sábado, 3 de abril de 2021

Papelera

Adolfo Bioy Casares: “Cada frase es un problema que la próxima frase plantea nuevamente”.

Descubrieron el secreto de la contorsionista cuando la sorprendieron leyendo el Kamasutra.
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El ornitomántico adivina que le queda poco tiempo de vida cuando observa a aquellos buitres sobrevolándole.
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RACISTA
Sólo le gustaban los alienígenas verdes.
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Lo que no cuenta la Biblia es que varias especies no pudieron embarcar en el arca para hacer sitio a los toneles de vino.
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SIMPLEMENTE
Esta mañana, cuando me dirigía al trabajo, pensaba que el día sería desastroso. Me equivocaba: ha sido malo.
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EL COLMO
Escribió una tesis de 500 páginas, más otras 150 de notas y bibliografía, sobre El dinosaurio, de Monterroso.
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–Casémonos –me dijo.
–¿Casarnos? Yo soy una mujer muy desente. A mí no me van los jueguesitos raros –le respondí.
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Acabadas todas las bombas atómicas, un regimiento indio y media brigada pakistaní se preparan para luchar la primera (y última) batalla de la guerra.
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–Scheherezade, ¿no estás cansada de tanto cuento?
–Claro que estoy cansada.
–¿Y por qué no lo dejas?
–Aprecio mi cuello.
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–¿A qué se dedica su defendido?
–Es inspector de Hacienda, señoría.
–Declaro al acusado inocente.
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No paraba de decirme que era un desastre. Me acusaba de ir muy rápido y de hacer adelantamientos imprudentes. Y, sí, tuve un accidente, pero no por ser un mal conductor. Ella me tenía exasperado.
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–Voy a prepararme tus riñones al jerez. 
–Pues te vas a llevar un chasco: hace dos años me quitaron uno y el otro, según el doctor, no lo tengo muy bien.
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EL COLMO 
Lo primero que pidieron los alienígenas cuando aterrizaron fue la clave de wifi.
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Mira, hijo mío. Mañana, toda esta tierra deforestada y este aire contaminado serán tuyos.
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–Houston, tenemos un problema.
–¿Y no han intentado que Siri  o Alexa se lo solucionen?
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Le sorprendieron plagiando a Faulkner. Avergonzado, se suicidó plagiando a Hemingway.
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–Dios ha muerto.
–Tranquilo, Federico. Resucitará al tercer día.
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Queriendo saber lo que era disfrutar como un condenado, mató a alguien por la calle y se entregó a la policía. Se llevó un chasco. 
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Scheherezade perdió el cuello por una inesperada afonía.
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El cartero tenía que entregar un certificado de Hacienda. Prefirió dejar una notificación y no llamar.
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ÚLTIMA HORA
La canción Si me quieres escribir, prohibida por contener lenguaje políticamente incorrecto.
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Dieciocho años después de su fallecimiento, El dinosaurio todavía estaba allí.
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Hoy me siento bien, un Bukowski; acabo de terminar de beberme la segunda botella de vino y estoy terminando este microcuento
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El cerrajero le dio una factura de 506,89 euros por abrirle la puerta. Le denunció, por supuesto. Era tan escandaloso que, claro, le dieron la razón. Faltaba el IVA, así que hubo que añadir un 21 %.
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El leñador fue un lobo para Caperucita.
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–¿Por qué quieres que vuelva contigo?
–Porque no conozco el camino.
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El náufrago, que era un perfeccionista, llevaba dos años corrigiendo la nota que introduciría en la botella.
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–¿Por qué te vas a casar con esa vieja?
–Tiene muy buena salud financiera.
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–Tengo el primer premio –me dijo.
Claro, le compré el décimo. Y ni siquiera me tocó el reintegro. Pero ya no engañará a nadie más.
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Se casó con una cautiva eslava que conocía hermosos cuentos rusos. Era bueno cambiar, no estar siempre con lo mismo. Aunque, la verdad, estaba harto de los cuentos árabes. Por supuesto, ordenó decapitar a Scheherezade.
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Debido al cierre perimetral, Pedro, Juan, Simón, Mateo y los otros no pudieron salir de su provincia. A la última cena sólo asistieron Jesús y Judas.
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Mi vecino tenía un piano; yo, una escopeta de cartuchos. Él no sabía tocar; yo sí sabía disparar.
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–Tuve que cambiar de ordenador.
–¿Por qué?
–Tenía tendencias suicidas.
–¿Tendencias suicidas?
–Continuamente se estaba colgando.
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Preparan en Netflix una serie sobre los difíciles comienzos de Pedro Sánchez. El papel del presidente será interpretado por Mamadou N'diaye, actor de origen maliense.
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–Señor De Niro, ¿va a seguir participando en esas películas tontas?
–¿Hablas conmigo? ¿Me lo dices a mí? Dime. ¿Es a mí? 
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–¿Qué hace Tarzán?
–Durmiendo la mona.
–Pues sigo sin saber qué hace.
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Todos los chinos empezaron a utilizar papel higiénico. Llegó el Apocalipsis.
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–¿Puede repetir lo que sucedió?
–El rifle disparó una idea suicida.
–No lo entiendo.
–Al oír el disparo del rifle, me deshice de la cuerda y se me ocurrió matarme de un disparo.
–Pero, entonces, ¿por qué tuvo que disparar a ese pobre hombre?
–Señoría, soy muy meticuloso. 
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El martes llegó al espacio. Por unos días podría olvidarse de todos los problemas de la vieja Tierra: el cambio climático, la polución, la escasez de agua… El miércoles, el transbordador explotó después de chocar con un enorme trozo de basura espacial.
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El cuento de nunca acabar terminó convertido en una novela.
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Tuvo que llamar a un policía para que bajara al gato del árbol. Y tuvo que llamar a los bomberos para que bajara al policía.
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NADA Y TODO
–¿Y tú vives del cuento?
–Sí.
–¿Y cuánto ganas?
–¿Te refieres a dinero?
–Sí. 
–Pues, la verdad, nada.
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–¿Cree que se acuestan con usted por su fama?
–A mí lo único que me preocupa es que se acuesten conmigo.
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Le pedí una pinta de cerveza bien fresquita y una pizza barbacoa. Empecé a impacientarme cuando llevaba la cerveza por la mitad. Me quedaba menos de un cuarto y ya estaba caliente cuando le llamé por enésima vez para recordarle que seguía esperando la pizza.
–¿Qué pizza? –preguntó.
Claro, le estampé la jarra en la cara.
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–He denunciado a la maestra de mi hijo.
–¿Por qué?
–Le quería obligar a leer un libro de miedo.
–Ah, ¿sí? ¿Cuál?
–Hänsel y Gretel.
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CLÍNICA VETERINARIA
Prohibida la entrada de animales.
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Iba a consultar el problema con la almohada, pero me quedé dormido.
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El martes llegó al espacio. Todo fue bien, hasta que aquella luz roja empezó a parpadear. El jueves notó que le empezaba a faltar el aire. El viernes pidió ayuda.
–Houston, tenemos un problema –dijo.
–Déjese de bromas –le respondieron.
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–¿Qué libro estás leyendo?
–España, país de tontos.
–¿Y de qué trata?
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–Luis está saliendo con una vegana.
–¿Con alguien que no come carne? ¡Qué espanto?
–No, no. Con una chica de Las Vegas.
–¡Uh! Eso me parece peor.
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Piensa que en Suecia hace mucho frío, demasiado, luego morirá si no regresa pronto a Holanda.
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Me dio una hoja y me dijo:
–Escríbeme un microrrelato.
Y le escribí El dinosaurio, de Monterroso.
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–¿Qué le pasa al sire Yves? Está un poco mosca.
–Ya sabes que acaba de regresar de las cruzadas, ¿no?
–Sí.
–Pues ha estado revisando las cuentas.
–¿Y?
–Ha visto una factura del cerrajero.
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Jennifer Lawrence trató a Jack Nicholson como no se había atrevido a tratar a Harvey Weinstein.
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No se decidía por la carne o el pescado, así que acabó saliendo con una sirena.
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Estoy a una hora del caos.
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¿Van al psicoanalista los androides que sueñan con ovejas eléctricas?
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–¿Por qué llamáis Tercer Mundo al novio de Manuela?
–Porque está en vías de desarrollo: le falta un hervor.
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–He oído que su novia era una osa.
–¿Una osa? Uñosa. Su novia es uñosa. ¡Qué uñas tiene!
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Les dijeron que tenían que comer carne ética. ¡Qué difícil les resultó a los caníbales encontrar a un filósofo!
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Doña Pascasia no soportaba que la llamaran vieja. Por eso se enfadó cuando le dijeron que no iban a ponerle la vacuna de AstraZeneca.
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¿Cómo voy a llevarme bien con mi suegra? En nuestra boda apareció con un vestido blanco y me robó todo el protagonismo.
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–¿Con cebolla o sin cebolla?
–Con cebolla o sin cebolla ¿qué?
–La tortilla sin patatas.
–Sin cebolla.
–¡Vaya! Como mi ex. Pues ahí te quedas.
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La famosa actriz sintió que perdería protagonismo si se acostaba con aquel actor de reparto.
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–Jefe, ¿sabe lo que me ha dicho la señorita Ofelia?
–No.
–Que me va a hacer pagar todo lo que le he hecho.
–¿Cómo? ¿Va a tirarle a una piscina llena de pirañas? ¿Va a dejarle desnudo en el Polo Norte? ¿Va a hacerle comer saltamontes?
–Peor, jefe, peor. Se quiere casar conmigo.
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Maldito capitalismo. Por su culpa, Tamara no quiere saber nada del pobre diablo que soy yo. 
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–¿Cómo te va con el psicoanalista?
–He dejado de ir.
–¿Ya no tienes esos sueños tan raros?
–No. Era una pesadilla cada vez que tenía que pagar la factura.
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Los turistas franceses beben para tratar de olvidar las atrocidades artísticas que han visto en el Reina Sofía.
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–Nuestro objetivo, metiéndote en la cárcel, es reeducarte.
–¿Volver a la escuela?
–Sí, eso. Volver a la escuela.
–Entonces, ¿podré pinchar las ruedas de los coches de los profes sin que me pase nada?
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Se acerca a mí y me pregunta qué tiene ese bote. 
–Arándanos –le digo.
–¿Y eso qué es?
No muy convencido lo mete en el carrito de la compra.
Tiene 94 años y vive solo. 
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–¿Meto un bañador en la maleta?
–Pues claro.
–¿Vamos a la playa?
–A una playa de arena fina en el Caribe.
–¿Y estaremos mucho tiempo? 
–Todo el tiempo que tú quieras, pero recuerda que el cierre perimetral empieza a las once de la noche.
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Cuando iba a morir, la película de su vida empezó a pasar por delante de sus ojos. Le pareció tan aburrida que decidió vivir unos años más.
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–Cervantes robó a manos llenas.
–¿A manos llenas? Pero si es manco.
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Charlize Theron viene a cenar.
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–Así que ella salió por la puerta. 
–Ya me habría gustado. El que salió por la puerta fui yo.
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Mi marido era un tesoro. Así que fue inevitable que lo matara y lo enterrara en el bosque.
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Florecía el sol, cantaban los cerezos, brillaban los pájaros. Lucía le había sonreído.
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–Jane, ¿cómo consiguió Tarzán enamorarte?
–A la Chita callando.
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–Doctor, es que me enamoré de sus enchiladas.
–El error no ha sido en enamorarse, sino no pensar en las consecuencias.
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Iba a salir su presentadora del tiempo favorita. Y quizá llevara falda; estaba tan hermosa con falda. Pero una idea le rondaba la cabeza. Una magnífica idea. Encendió el ordenador y dejó que esa idea saliera.
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–¿De verdad has conseguido que me den un protagonista?
–Sí, sí.
–No me lo creo.
–Pues créetelo. Serás el protagonista.
–Qué bien. ¿Y cuándo empezamos el rodaje?
–El director no me lo ha dicho. Aún tiene que encontrar a los otros veinte protagonistas.
–¿Veinte protagonistas?
–Sí. ¿No te lo he dicho? Es una película coral.
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–¿Qué te pasa? Te veo muy desmejorado.
–Es que hemos salido a tomar una cerveza. Llevábamos meses sin hacerlo. Y encontrar mesa libre en una terraza ha sido una misión suicida.
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–He visto que sigues a alguien que tiene al lado de su nombre un corazón verde. ¿Me lo puedes explicar? 
–Es que… soy daltónico.
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¿No sería mejor que, en vez de rezar, nos ayudaras a achicar agua?
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–A ti no te gustaba la escuela, ¿no?
–no. como lo saves?
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El zahorí encontró agua: el pozo donde estaba nuestra tía y que habíamos cegado.
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Venció el dragón. Otra vez.
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–¿Usted se considera un descamisado?
–Pues claro que sí. 
–Pero si lleva una camiseta de Nike.
–Es que soy un descamisado, no un descamisetado.
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La justicia es ciega, está un poco sorda y va muy lenta. ¿No deberíamos jubilarla?
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EL COLMO
Esa noche no tuvo insomnio, pero sí una pesadilla.
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Mintió, como siempre, en el homenaje que le ofrecieron sus compañeros de partido. Empezó diciendo que no tenía palabras y soltó un discurso de una hora.
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Se bebió medio vaso de agua y zanjó la cuestión. Estaba cansado de que discutieran.
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INEVITABLE
Vaticinaba que al conde no le gustaría mi sangre de horchata.
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Era una maga. Se esfumó.
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DUMPING
Supe que el nuevo iba a dar problemas cuando colgó aquel gran cartel: Divorcios, 200 euros. No le hice caso: construir una sólida reputación me había costado 25 años. Sin embargo, al cabo de un mes, añadió más tarifas: Herencias, 300; Desahucio de segunda vivienda, 200; Rentas, 25. Poco a poco, empezó a notarse el bajón. Tuve que contraatacar. Comencé a cobrar los divorcios a 150 euros y las herencias a 250. Él bajó la tarifa de divorcios a 100 y empezó a hacer gratis las declaraciones de la renta y las transmisiones de un bien urbano. No podría conmigo; soy alguien muy resiliente. Cobré los divorcios a 50 euros. Divorcios gratis, prometió él. Je, je. ¿Imaginaba que podría conmigo? Estoy hecho de un material duro. Comencé a pagar 100 euros a todos los divorciados.
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¿Mundo el todo que contrario al voy que de idea la sacas dónde de?
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Después de tres meses visitando al psiquiatra, tiene nuevos problemas, tantos que ha decidido no verlo más.
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El domingo, mi marido me preparó una comida especial, tan especial que pasé una hora limpiando la cocina.
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19 DE MARZO
–Felicidades a todos los papás –dijo el presentador de la radio. 
Aquello terminó de despertarle. Alargó el brazo y sintonizó otro canal. Permaneció un rato más en la cama. 
Felicidades a todos los papás. 
Habían pasado cinco años. Ya estaría en… preescolar. Trató de no pensar en eso, pero no pudo evitarlo. La diferencia entre la vida que podía haber llevado y la que llevaba. No. Puso la radio más alta. Pero no consiguió dejar de pensar. Todas las cosas que había perdido. Las que nunca tendría. 
¿Qué sería de ella? Bah. Hacía tanto tiempo que había dejado de pensar en ella. También lo había pasado mal. No, no.
Por un momento estuvo tentado de llamar al trabajo para decir que estaba enfermo. ¿Para hacer qué? ¿Pasarse todo el día en la cama? ¿Pasear por la calle y encontrarse carritos de bebé?
Consiguió levantarse. Se preparó un café. Se duchó. Se vistió. Hizo la cama. Bajó al coche. El trabajo era la mejor de las terapias. Arrancó. Puso la radio. 
–Felicidades a todos los papás –dijo el presentador.