sábado, 5 de diciembre de 2020

Papelera

Elias Canetti: “Se siente desgraciado si pasa un solo día sin poder contar nada”.


Le echaron de la comuna porque le sorprendieron con un peine.
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ÚLTIMAS PALABRAS
–No hay tiempo que perder –dijo el capitán.
Y el condenado a muerte no pudo declamar el discurso que había estado preparando toda la noche.
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La bloqueé, pero seguía saliendo en mi cronología de inicio. Era una cuenta zombi.
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Me dice que tiene que depilarse. No le pido que no lo haga para que no piense de mí que soy rarita, extravagante.
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Tuvo una charla provechosa en la sala de espera del psiquiatra, tan provechosa que decidió irse sin esperar a la consulta.
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Ella se queja de que nunca le acarició, pero ella nunca me acaricia.
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Yo, los alumnos, el aula de 2º D somos el ciervo, los lobos, el bosque.
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Buscaba el norte, pero no encontré la brújula.
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Finalmente, ante la insistencia de la policía, tuve que confesar que había golpeado con el ojo en su puño a mi mujer.
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La Asociación de Empresas de Confección y Moda la contrató para que tentara a Eva.
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EL COLMO
Schrödinger olvidó dónde había dejado la caja.
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Cuando el juez le condenó en costas, huyó a las montañas.
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Le desagradaba vivir del crimen, así que mató a Sherlock Holmes.
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–No es no.
–Por ahora, ¿no?
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INESPERADO
No llegó Caperucita, sino el viejo leñador que era amante de la abuelita.
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–No nos podemos divorciar.
–Claro que sí. No te soporto.
–Te digo que no.
–Yo no pasaré ni un día más contigo.
–Pero es que no nos podemos divorciar porque no estamos casados.
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Edwin Abott siente que ningún personaje de su novela Flatland le ha salido redondo.
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Antes, yo le preguntaba a ella si había tomado la píldora. Ahora es ella la que me pregunta a mí si he tomado la píldora.
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PARA QUE ME DEJARA EN PAZ
Le dije al psicoanalista que odiaba a mi madre, que más de una vez había pensado en aplastarle la cabeza con el rodillo de amasar. Pero, como seguía muy pesadito con lo de Edipo, le acabé diciendo que sí, que la quería.
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Él no es demasiado guapo, pero no voy a quejarme: yo soy un adefesio.
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En el viaje, sacó más de dos mil fotos, pero no vio nada.
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–Llevamos horas hablando.
–Sí, es verdad. 
–¿No estás cansado?
–Un poco.
–Hemos tenido mala suerte. 
–¿Por qué lo dices?
–Está claro por qué lo digo. Hemos tenido mala suerte de que nos haya tocado un narrador ausente.
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–Se le acusa de haber escrito en contra del Gobierno.
–No, no lo he hecho.
–¿Seguro? Pero ¿a que sí ha pensado mal del Gobierno? Admítalo.
–No lo sé. Quizá.
–¿Lo ve?
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EL COLMO
Dice que no abre un libro para que no se escapen las palabras.
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Le he levantado la tapa de los sesos. Dentro no tenía nada.
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Aunque me busqué con ahínco, no me encontré. Pero al menos la encontré a ella.
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Los dos dandis se miraron de arriba abajo y, sin decir ni una sola palabra, se separaron. Cada uno acabó en una esquina del gran salón.
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No entendía por qué llevaba un peine en el bolsillo de la camisa: el interrogador era calvo. A lo largo de la noche lo descubrió.
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TÚ SIEMPRE PENSANDO EN LO MISMO
Cuando el meteorito se aproximaba, le pregunté si quería que fuéramos al dormitorio.
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–Conozco África, China, el Mediterráneo, América.
–¿Y Australia?
–No. Reverte nunca hizo un viaje allí.
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Decían que sabía plasmar como nadie la psicología del retratado. Reconozco que, aunque todos hablaban maravillas de Isabelle Krabal, yo me mostraba escéptico. Tardó dos semanas en hacer el cuadro. Desde luego, cuando me lo entregó, me apresuré a destruirlo.
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GUERRAS DE RELIGIÓN
Se produjeron duros enfrentamientos entre la Iglesia Maradoniana y la Iglesia Feminista.
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Mi mujer está histérica con eso de que le van a quitar un ovario. Yo no tengo ninguno y mírenme: tan bien que estoy.
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Explosión en un tablao, que ha quedado completamente destruido. El atentado ha sido reivindicado por el Movimiento de Lucha contra los Flamencos.
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Se compró un chándal para ir a comprar a Alcampo.
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Mi tío Lucas, el tacaño, adquirió la casa un treinta por ciento más barata. Compró el coche en una promoción. Toda su ropa era de oferta. Para morirse, esperó que hubiera una promoción en la funeraria.
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Cuando el delantero vio la repetición en la pantalla gigante del estadio, se acercó al banquillo para que le dejaran un peine.
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Atila puso un negocio de herbicidas.
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–Yo te daría la Luna.
–¿Y de qué me serviría?
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EL CRÍTICO Y EL NOVELISTA
No le cayó en gracia y le cayó en desgracia.
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El viaje al centro de la tierra acabó a dos metros de la superficie.
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De aquella congregación fundada por Jesús habla Flavio Josefo en el libro VIII de La guerra de los judíos. Para imitar a su rabí, sus discípulos se hicieron crucificar. Añadió Josefo que en su época no quedaban seguidores de tan extraña secta.
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¿Gemelas? ¿Cómo que son gemelas? Ni siquiera son hermanas. Lo que pasa es que son de Etiopía.
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El hermano de mi mujer es cura. Siempre que le invitamos a comer me suelta un sermón.
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Le cedió el paso a la diputada del Partido Feminista, que le llamó de todo.
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El sicario tenía pundonor. Admitió que su víctima había fallecido de muerte natural.
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Explosión de plumas. Al piloto le costó controlar el avión. El aparato había chocado con una banda de flamencos.
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Me buscaba. La encontré.
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EL COLMO
Para dormir, leía La interpretación de los sueños, de Freud.
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Se lo pedí  por las buenas. Lo planteé en las reuniones de comunidad. No me hizo caso. Le había dado el capricho de tener un rosal en el balcón. Había escalado hasta el mío. 
Tengo expectación. En segundos sabré su reacción cuando descubra que se lo he cortado.
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LEY DE MURPHY
Quería explicarles en qué consistía. Tiró una tostada. El lado de la mermelada quedó arriba.
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Me rendí, pero él siguió dándome guerra.
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Colón les dijo a los reyes que había llegado al límite del océano y que había tenido que dar la vuelta. Pero no había que darse por vencidos. Les propuso llegar a Asia por los mares del Ártico.
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ÚLTIMA HORA
Calcetín desaparecido. Lavadora sospechosa.
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Su madre quedó muy contenta cuando le dijo que sería abuela ad calendas graecas.
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Para que no hubiere tantos errores gramaticales, la RAE decidió suprimir el futuro imperfecto de subjuntivo. 
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–¿A qué te dedicas?
–Soy un escritor en paro.
–Ah, ¿sí? ¿Qué has escrito últimamente?
–¿No me has  oído? Estoy en paro.
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Ted murió en el derrumbamiento. Fui a llevarle a Nelly la noticia. Me confundió con su marido y me puso la cena que tenía preparada para él. No la disuadí. Ni siquiera cuando me dijo que me lavara un poco, me acostara y la esperara en la cama.
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Se comprometió a cumplir su último deseo. Y, por esa razón, utilizaron balas de fogueo.
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EVANGELIO APÓCRIFO
Cuando yo me reúna con el Padre, será Judas el primero de vosotros.
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–¿Qué son todas estas libretas?
–Mis diarios del trabajo.
–¿Y ésta, que no tiene nada escrito?
–Mis confesiones de amor.
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Cuando Sansón pidió un peine, los filisteos habrían hecho bien en preocuparse.
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El agente de la policía secreta no le dijo nada a Stanisław Jerzy Lec. Se limitó a entregarle un peine.
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En el dormitorio comprobó que, debajo de toda aquella elegante ropa, había un hombre escuchimizado y vulgar.
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Le cedió el paso a la diputada del Partido Feminista, que le llamó de todo.
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Le dijeron a John Travolta que se peinara como lo hacía Tony Manero. Se le movió el peluquín.
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Me hizo daño... Bah, dentro de unos meses habré olvidado su nombre.
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Hoy le disparado. No paraba de hablar y hablar. Resultaba insoportable.
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–Preferiría no hacerlo –me atreví a decir un martes.
El miércoles, sin embargo, les pedí:
–Llamadme Ismael.
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Después de ver el debate electoral, decidió no votar a ninguno de los candidatos.
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Especias y oro llenaban nuestra bodega. Nos  hicimos ricos, porque la mayoría de los marineros habían acabado en el cementerio.
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–¿Y quién es el novio de Lourditas?
–Alguien muy educado, que viste bien, un dandi.
–Vamos, un muerto de hambre, ¿no?
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Siempre vestía de Emidio Tucci, tomaba café de Colombia y whisky de ocho años. Pero no ha podido impedir que nuestros nichos sean contiguos.
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Esta semana le han amenazado, escupido, insultado. Por fin viernes, piensa el funcionario.
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PRÓDIGO
–¿De qué te ha servido recorrer el mundo, hijo?
–Para descubrir, padre, que no eras tan malo.
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Comprendieron que comenzaba a estar sonado cuando, entre el noveno y el décimo asaltos, pidió un peine y un espejo.
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Itzhak Salomon fue un dandi hasta el final. Le cedió el paso a una mujer mayor a la entrada de aquellas extrañas duchas.
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Alguien resaltó su extrema elegancia y sus modales. Queriendo conocerlo mejor, comenzó a estudiar aquel idioma.
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–¿Sabes? La editorial ha rechazado mi manuscrito.
–Ah, lo siento. ¿Te han dicho por qué?
–Sólo aceptan mecanoscritos.
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Estaba tan orgulloso de ser un analfabeto que nunca comía sopas de letras.
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–¿Le enseñan educación sexual a Borjita en el Santo Tomás?
–Pues claro. Ayer mismo me dijo que tuvo una clase.
–¿Y qué dieron en ella?
–El profesor les dijo que los que se masturbaban se quedaban ciegos.
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El cáncer acabó con la señora Powell en enero. Dos meses después advertimos que se había llenado de dientes de león el jardín del señor Powell. Lo enterramos en julio.
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El dandi tuvo un mal encuentro con una vampiresa. Ahora, está muy desmejorado: el pobre ya no puede mirarse en los espejos.
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–Sueño con volver a sentir su dulzura.
–Rompe con el pasado. Olvídala. Prueba otra cosa. Mírame a mí. Soy tan salada.
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–Se volvió un demonio.
–Sé comprensivo con él: no había tomado la pastilla.
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Todos creían que el deshielo del Ártico sería catastrófico por la subida del nivel del mar. Nadie sospechaba que la mayor calamidad vendría de Groenlandia: cuando la nieve se fundió, miles de bestias antediluvianas fueron liberadas.
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Era atildado, elegante. Siempre, por comparación, le hacía queda mal. El príncipe regente ordenó a Brummell que abandonara Inglaterra.
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Una vez más, cepilla su mejor traje y sale a dar una vuelta. Toma un café. Al cabo de cuatro horas, regresa a casa. Hasta dentro de un mes.
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Lechones inocentes y tiernos. Qué pena lo que pasa con ellos. Para salvarlos, Mahoma hace con sus prosélitos una tormenta de ideas.
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Sólo por curiosidad, el juez preguntó cuáles eran las diferencias irreconciliables. Ella le contó que no soportaba Juego de tronos.
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“Preferiría no hacerlo”, me atreví a decir un martes. ¡Qué error! El miércoles llamó a un fontanero. El jueves por la tarde vine temprano del gimnasio y los sorprendí en la ducha.
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Le colocó de cualquier manera el pañuelo a su tío. Cuando más tarde se acercó al ataúd, vio que lo llevaba impecablemente doblado.
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Vio el cielo abierto. Aprovechó para huir al infierno, donde la compañía era mejor.
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El séptimo día creó Netflix.
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¿A la Bella Durmiente se le han pegado las sábanas?
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Le dijo que tendrían que casarse para tener sexo. Se casaron. Tuvieron sexo. Temprano, por la mañana, firmaron los papeles del divorcio.
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En el certamen de oratoria política había que utilizar las siguientes palabras: resiliencia, gobernanza, multilateralidad, inclusivo. Ganó Pedro Sánchez.
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–¿Esta casa tiene fantasmas?
–Sólo uno. 
–¿Y da miedo?
–Sospecho que no. Usted mismo no parece muy asustado ahora mismo.
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Era todo un dandi. Hasta que en el local donde había un Massimo Dutti abrieron un Decathlon.
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Sacó de la biblioteca municipal El sueño de África e inició un viaje sin retorno.
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–Compré una Thermomix y...
–¿Sí?
–Llamaba porque quería...
–Adelante.
–Quería devolverla.
–Pero ¿por qué?
–Le pedí que hiciera algo y no fue capaz.
–¡Imposible!
–No fue capaz de hacerme un microcuento.
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EL COLMO
Estaba en paro porque era muy parado.
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Especias y condimentos aderezaban sus comidas. Abusaba de la sal y del azúcar. Consumía un exceso de grasas. Acabó en el cementerio.
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El robot aspirador estaba cubierto de polvo. Decidió comprar un robot plumero.
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La melancolía le llevó a alejarse de todo. Fue a refugiarse en la montaña. Allí, rodeado de rocas quebradas y arbustos llenos de espinas, se sintió dichoso. Hablar de felicidad no es una hipérbole. Pero Dios no se había olvidado de él.
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Si yo le dije que estaba muy bien solo. Si se lo advertí. Era yo tan feliz. Y tuvo que aparecer esa maldita Eva.
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“Preferiría no hacerlo”, me atreví a decir un martes. Fue simple mala suerte que el director no hubiera leído a Melville. El miércoles me encontraba en la oficina de la Seguridad Social, tramitando la prestación por desempleo.
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En 2020 hubo una sobreproducción de Soylent Green.
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Sólo le faltaba algo: un criado. La providencia le ayudó. Lazarillo se ofreció a servirle.
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Gemelas eran Makeda y Balkis. Nunca lo sospechó Salomón, que creía que eran una sola mujer. “Morena, pero hermosa”, escribió de ellas. Nada dijo de su sorprendente desenfreno, que creía propio de las mujeres de Etiopía. 
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–¿Te ha gustado aquel libro de viajes por el Ártico que te recomendé?
–Me ha dejado frío.
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Se le pasaban los días y las noches leyendo y vino a perder el juicio. Y, envidiando las gloriosas hazañas del Cid y del Gran Capitán narradas por tantos historiadores, se fue a Italia para servir en el ejército y luchar contra los turcos.
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–Este Gobierno es anómalo.
–¿Anómalo? ¿Por qué lo dices?
–¿No te das cuenta de que han creado un Ministerio del Déficit?
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Caperucita llegó demasiado pronto. Le pilló comiendo.
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–Perdía aceite.
–¿Juanjo?
–No, su robot.
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Decidió matar su reflejo. Éste se adelantó.
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Comprendió cómo estaban allí las cosas cuando vio el chocolate claro.
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–Este puente me voy de viaje.
–Ah, ¿sí? ¿Adónde irás?
–A Netflix.