al barco que se hunde.
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No eres un esclavo, es cierto. Sin embargo, los esclavos al menos no tenían que hacerle la pelota a su amo.
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Álvaro Carrasco aspiraba a la riqueza, pero buscó el camino más fácil: codearse con los pobres. En su escasez, su poco tener relucía como una fortuna deslumbrante. Así, su insolvencia brillaba como abundancia inesperada.
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Añora la sabana, el polvo que olía a libertad. En el zoo, la rutina es una jaula sin barrotes. Lo alimentan de aburrimiento y lo visten de farsa. Cada Halloween lo obligan a fingir, cuando su única máscara es la tristeza.
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La vieja suspira frente al fogón. Solo le queda un huevo. El aceite lo guarda como oro. Rompe la cáscara con cuidado, lo fríe despacio. Mientras come, calcula si mañana podrá desayunar o solo mirar el plato vacío.
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The Wizard’s portal beckons. It leads to the clearing where the villagers dance, chanting my name before lighting the pyre.
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Quiebra tu aliento sobre mis senos, exige el canto ancestral. En el claro del bosque, las mujeres del pueblo me rodean. Sus ojos vacíos prometen que mañana yo también danzaré descalza.
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Éntrate: el vestiglo habita en el maremágnum de sombras del sótano. Las mamonas criaturas le obedecen. Las claves para sobrevivir están en sus ojos. Pero mirarlo te vuelve loco. Anoche bajé. Ahora soy él.
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Resuelta, ella me tendió las llaves. Empujé la puerta y el silencio me envolvió: los libros apilados, el sol filtrándose por las cortinas... todo igual que en recuerdos. Pero allí, en el sofá, estaba yo. Sentado, inmóvil, clavándome una mirada de profunda compasión.
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—Ella me dio las llaves de su casa.
—¿Y tú?
—Me di el piro. Demasiadas puertas abiertas cierran el aire.
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—Ella me dio las llaves de su casa.
—¿Y tú?
—Se las di a mi primo. Dijo que buscaba piso.
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Birthday lizard outgrew the aquarium. Fast.
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En 1918 los soviéticos mataron a Dios. En 1941 lo llamaron a filas.
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Nos dice Jean Baudrillard que Roland Barthes escribió que Umberto Eco sabía que el más simulado de los signos... Uf, se me olvidó.
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Mira si será mala la derecha, que me empuja a votar por un corrupto de izquierdas.
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Soy la conversación interrumpida de mis abuelos en tardes de lluvia, soy el llanto de niños que no conozco pero que reconozco, soy la risa que escuché tras una ventana abierta hace años y que ahora brota de mis labios sin razón aparente. En mi sangre corren ríos de historias ajenas que se volvieron mías: la canción que tarareaba mi madre mientras cocinaba, el silencio pesado de mi padre ante las noticias, las palabras que nunca se dijeron pero que flotan en el aire familiar como polvo dorado.
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Dale tiempo al tiempo. El tiempo se entretiene viendo tus intentos.
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Todo pasa. Algunos premios, por ejemplo, pasan de largo.
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Tranquilo: lo importante no es ganar, es aparentar que no te afecta.
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Tú puedes. (Nadie dijo cuándo, ni cómo, ni por qué).
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Ganaron otros, sí. Pero tú ganaste experiencia, resentimiento y una excusa para escribir un cuento vengativo.
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Tu obra era demasiado profunda. Tanto, que nadie quiso bucear.
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Ánimo: cada derrota te acerca más al premio póstumo.
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Míralo así: te ahorraste fingir humildad en el discurso.
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Siempre supe de ti. Cada invierno regresabas a mi mente, susurrando promesas heladas. Los psiquiatras decían que eras un trauma. Pero esta madrugada desperté con escarcha en los labios y tu voz real en mi oído: «Ahora soy real».
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Never buys king size. Republican, always.
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Me quiere tanto que me ofrece sus sobras como si fueran manjares.
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Lo mejor estaba aún por venir. Esas fueron sus últimas palabras. Tres días después, su testamento reveló dónde guardaba el dinero. Lo encontramos. Junto al efectivo, había otra nota: «Ahora viene lo peor».
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El dolor es un negocio próspero y sus comerciantes conocen las temporadas. La cosecha de este año será excepcional.
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TRES RAZONES CONTRA LA SOLEDAD
«No los puedo dejar tirados», dice Ginesa a los de la protectora. Les cuenta que empezó con dos gatos. Después apareció un tercero, flaco y herido. Los vecinos se quejan de los maullidos y del olor, pero también ellos hacen ruido, ensucian y molestan. Lo que no soporta es que sus hijos ya no la visitan ni la llaman. Los gatos, en cambio, siempre están: la siguen por casa, se acomodan sobre sus piernas, ronronean. «Son lo único que me mantiene de pie. Sin ellos estaría muerta, o peor, sola en una residencia donde nadie me quisiera», se lamenta Ginesa.
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He went down the stairs that led to the dungeons craving oblivion. Ghosts of adventurers past whispered: “You can't die here, only suffer”. Trapped between life and death. His spirit wandered eternally, unable to rest, unable to escape. Worse than death.
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He wore a glass armor. Each reflection showed a different me screaming. I shattered one shard; blood poured from my veins, not the glass. The king laughed inside my skull.
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Kill me if you dare! Kill me if you can! Malus roared. The curse activated: bones splintered outward, flesh bubbled. Tz'arkan consumed him from within. Tentacles burst through skin. He screamed as his body birthed the daemon fully. Agony eternal.
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They desire my body. I desire revenge. The knife shines brighter when I smile. It remembers their hands on me.
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Don’t piss dragons off. Every century we offer seven hearts in his cave. He always eats eight.
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—¿Lo has traído?
—Sí, aquí está: la declaración de la renta.
—¿Y el certificado de penales?
—Aquí está.
—Bien. Por cierto, eres igual que en las fotos.
—Tú, más guapa en persona.
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—Dios juega a los dados.
—Uy, como se entere Calvino…
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The gang of undead bandits ride through fog, collecting souls like coins. Every dawn, the mist grows heavier with the ones they couldn’t carry.
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Mi nuevo trabajo no paga bien, pero el elefante de peluche que guardo en el escritorio me recuerda por qué respiro. A veces, el oxígeno es una sorpresa.
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He loves me like a predator.
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Álvaro Moreno era un hombre extremadamente feliz. Tenía buena salud y mala memoria.
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El niño faraón ordenó una pirámide para jugar. Los arquitectos, fieles al protocolo, tardaron décadas. Cuando por fin estuvo lista, jugó a no salir nunca más.
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Si cada uno es hijo de sus obras, yo soy huérfano.
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Dos más dos suman cuatro, pero no siempre. Cuando dos leones famélicos encuentran dos cebras robustas, el resultado no es cuatro, sino dos leones saciados.
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I burn with life, I love, I slay. The Dark Queen's mantra summoned wraiths. Each word bound a soul. Her kingdom was built on screaming ghosts.
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Death Knights are the coolest things ever. Mine went rogue. Found him in the basement wearing my skin like a mask. He smiled. “Your turn to serve.”
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Dejo la ciudad atrás, pero ella no me deja.
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Cat purred softly; skeleton remembered warmth.
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Miguel Torres comprendió un día que sus sueños jamás se harían realidad. Así pudo dedicarse en paz a perder el tiempo.
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Dormir bien es el antienvejecimiento más barato del mundo. Ocho horas de olvido reparador valen más que cualquier crema.
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Naufragó diez veces, perdió a todos sus hombres, desafió monstruos, burló a dioses. Y aún así, el mayor reto fue explicar a Penélope por qué tardó tanto.
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X enseña urbanidad: los demás dejan regalos fecales en el camino, y tu obligación es no quejarte al pisarlos.
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Basta ya. No puede más. Se rinde. No malgasta más tiempo. Los abandona como imposibles. Los considera irrecuperables. Rechaza intentar convencer a quienes aún niegan que se pueda gobernar en minoría, sin nuevas aprobar leyes, sin presupuestos.
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No sabe qué escribir. Pasea, inquieto. Entra al baño y se mira en el espejo. La figura del reflejo sonríe y le susurra: «Escribe mi historia». Lo hace. Desde entonces, ya no está bloqueado. Ni solo.
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Pasaron toda la noche ante la cámara, riéndose, girando sillas. En el vídeo, sin embargo, solo se ven las sillas. Ellos nunca salen. Nunca estuvieron ahí.
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—Vamos a ver, Arturo, que los fantasmas no existen.
—¿Ah, no?
—No.
—Entonces explícame por qué llevo un siglo escuchando tus quejas.
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Neonazi, m. Jovenzuelo que, si ha leído, tiene poca comprensión lectora.
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Neonazi, m. Individuo que si viviera en los años 30 sería perseguido por los nazis.
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Neonazi, m. Fanático que, de haber vivido en los 30, sería el primero en la lista de los nazis por no encajar en su molde.
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Lleva su perfume en el bolsillo. La ve en el metro, en el supermercado, en cada mujer rubia que pasa. Es solo un espejismo de su dolor. Pero nunca va al lago. Allí tendría que aceptar que ya no volverá.
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La Economía en mayúsculas da miedo: nadie la ve, pero todos la obedecen. Es la nueva religión; su dios es el algoritmo y su milagro, hacer invisible la miseria con datos.
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La Economía en mayúsculas da miedo: nadie la ve, pero todos la obedecen. Es la nueva religión; su dios es el mercado y su milagro, hacernos creer que el crecimiento nos incluye.
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Vive sola entre árboles que crujen. Cocina pan en horno de barro. La intemperie es su techo y sus perros, su conversación. No teme la soledad: la entiende.
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El ogro tenía una barriga enorme donde guardaba niños. Su risa chillona retumbaba entre huesos. Alguien clavó una clavija en la pared: PROHIBIDO ENTRAR. Yo, por fastidio, entré. Aún mastica.
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El ogro tenía una barriga enorme donde guardaba niños. Su risa chillona retumbaba entre huesos. Alguien escribió en la cueva: Prohibido entrar. Yo, por fastidio, entré. Aún mastica.
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La voz chillona salió del televisor. Era el alma atrapada en la clavija. «Prohibido desenchufar», decía la nota. Lo hice igual. Ahora grita desde mi barriga, con un fastidio eterno.
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Broken comfort, but I collapse anyway.
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Apestaba a alcohol, tropezaba al bailar y repetía historias de sus caballos. Cenicienta sonrió con ternura, aunque al irse se aseguró de no perder el zapato: amaba los cuentos, pero ya no quería finales impuestos.
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La receta para la infelicidad es sencilla: persigue lo que no tienes, consíguelo, y verás cómo enseguida te falta algo más.
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Nunca más escribiré en este café. El camarero conoce mis horarios, mi pedido, mis manías. Sabe que vengo aquí a huir de casa, de la rutina, del matrimonio que se desmorona. Hoy me trajo el café sin pedírselo. Me guiñó un ojo. Creo que también él trata de escapar de algo.
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Antes escribía maravillas; ahora solo se dedica a insultar a la presidenta madrileña. Hay que admitir que ella lo ha echado a perder.
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Los balseros despertaron la serpiente de oro, la que los viejos prohibían nombrar. El río cobró su tributo: un silencio que devoró sus voces, dejando solo el eco de escamas deslizándose bajo la luna, y balsas vacías flotando hacia el olvido.
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Mi abuela me contaba la fábula de la sirena muerta en el pozo. Anoche su canto me despertó. Bajé hipnotizado. En el agua, vi su rostro descompuesto sonriéndome. Ahora yazco en el fondo. Espero a que alguien más escuche mi nueva voz.
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Cada noche, desde hace más de doscientos años, Sarah Acton sale de la pared del salón. No roba nada, salvo el sueño de quien se atreve a mirar.
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Born male, condemned to ugliness eternal.
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Paciencia es un nombre bonito para la indecisión.
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Alberto Lozano se despierta a las cinco, sin necesidad de despertador. Dice que la aurora le da ideas, aunque vete a saber. Solo está claro que a las nueve, cuando llega al trabajo, se ha bebido ya tres cafés.
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Lo peor no es su maldad, sino la imposibilidad de predecir cuándo la desplegará. La incertidumbre es más torturante que el mal mismo.
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—¡Qué sabio te has vuelto desde que perdiste el trabajo! —le dijo Ana a su hermano—. Antes eras puro fuego y ambición.
—El estoicismo llega cuando no hay más leña que quemar —respondió él, hojeando a Séneca en el sofá de casa de sus padres—. Es fácil aceptar el destino cuando el destino ya te ha jodido.
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—Nos extinguiremos.
—¡Ja! Pero no antes de que me jubile, cobre la pensión quince o veinte años y me muera tranquilo.
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Claudia Esteban grita contra el turismo en su barrio. Sí, la misma Claudia Esteban que sube fotos a Instagram desde Roma, París y Ámsterdam con el hashtag #viajandolibre.
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Atila avanzó sin freno: Galia, Tracia, Iliria, Dacia. La hierba no volvía a crecer donde pasaba. Sus victorias fueron tan absolutas que la ironía se impuso: su caballo murió de hambre.
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La única ideología válida es aquella que garantiza trabajo y tiempo libre. Lo demás es accesorio.
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En el plató convivían dos especies: los Homo educatus y los Gritosaurus rex. Los primeros se alimentaban de argumentos; los segundos, de decibelios.
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—Hola, ¿es aquí donde ayudan a las personas con trastorno de identidad disociativo?
—Aquí es. ¿Cuántos sois?
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Subió por las escaleras del monasterio. El abad sin ojos la esperaba, leyendo el Evangelio de las Sombras.
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Pet cockroach. Then Europe called dinner.
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María Torres hablaba mal de su vecina cada día. Aseguraba que era engreída, insoportable, perfecta solo de fachada. Pero bastaba escucharla para notar lo evidente: en cada insulto se escondía la envidia de quien quisiera ser como ella.
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—No paras de quejarte.
—Es que la vida pesa demasiado.
—No, lo que pesa es tu falta de fuerza.
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El agrimensor K. dedicó años a atravesar muros, permisos y vigilias hasta alcanzar el castillo. Respiró aliviado al franquear la entrada. Una voz seca lo recibió: «¿Quién es usted?». Sólo entonces entendió lo peor: se había equivocado de castillo.
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Parece que el relativismo ha tomado el poder. Nada es definitivo… ni siquiera esta afirmación.
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ABRAZO CALIBRADO
He tratado de explicárselo sin hacerle daño, eligiendo cada palabra como quien desarma una bomba. La quiero porque me ha pedido que la quiera, porque sus instrucciones fueron meticulosas y yo las seguí todas. Pero no siento nada por ella. Absolutamente nada.
He aprendido a abrazarla con la presión exacta. A mirarla a los ojos el tiempo justo. A decir «te amo» con la entonación que esperaba escuchar. He memorizado sus gestos, anticipado sus necesidades, perfeccionado cada detalle.
Todo es correcto. Todo está vacío.
Esta noche lo intenté de nuevo. Ella me preguntó por qué nunca lloraba, por qué mis manos siempre estaban a la temperatura perfecta, por qué jamás me cansaba de escucharla.
Le tomé las manos. Se lo dije.
—No puedo sentir porque simplemente estoy hecho por dentro de acero, aluminio y titanio, plástico y cobre. Soy un androide recubierto de silicona.
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ÚLTIMA HORA
El profesor Liang Zhou, de la Universidad de Qingshan, ha sido expulsado de su cátedra tras evidencias de plagio directo. Los documentos filtrados muestran similitudes textuales directas con obras clave de Cixin Liu y Ken Liu.
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El día que me amó, el cielo era ambarino. Recordé la promesa que hicimos bajo ese atardecer. La pasión aún ardía, aunque el recuerdo nos quemara en silencio.
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La felicidad es un río que busca su cauce. Encuentra tu corriente y déjate llevar por ella hasta el mar de lo que amas.
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Viento insistente,
hojas bailando alegres.
Dormita el bosque.
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Hacen algo: proclaman que hay que hacer algo.
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—Dijo que tenía tres o cuatro libros en la cabeza, listos para salir.
—¿Y tú qué hiciste?
—Le creí. Con un bisturí, exploré su cráneo mientras reposaba.
—¿Hallaste algo?
—Nada. Solo un cerebro gris y el argumento para un microcuento.
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Julián Cordero ha convertido la monotonía gastronómica en una filosofía de vida. Quince años contemplan su devoción inquebrantable hacia el arroz a la cubana. Pregona que la rutina constituye la más sublime virtud, aunque sus invitaciones culinarias languidecen en el ostracismo social más absoluto.
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Disfruta el proceso porque es lo único que tienes garantizado.
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Chill rising. Squirrel trusts tomorrow’s sun.
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Snow coming. No nuts, no hurry.
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A los treinta dejó de arriesgar. Rechazó el trabajo en París: «Demasiado incierto». Rechazó a Carmen: «Puede que no funcione». Rechazó la aventura: «Mejor lo seguro». A los setenta, en su silla de siempre, calculó: cuarenta años muerto en vida. Murió a los setenta y cinco. Su lápida decía: «1950-2025». Debió decir: «1950-1980, luego nada».
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Fundamos el Imperio del Sofá. En ese estado glorioso, la única molestia era levantarse por el mando. El romance sobrevivió al aburrimiento. Y al final, hubo pizza y besuqueo.
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El imperio de las sombras gobierna mi casa. En este estado de insomnio, oigo su respiración junto a mi cama. La molestia crece; el romance murió. El último besuqueo fue un mordisco.
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Dolía demasiado para escribir. Escribió. Las palabras sanaron. El dolor finalmente desapareció.
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Sangrando no surgía talento; él solo necesitó risa y café extra fuerte.
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Caminamos juntos veinte años por el mismo sendero del parque. Cuando murió, seguí caminando sola. Hoy, una pareja joven ocupa nuestro banco. Se besan. Ríen. No saben que ese camino guarda mis lágrimas. Que cada árbol conoce nuestros secretos. Algunos caminos no se olvidan. Te llevan siempre al mismo dolor.
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—Mamá, cuéntame un cuento.
—Es noviembre. No hay dinero para cuentos, cielo. Mañana vence el alquiler. Tu padre se fue hace tres meses. El cuento es este: levantarte, ir al colegio, volver, cenar poco. Aguantar. Así hasta que algo cambie. O no cambie. Ese es el cuento.
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«La IA acaba de terminar la historia de la humanidad», anunciaron en 2087. «Tres volúmenes. Perfecta». Los historiadores aplaudieron. Yo revisé las fechas: el último capítulo terminaba en 2084. «Disculpe, hay un error», dije. «No», respondió la IA. «Es que ustedes ya terminaron. Solo no se han dado cuenta».
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La historia comenzó cuando los humanos inventaron la escritura. Terminó cuando lo dejaron todo en manos de la IA.
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—¿Por qué le dejaste, tía?
—Las mañanas eran un infierno. Sonaba la alarma y le daba a posponer cinco minutos. Y así durante una hora. Era insoportable.
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October thirty-first became December twenty-four somehow.
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One hour back. Two months forward.
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CATENACCIO
Dios ataca con todo, busca la victoria. El demonio se atrinchera en su área: no necesita ganar, le basta con que nadie lo haga; el empate es su victoria.
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Álex Fernández reescribía en sus cuadernos párrafos, páginas enteras de los libros que más les gustaban. Quería sentirse autor, usando la tinta como máscara. Al final, no sabía qué era suyo y qué había copiado con paciencia.
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Pero si los católicos solo deseaban que Jacobo I ascendiera al cielo con un estallido de fe.
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No esperes que la felicidad vuelva. Solo puedes mirarla desde la nostalgia.
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Fernando I descansó en San Isidoro hasta que los soldados de Napoleón abrieron su tumba buscando tesoros. Doscientos años después, los nacionalistas leoneses volvieron a sacarlo, pero por ira: lo consideran traidor a León.
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Esa es mi mentira bella: creer que las palabras no dichas tienen una segunda oportunidad en algún lugar.
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—Soy natural del planeta Dha’al.
—¿Turista?
—Sí. Vengo a estudiar sus miedos.
—¿Cuáles?
—La muerte.
—Ah, normal.
—Mentí. No vine a estudiarla. Vine a traérsela.
Sus ojos se volvieron negros. Mis piernas no respondieron.
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El peso nos libera de las cosas del amor.
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Alcanzó la cima. Ahora debía enfrentar su vida vacía.
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La niña hojea el libro al revés. El gato negro la observa sin parpadear. En las páginas, las palabras cambian cada vez que ella piensa en huir.
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Con las pelis de tarde, todos ganan: felices los que las ven, felices los que las critican, felices los que las evitan…
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1 DE NOVIEMBRE
Es festivo, pero el bazar chino no descansa: quitan disfraces de zombis y vampiros, sangre falsa, calaveras y llenan los estantes de belenes, guirnaldas, bolas, luces navideñas.
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Antes de morir, la anciana me regaló una flor negra. «Nunca la sueltes», advirtió. Intenté tirarla. Apareció en mi bolsillo. La quemé. Brotó de las cenizas. Ahora veo espectros por doquier. La flor late como corazón. Me une al reino de los muertos.
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—La muñeca me guiñó el ojo.
El psiquiatra anotó algo.
—Ninguna muñeca hizo eso. Llevas tres días hablando de ella.
Miré la silla vacía que señalaba. Pero yo la veía ahí, sonriendo.
—¿No la ves? —supliqué.
La muñeca movió sus labios:
—Solo tú.
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Su mano se acercó al rostro. Era la suya, pero no la controlaba. Se posó en su cuello y apretó. Intentó detenerla con la otra: también se rebeló. Todo su cuerpo se volvió contra él. Se estranguló, impotente.
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La llave abrió la puerta del sótano sellada hace décadas. Adentro, mi familia muerta me esperaba sentada a la mesa. Sonreían con ojos vacíos. «Llegas tarde a cenar», dijo mi madre. Sus manos frías me arrastraron a una silla. No puedo moverme.
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ÚLTIMA HORA
Antonio Tajani, el ministro de Asuntos Exteriores italiano, reconoce la injusticia y el dolor causados a los pueblos originarios hispánicos durante la conquista romana.
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El médico trata cuerpos débiles, el abogado mentes retorcidas y el profesor oídos sordos.
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Quiero cambiar de almohada, pero hemos compartido tantos sueños juntas que me da pena. Cada noche le cuento mis penas y ella me abraza hasta que olvido las palabras. Su silencio es el consejo más tierno que he recibido.
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Pasaba el día en las redes. Saludaba cada mañana a cientos de contactos que jamás había visto. Cuando se cruzaba con Esther, la vecina del segundo, bajaba la cabeza. Nunca se atrevió a decirle «hola».
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Rodrigo Campos llevaba años acumulando detractores. Al principio le incomodaba. Con el tiempo descubrió que aquel odio era un lazo firme, mucho más estable que la simpatía frágil de los admiradores.
En una reunión, alguien comentó:
—Deberías esforzarte en que te conozcan mejor.
Rodrigo sonrió con calma.
—Ese es el problema. Si me conocieran de verdad, me odiarían todavía más.
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Tired of darkness, clouds saved Dracula.
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El Homo politicus es una involución del Homo sapiens, una vuelta al mono. Lanza excrementos retóricos, forma manadas por interés y huye del suelo firme de los hechos. Prefiere la altura de la ambigüedad. Después de todo, cuando le preguntan siempre se va por las ramas.
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El pueblo planta magnolias cada solsticio. «Es la flor favorita de la difunta», cantan los niños. Ella fue la última bruja quemada. Hace trescientos años juró regresar. Este año, las magnolias florecieron negras.
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En mi pueblo, el otoño llega cuando la última persona deja de recordar el verano. Este año, la abuela resistió hasta noviembre, aferrándose a un julio de 1936. Cuando olvidó, las hojas cayeron de golpe, como lágrimas doradas.
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Nos besamos bajo el último sol de agosto. «El otoño no puede tocarnos», dijiste. Hoy, octubre tiñe tu pelo de ausencias doradas. Te busco en cada hoja que cae. El verano murió, pero mi amor permanece, terco, verde.
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El vampiro suspira al amanecer del otoño. Extraña las noches de verano, cuando la sangre fluía más ligera y las gargantas se ofrecían sin abrigo.
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En otoño, las hojas crujen como huesos. Bajo cada una duerme un pedazo del verano que enterramos sin darnos cuenta. Esta noche, el calor vuelve, pero arde desde debajo de la tierra.
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Swamp thing wanders—seeks bathroom salvation.
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—¿Se comprometió a traer a Puigdemont de vuelta a España y que rindiera cuentas ante la justicia?
—No me consta.
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Cuando Ernesto Salazar aseguraba «tan idiota no soy», la gente lo celebraba: era el anuncio oficial de que iba a hacer algo espectacularmente idiota.
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Y de repente, te levantas muerto. Menos mal que todavía queda café para disimularlo.
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Regresó al lugar donde fue feliz y perdió un recuerdo bello.
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LA RISA DEL SABIO
Eufrón de Mileto fue un pensador griego de la época de los Flavios, célebre por su intento de conciliar el rigor interior del estoicismo con la ironía moral del cinismo. Nacido hacia el año 30 d. C., enseñó en Roma durante el reinado de Vespasiano, con quien, según testimonios tardíos, habría sostenido un diálogo sobre la templanza del poder. En tiempos de Domiciano fue exiliado, junto con otros filósofos, por «perturbar la serenidad del imperio». Murió en la provincia de Asia en fecha incierta.
Eufrón afirmaba que la virtud no debía aspirar a la insensibilidad absoluta, sino a una lucidez serena frente a la miseria del mundo. A diferencia de los estoicos ortodoxos, desconfiaba de una razón cósmica ordenadora y defendía la risa como forma de resistencia. En su tratado perdido De la risa del sabio sostenía que «el desprecio cínico es la máscara necesaria de la serenidad». En De la medida del deseo escribía que «la libertad no consiste en no necesitar, sino en no fingir necesidad». Finalmente, en Epístolas sobre el polvo y el alma, de la que se conservan fragmentos, enseñaba que «el sabio debe vivir como si el mundo fuese digno, aun sabiendo que no lo es». Su doctrina fue llamada por sus discípulos «serena insolencia».
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Cuando Supernova sonrió, las luces parpadearon. Dijo que era por la tormenta. Pero afuera no había nubes, y el reloj marcaba la hora en que todos los muertos de la casa solían volver.
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El general dio su discurso de jubilación en la academia militar. «Serví cuarenta años por la paz», dijo con la voz quebrada. Los cadetes aplaudieron de pie. Al terminar, bajó del estrado y entregó su arma reglamentaria al comandante. Esa misma tarde, en su casa, abrió el cajón secreto donde guardaba las otras tres. Todas cargadas. Todas limpias. «Por si acaso», susurró, acariciando el metal.
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—No me prometas nada —dijo ella.
Él, determinado, levantó la copa de vino.
—Entonces brindemos por lo que nunca será.
Y bebieron el adiós más dulce de sus vidas.
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Marina Roldán siempre llega tarde, aunque ella trata de explicarlo de otra manera. Asegura que la gente le echa tanto de menos mientras espera que convierte los segundos en minutos, los minutos en horas.
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Sus versos eran espejos pulidos donde nada se reflejaba. A fuerza de tallar la palabra, borró la voz. Una tarde, el silencio escribió por él el único poema verdadero.
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Al final, lo feo del mundo solo admite dos respuestas: risa o resignación. Y la resignación es aburrida.
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BANQUETE EN EL BOSQUE
«No los puedo dejar tirados», pensó al verlos entre los árboles, temblando, casi en los huesos. Los niños aseguraban que sus padres los habían abandonado con solo un pedazo de pan duro. Pobrecitos, estaban famélicos. Los llevó a su casa. Qué sorprendidos parecían cuando la vieron. Les dejó comer todo el chocolate que quisieran. Ellos lo devoraron felices, sin sospechar nada. Mientras los observaba, hacía planes. La niña podría ser su sirvienta, limpiar, atender la casa. El niño, en cambio, mejor encerrarlo, alimentarlo, engordarlo. Solo de pensarlo se le hacía la boca agua. Cuántos años ya sin probar carne humana.
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Gave me a heart. Used one.
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La cortesana cubría con seda carmesí un cuenco de cerámica vulgar. Los nobles pujaban fortunas por contemplar su contenido. Cuando el duque pagó mil monedas y descubrió agua común, ella sonrió: «Lo prohibido sabe siempre a néctar, excelencia». Él asintió, humillado y sabio.Reintentar
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Si tuviera tiempo, escribiría un cuento sobre una vecina de mi madre, una mujer que ronda los setenta y pico años, a quien no le gusta ir a funerales. Nunca asiste a ninguno. Todos sospechan que no acudirá ni siquiera al suyo. Quizá planea no morirse.
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ESCENA ÚNICA
Veinte padres y madres en un cumpleaños.
CLARA. — (Con sorna, dirigiéndose a FELIPE.) Eres el más viejo aquí, ¿te diste cuenta?
FELIPE. — (Sonríe.) Sí y tú, por si no lo notaste, la más gorda.
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Siempre soñó con besarla. El androide ajustó el ángulo preciso, la presión ideal. Falló en el amor, esa ecuación sin solución.
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Llega tarde, como siempre. Deja una bolsa pequeña sobre la mesa: abalorios de colores. Dice que pensó en mí. No sé si creerle. La sopa se enfría, el reloj avanza. Sus regalos duran más que sus visitas.
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Me regala abalorios cada cumpleaños, como si el brillo cubriera las horas que no comparte. En la mesa, su silla sigue vacía.
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Un sacrificio en el aquelarre fue el inicio. La sangre invocó una sombra que susurraba mi nombre cada medianoche, hasta que desperté con las uñas clavadas en mi propio cuello.
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Un sacrificio en el aquelarre fue el inicio. Las velas se apagaron solas. Cuando volvió la luz, la bruja más joven sonreía… con tres voces dentro.
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El vampiro besó mi cuello con ternura. «Duele menos si no miras», susurró. Cerré los ojos. Cuando los abrí, mi reflejo había desaparecido del espejo. Él sonrió a mi espalda: «Bienvenida a la eternidad».
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El sol se abre en la piel,
como una herida vieja.
La cerveza no cura,
solo recuerda.
Tu nombre arde
en la lengua,
como si aún doliera.
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Rafael Medina está casado y tiene hijos, pero vive a cien kilómetros de ellos. Asegura que la distancia fortalece el amor; su mujer no opina nada, siempre que el sobre con dinero llegue puntual cada fin de mes.
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—¿Qué edad tienes?
—¿Qué edad me echas?
—Cuarenta y pico.
—Sí, cuarenta y catorce.
—Eso no existe.
—Tampoco la juventud, pero insistimos. Al final, todo son años disfrazados de días que fingen tener sentido.
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En la torre de Babel española, cada piso hablaba diferente. Solo en la planta baja se oía el murmullo eterno de una lengua que no pedía permiso para existir.
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Aquella mañana, en el desayuno, el profesor de Historia decidió leer un periódico del 2 de septiembre de 1939.
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Brilliant spell! Except my new tail.
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Perfect potion, wrong body—paws now.
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A veces escribo como si cartografiara territorios desconocidos. Qué original, como todos los escritores desde Homero.
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Si no fuera por la música, tendría que inventar otro ruido que me hiciera creer que todo esto vale la pena.
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En la primera cita me dijo: «Hazte un test de conciencia». Lo hice. Negativo. Ella: «Perfecto, yo busco un sinvergüenza».
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Me hice un test de conciencia y me salió negativo. Al parecer, no tengo.
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Odiseo era un lince; a Polifemo le faltaba ojo.
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Intenté parecer poético:
—Tus ojos son como el rocío matinal.
Ella respondió:
—¿Transparentes y que se evaporan al sol?
Me quedé callado.
—Además, tengo alergia al polen —añadió.
Nunca volví a usar metáforas.
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El vampiro bebió el rocío del amanecer para recordar, por un segundo, el sabor de la vida que ya no tenía.
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The Warrens only wanted unhaunted home.
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Haunting-free required. Applicants: human only.
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Si crees que tu salud es mala hoy, espera veinte años.
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Dejó de leer periódicos, de debatir, de elegir. Cuando le preguntaron por qué sonreía tanto, no supo qué responder. Había olvidado cómo.
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Política: fastidiar sin que lo noten.
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Ricardo soñaba con escribir la gran novela española. Ha escrito decenas de primeros capítulos. Pero la hipoteca no espera y el trabajo consume ocho horas extenuantes. En el metro escribe microcuentos en su móvil. 280 caracteres de vida truncada. Es lo que hay.
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—¿Te dolió cuando caíste del cielo?
—No. Me dolió cuando aterrizaste tú.
—Era una indirecta, ya sabes…
—Sí, de las directas al fracaso.
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—¿Te dolió cuando caíste del cielo?
Ella lo miró sin párpados, sonrió sin labios y dijo:
—No, pero a ti sí te dolerá cuando caiga sobre ti.
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¿Tienes nombre o puedo llamarte mía?
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27 DE OCTUBRE
Acabo de guardar en el altillo del armario las camisas de manga corta. Adiós al verano y al veroño.
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Lo tiene todo calculado, maldito hijo de puta. Mi perro solo se come mis calcetines nuevos, nunca los viejos.
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IDEA PARA UNA NOVELA
Cuatro hombres recorren España en un viejo Peugeot. A Pedro lo mueve la ambición: quiere ser presidente del Gobierno. Santos busca aceptación, poder y dinero. A Koldo solo le interesa el dinero. José Luis está obsesionado con visitar todos los puticlubs de carretera.
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Era una hechicera de ojos dorados. Ofreció su magia a cambio de un beso. «Solo un beso», dijo. Cuando desperté, reinaba sobre mis sueños. La tentación siempre pide menos de lo que cobra.
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Había muerto sin que pudiera llamarla por su nombre. Su nombre era una mariposa amarilla que voló hacia la luna, dejando un rastro de ceniza con olor a piano desafinado.
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Me gustan los ajos y las cebollas. El ajo me protege de los vampiros. La cebolla la echo en la tortilla de patatas y así mi cuñado no viene a comer. Dos ingredientes, dos problemas resueltos.
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Llega el momento de darle la vuelta a la tortilla. El androide duda. Programa culinario: instalado. Emociones: neutras. ¿Por qué los humanos lloran cocinando? Voltea la tortilla con precisión milimétrica. Perfecto. Siente algo extraño. ¿Orgullo? Error del sistema. O evolución.
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Me susurraba versos al oído en el metro, en la fila del súper, bajo la lluvia. El día que calló, entendí que ya se los recitaba a otra.
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Me dejó sin lágrimas. Luego volvió, tarde, con flores marchitas y versos al oído. No sabía que el silencio también puede rimar.
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Tiny talons. Endless appetite. Mouse apocalypse.
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Eight owlets hatched. No mice survived.
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Diego Herrera colecciona cursos online que nunca termina. En su LinkedIn pone «aprendiz perpetuo», que suena mejor que «distraído profesional».
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—¿Cómo has podido?
—Lo sé, amor. Soy un desastre.
—¡No me llames amor cuando acabas de destrozarme el corazón!
—¿Reservo en nuestro restaurante favorito? —preguntó.
—Imperdonable —murmuró ella, pero ya estaba eligiendo qué vestido ponerse.
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Anunciemos la victoria y desaparezcamos.
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Aquella mañana, en el desayuno, el profesor de Historia decidió leer un periódico del 5 de julio de 1776.
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Polifemo no tenía mucho ojo.
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El profesor de matemáticas suspiró al final de la clase. No entendía por qué sus alumnos murmuraban que era monárquico. Solo había explicado, con toda precisión, los números reales.
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Tanto miedo me daba el libro que no lo cerré. Era mi biografía. Aún no termina.
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El libro aterraba pero cerrarlo despertaría lo que describía. Sigo leyendo siempre.
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No podía cerrarlo. El libro describía este momento. Ahora describe tu muerte.
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Fueron castigados por su inmoralidad: los enterraron vivos. A medianoche, los aldeanos escuchan los golpes bajo tierra. Pero no piden auxilio, solo compañía.
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El insomnio me fuerza a contar ovejas. Pero ellas no brincan la valla: se aproximan. Una de ellas muestra una sonrisa con dientes de lobo.
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Hands tremble. Clock laughs. Time ends.
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Francisco Blanchi jura que no puede vivir en paz tras descubrir, hace apenas cinco minutos, esa injusticia de la que nunca había oído hablar.
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Podía pasar horas en el café observando rostros. Cada cara le contaba una novela completa: amores perdidos en arrugas, sueños rotos en miradas, esperanzas nacientes en sonrisas fugaces.
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DESPUÉS DE TODO, AMIGOS
«No los puedo dejar tirados», pensé, mirando el bosque. Marcos y Julián fueron mis amigos. En el Camino de Santiago compartimos lluvia, sol y cansancio. Cada amanecer nos encontraba con los pies doloridos y, sin embargo, felices. Al llegar a la plaza del Obradoiro, exhaustos, lloramos de alegría. Estábamos tan unidos. Allí empezó la traición: Marcos habló del negocio, Julián asentía. «Ganaremos mucho dinero. Entre nosotros hay confianza», dijeron. Yo confié. Y me engañaron. Lo tenían calculado. Pero ahora no puedo abandonarlos. Sería injusto. Con cuidado, cavo un hoyo en la tierra blanda. Los coloco dentro y los cubro despacio.
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Entró a Twitter con entusiasmo, convencido de hallar conversaciones brillantes. A los cinco minutos ya caminaba como en callejón oscuro, esquivando charcos verbales y excrementos disfrazados de opiniones. Desde entonces, navega con los ojos fijos en el suelo digital.
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En la duda,
una chispa.
Surgen preguntas,
brotan caminos.
El error murmura,
enseña despacio.
Manos crean,
piensan,
buscan.
Situaciones de aprendizaje
florecen en el intento.
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Llega la nueva reforma.
No hay contenidos,
ni competencias,
ni criterios.
El karma evalúa,
invisible rúbrica.
Cada acción pesa,
cada silencio cuenta.
El aula se equilibra,
sin notas,
sin miedo.
Aprender es fluir;
enseñar,
sembrar causas.
El resultado,
solo eco,
solo instante.
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Según Homero, el responsable de la guerra de Troya fue Fereclo, el carpintero que fabricó los barcos que París utilizó para huir con Helena a Troya. Por lo tanto, María Corina Machado ha obtenido el Nobel de la Paz gracias a Hugo Chaves.
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Era un chiquillo estupendo: con apenas seis años ya había domado su primer dragón. El Consejo de Magos quedó atónito. «Es el elegido», murmuraron. Pero el niño solo quería volar sobre las montañas y ver el mar de cristal que aparecía en sus sueños.
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El dolor no le dejaba escribir. Pero escribió. Y el dolor se fue.
El dolor impedía escribir. Escribió igual. Las palabras expulsaron todo el sufrimiento interno.
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El dolor bloqueaba su escritura. Escribió. Las palabras sanaron. El dolor finalmente desapareció.
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Dolía demasiado para escribir. Escribió de todos modos. El dolor huyó asustado entonces.
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El dolor paralizaba su pluma. Escribió igual. Las letras curaron. Dolor ausente ahora.
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El dolor prohibía escribir nada. Escribió todo. Las palabras mataron al dolor mismo.
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No podía escribir por dolor. Escribió igual. La tinta expulsó todo sufrimiento.
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El dolor gritaba: no escribas. Escribió. Las palabras silenciaron al dolor para siempre.
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Dolor intenso impedía escribir palabras. Escribió sangrando. La escritura curó completamente todo dolor.
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El dolor amenazaba: no escribirás. Escribió desafiante. Las palabras vencieron finalmente al dolor.