El profeta reunió a sus discípulos y les mostró la montaña que estaba a apenas unos cientos de metros.
–Os demostraré el poder de Dios. No iré a esa montaña; esa montaña vendrá a mí.
Los discípulos se mostraron desconfiados. Faltos de fe, abandonaron al profeta. Éste no se desanimó. Esperó y esperó. Cinco millones de años más tarde, la montaña llegó por fin a donde él estaba.