jueves, 15 de abril de 2021

Papelera

Haruki Murakami: “Si fracasaba por haberlo intentado sólo a medias, iba a lamentarlo el resto de mis días”.

–He denunciado a la profe de mi hija.
–¿Por qué?
–Le quería obligar a leer un libro de miedo.
–Ah, ¿sí? ¿Cuál?
–Rebelión en la granja.
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A aquel matasiete sólo le pudieron acusar de seis asesinatos.
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EL COLMO
Al guionista de películas porno le pidieron que revisara el guión que acababa de entregar y que pusiera más diálogos.
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Se fumó el cigarro que le había ofrecido Juan José. Sabía raro. Al poco, se quedó dormido. Tuvo un sueño extraño. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
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El gafe puso una tienda de ventiladores. Vendió mucho el primer mes, hasta que los expertos comenzaron a hablar del peligro de que empezara una nueva edad de hielo.
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Perdí mi reputación. Estoy mejor sin ella.
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Y dijo:
–Hágase la luz.
¡Pobres vampiros!
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Después de un año viviendo con los enanitos, limpiando y barriendo de sol a sol, Blancanieves ya no era la más guapa del reino.
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–Te quiero, Pilar, te quiero –me dijo–. Nunca he amado a nadie como a ti. Me resulta difícil expresar todo lo que te quiero. No podría vivir sin ti, Pilar.
–Me llamo Carmen –le respondí.
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–¡Esto es un atraco! Que todo el mundo se siente en el suelo y se quede quieto. Pero, usted, ¿por qué se ríe?
–Porque me ha hecho gracia. Me gustaría ver cómo consigue que el hijo de esa señora se quede quieto.
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–¿Subirá los impuestos?
–En mi programa se dice que no.
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–Esto debe ser un malentendido.
–¿Un malentendido? Usted me compró dieciséis cabezas de ganado, ¿no? Pues aquí las tiene.
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–¿Y tú cómo acabaste en la cárcel?
–Yo sólo quería vivir en una torre de marfil y fui condenado por tráfico ilegal de especies amenazadas.
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Yavé se llevó un chasco cuando se hizo la luz: allí no había nada.
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Lo llevaron al psiquiatra para declararlo incapaz. Las voces de su cabeza se pusieron de acuerdo para que una hablara en nombre de todas.
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Atahualpa descubrió que los extranjeros eran muy civilizados. Le dejaron elegir cómo morir: quemado, desmembrado o degollado.
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El burro tocó la flauta. A Stockhausen le gustó lo que oyó.
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El escritor de novelas históricas se enredó con el nudo. Como Alejandro, lo arregló con una espada.
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Claro que sabe dónde está el punto G, pero es que es un sádico.
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Se hizo con el oro de Moztezuma: les vendía cocaína a los gringos.
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–Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa del reino?
–Datos insuficientes para respuesta esclarecedora.
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Cojito, ergo ¡cataplum!
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Los datos del paro son terroríficos. El déficit está disparado. El presidente se siente desesperado. Necesita soluciones. Saca el móvil y pregunta:
–Siri, ¿cómo puedo arreglar los problemas de la economía?
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Le quería dar la mejor educación a su bebé. Por eso utilizaba cucharitas de madera de boj, no de plástico.
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El lloro del niño alertó a un cocodrilo, que lo devoró de un bocado. Los hebreos nunca abandonaron Egipto.
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LA ZORRA Y LAS UVAS
Él todavía no estaba maduro para amarme.
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–Plácido, te dije que tenías que escribir veinticinco palabras.
–Sí.
–Me refería a veinticinco palabras que juntas formasen frases, párrafos y un microcuento.
–Ah, vale.
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Me dejé llevar por el corazón e hice caso a la razón.
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UCRONÍA
1361. Las Cortes que se celebran en Valladolid prohíben la exportación de lana. Aparece una próspera industria textil en Castilla la Vieja.
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Regresaron de la mina y se dieron cuenta de que ella no había hecho nada. El suelo no estaba barrido. Las camas estaban sin hacer. La comida no estaba lista. ¡Menuda vaga! Enfadados, los siete enanitos le pidieron a Blancanieves que se marchara.
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–Lavinia, ¿qué ha hecho con el prisionero?
–Digamos que murió por no tener habilidades lingüísticas.
–¿Falleció por no saber su idioma?
–No, hermana. Le dije que empleara su lengua conmigo. Pero era un inútil, un completo inútil.
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Charles Darwin prepara el sermón del domingo, el más importante de la semana. Hace veinte años que es párroco de Doncaster. No logra concentrarse. Ha leído en el periódico una nota sobre el libro de un tal Wallace, que defiende que el hombre desciende del mono. Qué idea más estúpida. 
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Ella fingió un multiorgasmo.
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Le grité al empleado del banco, pero el interés siguió al 9 %.
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Lo que se puede arreglar con dinero carece de valor.
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El caracol pasaba por la acera. Lentamente. Frágil. Me dio pena de él. El primer niño que pasara, pues los niños son crueles, le aplastaría. Para ahorrarle el sufrimiento, le solté un pisotón al caracol. 
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–¿Qué es lo que quería?
–Una almohada.
–¿Alguna en especial? ¿Estándar? ¿Viscoelástica? ¿Con el interior de microfibra? ¿Con espuma perforada? ¿Cervical? ¿No le gustaría una almohada para las piernas?
–Quiero una que sepa solucionar cualquier problema.
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Tuvieron que pedirle a Beorn que dejara de acompañar a su hija al cole. 
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EL COLMO
Tuvo un orgasmo cuando estaba fingiendo un orgasmo.
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–Otelo, ¿puedo decirte algo?
–Habla, querido Yago.
–Tu mujer se acuesta  con otros hombres. 
–¿Desdémona? Imposible. Es lesbiana.
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El sol no paraba de brillar en el cielo. A su alrededor se extendía el infinito mar de arena. Lanzó un suspiro: terrible había sido la venganza del marido burlado. Cerró los ojos. Trató de recordar el perfume de Salma. Le despertó un ruido: un buitre acababa de posarse junto a él.
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EXAMEN FINAL
–¿Estás preparado?
–Sí, lo estoy.
–Respóndeme. ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la bondad? ¿Qué es la utilidad?
–No lo sé.
–Estás aprobado.
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Son tal para cual: él, giboso; ella, deforme.
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¿Por qué se tomó Yavé tanto tiempo en crear el mundo?
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Vio a la niña caminando sola por el bosque. ¡Qué peligroso! Podría tener un mal encuentro con un lobo feroz o un jabalí salvaje. Pobrecilla. El oso se acercó a ella y, para ahorrarle sufrimientos, la mató de un zarpazo. 
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Para aquel hombre de mente matemática, Alfonso X era un misterio.
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–Me acosté con un microcuentista.
–¿Y qué tal?
–Me provocó un miniorgasmo.
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Después de lo que hizo Adán, Yavé empezó a tener de sí mismo una imagen pésima.
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SHAKESPEARE NUNCA LO HIZO
Viajé a 1965 para emborracharme con Bukowski. Él prefirió darme una paliza.
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Cuando Chuang Tzu despierta, no recuerda si es taoísta o confuciano.
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El séptimo día Dios no descansó, pues no necesitaba descansar. El séptimo día creó al diablo.
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Si él se empeña en decir que es doctor en Economía por la Universidad Camilo José Cela, yo me empecinaré en señalar que soy doctor en Monstrología por la Universidad de Miskatonic.
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ÚLTIMA HORA
Nuevo caso de transfuguismo: el portugués Magallanes se pone al servicio de Castilla.
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Uma única Espanha, de Nuno Fernandes do Amaral (2013). Enrique, hijo de Juana I de Castilla y de Alfonso V de Portugal, conquista Aragón.
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Dejó a la novia plantada en el altar. Ganó la apuesta, pero perdió un ojo.
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Hicimos el amor en el monte, en una piscina, en el Coliseo, es un ascensor, en el Museo del Prado, en el aseo de un avión. Un día, por probar, hicimos el amor en nuestra cama. Encontramos la experiencia desagradable.
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Ejemplo de pleonasmo: hombre necio.
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Caperucita empujó la puerta con el pie. Dejó la cesta encima de una mesa. Gritó:
–¡Abuela, ahí está la comida!
Y salió dando un portazo. 
Tan distraída estaba con el móvil que no advirtió las manchas de sangre en el suelo.
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John Oliver, conquistador de México, de Mark McKenzie (2018). Enrique VII contrata a Cristóbal Colón, que llega en 1489 a América. Treinta años después, John Oliver conquista el Imperio azteca.
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Llevé el microcuento al taller. Acabó desguazado.
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Usé el Códice Atlántico para destruir el mundo de Lorenzo. Busqué un hechizo de impotencia. Lo conjuré. Y funcionó. Se acabó lo de acostarse con la primera pelandusca con la que se encontrara.
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–Les dije que estaba prohibido probar la fruta de ese árbol.
–¿Por qué adquirirían conocimiento?
–Porque lo acababa de sulfatar.
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New England, de John Leggatt (1998). Thomas Doughty, abandonado por Francis Drake en Sudamérica, se une a los guaraníes y forma un imperio que amenaza el Virreinato de Perú.
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Resucitó al segundo día.
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¿Por qué dicen que hablo en endecasílabos?
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Después de insistirle durante diez meses, de suplicarle que me dejara invitarla a tomar café, aceptó. Por supuesto, la dejé plantada. Había destrozado todas mis expectativas.
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Me propuso separación de bienes, pero, para seguir pobre, prefería continuar soltero.
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Todo es difícil antes de ser imposible.
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–Mira esa pobre víbora. Esta medio muerta de frío. La voy a llevar a casa.
–Pero ¿es que no has leído a Esopo?
–¿Yo? Claro. Pero no hay nada de qué preocuparse: estoy seguro de que ella no.
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Enrique VIII argumentaba que no tenía hijos de Catalina de Aragón porque Dios le había castigado por casarse con la viuda de su hermano. Se divorció y volvió a casarse. Finalmente, tuvo un hijo. Enrique VIII no tuvo nietos. ¿Dios le había castigado?
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La novela sufre demencia senil. Así que tenemos que cuidar el microcuento, ahora que todavía es joven.
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–¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
–Juro no mentir.
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¿Matarle? ¿A un hombre todavía joven y fuerte? Sin duda, podría vivir diez años más. Poncio Pilato decidió ignorar al Sanedrín y envió a Jesús a galeras.
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LEY DE FUGAS
La maté porque quería escapar de mí.
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En las reuniones de Disruptivos Anónimos no había forma de guardar el orden.
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Me convenció de poder salir de esa maraña de confusión. Me aseguró que los síntomas del presente son el clamor del sufrimiento del pasado. Y empezaba a hablarme de mi brillo interior cuando miró el reloj y me dijo:
–Se acabó el tiempo. Hasta la semana que viene.
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–¿Usted pinta lo que ve?
–Más bien, pinto lo que no quiero ver.
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La caída de la manzana le sacó de su ensimismamiento. El joven Isaac la cogió, la limpió con  la manga de su camisa y le dijo un mordisco. Pronto, su cabeza volvió a la misma preocupación: ¿sería posible convertir cualquier metal en oro?
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Poncio Pilato envió a aquel curandero judío a Roma. No le crucificaría si solucionaba los problemas de disfunción eréctil de Tiberio.
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Tiene miedo de su propia sombra. Por eso ama la oscuridad.
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Formaba parte del comité regulador de la importación de pieles de conejos.
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Acabó en la hoguera por sostener la proposición herética de que Jesús había resucitado al segundo día.
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Llegué a la playa un martes y me tendí al sol. Llegué al hospital el miércoles y el médico me regañó. ¿Por qué no me había puesto protección?
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Tendremos una segunda cita.
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–La dejé plantada en el altar.
–Seguro que no le hizo gracia.
–A ella, no sé. A su hermano, desde luego que no. 
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Salman Rushdie, autor del Quijote.
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La lucha ha sido larga: sólo veinte guerreros siguen con vida. Piensa que todos cabrían en… Ulises acaba de tener una idea genial.
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IVÁN
–¿Cómo va lo tuyo con Iván?
–Nos separamos. Iba todo el día en pijama.
–No será para tanto. 
–No se lo quitaba nunca. Salía con él a la tienda. Fue a una entrevista de trabajo en pijama.
–Se lo quitaría para lavarlo.
–No. Ni siquiera cuando hacíamos el amor.
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Ha sido amable. Me ha regalado flores. Se ha mostrado cariñoso. No me ha hecho daño. Hoy es uno de esos pocos días.
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Este martes, la libertad, se dijo. Era el día. Se levantó animado de la cama, como nunca. Se duchó, se tomó un abundante desayuno, se vistió para dar un paseo. Por la calle, se sintió tan optimista que acabó posponiendo su suicidio para otro día. 
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Jennifer Lawrence le dio un tortazo a Harvey Weinstein en la cara de Jack Nicholson.
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Mañana, hijo mío, todas estas dudas serás tuyas.
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Llegué a la playa un martes y vi una huella en la arena: un pie descalzo. El viernes me encontré al autor de esa huella.
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EL COLMO
Ben Hur fue crucificado y Jesús, enviado a galeras.
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Ella me quería llevar a aquel manantial. Fue premonitorio que no se preocupara por la comida; debí sospechar. 
–¿Qué te parece? –me preguntó cuando llegamos.
–Pues…
Entonces, me dio un beso etéreo y se arrojó al agua. 
La policía no me cree.
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Vivir allí era tan aburrido que no dudó cuando ella le ofreció la fruta prohibida.
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Me han despedido. Triunfó.
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–¿Y ese ojo?
–Llevabas razón, mami: tenía un lado oscuro.
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–Este martes, la libertad –le dije. 
Cómo se puso. Comenzó a insultarme. Y me amenazó con el divorcio. Como sería la cosa que no fui al colegio electoral, y eso que pretendía votar a Ciudadanos.
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A Holofernes le hizo gracia que Judit le dijera que iba a perder la cabeza por ella.
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Abrió la caja y encontró los sueños que tuvo a los ochos años. Se había olvidado de ellos. Abochornado, la cerró.
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No podían vivir el uno sin el otro. Tal era su odio.
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Los libros le permitieron vivir mil vidas. Sólo le faltó vivir la suya.
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El hada le regañó a Cenicienta.
–Te falta malicia, niña. Tuviste que dejar un zapato en la escalera de palacio.
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–Me han dicho que te divorcias.
–Sí, es cierto. 
–¿Las cosas iban mal entre vosotros?
–No. Me aburría. Le faltaba malicia.
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Acabé con el psicoanálisis.
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–¿Meto un bañador en la maleta?
–Pues claro.
–¿Vamos a la playa?
–A una playa de arena fina.
–¿Y estaremos mucho tiempo? 
–Todo el tiempo que tú quieras, pero recuerda que a las ocho tenemos que salir sin falta al balcón.
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Para mí, Platón y Aristóteles son lo mismo: unos arrogantes.
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–¿Conseguiste que saliera absuelto?
–Sí, lo conseguí.
–Pero ¿no eran las pruebas contra él contundentes?
–Lo eran. Pero el fiscal se equivocó en la estrategia.
–Tienes que explicármelo.
–Se empeño en decir que había robado a manos llenas.
–Pero es que robó a manos llenas.
–No, él no robó a manos llenas.
–Tú mismo acabas de decir que llevó parte de la recaudación.
–Se la llevó.
–Vamos a ver. No lo entiendo.
–Es muy sencillo: el fiscal se empecinó en acusarle de robar a manos llenas.
–¿Y no convenció al juez?
–Al juez le convencí yo cuando probé que mi defendido no podía robar a manos llenas porque es manco.