viernes, 19 de agosto de 2016

Canciones de amor

El sudor te recorre todo el cuerpo. Te echas un trago de agua. Ya sólo queda aquella canción estúpida, odiosa. Le haces un gesto de complicidad al batería. El público estalla en aplausos. Te acercas al micrófono y recitas el primer verso. 

La canción está dedicada a una novia a la que dejaste. Veinte años atrás. Veintitrés. Sí, veintitrés años ya. La canción trata, por supuesto, de cualquier novia. Trata, incluso, de cualquier cosa que se deja atrás en la vida, a lo que se renuncia sin razón aparente. Pero el hecho es que trata de aquella novia que, bien pensado, ni siquiera había llegado a ser novia, pues, después de salir cuatro o cinco veces, dejaste de responder sus llamadas, no la llamaste más. Sin motivo. Un día no te apeteció seguir saliendo con ella. 

Cuando acaba la canción, te sientes exhausto. El público pide más, pero nada más tienes que ofrecer. Quieren canciones de veinte años atrás, de hace tres décadas, cuando era otra persona, una persona muy diferente, alguien más irreflexivo. Y, sin embargo, hay que reconocerlo, hacías excelentes canciones. Sí, magníficas canciones de amor.

Microrrelato publicado en la Revista Brevilla