A Luis J. Goróstegui
Esa mañana, cuando salió a recoger el Freeport Times, el señor Sanderson encontró a un astronauta en su jardín.
–¿Qué hace ahí? –le preguntó.
El astronauta, visiblemente confuso, se quitó el casco, olisqueó el aire y, por fin, respondió al señor Sanderson:
–Entré sin querer en un agujero de gusano.