Cuando abro los ojos pienso que todavía sigo vivo. Sin embargo, aunque el perseguidor me ha alcanzado en el sueño, temo que me pueda atrapar durante las horas que permanezco despierto. Mi instructor me enseñó mil trucos para desorientar a los perseguidores, pero éste resulta muy difícil de engañar. Le profeso, además, un odio ilimitado pues eliminó a mi adorada Beatriz. Si todavía permanezco en esta ciudad es porque espero vengar a Beatriz. También, incluso eliminada, sigo sintiendo su delicioso aroma. Aunque también siento la insoportable fetidez del perseguidor.
Relato finalista del Concurso Internacional de Microficción Garzón Céspedes