No puedo ser ecuánime, queridos amigos, cuando levanto mi copa en honor de don José Lozano Fernández-Díaz, de Pepe Lozano, no puedo serlo porque desde que me colegié, hace ya, ay, tantos años, se convirtió en un mentor generoso, en un ejemplo, porque ha sido uno de nuestros más apreciados juristas, conocido por su presencia habitual en los juzgados, su asistencia a otros juicios, ya que, dice, siempre se aprende algo, incluso del trabajo chapucero, su curiosidad, su humor, sus jocosos ataques a la sinrazón, queridos amigos, de nuestro sistema de justicia, que él equipara, todos le habéis escuchado alguna vez, a un gazpacho de disparates y desatinos, a un yogur natural y sin azúcar, que es amargo y, esperemos, con fecha de caducidad, por lo que, cuando levanto mi copa, queridos amigos, lo hago triste ya que estamos despidiendo a una persona admirable, a un abogado excepcional.
Microrrelato seleccionado en el IV Concurso de Microrrelatos de Abogados