lunes, 4 de agosto de 2025

Papelera

Pío Baroja: «Hay que tomar una resolución, la que sea, y trabajar, aunque sea poco».


Era uno de esos días en que uno busca consuelo en lo improbable. Caminé sin rumbo hasta aquel parque. Me acerqué al viejo roble, el que alguna vez cobijó mis tardes de lectura. La emoción me desbordó: le abracé y le besé. El árbol, viejo y sabio, me golpeó con una rama.
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Estos políticos jóvenes. Ya no se conforman con un título, sino que se inventan tres y siete másteres. No vendría mal un poco de modestia, aunque sea fingida.
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Dios y yo estamos en paz: él me ignora, yo no me quejo.
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Sergio Aranda creó TECNOMINA desde un cuchitril mugriento. La convirtió en imperio. A sus hijos les dio todo, excepto el control; sabía que el talento no se hereda. Les dejó acciones y un CEO para mantenerlos desocupados.
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Mi mujer preparó una tortilla de patatas poco hecha, con esa baba que ella llama «jugosidad». Me desafió a hacer una mejor. Lamentablemente, para superarla no tuve huevos. 
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Ra perdió protagonismo tras el Imperio Medio, eclipsado por Amón. Pero volvió a renacer —como todo buen dios solar— en el siglo XX, cuando los crucigramistas lo rescataron como «divinidad egipcia, dos letras».
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El Tratado de Utrecht fue un eclipse total para Luis XIV. Su radiante ambición se desvaneció en la noche diplomática. La luz de su corona, que había deslumbrado a Europa, quedó atrapada en penumbra. Cada cláusula era una sombra proyectada sobre su gloria.
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¿Alguien puede explicarme cómo, siendo calvo, llegué a tener una Dalila en mi vida?
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La bomba era inteligente. El problema, que el que ordenó su lanzamiento no lo era.
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El Tratado de Utrecht fue un eclipse total para Luis XIV. Su radiante ambición se desvaneció en la noche diplomática, dejando su corona en sombras.
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Ra perdió protagonismo tras el Imperio Medio, eclipsado por Amón. Pero volvió a renacer —como todo buen dios solar— en el siglo XX, cuando los crucigramas lo rescataron como solución habitual de dos letras.
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Busco un dato y, si es importante, lo contrasto. Sin embargo, prefieren que la gente se informe por «canales oficiales» —según Marlaska— o en ese imitador de cuñado sabelotodo que es ChatGPT.
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La vida es un pasillo sin puertas, salvo las que uno dibuja con el dedo en la pared.
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Smile, until they take you home
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Nueva subespecie detectada: Homo sapiens ssp. fictus. Esta subespecie está dedicada a la promoción inmobiliaria, la banca de inversión, el psicoanálisis, la escritura de libros de autoayuda y, sobre todo, a la política.
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¡Pobres habitantes de Épsilon Eridani! Alguien —o algo— no sabe todavía que mi jefe tiene piscina. Pero no se preocupen, él lo gritará hasta que las estrellas lo escuchen.
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En Épsilon Eridani, alguien —o algo— todavía ignora que mi jefe tiene piscina. Una piscina desbordante, de gresite azul cobalto, climatizada, con cascada artificial, focos LED que cambian de color por la noche y un sistema automático que regula el pH. Pero no se preocupen: él lo gritará hasta que las estrellas —y cualquier forma de vida que las habite— lo escuchen.
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Brais Figueiredo quedó en último lugar en el Concurso Provincial de Fracasados y, claro, celebró su derrota, pues se coronó como el mayor perdedor entre todos los perdedores.
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Mejor no significa bien.
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Se identifica una nueva subespecie: Homo sapiens ssp. fictus. Se especializa en inversión inmobiliaria, banca de inversión, psicoanálisis, coaching y, especialmente, política
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Suelo mirar a mi hijo cuando estamos en el parque. Un día, había a mi lado un grupo de madres que cotilleaba —su actividad principal— y criticaba a una mujer por leer un libro. ¿Leer? ¿Sin molestar? ¡Qué atrevimiento!
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Los ciudadanos hablan. Los políticos hacen oídos sordos.
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Cada quien carga su cruz. Lo peligroso es el que quiere colgártela al cuello también a ti.
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Todos tienen su truco para sobrellevar esto. Algunos, por desgracia, creen que el suyo es universal y tratan de imponértelo.
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El político que no miente es nuevo. Dale cinco minutos.
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Cada uno sobrevive a su modo. Lo peligroso es quien cree haber hallado el modo.
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RELACIÓN TÓXICA
Cuando lo toco, me arde la piel. Cuando me besa, mi sangre se envenena.
Pero cuando se aleja… el dolor es peor.
Amar a un monstruo no es fácil.
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Solo los que no saben pueden dormir. Yo ya no. Desde 1637, espero. Él prometió regresar. Mientras, me alimento de sombras, de sangre, de la fe estúpida de los vivos. El amor es lo único que aún no puedo enterrar.
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Al dictador le preocupan los que alaban: ¿es sarcasmo o devoción? Pero los que callan lo enloquecen. ¿Qué se callan? ¿Conspiraciones? ¿O peor aún: desprecio? Nada le da más miedo que un pueblo silencioso.
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DENTISTA.— (Anotando datos.) ¿Motivo de la consulta?
PACIENTE.— Soy vegano.
DENTISTA.— (Sorprendido.) ¿Y qué quiere decirme con eso?
PACIENTE.— Que quiero que me lime los caninos.
DENTISTA.— ¿Qué? ¿Está bromeando?
PACIENTE.— En absoluto. Me incomodan. Me traicionan.
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Mientras leo, tengo patria.
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El dinero no es la felicidad, pero sin duda se le parece mucho. Lo sé porque soy rico. No por talento, claro: milité en el partido correcto. Ahora, los infelices me miran con una envidia muy poco democrática.
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La vida es un teatro sin guion. Improvisamos rutinas, abrazos y dramas. Cuando aparece un monstruo, lo invitas a cenar. Si es vampiro, te disculpas por no tener sangre orgánica. La clave está en parecer que todo estaba previsto.
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—¿Y tú a qué te dedicas?
—Soy sociólogo afectivo.
—¿Eso qué implica?
—Que lloro leyendo encuestas.
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LOS HERMANOS KARAMÁZOV, DE FIÓDOR DOSTOIEVSKI
Una entrañable historia familiar donde papá es un cerdo, los hijos compiten por ver quién odia más al otro, y Dios, el alma y el crimen montan un alegre karaoke existencialista.
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EL DINOSAURIO, DE AUGUSTO MONTERROSO
Un relato sobre la angustia existencial de despertarte y descubrir que el dinosaurio sigue ahí. Profundo, inquietante y, sobre todo, muy útil si solo tienes cinco segundos para leer un clásico.
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CONSTITUCIÓN DE 1978, DE GABRIEL CISNEROS ET AL.
Ley suprema que asegura derechos tan firmes como una promesa electoral. Novela de ficción jurídica. El cuento de la igualdad universal.
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HISTORIA DE LA DECADENCIA Y CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO, DE EDWARD GIBBON
Un resumen breve y ligerito de cómo Roma se fue al garete contado en seis tomos, que pueden leerse fácilmente en seis meses. Ideal para insomnes o recién divorciados.
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HAMLET, DE WILLIAM SHAKESPEARE
Un chaval indeciso que habla solo, ve fantasmas y retrasa tanto la venganza que da tiempo a que mueran todos. Ideal para cursos de liderazgo.
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CAZADORES DE LETRAS, DE ANA MARÍA SHUA
Unos valientes persiguen letras sueltas como si fueran presas exóticas. Todo muy épico, hasta que se dan cuenta: son solo palabras y nadie sabe para qué sirven realmente.
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ALASKA, DE JAMES MICHENER
Michener, el rey del tochazo. Mil páginas sobre hielo, osos y rusos. Perfecto para leer en julio, mientras sudas a 40º y sueñas con morir congelado. 
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CIEN AÑOS DE SOLEDAD, DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Una familia incapaz de aprender nada en cien años, con plagas, incestos y guerras. Ideal si te gustan los árboles genealógicos imposibles.
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BREVE ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA UNIVERSAL, DE FARONI
Toda la literatura universal condensada en un solo párrafo. Ideal para víctimas de la LOGSE, LOCE, LOMCE, LOE y LOMLOE.
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MANUAL DE RESISTENCIA, DE PEDRO SÁNCHEZ
Perfecto si te gustan las autobiografías donde la realidad es solo un accesorio decorativo. Ideal para quien busca inspiración en la más pura ficción política
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UNA ESPAÑA MEJOR, DE MARIANO RAJOY
Un relato sobre un país ideal que ni vio, ni gobernó, ni dejó. Perfecto si te gustan las novelas de política ficción sin argumento.
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EL FANTASMA, DE GUILLERMO SAMPERIO
Un fantasma terrorífico y tierno. Una historia que te hace preguntarte si los espectros también sufren crisis existenciales. Terror para quienes odian el drama paranormal.
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CARTA AL PADRE, DE FRANZ KAFKA
Todo un clásico de terapia familiar. Un hijo le agradece a su padre haberle destruido la autoestima con método, rigor y resultados.
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CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO, DE GEORGE R. R. MARTIN
Una saga sobre familias que no saben repartirse el pastel, reyes que mueren, muertos que están vivos y dragones irritados. Ideal para entender que en política nadie sobrevive al invierno.
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HABLABA Y HABLABA, DE MAX AUB
Todo un clásico del exceso verbal. Hablaba y hablaba. Y no paraba. Hablaba de todo y de nada, sin filtro ni pausa. Hablaba tanto que murió... de silencio. Porque claro, a veces callar también mata, ¿no?
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CÁNDIDO, DE VOLTAIRE
Cándido: un optimista que insiste en que «todo es para bien» mientras lo arrastran por guerras, terremotos y desgracias varias. Perfecto para fanáticos del masoquismo filosófico.
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La Asociación de Periodistas Estivales agradece sinceramente a Juana Rivas su inestimable colaboración al brindarnos, otro verano más, un tema con el que rellenar titulares cuando las noticias escasean y la audiencia se interesa, sobre todo, por la sombrilla.
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La festividad de Sanseacabó se celebra el 31 de diciembre. Mártir sin gloria, es patrono de los propósitos incumplidos, agendas vencidas y balances que es mejor no revisar. También protege brindis forzados y resacas que llegan antes de tiempo.
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—Pero ¿por qué gritas?
—Estoy rezando.
—¿Rezando?
—Sí. Sospecho que Dios es un poco duro de oído.
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—¿Por qué me mentiste? Ayer dijiste que no lo harías más.
—Ayer no te mentí. Solo te he mentido hoy.
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—Dios ha muerto.
—¿De qué?
—Coronavirus.
—No me extraña. Era grupo de riesgo: 5.785 años, obesidad divina y ese vicio de crear universos sin mascarilla.
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Comenzó el pánico cuando Fernando Simón, ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, aseguró que el mar subiría «solo unos pocos milímetros».
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¿Qué pudo ver Borges en María Kodama?
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Los cisnes negros surcan el lago de la probabilidad. Los elefantes rosas siguen presos en el zoo de la imaginación
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Cada año, cien palabras del castellano cambian de sentido. Las últimas: «escrúpulo» y «decencia». Su nuevo uso puede verse en varios posts recientes del presidente.
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Cthulhu quiso devorar el mundo. Empezó bebiéndose los océanos. Se intoxicó con plástico y ahora yace vomitando medusas en R’lyeh.
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Lo maté porque se puso pesadito con eso de que había que leer a Max Aub.
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—Soy caníbal vegetariano.
—¿Oxímoron?
—No. Solo como veganos. Son más tiernos y vienen con salsa de aguacate.
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—Lleva solo una semana en el poder. ¿Por qué lo llamáis «el Querido»?
—Es cuestión de psicología. Ningún presidente apodado «el Querido» se atreverá a subir los impuestos. 
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—Hágase la luz —dijo.
Pero la luz no se hizo. No había aportado ni la cédula de habitabilidad, ni el certificado de instalación eléctrica, ni el certificado de propiedad, ni la licencia de primera ocupación. Por no aportar, no había aportado ni el documento de identidad del titular.
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Chuang Tzu despertó, sin saber si era hombre o mariposa. La duda se disipó al ver al entomólogo con la red.
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Cuando el meteorito cayó, Cthulhu yació aplastado. Su sangre salpicó la hierba, un verde que no se puede borrar.
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A Duchamp le dejó su amante. No soportaba vivir en una casa sin urinario.
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LITERATURA DE VANGUARDIA
Nudo, desenlace, inicio. Aplaudieron la genialidad del experimento, aunque nadie entendió el cuento. El autor, el que menos.
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FÁCIL CONQUISTA
Veinte años antes, infiltrados alienígenas habían introducido los teléfonos inteligentes, que sembraron pereza, dependencia y apatía. Cuando llegó la flota invasora, los humanos ni siquiera levantaron la vista del móvil. 
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Estaba solo en casa. Estornudó.
—¡Salud! —dijo una voz.
No era la suya. Tampoco sonaba desde la televisión ni la radio. A partir de entonces, nunca volvió a estornudar cuando estaba solo en casa.
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Harta de oírle rezar, la ballena vomitó a Jonás.
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—¿Y ese bocadillo? ¿De qué es?
—De salchichón. 
—¿De salchichón? Pensé que eras vegetariano.
—Es que me he vuelto flexitariano.
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Mientras preparaban el programa, Javier Ruiz pidió un expreso. El becario, que tenía ganas de agradar, le trajo a Arnaldo Otegi.
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—¿Qué gritos se oyen en casa de los Flaubert?
—Gustave lee en voz alta.
—¡Pero parece una voz de mujer!
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—¿Qué tal te va con el poeta ese, Luis?
—Bueno, ayer me envió una declaración de amor por correo electrónico.
—¡Qué romántico!
—En Arial.
—¿En Arial?
—Sí, en Arial. Si me amara de verdad, lo habría escrito en Garamond.
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La manzana cayó. Newton la mordió, limpió el jugo de su barbilla y siguió pensando cómo convertir el plomo en oro.
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Después de muerto, se convirtió en el alma de la fiesta.
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Lo improbable ocurre; lo imposible, no. Aunque hay cisnes negros no hay elefantes azules.
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Cultivar maíz con ADN humano fue un error. Las mazorcas no tardaron en formar partidos, alzarse en facciones y declararse la guerra. Espigas contra espigas. Y ninguna quería ser palomita.
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Esta vez no perdió el zapato, sino la paciencia. La fiesta era tan insoportable que Cenicienta huyó a las diez y media. 
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Antes de empezar terapia, creía estar mal. Ahora lo sé con certeza. Gracias, doctor.
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Durante la guerra, se camufló la ciudad para evitar los bombardeos. Fue un éxito. Tanto, que ni los mapas, ni los satélites, ni sus antiguos habitantes logran encontrarla.
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Cuando Pizarro llegó a Cajamarca, le recibió el eunuco Yue Xiang, virrey del excelso emperador Jiajing.
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Los hispanorromanos despreciaban las leyendas celtas, los mitos helenos y las fábulas egipcias. Pero se les encogía el alma ante un relato gótico.
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LA TORRE DE BABEL
El arquitecto explicó sus planos en sumerio. El capataz hablaba acadio. Los inspectores usaban asirio y los nuevos dueños, persa. La torre se inauguró en griego, y aún nadie supo exactamente qué habían construido ni por qué.
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Colesterol, VIH, leucemia, hemofilia, anemia… Y eso sin contar el alcohol, los psicofármacos, los antibióticos, el estrés. Cada vez que mordemos a alguien nos jugamos la eternidad. La sangre ya no es lo que era. No es extraño que los vampiros estemos desapareciendo.
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Tan entretenidos estaban los aqueos construyendo su misterioso caballo, que no vieron llegar a las tropas troyanas. El ataque fue rápido, certero, definitivo. Fue un desastre militar para los griegos. 
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CANCELADOS
Jacob y Wilhelm Grimm fueron acusados de cacería de brujas. Los expulsaron de los planes de estudio. Las editoriales los dejaron de publicar.
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Querido diario: 
Me obligas a fingir felicidad, a decir que todo va bien, que no paso las noches llorando. No escribo para recordar, sino para engañar. Te miento porque no soporto escribir la verdad. Te odio.
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EN BOCA CERRADA
«Primero, conquistaremos Partia. Después, conquistaremos la India.» Lo repitió tantas veces que sus soldados empezaron a creerlo. Incluso él lo creyó. Hasta ahora. Lo tienen de rodillas. Frente a él, el oro burbujea. Alguien sonríe. «Para que no vuelvas a hablar de conquistas», dice uno de los jinetes. Craso intenta protestar, pero ya es tarde. El oro lo calla. Le llena la boca, el orgullo. Los partos contemplan su obra como un pintor la última pincelada. Craso ya no recuerda nada. No recuerda a su hijo. Ni siquiera recuerda Roma. Solo el sabor ardiente de su ambición.
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TODOS GANAN
Amé a Raúl cuando dudaba de sí mismo. Le animé, le empujé, le vi crecer como hiedra buscando el sol. 
Ahora brilla, y yo —la sombra que le recuerda sus días sin luz— le peso.
—¿Vas a dejarme? —le pregunto.
—No, nunca, Emma.
Tal vez lo crea, pero sé que un día su vuelo no admitirá lastres.
Así que me marcharé antes de convertirme en ancla.
Raúl ganó. Raúl me perdió.
Y en esa pérdida, yo también ganaré.
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WAG
¿Qué quieres que te diga? Me compró un collar de diamantes el día que olvidó nuestro aniversario. Me llevó a un hotel de cinco estrellas justo después de decirme que habían perdido y que no estaba de humor para cenar conmigo. Siempre pendiente del equipo, del teléfono, de todo… menos de mí. Cuando le digo que me siento sola, me manda un emoji. Cuando necesito que me escuche, me cuenta cómo va la temporada. Prometió darme todo lo que soñara: casas, viajes, historias para Instagram. Y sí, me dio todo. Todo… menos a él. Pero, chica, ¿qué importa?
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EL PAÍS DE LOS DOS
Escapamos de casa y nos perdimos al otro lado del mapa. La Coruña fue nuestro primer refugio. Luego Vigo, León —donde nació Luis—, Valladolid… Siempre buscando un rincón, un horizonte distinto. En Zaragoza nació Marta. Caminábamos por la costa o cruzábamos ciudades. En Madrid, casi nos quedamos. Valencia nos enamoró, pero acabamos regresando a Jaén. Un día me preguntaste dónde fui más feliz. Y lo supe: daba igual La Coruña o Gran Canaria, Madrid o Melilla. Porque esta tierra —sus ríos, sus cielos, sus caminos— no era más que un mapa vacío sin ti.
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—¿Tú qué eres? —me preguntó con un tono entre curioso y condescendiente.
—Historiador no binario —respondí, acomodándome las gafas de pasta.
—¿Y eso qué implica?
Tomé aire. Era mi momento.
—Implica que me niego a clasificar los hechos entre buenos y malos. Solo uso categorías como «meh», «wow» y «plot twist». No creo en los siglos: divido la historia en eras Pokémon. Tampoco uso cronología lineal, sino una espiral inspirada en las galletas de mantequilla danesas. Y nunca, bajo ningún concepto, utilizo nombres propios: todos son «el sujeto A» o «una señora influyente». Excepto Napoleón, que lo dejo como está porque me cae simpático.
Me miró como si hubiera citado de memoria todos los episodios de una serie cancelada.
—¿Y cómo das clase?
—Con karaoke. Y títeres. Y un generador aleatorio de hipótesis hegelianas.
—¿Tiene salida eso?
—Según mis padres, no. Pero una vez di una charla TEDx en un aula vacía. La subí a YouTube. Tiene tres reproducciones. Dos son mías.
—¿Y la tercera?
—La del algoritmo. A veces me recomienda a mí mismo.
Suspiró.
—Bueno, suerte.
—No hace falta —respondí—. La historia ya me ha olvidado. 
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LA IGNORANCIA DUERME
Solo los que no saben pueden dormir.
Lo repito cada noche mientras vigilo la casa del número 47. Ahí vive él. Alto, impecable, de sonrisa educada y voz antigua. Lo he visto salir solo de noche, con su paraguas aunque no llueva. Lo he visto regresar con la camisa manchada de algo oscuro. Nadie más parece notar nada extraño.
Yo sí. Porque yo sé.
Desde que descubrí lo que es, no he vuelto a dormir. Al principio fue miedo. Luego, obsesión. Después, una costumbre. Ahora, es una misión.
El resto de los vecinos duermen plácidos. No han visto los ojos rojos reflejados en el cristal, ni oído los pasos flotando en el pasillo. No han leído los informes. No han desenterrado ataúdes ni abierto libros encuadernados en piel.
Yo, Van Helsing, no tengo el lujo de la ignorancia. Y por eso vigilo, noche tras noche.
Hoy se asomó a la ventana. Me miró. Sonrió.
Sabe que lo observo. Sabe que sé.
Y sin embargo, no ataca. No huye.
Quizá, después de tanto tiempo, él también está cansado.
Quizá, solo quizá, también desearía poder dormir.