jueves, 22 de agosto de 2013

El campo del hambre

Hacía ya una semana que estaban allí, pero a 867 le parecía que había pasado una eternidad y se sentía con fuerzas para aguantar otra eternidad.
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Después de un amago de motín, los internos habían conseguido quince segundos bajo el agua. Por la noche también se podían duchar, pero el agua de los depósitos, calentada por el sol estival, podía abrasar a los incautos.