Marguerite Yourcenar: “No atravesaré los siglos encuadernado en piel”.
Nunca fue un hombre de excesos. Se emborrachó con un botellín de cerveza y se ahogó en una corriente de agua de no más de veinte centímetros de profundidad.
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Soñaba con encontrar una onza de oro, pero sólo consiguió nueve gramos de plomo.
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–¿Qué quiere?
–Una cuerda.
–¿De qué tipo?
–Pues no lo sé. Dígamelo usted. Mi abuelo me ha dicho: Ve y dale cuerda al reloj.
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Triunfó la Revolución Verde. Para dar ejemplo, el Líder Supremo se zurce sus propios calcetines.
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Para enfrentarse a su paranoia se abrió una cuenta en Twitter. No consiguió que nadie le siguiese.
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Señora, no insista. Le he dicho que el seguro no cubre ni las catástrofes naturales ni las gubernamentales.
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Mi vecina lleva unos días fuera de sí: su gato ha desaparecido. Tampoco entiendo por qué le tenía tanto aprecio: el maldito minino no paraba de maullar. En cualquier caso, para que olvide la preocupación, la he invitado a comer este domingo. Prepararé un delicioso arroz con conejo.
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Mírala, tan presuntuosa: se cree mejor que nosotras porque sale a tirar la basura a las nueve de la noche.
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–¿Cuántas plantas tiene tu nueva casa?
–¿Plantas? ¿Por quién me tomas? Yo soy vegetalista.
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AMOR JAMÁS VISTO
Sedujo al amigo invisible de su hijo.
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Montó una cabra y comenzaron a llamarlo sátiro.
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Mi ordenador, cansado sin duda de oírme gritarle, ha dejado de funcionar.
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El Papa aseguró que el Purgatorio no existe y el Purgatorio de Dante acabó en el Índice.
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Su abuelo le regaló la Espasa. Recién hoy, cuarenta y cinco años después, ha terminado de leerla. Siente curiosidad por visitar el Tíbet, Manchukuo, Bechuanalandia, la Somalia británica.
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–¿Qué hace Klaas bebiendo en la calle?
–Ha estado de Erasmus en España.
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RECICLA, REUTILIZA
Recogía todos los pelos para que volvieran a injertárselos.
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–He estado con osos, tigres, ratas, momias, autómatas, monstruos antediluvianos…
–¿Y con ningún hombre normal?
–Sospecho que no existen los hombres normales.
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–¿Cómo conseguiste a tu musa?
–Le inspiré lástima.
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Al niño se le escapó un globo. Le metieron en la cárcel por no tirar el plástico en el contenedor amarillo.
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–¿Quieres que practiquemos sexo sin amor?
–Pero yo te amo.
–Ah, no lo sabía. Creía que lo nuestro era sólo físico.
–¡Qué insensible eres! No sé cómo he podido amar a alguien como tú.
–Entonces, ¿ya no me amas?
–Por supuesto que no.
–¿Quieres que practiquemos sexo sin amor?
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Según el obispo Usher, el mundo fue creado el año 4004 antes de Cristo, eón arriba, eón abajo.
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¿Se puede decir que Miguel de Cervantes era bisexual?
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A Salinger, su musa le inspiraba dudas.
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Twitter siguió suspendiendo cuentas hasta que sólo quedó un usuario, un jubilado colombiano que publicaba haikus en elamita.
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–¿Qué le pasó la semana pasada para no venir a la consulta, doña Enriqueta?
–Es que estaba pachucha, doctor.
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Yo lo llamo inspiración. El juez lo llamó plagio.
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Me dio la mano de su hija. Me la comí muy gustoso.
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Él era una cereza verde; yo, una uva pasa. Nuestro amor era imposible.
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–¿Qué significa tweet?
–Trino.
–Pues la mayoría de los tweets, más que trinos, son graznidos.
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ANTIPOUSSINIANA
He desperdiciado todas las ocasiones.
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La soledad apunta tu nombre para hacerte compañía.
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–Sabrán que me he fugado con un leñador.
–No, no lo sabrán.
–Nos descubrirán.
–No, no nos descubrirán. Creerán, Caperucita, que a tu abuela y a ti os devoró un lobo.
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Aquel fantasma me dio tal susto que decidí dejar de comprar antipolillas.
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Hoy me siento inspirado: estoy terminando esta línea.
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–Noé, te dije tres mil codos de longitud, ¡tres mil!, no trescientos.
–¡Uf, qué error! Ya decía yo que me parecía pequeña. ¿Y qué hacemos ahora?
–No embarques a los dinosaurios.
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María estaba harta de escuchar a RT-45G, su robot de compañía, despotricando contra la tecnología, así que lo desconectó.
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Su perro me ha mordido y me ha arrancado un dedo, que se ha comido. Mi vecino me ha denunciado por darle a comer basura.
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–Levántate y anda –dijo Jesús.
Y fue un doble milagro, porque Lázaro no sólo estaba muerto, sino que era cojo.
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Poeta, no busques inspiración: plagia.
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Hoy toca vivisección. ¿Algún voluntario?
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Llega la muerte
inesperadamente.
Y no ha vivido.
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Al paranoico le persiguen las facturas del psiquiatra.
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Álex, mi profesor de taller literario, me ha dicho que este microcuento quedará perfecto si le quito una frase.
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El 16 de junio de 1904 resultó ser un día interminable.
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Las más ricas se las quedan los guapos.
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–Hay que ver cuántas arrugas tiene la esposa del maestro de origami.
–La habrá llevado a la lavandería olvidada en algún bolsillo.
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Ella me besa
como habría besado
yo a Micaela.
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–Hubo que amputarle las dos piernas.
–¿Qué le pasaba?
–En la derecha, gangrena; en la izquierda, mala caligrafía.
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Agotadas las provisiones, el náufrago trató de comer alimentos nativos. Se preparó un puré de hojas de helechos. Murió a los dos días entre horrorosos dolores de vientre. El carnosaurio que devoró su cadáver también murió. Y murieron los terápodos carroñeros que se comieron al carnosaurio. Y, envenenados, acabaron desapareciendo todos los dinosaurios.
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–¡Ah, qué bien! Hoy estabas inspirado.
–Pensaba en Clara Morgane.
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–Señor Murakami, ¿tiene algo que decir a los que no leen sus libros?
–¡Corred, insensatos!
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Las más listas se las quedan los ricos.
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SIMULTÁNEO
Cuando al ángel comenzaron a caérsele las tetas, se le cayeron las alas.
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Chocaba tanto con los mendigos que me di cuenta de que era uno de ellos.
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Aquel animal le pareció prometedor. El náufrago trató de enseñarle. Fue un fracaso: sólo consiguió que tallara unas piedras. Si el australopiteco hubiera tenido, al menos, cuatro brazos.
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–El señor Mantecona nos ha tomado por turistas: quiere cobrarnos de más.
–Sí, ya lo veo.
–¿Hacemos un simpa?
–De acuerdo.
–A mi señal… ¡Ahora! ¡¡Corred, insensatos!!
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–¿Cómo te atreves a dejarme? Te di mi vida.
–Porque no la estabas usando.
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Después de veinte años formando parte de la Academia de la Oreja pudo finalmente entrar en la Academia de la Lengua.
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–Soy un escritor sin lectores.
–No, eres un escritor sin libros.
–Pues eso, un escritor sin libros ni lectores.
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Compró a los jueces y así no tuvo que pagar a sus abogados.
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Jesús consiguió resucitar, sí, pero advirtió que los romanos le habían dejado hecho un eccehomo.
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Fabio dijo que no se fiaba del elefante de madera que Aníbal había dejado en las puertas de Roma.
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Inevitablemente, a Snowball le llegó su San Martín.
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Pelagio Rodríguez, al que todos en el instituto llamaban el Maestro del Suspenso, ha aparecido muerto con un golpe en la cabeza. Una vez miradas las actas de evaluación, la policía tiene ciento diez sospechosos.
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–¡Malditos hobbits! Teníais que sacar la pipa.
–¿Qué pasa?
–¿No habéis leído el cartel?
–¿Qué cartel?
–Prohibido fumar en Moria.
–¿Y qué hacemos ahora?
–Antes de que esto se llene de orcos, ¡corred, insensatos!
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Ahora que tengo cabeza, ya no me responde el cuerpo. Sé lo que hay que hacer, pero no puedo hacerlo. Me falta velocidad. He cumplido ya 35 años. ¡Injusta vejez la de un futbolista!
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Pedro Sánchez ha descubierto una gran verdad: a los votantes no les importa que les mientan.
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Los agentes de la DEA echaron abajo la puerta.
–¡Están todos detenidos!
Sorprendidos por la súbita llegada de los policía, todos se quedaron quietos y levantaron los brazos, todos menos don Fernán, que contemplaba con curiosidad la escena desde su silla de ruedas.
–¿Yo también estoy detenido? –preguntó don Fernán.
El agente especial Clive Branson levantó la pistola y disparó.
–Usted se queda ahí, maldito viejo –dijo.
Branson, mirando a sus compañeros, añadió:
–Vieron, el viejo trató de escapar.
Los narcos se echaron a temblar: ahora el cártel necesitará un nuevo líder, lo que supondrá decenas de muertes y asesinatos, y sea quien sea el nuevo líder enviará, sin duda, a un sicario –quizá a Marcuti o a Jhon Jairo– para matar al maldito agente especial Branson.
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Scheherezade se abonó a Netflix. Schahriar se hizo seriéfilo y no se atrevió a ordenar que decapitaran a su esposa.
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Di mentiras superfluas y así no te creerán cuando te veas obligado a decir la verdad.
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Si un arcabucero turco hubiera tenido mejor puntería, Alonso Quijano no se habría vuelto loco.
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Parecía un caballero agradable, atractivo, educado, pero, cuando con una sonrisa le dijo que se llamaba Van Helsing, un pánico siniestro se apoderó de ella.
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¡Puaj, estoy harto de vírgenes! ¿No podrían, por una vez, sacrificar a una mujer que estuviera en su punto de madurez?
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–Señorita Kulkarni, usted se ha enfrentado a robots asesinos, monstruosos alienígenas, terroríficas momias, bestias espeluznantes. ¿Nunca ha sentido miedo?
–Da más miedo estar casada con un marido aburrido y rutinario.
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–A este libro le falta un dedo para estar completo.
–¿Un dedo?
–El índice.
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Para acabar con su soledad se compró una pistola.
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Recuerda que desearás lo que ahora tienes.
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Se compró una pistola y acabó con su soledad.
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CALENTAMIENTO GLOBAL
El cambio climático no es tan malo. El giennense tiene ahora la playa a cinco kilómetros de casa.
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MATRIOSHKA
Stalin estaba a la sombra de Lenin. Kaganóvich estaba a la sombra de Stalin. Volodin estaba a la sombra de Kaganóvich…
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La luna de miel con el diabético le resultó algo amarga.
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Iba a suicidarme, pero me entró complejo de culpa. Mi logoterapeuta se acababa de comprar un piso en la playa y tardaría unos diez años en pagarlo.
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En el sexo, el metrosexual es muy cuadriculado.
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Odio a mi madre porque me obliga a mentir.
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MBS
¿Qué es mayor crimen: ordenar torturar y asesinar a un periodista crítico o colgar un cuadro de Leonardo en el baño?
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El colegio de sacerdotes de Mitra ha denunciado a la Iglesia católica por plagio.
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“You're... flying.”
“Obviously. We eat light.”
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–¿Y ese bote?
–Quiero que me dejes con la miel en los labios.
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Van Gogh, harto de escuchar el silencio de los críticos, se cortó la oreja.
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Sócrates educó a Alcibíades, que traicionó a Atenas y se pasó a los espartanos, y a Critias, uno de los Treinta Tiranos. Y todavía algunos consideran escandaloso que le condenaran a beber la cicuta.
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La luna de miel acabó en divorcio amistoso.
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Después de pasar todo el día bebiendo, su cara era un poema de Bukowski.
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EPITAFIO
Fui un calavera y ahora soy un esqueleto entero.
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El escorpión picó a la rana porque sabía que, si no, el resto de escorpiones le habrían apartado.
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Era tan besucón que me contagió la mononucleosis.
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Alice: How long is forever?
Count of Romanones: Sometimes, until this afternoon.
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Leí el cartel: Peligro, cueva inundable. Ignoré la advertencia. Me adentré en la gruta. A los dos pasos, resbalé y caí. Cuando desperté, me arrastré hasta la salida. El cielo tenía un color extraño. Miré el cartel: ¡estaba escrito en caracteres chinos!
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–Se pronuncia… Zulu.
–¿Quién me llama?
–Mier… ¡Aaahhh!
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–¿Qué haces con ese espejo?
–Quiero asegurarme de no irme otra vez con un vampiro que, después de sorberme la sangre, me abandone.
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“Sit and be unnoticed, Tembo.”
“Surely.”
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–¿Cómo te fue con el risoterapeuta?
–Bastante bien, tanto que tuve que visitar al maxilofacial.
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Quien tire la primera piedra no está libre de pecado.
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Fíjate bien: es estilo lo que parece desaliño.
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El crononauta fue tan lejos en el pasado que acabó en la nada.
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Bucear en el lago que había al lado de la casa era lo único que a su mujer había prohibido Barba Azul.
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–Orestes, ¿qué ruido se escucha detrás de esa pared?
–Es mi mamá. Tú no le hagas caso. Como si no estuviera. En poco tiempo morirá de hambre y sed.
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¿Se podrá surfear una ola de calor?
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La mierda que sale por su boca abona mi determinación.
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–¡Que le corten la cabeza! –gritó la Reina de Corazones.
–¿Y cómo se le corta la cabeza al Nueve de Picas? –preguntó el verdugo.
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–Ciervo Moteado quiere que fuméis la pipa de la paz.
–Me niego, señor Meriwether. El teniente Little y yo mismo somos completamente antitabaco.
–Entonces, sólo me queda algo que añadir: ¡corred, insensatos!
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–Está gordo.
–Es su constitución.
–Claro que es su constitución, cuyo primer artículo dice que hay que devorar comida basura todos los días.
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“Wait. Where's the hare?”
“Keeps asleep.”
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¿Cómo se atreve a blasfemar ese ateo?
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A los cerdos de Herodes nunca les llegó su San Martín.
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El adolescente se llevó una sorpresa: a pesar de que no sabía guglear, su abuelo sabía muchas cosas.
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Sauron consigue el anillo. Le queda grande.
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Sauron consigue el anillo. Si tuviera un dedo donde ponérselo.
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HESÍODO
El alfarero tiene inquina del alfarero y el artesano del artesano, el mendigo está celoso del mendigo y el microcuentista del microcuentista.