El titiritero apareció cosido a puñaladas. Junto a él se encontraba una marioneta que aferraba en su mano derecha –lo tenía pegado a ella– un cuchillo. Los forenses dictaminaron que se trataba del arma homicida. La investigación fue rápida. El titiritero no tenía enemigos. A nadie favorecía su muerte. La policía dictaminó que el titiritero se había suicidado. La marioneta fue puesta en libertad. Una vez en la calle, no pudo disimular su alegría: había cometido el crimen perfecto.
Microrrelato seleccionado en el VI Concurso de Historias Cortas “Relatos Policíacos”
Microrrelato seleccionado en el VI Concurso de Historias Cortas “Relatos Policíacos”