martes, 5 de enero de 2016

La hija del tritón

Había esperado mucho tiempo a que llegara esa noche, la única del año en que podía pasear a la luz de la luna. Le gustaba caminar descalza por la arena. Miró recelosa el mar: no vio nada. Se tendió en la arena y cerró los ojos. Imaginó que un hombre le susurraba palabras hermosas, le hacía promesas increíbles. Estaría así para siempre. 

Cuando el sol salió por el horizonte, se levantó. No había llegado nadie. Triste, se adentró en el agua. Lo último que se vio de ella fue una aleta caudal.