viernes, 22 de agosto de 2025

Dinero

Papel impreso o piezas metálicas que, durante siglos, sirvieron como medio de intercambio para adquirir bienes, pagar servicios y, en muchos casos, sobornar con discreción. Sus orígenes se remontan a la antigüedad, y durante siglos cambió de manos en mercados, bolsillos y cajas registradoras, acumulando grasa, polvo y gérmenes internacionales.
En el siglo XX y principios del XXI, el dinero en efectivo era símbolo de independencia: quien lo llevaba podía comprar lo que quisiera sin dejar rastro, desde pan hasta secretos. Los billetes, con sus retratos solemnes y colores vivos, circulaban junto a monedas que siempre parecían multiplicarse en el fondo de cualquier bolso.
La decadencia comenzó con las tarjetas de crédito y los pagos electrónicos, pero el golpe definitivo lo dio el propio Estado cuando decidió abolir el dinero físico y reemplazarlo por un sistema de créditos digitales. Estos créditos no se ganaban, sino que se otorgaban mensualmente según el comportamiento, la productividad y la «actitud cívica» del ciudadano.
Para 2040, no quedaba un solo billete en circulación. El dinero pasó a ser una leyenda urbana, contado por abuelos que recordaban con nostalgia el placer de pagar en efectivo y recibir de vuelta unas monedas para el café, sin que un algoritmo tomara nota.