miércoles, 30 de diciembre de 2020

Microcuentos bíblicos

EL CONDENADO
Escuchó la sentencia en silencio. Esperaba la condena, pero confiaba en la misericordia de los jueces. Sin embargo, estos se mostraron severos, quizá demasiado. Recibió la pena de destierro.
Los guardianes fueron los encargados de llevarle al caos que sería su nuevo hogar. Nunca podría regresar.
Le costó acostumbrarse a la idea de que pasaría el resto de la eternidad solo, pero acabó consiguiéndolo. Poco a poco comenzó a pensar que podría hacer algo con aquel caos en que vivía. ¿Por qué no? Al menos se distraería.
Un día dijo:
–Sea la luz.
Y la luz fue.
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Elohim va a decir algo. Entonces se da cuenta de que lo primero que debe crear es el lenguaje.
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–Hágase la luz –dijo.
Pero la luz no se hizo, porque no tenía cédula de habitabilidad
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–Hágase la luz –dijo.
Y la luz se hizo. Y él se sorprendió de que hubiera funcionado.
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Antes de crear la Tierra y al hombre, Dios estuvo practicando: creó el infierno y al demonio.
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¡Qué pesadilla más rara! Ha soñado que creaba un mundo y a una criatura a su imagen y semejanza, que se rebelaba contra él y que le daba muchos quebraderos de cabeza. 
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–Hágase la luz –dijo el recién llegado.
–¡Mierda! –exclamó Cthulhu, que corrió a esconderse.
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–¡Hágase la luz! –dijo.
–Pero ¿cuántas candelas?  ¿Una, veinte, doscientas? –preguntó una voz.
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SOBRENATURAL
Dios lanza los dos dados. ¡Quince!
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Dios creó al ornitorrinco para hacer dudar a los biólogos.
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El octavo día creó a su imagen y semejanza a Enlil, Amón-Ra, Shiva, Tig, Dagda, Shangdi, Amaterasu, Huitzilopochtli, Inti, Hunab Ku, Kokopelli, Unkulunkulu, Bunjil, Makemake, Temáukel, Zeus, Baelistos, Endovélico, Reve, Segolu…
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BIBLIA SORORIANA
Irritada por el depravado comportamiento de Adán, Astarot le expulsó del Paraíso. Luego, viendo a Lilit muy sola, creó a Eva. Las dos mujeres vivieron felices en el Jardín del Edén por toda la eternidad.
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El séptimo día, Dios creó la semana.
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–¿Qué te ha parecido la mitosis?
–Un método aburrido de reproducirse.
–¿Sabes, Adán? Quizá tengas razón.
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–¿Puedo hacerte una pregunta?
–Adelante.
–¿Por qué haces lo que haces? ¿Qué es lo que te motiva?
–Creo, Adán, que no está bien que estés solo.
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–A esto lo llamaré árbol. A esto, pájaro. A esto, nube.
–¿Y a esto, Eva?
–Hum. No sé. ¿Fláccido?
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Se comieron una aceituna. ¡Una aceituna! Los expulsé del Jardín del Edén por tontos.
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Me da igual que se comieran o no la dichosa manzana. Lo que me aterraba es que se acercasen al árbol porque temía que descubriesen antes de tiempo las leyes de Newton.
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–Dime por qué tuviste que comer el fruto del árbol del conocimiento. Dímelo.
–Porque quería conocer a Eva.
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Eva, aaaggg… ¿Qué estás haciendo con esa serpiente?
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ESCRUPULOSO ADÁN
–Toma, come.
–¿Sin lavarla primero?
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FRUTA PROHIBIDA
Eva le dio una fresa a Adán.
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Adán, curioso, muerde la manzana.
–¡Puaj! –exclama cuando descubre que es de atrezo.
Dios, al que le enfurece que se haya descubierto su secreto, le expulsa del Paraíso.
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A la mujer empezó a salirle espuma por la boca. El hombre trató de ayudarla, pero sintió retortijones en el estómago y comenzó a ahogarse. Cuando poco después Dios vio los dos cuerpos, lamentó que Adán y Eva hubieran sido tan desobedientes. 
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La culebra se sentía terriblemente sola y aburrida. Necesitaba, sí, un culebrón. Pero ¿cómo conseguirlo? Fue fácil. Sólo tuvo que convencer a Eva de que comiera la manzana.
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Furioso por aquella proposición y para no caer en la tentación, Adán estranguló a Eva. Dios, como castigo, le expulsó del Jardín del Edén. Todavía deambula Adán por la Tierra. El primer hombre. El último.
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La Asociación de Empresas de Confección y Moda la contrató para que tentara a Eva.
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¿Que por qué le expulsé del Edén? Mire, me abochornó. Le cree a mi imagen y semejanza y nunca, hasta ahora, me tuve por alguien desobediente.
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–Pero ¿por qué se enfadó tanto cuando Adán y Eva se comieron la manzana?
–Porque no lo hicieron por necesidad, sino por maldad, para hacer daño. Bien que se lo avisé: estaba verde.
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Dios no pudo expulsarles del Edén. Adán y Eva contrataron a un tal Olbaid, abogado experto en desahucios.
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Empezaron a tener niños, que siempre estaban gritando y peleándose. Habían convertido esto en un infierno. Los tuve que echar para que volviera la tranquilidad. ¿La manzana? Una excusa.
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¿Riguroso? No, ni mucho menos. Tuve que expulsarles porque el Edén era una demo.
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–Ganarás el pan con el sudor de tu frente. 
–¿Pan? Pero ¿es que no te ha quedado claro que soy crudivegano?
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Después de expulsarles, Dios seguía tan cabreado que, en un tris tras, creó el infierno y al demonio.
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Procuro no cometer dos veces el mismo error. Por ejemplo, cuando mi mujer me ofrece compartir una manzana, le digo que no.
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–Yo soy el alfa y el omega.
–Pues yo creía que eras judío, no griego.
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–Pero ¿por qué vosotros, los judíos, desobedecíais a Yavé? 
–Para que esto no resultara tan aburrido.
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CONTRAFACTUAL
En un primer momento se enfureció.
–¡Qué ingrato! –dijo.
Sin embargo, decidió que no tenía nada que reprocharse: no había hecho nada malo.
–¡Bah! ¡Que le den! –exclamó Caín, que cogió su cayado y fue a apacentar sus ovejas.
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Uno llevaba en la mano un leño; el otro, una quijada de burro. Éste fue más rápido.
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LA CONDENA
Jehová no condenó a muerte a Caín, pero le impuso una pena a perpetuidad para él y todos sus descendientes. En total unos diez mil millones de años de condena, millón arriba, millón abajo.
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Noé calafateó el arca muy chapuceramente. Jehová tuvo que volver a crear a todos los animales y al hombre.
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–Noé.
–Sí, Yavé.
–Quiero que construyas un arca.
–¿Va a haber un diluvio?
–¿Un diluvio? No. Por los pecados de los hombres va a fundirse el hielo de los polos y subirá el nivel del mar.
–Ah, vaya.
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Noé es lento, minucioso. El diluvio le pilla cuando aún no ha terminado los planos del arca.
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ENGREIMIENTO HUMANO
Noé aseguró jactancioso que el arca era insumergible. Petulante, se enorgulleció de su solidez. Dios hizo que el arca chocara con un iceberg.
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–¿Madera de cedro? Pero si es carísima.
Noé decidió utilizar juncos. Y el arca se fue a pique.
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SÍNDROME DE CAM
Su padre, el pobre, tiene el síndrome de Noé. A todo el mundo se lo dice entre risas.
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CRUCE FICCIONAL
El arca de Noé chocó con el cofre de Deucalión. Se fueron a pique.
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Noé hizo la vista gorda y permitió que entraran juntos en el arca una yegua y un asno.
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DILUVIO UNIVERSAL
Todos los peces de agua dulce murieron.
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Isaac fue sacrificado. No existió Jacob, ni Moisés, ni David, ni Jesús. Dios, que había sido llamado Yavé, acabó llamándose Mitra.
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Lo que Yavé no sospechaba era que todos los que construían la Torre de Babel hablaban el lenguaje universal de las matemáticas.
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TORRE DE BABEL
El arquitecto hablaba sumerio. El jefe de obra daba órdenes en acadio. Los trabajadores parloteaban en elamita, palaico, asirio, luvita, egipcio, hitita, medo, hurrita, gasga, lidio, licio, hebreo. No había forma de entenderse.
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–Y hoy, ¿has encontrado a tu dios?
–No, no lo he encontrado. Lo único que he encontrado ha sido una zarza ardiendo. 
–¿Una zarza ardiendo? Habrá sido por un rayo.
–Sí, quizá. Temí que se incendiara todo el monte Sinaí. No puedes imaginar, Séfora, lo que me ha costado apagarla.
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Moisés tiene que andarse con mucho cuidado: Jehová tiene un humor de mil diablos.
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Moisés, hermano, lo que no entiendo es por qué llamas Yavé a Atón.
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El faraón les condujo hasta las fronteras de Egipto y, antes de despedirse, le dijo a su cabecilla, un tal Moisés, que no se les ocurriera volver. Posteriormente, los israelíes contarían una versión distorsionada de esta historia.
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–¿Cuarenta? ¿No podríamos dejarlo en tres?
–Veinticinco.
–Que no, que veinticinco son muchos. ¿Qué tal cinco?
–Veinte.
–Siete.
–Quince.
–Que siguen siendo muchos. ¿No serían mejor nueve?
–Mira, Moisés: los dejó en diez mandamientos, pero ni uno menos.
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En el desierto, muertos de hambre, a los israelíes se les hacía la boca agua cada vez que Moisés les decía qué alimentos podían comer.
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–Josué, os doy esta tierra de leche y miel. Contémplala. Toda ella es vuestra.
–¿Y no podrías darnos una tierra de petróleo y gas?
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Antes de la batalla contra los amalequitas, Josué no sabe qué hacer: si reza, Yavé se enfada; si no reza, también. Tiene tarea Yavé.
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LO DE SANSÓN
El arquitecto y el peluquero se echan las culpas mutuamente.
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Cuando Sansón despierta, se da cuenta de que Dalila le ha cortado el pelo. Suspira aliviado. Se acabó el problema con los piojos.
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–¿Qué os parece partir el niño?
–A mí me parece bien, majestad, pero hay que pesar bien las dos mitades. No quiero que esa pécora se lleve ni un gramo más que yo.
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La ballena acabó vomitándole porque Jonás no paraba de soltar jeremiadas.
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Harta de escuchar a Jonás rezando todo el día, la ballena lo vomitó.
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Los asirios encontraron muy divertido a Jonás. Eso sí, no entendieron nada de lo que les dijo, porque les habló en hebreo.
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Diez años después de la conquista babilonia de Jerusalén, Isaías escribirá que ha visto la caída de Jerusalén a manos de los babilonios. Trescientos años después le llamarán profeta.
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Los israelitas sienten que, en ocasiones, Yavé se porta con ellos peor que un demonio.
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Había tantos pecados que expiar que necesitaron tres chivos.
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Las negociaciones entre israelitas y arameos están estancadas. El herrero no sabe si transformar las espadas en arados o dejarlas como están.
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–¿Qué están haciendo los judíos?
–Se quejan a su dios.
–¿Y no se enfada éste?
–Lo están haciendo en arameo.
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SUSANA Y EL ÁRBOL
Los viejos acusaron a Susana de seducirles con su desnudez. Daniel se ofreció a defenderla. Les preguntó bajo qué árbol estaba tendida la mujer. Cada viejo dijo uno distinto. Susana fue absuelta. 
Daniel dedujo acertadamente que los viejos, habiéndose quedado extasiados contemplando a Susana, ni siquiera habían visto el árbol.
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Jehová es un juez muy severo. El cielo está vacío.
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En el Nuevo Testamento, Dios está tan cambiado que cualquiera diría que es otro.
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¿Cómo dejó Zeus embarazada a Alcmena, a Sémele, a Leda? ¿Cómo dejó Anquises embarazada a Afrodita? ¿Cómo dejó Dios embarazada a María?
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–José, ¿tú creíste que el ángel de Dios vino y dejó embarazada a María?
–Lo único que creía era que tenía casi sesenta años, me dolía mucho la espalda de tanto trabajar y estaba terriblemente solo.
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José repudió a María cuando leyó el Evangelio.
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Después de veinte siglos, toda la humanidad está convencida de que una virgen puede dar a luz un niño.
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José está loco de contento: con el oro que le han regalado a Jesusito aquellos extranjeros tan raros va a montar una carpintería.
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El 19 de marzo, Jesús no le regaló nada a José.
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A José le enfurece que Jesús no le regale nada el Día del Padre.
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Cuando multiplicó los peces, el gremio de carniceros decidió sobornar a Judas.
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–¿Qué haces?
–Voy a rezar.
–¿Aquí, en la casa?
–Pues claro.
–¿No vas a salir?
–No, no voy a salir. La noche es mala.
–¿No me digas que no vas a ir?
–Pues no.
–Tienes que ir.
–Pero, Judas, ¿por qué tanto interés en que vaya al Monte de los Olivos?
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EVANGELIO APÓCRIFO
Cuando yo me reúna con el Padre, será Judas el primero de vosotros.
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LAS RAZONES DE JUDAS
Pudo hacerlo. Transformó el agua en vino. Multiplicó los panes y los peces. ¿Qué le hubiera costada convertir los denarios en áureos? ¿Tan difícil le habría resultado multiplicar los sestercios?
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Se comieron a Jesús en la última cena.
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Cobrará las treinta monedas, se cambiará el nombre, huirá a Egipto y allí, con el dinero, abrirá un negocio.
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MENTIRA PIADOSA
Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
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–Quiero entrar.
–¿Entrar? Tú no puedes entrar. Y no sólo porque fueras un ladrón, sino porque también eras un borracho, un blasfemo y un libertino. 
–Pues me tienes que dejar pasar: Jesús me ha dicho hace un rato que hoy estaríamos juntos en el paraíso.
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No, no va a negar a Jesús antes de que el gallo cante tres veces. Pedro lo mata la primera vez que cacarea.
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Si Pedro no hubiera negado a Jesús, otro gallo cantaría.
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–Me negarás tres veces antes de que cante el gallo –le dijo el rabí.
Y Pedro, con gran dolor de su corazón, obedeció.
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Jesús, condenado a galeras.
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De aquella congregación fundada por Jesús habla Flavio Josefo en el libro VIII de La guerra de los judíos. Para imitar a su rabí, sus discípulos se hicieron crucificar. Añadió Josefo que en su época no quedaban seguidores de tan extraña secta.
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Jesús se levantó de su tumba. Se quitó el sudario. Se dirigió a la puerta. Empujó la piedra que cubría la entrada. Demasiado pesada. Pulgada a pulgada, consiguió moverla. Ya  casi lo había conseguido cuando llegó María Magdalena. 
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Resucitó al tercer día y, para decepción de sus discípulos, volvió a morir una semana después.
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Pedro negó tres veces a Jesús. Furioso, Lutero afirmó tres veces a Pablo.
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El reinado de Jesús I fue largo y próspero. Sin embargo, Jesús II no pudo hacer frente a las legiones romanas. Él y su anciana madre, María de Magdala, acabaron muriendo en el exilio, en Persia.
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–De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
–¿En el paraíso? ¿Y no podríamos vernos en alguna taberna?
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Dios juega a los dados. Les gana la túnica de Cristo a los legionarios romanos.
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Los fariseos comprendieron que habían hecho mella en Jesús: no había resucitado el sábado.
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Camino de Damasco, Saulo se cayó del caballo, se rompió el cuello y murió. 
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Sucedió lo inevitable: Yavé perdió la paciencia con los judíos. Le pidió a Pablo que difundiera su mensaje entre los gentiles.
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Como Pedro no quería que Pablo le quitara las llaves, se las tragó.
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Simón Pedro y Pablo de Tarso se llevan como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
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Pablo de Tarso viajó a Roma a costa del Estado.
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Pedro murió en Sicilia, cuando se dirigía a Roma. La Iglesia católica tiene su sede en Siracusa.
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Sucedió lo inevitable: San Pedro no dejó entrar a San Pablo en el paraíso.
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Mitra y Cristo se jugaron el Imperio romano a los dados.
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En Nicea bebieron tanto vino que vieron a Dios triple.
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MATEO 5, 30
Orígenes no se castró, sino que se cortó la mano derecha.
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IN HOC SIGNO VINCES
Como es natural, Constantino no soñó con una cruz, sino con una espada.
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DAD AL CÉSAR…
Constantino promulgó la libertad de culto al cristianismo, pero obligó a introducir una pequeña enmienda en los evangelios. 
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Lupo, obispo de Troyes, regaña a Atila. Le dice que los jinetes del Apocalipsis son cuatro y le conmina a que venga con los otros tres.
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OLOR DE SANTIDAD
Espero un milagro, aunque estoy empezando a perder las esperanzas. No he conseguido curar a nadie. No he podido caminar sobre las aguas. No he pronunciado un sermón en algarabía. Pero todavía puedo ser proclamado santo. Sólo tengo que insultar al califa y convertirme en un mártir.
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¿Cómo iba a sospechar que acabaría en el infierno por gastarle una broma inocente a Dante?
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María le dio el prepucio de Jesús a Juan, que se lo entregó a un discípulo, que se lo legó a otro. Y así, en cadena continua, hasta llegar a mí, Bernardo de Cruchard, que lo traje de Tierra Santa y ahora lo donó a la iglesia de San Torcuato de Lisieux junto a este documento, escrito en lengua siriaca, que certifica su autenticidad.
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Los jázaros tocaron los cuernos de carnero delante de los muros de Kiev, que no se derrumbaron. Los jázaros empezaron a pensar que no eran el pueblo elegido.
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El encomendero Diego Pérez de Martos se negó a enseñarles a aquellos perezosos taínos la doctrina cristiana. No quería verlos en el cielo.
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Dios es tan bondadoso que no se les aparece a los ateos para no darles un disgusto.
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Dios quiso castigar a la chismosa. La condenó a estar rodeada de almas cándidas. La envió al Cielo.
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Era malhumorado, autoritario, descalificador, egocéntrico. No hicieron nada para que Lutero regresara al seno de la Iglesia.
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Los vendedores de reliquias acosaban a Federico de Sajonia. Le ofrecían auténtica leche de la Virgen María, la cabeza de Juan el Bautista, la jofaina en la que Poncio Pilatos se lavó las manos, la pluma con la que Constantino firmó el Edicto de Milán, un trozo de la piedra que cerraba el Santo Sepulcro. Federico de Sajonia, atosigado y arruinado, para venderse de los vendedores de reliquias, tuvo que hacerse luterano.
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DE SERVO ARBITRIO
Lutero me dio un tortazo. Cuando le pedí explicaciones, me dijo: 
–No he sido yo quien te ha dado el tortazo, sino Dios.
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Ellos se comen a sus enemigos; los extranjeros, a su dios. Moctezuma piensa que los castellanos son unos salvajes.
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BOCATTO DI CARDINALE
Don Diego de la Reguera, cardenal de la Iglesia romana y arzobispo de Lima, visitó las selvas de la audiencia de Quito. Cayó en manos de los jíbaros, que lo encontraron jugosísimo.
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Llegaron a un acuerdo: podrían seguir adorando a Tláloc, pero tendrían que llamarlo San Isidro Labrador.
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Estaba predestinado: Servet fue a Ginebra.
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La imagen de la Virgen comenzó a llorar lágrimas de sangre, pero John Knox fue inflexible: ordenó que la arrojaran a la hoguera.
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La tribu de caníbales fue diezmada. Un misionero tóxico.
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CONCILIO VATICANO I
No había más opciones: o proclamaban la infalibilidad del Papa o la falibilidad del Espíritu Santo.
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–Vete al infierno.
–Fatuo, que eres un fatuo. ¿Qué te crees, San Pedro?
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El sacerdote hutu permitió quemar la iglesia donde había cientos de refugiados tutsis y hutus, consolándose con la idea de que Dios reconocería a los suyos.
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Y dijo: 
–Sea la sombra.
Y la sombra fue. Y la tierra de nuevo estuvo desordenada y vacía, y las tinieblas volvieron a estar sobre la faz del abismo.
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Creo que me he quedado embarazada. ¿Qué dirá la madre superiora cuando se entere?
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El misionero es bueno. Hace años que no probábamos una carne tan blandita y jugosa.
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–Guardamos una reliquia: el brazo incorrupto de San Lorenzo.
–¿A San Lorenzo no lo quemaron?
–Es una reliquia milagrosa.
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–¿Sigues a Jesús?
–Pues claro que no. Está clavado en la cruz. No se puede mover.
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El ateo no fue admitido en el infierno porque tampoco creía en Satanás.
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Denunciaron al camarlengo por encender una estufa en la Capilla Sixtina.
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Hasta que el Tribunal de la Rota nos separe.
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Soñó que había ido al cielo y que, para demostrarle que había estado allí, le regalaban una  rosa. Por la mañana, cuando despertó, encontró sobre la cama un puñado de ceniza.
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Juan escribió una descripción del fin del mundo tan enrevesada que Dios aún no ha podido entenderla.
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Simeón el Estilita no comprende por qué ha acabado en el infierno. Ni se le pasa por la cabeza que, durante treinta y seis años, siete meses y doce días, incurrió en el pecado de la altanería.
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PADRENUESTRO
–Reza un Padrenuestro y tus pecados serán perdonados –me aseguró el cura.
Empecé. 
–Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la…
El verdugo no me dejó terminar. Abrió la trampilla y me mandó directamente al infierno.
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Primero creó el mundo. Luego vigiló su obra, no perdió de vista a los hombres, siempre dispuestos a torcerse a la menor oportunidad, escribió la Biblia, se encarnó y fue crucificado, permitió que sus seguidores hiciera milagros hasta que, hacia el siglo V, se cansó de todo y se fue. Al hombre le costó descubrir que se había quedado solo.
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BIBLIOMANCIA
¿Me quiere o no me quiere? Abro la Biblia. Leo la primera línea: Por la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodí. Sí, pero ¿me quiere o no me quiere?
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Preguntó al librero una Biblia que no estuviera impresa en papel biblia.
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EL COLMO 
La Biblia tiene fe de erratas.
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Jesús regresó. Quiso entrar en el Vaticano. Como todos, tuvo que pasar por caja.
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El Antiguo Testamento seguía siendo un longseller, pero las ventas del Nuevo Testamento se habían estancado. El lanzamiento del Tercer Testamento fue aplazado sine die.
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Cuando estábamos más desesperados, nos sacó de Egipto. Nos liberó del cautiverio babilónico. Permitió que sobreviviéramos a la espada romana, al látigo ruso, al gas nazi. Aunque disimula, Dios nos quiere. Porque sabe que, sin nosotros, nadie le querría.
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Nietzsche lo comprendió: si mataba a Dios, no habría Juicio Final y el hombre nunca desaparecería.
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NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTÉ SOLO
Ha pensado mucho en las palabras que le dijo a Adán. Ha tardado en comprender que fueron un acto fallido, un lapsus. En realidad pensaba que no era bueno que él estuviera solo. Por eso no se decide a exterminar a la humanidad.
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Ha vuelto el Dios enfadado del Antiguo Testamento: para nuestro castigo, ha hecho papa a Francisco.
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EL COLMO 
Al nuevo papa no le gusta pontificar.
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Padre Nuestro, que estás en el cielo, ¿por qué no te das una vuelta por aquí abajo de vez en cuando?
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–¿Usted otra vez aquí? Le dije que no le puedo dejar entrar.
–Pues ya me puede decir dónde voy. Paulo VI ha cerrado el infierno.
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Apocalipsis: obsolescencia programada.
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Cuando llegó el Juicio Final, Dios tuvo que absolver a toda la Humanidad, pues los delitos habían prescrito.
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Decidió cerrar ese capítulo fallido dejando que las llamas consumieran aquel maldito mundo. Mientras lo veía arder, pensó que no todo había sido malo: había ganado en experiencia. Cuando todo volvió a la nada, empezó de nuevo. 
–Hágase la luz –dijo.
Y la luz se hizo.
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APOCALIPSIS 23, 1
Elohim despertó. Sí, todo había sido un sueño.