martes, 27 de septiembre de 2016

Microcuentos

El último hombre se habría ahorcado si en la Tierra hubiera quedado un solo árbol.
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Cuando me prometió las estrellas, le dije que sólo quería otra copa de vino.
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Fui a la tienda de mascotas para que me devolvieran el dinero: el gato que me habían vendido sólo tenía una vida.
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Me aseguró que todos sus poemas estaban dedicados a mí, incluso aquellos que escribió cuando aún no me conocía.
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Odiaba tanto las arrugas que le pidió al cirujano plástico que le quitara también las de la mano.
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Soy muy silencioso cuando paso por delante de la nevera. Procuro no despertar el apetito.
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Ganaron los marineros que querían seguir navegando. Ítaca era un cementerio en vida.
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Cuando el caballero vio el tamaño de aquel dragón, decidió seguir siendo soltero.
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Mala suerte
Desde que aquella moto me atropelló y me dejó cojo, me levanto todos los días con el pie izquierdo.
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En el mensaje de la botella, el náufrago, sin duda admirador de Verne, pedía un ejemplar de Escuela de Robinsones.
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Antitética
Mi mujer me ha pedido que no que me quede mudo, que hable cuando estemos con sus amigas, pero que no diga tonterías.
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Me dijo que todos esos sentimientos le salían del corazón. ¡Mentira! Se lo abrí y era como los otros.
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El caballero encontró el castillo vacío. La princesa había sacado el dragón a pasear.