sábado, 23 de agosto de 2025

Ganado

 

Les gustan las vacas. Les entusiasman, incluso. Las blancas moteadas, las marrones oscuras, las de ojos claros, las de mirada bovina y resignada. Sienten debilidad por las cornilargas, las cornicortas, las que tienen el lomo abultado como una colina y las que parecen dibujadas con prisas. No es una cuestión de utilidad —jamás han ordeñado una sola vez—, sino de estética. Dicen que tienen algo reposado, apacible. Un símbolo, quizás.

Pero no soportan tener que cuidarlas. Las moscas, el estiércol, el olor acre de los establos. No toleran que las vacas se escapen, ni que rompan cercas, ni que se enfermen. Necesitan que alguien se ocupe de recoger las boñigas, llenar los bebederos, vigilar que no se extravíen en la niebla. Para eso nos tienen a nosotros, los humanos.