jueves, 7 de abril de 2016

Con prisa

Mi padre nos contaba que el abuelo era un hombre con prisa. Nació sietemesino porque su madre no le dejó salir antes. Recién cumplidos los nueve años, ya se había escapado de casa. A los catorce dejó a su novia –mi abuela– embarazada y se casó a los quince con ella. Por lo civil, claro, pues eran los tiempos de la República. A los dieciséis quiso entrar en el Partido, pero sólo le dejaron afiliarse a las juventudes. Cuando tenía diecisiete años, comenzó la guerra. Fue nombrado capitán de milicias antes de cumplir los dieciocho y unos pocos meses después cayó prisionero en el frente de Aragón. Fue condenado a morir fusilado. Sus últimas palabras fueron:

–¿A qué esperan?

Microrrelato ganador (ex aequo) del Certamen Las Historias 116